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lunes, 14 de noviembre de 2022

Garabateando.- "Los caminos del escritor", Cortázar.

Lo prometido es deuda, así que nos ponemos con el repaso del libro "Clases de Literatura", de Julio
Cortázar.

Dice en el prólogo (de Carles Álvarez Garriga):
¡Menos mal que siempre dijo que no era un escritor profesional de los que cumplen un plan y un horario y que sólo se ponía a la tarea cuando las ideas le caían a la cabeza como cocos! Abundando en esta línea, hacemos ahora una excepción al publicar bajo su firma páginas que no fueron escritas sino habladas, un conjunto que bien podría llevar por título El profesor menos pedante del mundo
 
"Los caminos del escritor" es la primera de las ocho clases que impartiera en Berkeley, 1980, grabadas y recogidas de oído por sus alumnos. Hablan de literatura en general, aunque basando sus experiencias en sus propios libros. 

Destacamos:

(...) ahora me doy perfecta cuenta de que viví mis primeros años de lector y de escritor en una fase que tengo derecho a calificar de “estética”, donde lo literario era fundamentalmente leer los mejores libros a los cuales tuviéramos acceso y escribir con los ojos fijos en algunos casos en modelos ilustres y en otros en un ideal de perfección estilística profundamente refinada.
(...) Nunca nos dimos cuenta de que la misión de un escritor que además es un hombre tenía que ir mucho más allá que el mero comentario o la mera simpatía por uno de los grupos combatientes.  (se refiere a la guerra civil española y la 2ª Guerra Mundial)
(...) De todas maneras, aun en ese momento en que mi participación y mi sentimiento histórico prácticamente no existían, algo me dijo muy tempranamente que la literatura —incluso la de tipo fantástico más imaginativa— no estaba únicamente en las lecturas, en las bibliotecas y en las charlas de café. 
(...) Siempre he escrito sin saber demasiado por qué lo hago, movido un poco por el azar, por una serie de casualidades: las cosas me llegan como un pájaro que puede pasar por la ventana. 
(...) Cuando terminé ese cuento (se refiere a el perseguidor) y fui su primer lector, advertí que de alguna manera había salido de una órbita y estaba tratando de entrar en otra. Ahora el personaje se convertía en el centro de mi interés mientras que en los cuentos que había escrito en Buenos Aires los personajes estaban al servicio de lo fantástico.
(...) Cada vez más deseoso de ahondar en ese campo de la psicología de los personajes que estaba imaginando, surgieron en mí una serie de preguntas que se tradujeron en dos novelas, porque los cuentos no son nunca o casi nunca problemáticos: para los problemas están las novelas, que los plantean y muchas veces intentan soluciones.
(...)  Por ese camino entré en eso que con un poco de pedantería he calificado de etapa metafísica, es decir una autoindagación lenta, difícil y muy primaria —porque yo no soy un filósofo ni estoy dotado
para la filosofía— sobre el hombre, no como simple ser viviente y actuante sino como ser humano, como ser en el sentido filosófico, como destino, como camino dentro de un itinerario misterioso
.
(...) Tenía una preocupación técnica, porque un escritor de cuentos —como lectores de cuentos, ustedes lo saben bien— maneja un grupo de personajes lo más reducido posible por razones técnicas: no se puede escribir un cuento de ocho páginas en donde entren siete personas ya que llegamos al final de las ocho páginas sin saber nada de ninguna de las siete, y obligadamente hay una concentración de personajes como hay también una concentración de muchas otras cosas (eso lo veremos después). La novela en cambio es realmente el juego abierto, y en Los premios me pregunté si dentro de un libro de las dimensiones habituales de una novela sería capaz de presentar y tener un poco las riendas mentales y sentimentales de un número de personajes que al final, cuando los conté, resultaron ser dieciocho.
(...) A lo largo de unos cuantos años escribí Rayuela y en esa novela puse directamente todo lo que en ese momento podía poner en ese campo de búsqueda e interrogación. El personaje central es un hombre como cualquiera de todos nosotros, realmente un hombre muy común, no mediocre pero sin nada que lo destaque especialmente; sin embargo, ese hombre tiene —como ya había tenido Johnny
Carter en “El perseguidor”— una especie de angustia permanente que lo obliga a interrogarse sobre
algo más que su vida cotidiana y sus problemas cotidianos.
(...) Horacio Oliveira no se conforma con estar metido en un mundo que le ha sido dado prefabricado y condicionado; pone en tela de juicio cualquier cosa, no acepta las respuestas habitualmente dadas, las respuestas de la sociedad x o de la sociedad z, de la ideología a o de la ideología b.
(...) La literatura que constituía una actividad fundamentalmente elitista y que se autoconsideraba privilegiada (todavía lo hacen muchos en muchos casos) fue cediendo terreno a una literatura (llama a ese periodo etapa histórica) que en sus mejores exponentes nunca ha bajado la puntería ni ha tratado de volverse popular o populachera llenándose con todo el contenido que nace de los procesos del pueblo de donde pertenece el autor. Estoy hablando de la literatura más alta de la que podemos hablar en estos momentos, la de Asturias, Vargas Llosa, García Márquez, cuyos libros han salido plenamente de ese criterio de trabajo solitario por el placer mismo del trabajo para intentar una búsqueda en profundidad en el destino, en la realidad, en la suerte de cada uno de sus pueblos.

