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lunes, 16 de mayo de 2011

Salón de lectura: José Luis Sampedro. "La vieja sirena"

La acción transcurre en el siglo III después de Cristo. Una mujer que desconoce su orígen, cuyo nombre va cambiando al mismo tiempo que su situación, pasa por distintas vicisitudes hasta encontrarse con Ahram ( estereotipo masculino cuya única fuerza es la ambición de poder) y Krito, filósofo andrógino, cuya fuerza radica en la palabra.

A través de estos personajes, con una amplia retórica - abigarrada a veces -, y unas perfectas dicción y semblanza histórica, el autor nos lleva al inicio de la decadencia del Imperio Romano con la expansión de los bárbaros y la pujanza del cristianismo, centrándose principalmente en Alejandría.

Un magistral retrato de caracteres y un triángulo amoroso, dotan a la obra de unas características que nos llevan a mantener su lectura hasta su impredecible final.

lunes, 9 de mayo de 2011

Salón de lectura: Miguel Delibes. "Cinco horas con Mario"

"Rogad a Dios en caridad por el alma de D. Mario Díez Collado". Así comienza esta obra,  con la esquela mortuoria, en la que se nos informa de su edad, 49 años, y los nombres de su familia.
Su mujer, Mª del Carmen Sotillo, Menchu para sus allegados, de 44 años, se despide de los que han ido a expresar sus condolencias, y se queda a solas con su marido:


"Carmen se encara con su hijo y le muestra el libro:
– Mario -dice-, acuéstate, te lo suplico. Quiero quedarme a solas con tu padre. Es la última vez".

 Toma la Biblia, que él señalaba y repasaba, de la mesilla de noche...


"– Manías. Mario leía sobre leído, sólo lo señalado, ¿comprendes? Yo ahora -se la ablandan los ojos pero, paradójicamente, su voz se va afirmando-, cogeré el libro y será como volver a estar con él. Son sus últimas horas, ¿te das cuenta?"

Y a partir de lo subrayado por él, comienza  a desgranar lo que ha sido su vida juntos, su matrimonio, principalmente sus quejas y reproches hacia una condición en la que, por ser mujer, todas sus peticiones, creencias, pensamientos y convicciones, se veían subordinadas a las de un marido que creía ser recto, solidario y justo con todos, menos con su mujer, a la que, al parecer, jamás comprendió ni se molestó en comprenderla.

Sus problemas económicos (no tener coche, el usar la bicicleta, no disponer de una vajilla presentable...), el hacer uso de la casa sin contar con su opinión

,"pero por ayudar a un preso, por si no lo sabías, te pueden detener, como lo oyes, por cómplice o como se llame"

En fin, un repaso exhaustivo de un ama de casa de clase media que se convierte en un arquetipo de la mujer de posguerra, de los años 60, con la que muchas de nuestras madres podrían verse identificadas.

El monólogo, entre las citas bíblicas subrayadas por el difunto, divaga de un tema a otro en un lenguaje coloquial, sencillo, sin estridencias, referente también de la falta de cultura  de esta mujer a la que, el marido, a pesar de ser profesor, jamás se molestó en instruir.

Reproche tras reproche, el autor nos va acercando poco a poco al motivo que es realmente el culpable del verdadero malestar de Menchu:  estuvo a punto de serle infiel y no fue ella la que lo evitó.

"que le recordé a nuestros hijos, o a lo mejor fue él, vete a saber, ya ni me acuerdo, pero para el caso es lo mismo, Mario, que me quitó la palabra de la boca, que ni hablar podía, estaba desquiciada, cariño, tienes que hacerte cargo, sólo quiero que me comprendas, ¿oyes?, porque aunque hubiese hecho algo malo no era yo, puedes estar seguro, que la persona que estaba allí no tenía nada que ver conmigo, sólo faltaría, pero no pasó nada, nada de nada, en absoluto, te lo juro por lo que más quieras, Mario, créeme, y si Paco no hubiera reaccionado hubiese reaccionado yo, ya me conoces"

Es el sentimiento de culpa el que mueve todo el monólogo, y la muerte inesperada, el no haber podido hacer algo para "compensarle"...

