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miércoles, 22 de agosto de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 24. Cardenio cuenta su desventura.

Capítulo vigésimocuarto
Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena

Dejamos a nuestro caballero en amena charla con el astroso Caballero de la Sierra de modo que nos habremos de enterar del motivo por el que decidió vivir así ya que juro, añadió Don Quijote, por la orden de caballería que recibí, aunque indigno y pecador, y por la profesión de caballero andante, si en esto, señor, me complacéis, de serviros con las veras a que me obliga el ser quien soy ora remediando vuestra desgracia, si tiene remedio, ora ayudándoos a llorarla, como os lo he prometido.

Pidió primero de comer el hombre (a quien nombra Cervantes con distintos apelativos a cual más curioso), y después de acompañarle a un lugar más cómodo, rogando que no le interrumpieran, contó que se llamaba Cardenio, era andaluz, y había tenido la mala ventura de enamorarse de Luscinda desde que eran niños, consiguiendo la desaprobación del padre. LLegó a pedirla por esposa, pero su padre le envió a atender la petición de un grande de España, que le solicitaba como compañero de su hijo.

No se podía denegar la solicitud y allí conoció a Fernando, segundo hijo de duque, del que se hizo amigo y confidente, y que, para su mala suerte, vino a enamorarse también de Luscinda... Seguía Cardenio su historia cuando al nombrar al Amadís de Gaula, Don Quijote no puede evitar interrumpirle para comentar sus excelencias, por lo que -como ya le había avisado- queda la historia en suspenso ya que Cardenio empieza a desvariar ante los comentarios de Don Quijote y alzó un guijarro que halló junto a sí, y dio con él en los pechos tal golpe a Don Quijote, que le hizo caer de espaldas. Sancho Panza, que de tal modo vio parar a su señor, arremetió al loco con el puño cerrado, y el Roto le recibió de tal suerte, que con una puñada dio con él a sus pies, y luego se subió sobre él y le brumó las costillas muy a su sabor. El cabrero, que le quiso defender, corrió el mismo peligro, y después que los tuvo a todos rendidos y molidos, los dejó y se fue con gentil sosiego a emboscarse en la montaña.

No queda la cosa ahí, pues hasta pelean Sancho y el cabrero, pero el interés de Don Quijote está en terminar de escuchar la historia, por lo que deciden ir a buscarle.

¡Seguimos!


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