Bien pues estos son los pasos del (de los) camino(s) del escritor.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Clases de literatura,  ha sido publicado por la Editorial Alfaguara en su Colección Hispánica, en una edición de Carles Álvarez Garriga. Disponible en Casa del Libro (ver enlace), 18,50 €



sábado, 12 de noviembre de 2022

Garabateando cuentos. Almudena Grandes

 Intentaremos que esta sección sirva para los que, como nosotros, pretendemos la inmersión en el proceloso mundo del aspirante a escritor.
Antes de presentaros las impresiones sobre "Estaciones de paso", vemos la necesidad de precisar ¿Qué es un cuento? Entendemos que al igual que no es poesía deslizar frases divididas asimétricamente en renglones, no es cuento todo lo que aparece como tal.
Investigamos, pues, y hallamos en ciudadseva.com (paraíso de cuentos y relatos cortos) una coherente distinción entre cuento, relato y novela corta, de autor anónimo, titulado Estructura, desarrollo y panorama histórico del cuento.  
Un fragmento:
 (...) Narración breve, oral o escrita, de un suceso imaginario. Aparecen en él un reducido número de personajes que participan en una sola acción con un sólo foco temático. Su finalidad es provocar en el lector una única respuesta emocional. La novela, por el contrario, presenta un mayor número de personajes, más desarrollados a través de distintas historias interrelacionadas, y evoca múltiples reacciones emocionales.

Etimológicamente, cuento deriva de la palabra latina computum, que significa cálculo, cómputo, enumeración, clasificación,. De cálculo y enumeración pasó a significar la enumeración de hechos, y, por extensión, "cuento" significa recuento de acciones o sucesos reales o ficticios.

Es más difícil decir con exactitud cuándo se originó el cuento, y ello se debe en gran parte a los equívocos que conlleva su mismo nombre. Cabría, por lo tanto, distinguir en el concepto cuento, dos aspectos distintos: el relato fantástico y la narración literaria de corta extensión, oponiéndose así a la idea de novela, estos dos aspectos no son excluyentes, a menudo se dan en la misma obra, y tienen como base común el hecho de tratarse de relatos breves, generalmente en prosa; pero suelen representar dos vertientes claramente diferenciadas del mismo genero literario. (Ver más)

Necesitábamos este inciso para aclarar al lector qué podemos esperar cuando nos hallamos ante una colección de cuentos, porque podemos encontrar "de todo": Desde apuntes o bocetos garabateados improvisadamente para ser desarrollados posteriormente en una novela, hasta lo que se entiende verdaderamente por "cuento" en su más estricta significación a partir de nuestras lecturas infantiles (un universo corto de fantasía, de estructura cerrada, repleto de sugerencias y moralejas).

No se le permite lo mismo (que haya "de todo") al osado escritor novel que pretende integrarse en el universo de los escritores a través de su participación en un concurso, porque se enfrenta al gran dilema: ¿qué se le pide en un concurso de cuentos? ¿qué diferencia existe con uno de relatos cortos?

- El mío es precioso, resultado del trabajo de uno o dos meses -piensa-, y, sin embargo... ni mención. Yo diría que es mejor que el que ha ganado, claro que el mío...

Y ahí tenemos al pobre y bisoño autor sumido en un complejo entramado de sutiles extrañezas y elucubraciones acerca de cómo clasificar su escrito y, por tanto, de dónde presentarlo.

Dicho esto, por ser ella quien es y escribir como escribe, se le permite a Almudena Grandes calificar como "cuentos" a algunos que en los concursos a los que nos hemos referido seguramente no pasarían ni la primera selección.