Y una cosa que no te he dicho, Mario, que el otro día, hará cosa de dos semanas, el 2 del pasado para ser exactos, Paco me llevó al centro en su Tiburón, un cochazo de aquí hasta allá, no veas cosa igual, 

Desemboca en su derrumbamiento, en la exacta medida de su pesar 

" pero perdóname, Mario, anda, te lo pido de rodillas, no hubo más, te doy mi palabra, yo sólo he sido para ti, te lo juro, te lo juro y te lo juro, por lo más sagrado, Mario, por lo que más quieras, por mamá, fíjate, que más no puedo hacer, pero mírame, un segundo aunque sólo sea, anda, hazme ese favor, ¡mírame!, ¿es que no me oyes? ¿cómo quieres que te lo diga? ¡Mario, que me muera si no es verdad!, no pasó nada, que Paco, a fin de cuentas, un caballero, claro que fue a dar conmigo, pero si yo tengo un Seiscientos, ni Paco ni Paca, te lo juro, Mario, te lo juro por Elviro y por José María, ¿qué más quieres?, en mejor plan no me puedo poner, Mario, que yo puedo llevar la cabeza bien alta, para que lo sepas, pero ¡escúchame, que te estoy hablando! ¡no te hagas el desentendido, Mario!, anda por favor, mírame, un momento, sólo un segundo, una décima de segundo aunque sólo sea, te lo suplico, ¡mírame!, que yo no he hecho nada malo, palabra, por amor de Dios, mírame un momento, aunque sólo sea un momentín, ¡anda!, dame ese gusto, qué te cuesta, te lo pido de rodillas si quieres, no tengo nada de qué avergonzarme, ¡te lo juro, Mario, te lo juro! ¡¡te lo juro, mírame!! ¡¡que me muera si no es verdad!!, pero no te encojas de hombros, por favor, mírame, de rodillas te lo pido, anda, que no lo puedo resistir, no puedo, Mario, te lo juro, ¡mírame o me vuelvo local ¡¡Anda, por favor…!!"

En fin, una gran novela, inmortalizada en el teatro, con guión revisado por el propio autor, por las geniales interpretaciones durante 25 años de Lola Herrera, 1979, y   la más actual de Natalia Millán, en el 2010.


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miércoles, 4 de mayo de 2011

Salón de lectura: José Mª Gironella. "Los Cipreses creen en Dios"

Siendo la novela que actualmente leo a mi padre (en persona o mediante grabaciones en CDs) y ante la tan traída y llevada "memoria histórica", traigo a esta página uno de los libros que, siempre en mi humilde opinión, sigue siendo el que mejor y más objetivamente narra los avatares de los periodos de la Guerra Civil Española siguiendo las peripecias de la familia Alvear.
Los padres, de clase media acomodada (la madre, Carmen, vasca, ama de casa, y el padre, Matías, funcionario de Correos) y sus tres hijos, Ignacio, Óscar y Pilar, abarcan en sus relaciones familiares, amistosas, afectivas, laborales, de militancia y de vecinos una gran perspectiva de la sociedad española en los últimos tiempos de la república y la contienda española.

El autor, al comienzo de la guerra civil huyó del territorio republicano a Francia, para luego entrar en la zona nacional y unirse al ejército de Franco. Logró llegar a San Sebastián y se alistó voluntario en una Compañía de Esquiadores del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat que se había formado en Zaragoza para cubrir el Pirineo aragonés. Pensó entonces que cuando terminara la contienda alguien debería escribir por qué se produjo, en qué había consistido y cuales serían sus consecuencias.(1). Así concibió la trilogía, luego tetralogía, en la que dominan sus fuertes intentos de neutralidad.

A este primer título, de 1953, le siguieron Un millón de muertos (1961), Ha estallado la paz (1966) y Los hombres lloran solos (1986).


(1) Extracto de wikipedia