En "Estaciones de paso", 2005, vamos desde el pasotismo verbal barriobajero de "Demostración de la existencia de Dios", a la defensa del arte taurino en "Tabaco y negro" (porque la crueldad existe, y no es sólo con los animales), magnífico relato, que no cuento, por cierto; pasando por "El capitán de la fila india" que no se sabe a ciencia cierta si trata sobre la degradación del concepto de familia en general (matrimonio y parientes) o de una venganza tras unos ideales rotos.
Un "¡chapeau!" a "Receta de verano" (la vida sigue y pide paso a pesar de todo y contra todo- y éste sí es un cuento, o lo que entendemos como tal-), y terminando con un aceptable "Mozart y Brahms y Corelli" que, en nuestra opinión, se queda en el intento, aunque, eso sí, en no se sabe qué intento.

¿Qué tienen en común? Todos sus protagonistas son adolescentes o rememoran hechos de ese periodo vital.

En fin, tendréis que leerlo para saber si vosotros, los que habéis tenido a bien llegar hasta aquí, sois de la misma opinión.
Esperamos impacientes vuestros comentarios :).

viernes, 11 de noviembre de 2022

Garabateando: Escribe con Rosa Montero

A medias entre la verdad y la mentira y en clave de humor Rosa Montero en  La loca de la casa (Alfaguara, 2003) nos desvelaba ya la vanidad del escritor, su deseo de posteridad, los fantasmas que persiguen al autor novela tras novela, y también el tormento y el éxtasis, el sufrimiento y la vergüenza de ese “extraño ser” que es el novelista, que no puede evitar la sensación, cada vez que publica una nueva obra, de que se ha arrancado un pedazo de hígado y lo ha colocado encima de la mesa, “delante de la cual –dice Montero– van pasando los demás, que comentan despiadadamente lo que les parece”. (Fuente)

Dicen los entendidos que el libro que nos ocupa - "Escribe con Rosa Montero"(Alfaguara, 2017) es un canto de amor al cuaderno, al instrumento principal que la autora utiliza para escribir a mano, con pluma, para anotar detalles, para dejar correr su imaginación.
Pero sucede que este 'cuaderno' está lleno de tan buenos consejos y adornado con unas ilustraciones tales que sería un delito -en nuestra opinión, claro- emborronarlo con nuestros garabateos.

Puede (debe) convertirse, eso sí, en libro de referencia y consulta cuando, parafraseando a Serrat, las musas se olviden de uno.

Su entrañable dedicatoria en la pasada Feria del Libro de Madrid:
"Para mi amiga Marian este cuaderno de notas. Ahora, ¡llénalo!"

Veamos algunos de los consejos y propuestas vertidos en él y escuchemos luego a nuestra simpática autora hablando sobre el oficio de escribir, seguro que podemos tomar buena nota de quien, como ella, escribe y desarrolla una fecunda labor periodística desde su Periodismo y literatura (Guadarrama, 1973) y su novela Crónica del desamor (1979) hasta llegar a ser Premio Nacional de las Letras 2017.

"Ten siempre a mano un cuaderno de notas (...) una pequeña libreta en el bolsillo. Durante un mes haz al menos una anotación al día. Una observación sobre alguien que veas; un pensamiento; un apunte para un cuento o una escena".
"No obligues a tus personajes a hablar por ti".
En un texto de ficción "Los silencios, las ausencias pueden ser tan elocuentes como las palabras".
"Si no aprendes algo de tus textos, si no tienes la sensación de haber puesto un poco de luz en tus sombras, es que lo que has hecho no es suficientemente bueno".
"Lee mucho. Reescribe mucho. Piensa mucho"
"A García Márquez le devolvieron su primer manuscrito dieciséis editores". "En realidad, el camino de la literatura es amargo, decepcionante y a menudo humillante. Pero escribir es maravilloso".

 Contraportada: "Juega con las palabras. Disfruta. Vuela"



miércoles, 7 de marzo de 2018

Garabateando.- "Escribir novela negra", consejos de Donna Leon.

Hemos revisado consejos sobre escribir novela, cuento, simplemente sobre cómo escribir y hoy nos hallamos ante uno de mis retos favoritos, asignatura pendiente después de confesarme lectora devoradora de todo lo que bajo ese epígrafe he encontrado llámese Agatha Christie, Arthur Connan Doyle, Allan Poe, Robin Cook (sí, sí, él también), Rosa Rivas, Dolores Redondo, Lorenzo Silva y un largo etcétera que con mayor o menor acierto han llegado a mis manos.
Pues bien, nos centramos hoy en este tema, al que aplicaré una especial atención, puesto que la escritora me es desconocida a pesar de tener consigo un bagaje curricular bastante bueno.
Veamos.
Donna Leon (Montclair, Nueva Jersey, 28 de septiembre de 1942) es una escritora estadounidense  conocida por sus novelas protagonizadas por el comisario veneciano Guido Brunetti, personaje central de toda su obra y que Donna Leon creó a principios de los 90.
Dice Wikipedia: El comisario Brunetti combate el crimen en su ciudad natal, Venecia, y sus alrededores. Cada caso es una oportunidad para que la autora revele el lado oscuro y oculto de la realidad. El hecho de que pueda atacar sólo hasta cierto punto la corrupción endémica del sistema, convierte al comisario Brunetti en un hombre profundamente cínico, lo que no impide que vuelva a intentarlo una y otra vez.
La serie llega ya a la número 27. ​
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¿Cuáles son sus consejos en "Sobre los libros" (relatos, pin, aplicables, por otra parte, al escritor de novela en general?


Empezando por el aviso a navegantes que hemos visto una y otra vez:

Creo que fue Tucídides quien escribió que «las anécdotas suceden a las personas que saben contarlas», y tengo la impresión de que es verdad.(...) La razón es evidente y no admite réplica: es algo que se tiene al nacer, o no se tiene; o naces con ese arte especial para usar el lenguaje, o no.(...)
A todo el mundo se le puede ayudar a perfeccionar su manera de escribir para que sea más clara, correcta y ordenada. Y a los que poseen el don para las palabras se les puede ayudar a ahorrar tiempo y energía en la solución de problemas sugiriéndoles fórmulas que quizá no se les hayan ocurrido. (...) No obstante —lo confieso de entrada—, yo no puedo enseñar a nadie a ser creativo.

Entramos en materia:
Quien quiera escribir una novela de intriga debe tomar una serie de decisiones importantes antes de empezar. La primera, creo yo, es fijar el punto de vista. Es decir, el autor debe determinar si el narrador será un personaje de la novela y, por consiguiente, se pasará trescientas páginas explicando lo que «yo» vi, sentí y descubrí o si la narración será presentada en tercera persona.

(...) La dificultad de utilizar la primera persona es evidente: la adquisición de información. Los medios por los que un personaje puede obtener información son muy pocos: la oye, la ve o la lee. (...) El lugar adecuado. Sea cual sea, el narrador tendrá que pasar ahí mucho tiempo para ver las cosas que ocurren y a la gente que las hace.

(...) Éstas son consideraciones de carácter práctico. Luego está el concepto estético. ¿Qué clase de persona será este narrador?(...) Yo aconsejo que crees a un narrador que sea parecido a ti, por lo menos por lo que se refiere a inteligencia o nivel cultural. Te será mucho más fácil hacerte pasar por una persona del sexo opuesto que por una persona más lista que tú. (...) es conveniente crear un narrador que sea lo bastante joven o simpático para aparecer en futuros libros y mantener el interés del lector.

Si la narración se hace en tercera persona, que es lo más habitual, hay que empezar por fijar varios puntos de partida. 
¿Cuáles serán los conocimientos, la información y las referencias del narrador? Considero que esto, en gran medida, debe determinarse en función del público al que vaya destinada la novela.

(...) Hay que fijar también el nivel de la prosa. (...) No hay nada que irrite tanto a un lector como una alusión a algo que no entiende, porque eso da al autor una imagen de pedantería, que es el beso de la muerte.(...)
¿Humor? ¿Qué le parecerá divertido al narrador y qué esperará él que el lector encuentre divertido? (...) También hay que decidir los principios éticos del narrador y, por consiguiente, del autor.(...) el lector esperará un desenlace inequívoco y terminante, dos condiciones que raramente se dan en la vida. Así pues, el autor debe determinar quién será castigado y en qué medida, porque sabe que el lector así lo espera y desea.  Un genio como Patricia Highsmith consiguió presentar a una serie de narradores totalmente amorales que, al tiempo que cometían sus diversas atrocidades, conservaban las simpatías del lector. Pero ella era un genio; el resto de nosotros no lo somos.
Luego está la manera en que el narrador se dirige al lector. Algunos lo hacen claramente, como a un interlocutor, mientras que otros, la mayoría, se mantienen a distancia y ni siquiera insinúan que exista un lector. 
(...) Una vez definida la voz narradora, el autor tiene que decidir cuál será el crimen central(...) Actualmente, los temas más socorridos son: abusos a menores, contaminación, corrupción política, drogas, la Mafia o compuestos de varios de estos ingredientes o de todos ellos. (...) exigen cierta labor de documentación. El autor deberá procurar que la cocaína proceda del país correcto, que los residuos tóxicos se embarquen por la ruta adecuada o que los ingredientes de la última droga de diseño sean los pertinentes.
Una vez el autor ha determinado el sexo y el punto de vista del narrador y la índole del crimen, debe introducir al protagonista en la acción.
Si el héroe es miembro de la policía, nada más fácil: está encargado de investigar el caso. Si es detective privado, cazador de recompensas, abogado o cualquiera de esos personajes que evolucionan por el mundo del crimen, lo mismo digo: es su trabajo. Ahora bien, si el protagonista se ve envuelto en la trama accidentalmente, el autor debe inventar una razón que justifique el interés del personaje en el crimen y un medio que le permita obtener la información que conduzca a la solución del misterio. Porque debe haber un misterio.

(...) Agatha Christie no tenía temas; ella tenía misterios.
Antes de empezar, el autor debe decidir el enfoque de la novela: tema o misterio. ¿La solución implicará a un culpable o estará involucrado en el crimen un grupo social o político más amplio? ¿Y habrá resolución o el culpable o culpables se sustraerán a la acción de la justicia?

(A mis alumnos...) Por ejemplo, les digo que hay que trazar un esquema —algo que yo no he hecho todavía—, programando lo que debe suceder en cada parte de la narración. A pesar de que, cuando empiezo un libro, nunca sé lo que va a suceder en él, yo les digo que es necesario, que es imprescindible, hacer un plan y que, antes de empezar, ya hay que tener decidido el final. Al parecer, a los escritores principiantes les viene bien imponerse esta disciplina.

(...) Una cuestión de la que no he hablado, probablemente por su carácter intangible, es la absoluta necesidad de controlar los sentimientos que el lector experimenta hacia ti, el escritor, y hacia tus personajes. El lector tiene que sentir simpatía por alguien del libro,(...) Por lo demás, es indispensable que el lector se identifique con el narrador,(...) Yo propongo que el narrador rehúya cualquier tipo de militancia —ecología, religión, jogging—, aunque sólo sea porque su postura forzosamente lo enfrentará al lector que no comparta su entusiasmo.
(...) El escritor que tenga intención de situar la novela en un medio concreto, debe conocerlo a fondo.
(...) Sobre el proceso de reescribir, corregir y repensar (...) En general, es conveniente que el escritor hable de su libro con una persona a la que considere más capacitada. (...) ya que raramente me doy cuenta de los errores que he cometido hasta que me oigo a mí misma decirlos en voz alta.
(...) Ayuda a aceptar las críticas el que el autor se distancie del texto y lo vea como un libro escrito por otra persona. Así, las críticas, que con frecuencia tienen la fuerza incendiaria del rayo, caen lejos y no hacen tanto daño.
(
Cuando hace crítica ...) Por un lado, está la persona (...) Por otro lado, está el texto, que es lo que debo evaluar.

Interesante, ameno y muy didáctico. Tenemos "Sobre los libros" a vuestra disposición.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Garabateando.- 'Para ser novelista', de John Gardner.

Seguimos leyendo y aprendiendo de 'los buenos' para conseguir que  nuestros garabateos mejoren, siempre que las  musas estén a nuestro favor.
Ya venimos viendo que el común de los que escriben sobre el tema opina que el escritor nace, y luego se hace.
 En ello estamos, y siguiendo los consejos de lectura que vimos en este artículo vamos a entresacar las mejores líneas de 'Para ser novelista', ensayo de 199 páginas.

Una crítica sobre esta obra:
«John Gardner acumuló durante su vida más de veinte años de experiencia docente y se nota, porque sabe responder exactamente a las preguntas que con toda probabilidad hará cualquier escritor en cierne, es decir: ¿Cómo saber si se tienen las cualidades necesarias para el oficio? ¿Qué estudios se necesitan? ¿Cuáles son los entresijos del proceso de creación y publicación de una novela?... Para quienes deseen conocer las respuestas, leer este libro constituirá una auténtica satisfacción.»
(Anne Tyler, Baltimore Sun).

Vamos allá:

- No es del todo cierto que todo escritor tenga un agudo sentido del ritmo de la frase -la música del lenguaje- o de las connotaciones y del registro lingüístico (ámbito de uso) de las palabras. Hay grandes escritores que lo son a pesar de sus ocasionales deslices: frases malsonantes, metáforas inadecuadas e incluso empleo disparatado de palabras. [...] Pero aunque algunos grandes escritores escriban a veces con torpeza, está claro que uno de los rasgos del escritor nato es su aptitud para encontrar o (a veces) inventar maneras interesantes de decir las cosas.[...] El escritor con sensibilidad para el lenguaje sabe encontrar sus propias metáforas no sólo porque se le ha enseñado a evitar los tópicos, sino porque disfruta buscando la metáfora gráfica y precisa, la que, por lo que él sabe, nunca se le ha ocurrido a nadie. 

 - El talento sólo si no existe es imposible de cultivar. Bueno, normalmente. Por otro lado, si al leer comenzamos a sospechar que al escritor sólo le interesan las palabras, ello nos hace temer por su suerte como tal. Las personas normales, quienes no han sido víctimas de una mala enseñanza universitaria, no leen novelas únicamente por leer palabras. Abren una novela esperando encontrar una historia, confiando en que aparezcan personajes interesantes, posiblemente algún paisaje atrayente aquí y allá y, como mínimo, alguna que otra idea -y un abundante y sugestivo cargamento de ideas como máximo-. Aunque hay excepciones, la principal preocupación del buen novelista, por regla general, no es la brillantez lingüística -por lo menos, en su forma más llamativa y evidente-, sino contar su historia de forma que provoque reacciones en el lector, que le haga reír o llorar o sentirse intrigado, lo que sea que dicha historia concreta, explicada de la mejor manera posible, le incite a hacer.

-  Generalmente, el escritor que se preocupa más de las palabras que de la historia (personajes, acción, escenario, ambiente) no consigue crear ese sueño vívido y continuo: se estorba demasiado a sí mismo; embriagado de poesía, no distingue el grano de la paja. [...]
El escritor interesado principal o exclusivamente en el lenguaje está mal equipado para escribir novelas porque no posee el carácter y la personalidad que se requiere para ello. Por «carácter» me refiero a lo que a veces se denomina la naturaleza «inscrita» del individuo, a su yo innato; por «personalidad» aludo a la suma de rasgos típicos que se advierten en su manera de relacionarse con los que le rodean. En otras palabras, mi intención es distinguir entre el yo interno y el externo. 

 - Hay dos cosas que pueden hacer que el lector siga adelante: argumento e historia (y ambas están presentes, poco o mucho, en la buena ficción).
- Nadie que vea la realidad de forma distorsionada puede escribir buenas novelas, porque al leer comparamos los mundos ficticios con el real. La ficción creada por quienes adoptan en la vida actitudes que nos parecen infantiles o tediosas cansa enseguida.
- Lo único que hay que hacer es saber exactamente lo que se pretende decir -por ejemplo diciéndolo y revisando después lo dicho, para saber si realmente dice lo que se pretendía- y seguir trabajándolo, jugando con el lenguaje, hasta corregir todo aquello a lo que creamos que se le pueda poner objeciones.

- Si el escritor prometedor sigue escribiendo -escribe día tras día, mes tras mes- y lee muy atentamente, empezará a «cogerle el truco». Llegar a este punto es tan importante en el arte como pueda serlo en el atletismo. Las ciencias prácticas, entre las que se cuenta la ingeniería verbal que permite escribir novela comercial, se pueden enseñar y aprender. El arte, hasta cierto punto, también; pero, exceptuando ciertas cuestiones de técnica, el arte no se aprende, simplemente se le coge el truco.

-  Otro indicador del talento del joven escritor es su perspicacia. El buen escritor ve las cosas con agudeza, con realismo, con precisión y con criterio selectivo (es decir, sabe escoger lo importante), y no necesariamente porque tenga por naturaleza mayor poder de observación que los demás (aunque con la práctica lo adquiere), sino porque tiene interés en ver las cosas con claridad y escribirlas con rigor. 

- Hay otro tipo de planteamiento que requiere un tipo de perspicacia más elevada, que exige ser preciso de una forma, para mí, infinitamente más difícil. Me refiero al novelista capaz de meterse en la piel de sus personajes.[...] Tiene que ser capaz de dar a conocer de forma precisa y convincente cómo ve el mundo un niño, una joven, un asesino entrado en años o el gobernador de Utah. [...] Una vez admitido que el novelista tiene que ser capaz de abogar por toda clase de personas, de ver por sus ojos, de sentir por sus nervios, de aceptar sus más arraigadas opiniones, por estúpidas que sean, como hechos manifiestos (para ellas), se trata simplemente de comenzar a hacerlo; y a fuerza de insistir en ello -de releer, de volver a reflexionarlo, de revisarlo minuciosamente- se acaba haciéndolo bien.... [...] Hay mil maneras de estar triste, feliz, aburrido o malhumorado, y el adjetivo abstracto no dice casi nada. El ademán preciso, sin embargo, refleja con toda exactitud el único sentimiento que corresponde al momento. A esto es a lo que se refieren los profesores de literatura cuando dicen que hay que «mostrar» en lugar de «decir», A esto y a nada más, habría que añadir.

Realmente se trata de un escrito interesante, que penetra en las entrañas de las inquietudes de cualquier escritor novel y está repleto de buenas apreciaciones que lo hacen difícil de extractar (sería muy largo). Está a vuestra disposición en epub o pdf. 


miércoles, 14 de febrero de 2018

Garabateando.- El grado cero de la escritura, de Roland Barthes

 "El grado cero de la escritura" (1953, completa en pdf) es el primer ensayo importante del teórico y crítico literario francés Roland Barthes en el que estudia los orígenes y las transformaciones del concepto de escritura literaria misma y su relación con distintos periodos históricos de Francia. 

En este artículo (fragmento de la obra), que pueden leer completo en el enlace, el autor reflexiona más que enseña sobre la relación entre escritura e historia y expone dos características que parecen esenciales de una narración:

El pretérito perfecto simple (el indefinido) y el uso de la tercera persona.

Un artículo, un poco 'espeso' para el gusto actual, habla mucho y puede que diga poco al escritor del siglo XXI, pero al igual que quien no conoce su historia está condenado a repetirla, debemos llevarlo al terreno de la Literatura si queremos hacer algo 'nuestro', con sello de autor.

Por tanto, recomiendo su lectura atenta, entresacando reflexiones sin precio como:

Lo que es propiamente el mecanismo del mito, y la Novela —y en la Novela el pretérito perfecto simple— son objetos mitológicos que superponen a su intención inmediata una apelación segunda a una dogmática o, mejor aún, a una pedagogía, ya que se trata de ofrecer una esencia bajo la forma de un artificio.
(...) la escritura novelística. Tiene por misión colocar la máscara y, al mismo tiempo, designarla.
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La tercera persona, del mismo modo que el pretérito perfecto simple, cumple esa función y da al consumidor la seguridad de una fabulación creíble, y, sin embargo, manifestada incesantemente como falsa.
............................
En muchos novelistas modernos, la historia del hombre se confunde con el trayecto de la conjugación: a partir de un «yo» que es todavía la forma más fiel del anonimato, el hombreautor conquista poco a poco el derecho a la tercera persona a medida que la existencia se hace destino y el soliloquio, novela. 
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Y termina:

Toda la literatura puede decir: «Larvatus Prodeo»(1), me adelanto señalando mi máscara con la mano. Ya se trate de la experiencia inhumana del poeta, que asume la más grave de las rupturas, ya la mentira creíble del novelista, la sinceridad necesita aquí signos falsos, y evidentemente falsos, para durar y ser consumida. El producto, y finalmente la fuente de esta ambigüedad, es la escritura. Ese lenguaje especial, cuyo uso da al escritor una función gloriosa pero vigilada, manifiesta una especie de servilismo invisible en los primeros pasos, que es propio de toda responsabilidad: la escritura, libre en sus comienzos, es finalmente el lazo que encadena al escritor con una Historia también encadenada: la sociedad lo marca con los signos claros del arte, con el objeto de arrastrarlo con más seguridad en su propia alienación.

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(1) Frase de Descartes que puede traducirse de forma literal como "avanzo ocultándome" (ver más).
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miércoles, 7 de febrero de 2018

Garabateando.- "El arte del cuento", por Flannery O'Connor

Lo prometido es deuda y el miércoles anterior desgranamos los títulos de una serie de artículos sobre la escritura o cómo escribir que nos parecieron interesantes como para comentarlos aquí con vosotros.
El que traemos hoy es "El arte del cuento", de Flannery O'Connor, que podéis leer completo en este enlace.
Flannery O'Connor (Savannah, Georgia, 25 de marzo de 1925-3 de agosto de 1964) fue una escritora estadounidense del siglo XX.
Autora de dos novelas -Sangre sabia (Wise Blood, 1952) y Los violentos lo arrebatan (The Violent Bear It Away, 1960)- y 32 relatos recogidos en dos libros: Un hombre bueno no es fácil de encontrar (A Good Man Is Hard To Find, 1955) y Todo lo que asciende tiene que converger (Everything That Rises Must Converge, póstumo 1965), publicó también ensayos y reseñas.
Su obra, considerada una de las más importantes de la literatura estadounidense del siglo XX, fue ampliamente estudiada en el contexto de la literatura del Sur de Estados Unidos pues sus personajes y el ambiente que describe son sureños, aunque se distingue de la mayoría de los escritores de la zona por su perspectiva católica de fondo.

Pues bien, en "El arte del cuento" vamos a destacar aquellas líneas que llaman nuestra atención. Las extractamos sin enjuiciar, cada quién extraiga sus propias conclusiones, pero naturalmente, estais invitados a comentarlo para compartirlas. Sería maravilloso.

No cabe duda de que la capacidad de crear vida por medio de las palabras es esencialmente un don. Si uno lo posee desde el vamos, podrá desarrollarlo; pero si uno carece de él, mejor será que se dedique a otra cosa. 

Desde mi punto de vista, hablar de la escritura de un cuento en términos de trama, personaje y tema es como tratar de describir la expresión de un rostro limitándose a decir dónde están los ojos, la boca y la nariz.  

Para el escritor de ficciones, en el ojo se encuentra la vara con que ha de medirse cada cosa; y el ojo es un órgano que además de abarcar cuanto se puede ver del mundo, compromete con frecuencia nuestra personalidad entera. 

Ningún lector creerá nada de la historia que el autor debe limitarse a narrar, a menos que se le permita experimentar situaciones y sentimientos concretos. La primera y más obvia característica de la ficción es que transmite de la realidad lo que puede ser visto, oído, olido, gustado y tocado.

  En la escritura de ficción, salvo en muy contadas ocasiones, el trabajo no consiste en decir cosas, sino en mostrarlas.

Que un cuento sea breve no significa que deba ser superficial. Un cuento breve debe ser extenso en profundidad, y debe darnos la experiencia de un significado.  

El arte debe cultivarse como cualquier otro hábito, durante un largo período de tiempo, por la experiencia; y enseñar cualquier tipo de escritura es, primordialmente, ayudar al aprendiz a desarrollar el hábito del arte. Creo que el arte es mucho más que una disciplina, aunque de hecho también lo sea; creo que es un modo de mirar al mundo creado, y de usar los sentidos de modo que éstos puedan encontrar en las cosas tantos significados como sea posible.

No se puede decir nada significativo acerca del misterio de una personalidad a menos que se la inserte en un contexto social creíble y significativo. Y la mejor forma de hacerlo es por medio del propio lenguaje de ese personaje.

En la mayoría de los buenos cuentos es la personalidad del personaje lo que crea la acción de la historia.  (...)
Si se parte de una personalidad real, un personaje real, estamos en camino de que algo pase; antes de empezar a escribir, no se necesita saber qué. En verdad, puede ser mejor que uno ignore qué sucederá. Ustedes deberían ser capaces de descubrir algo en los cuentos que escriban.




miércoles, 31 de enero de 2018

Garabateando: Escuela de escritura. Consejos.

Partiendo de la convicción en que un escritor nace y luego se hace a través de un hábito de lectura que vaya más allá de deleitarse con el escrito y profundice en cómo está hecho y qué detalles y técnicas lo hacen meritorio, como ya hemos visto, vamos descubriendo que el 'oficio' de escritor es mucho más enrevesado de lo que parece.
Si no se ha estudiado una filología y no se es experto en crítica literaria, habrá que recurrir a quienes saben para apoyarnos en ellos y poder dar rienda suelta a nuestra creatividad ¿verdad?
Pues eso es lo que pretendemos en esta sección: compartir inquietudes y búsquedas, que pueden ser las vuestras, y descubrir herramientas válidas que vayan más allá del típico-tópico curso de escritura.
Y como de descubrimientos va la cosa, quisiera hablaros de esta página http://www.escueladeescrituracreativa.com/consejos-para-escritores/
A mí particularmente -si me habéis leído otras veces ya os figuraréis el porqué- me echa para atrás el titulillo de "escuela de"... escritura creativa. Pienso que ganan más que enseñan, a través de los ejercicios que proponen a su alumnado, porque atrapan ideas, argumentos, pinceladas que les sirvan para sus propios escritos (salvo honrosas excepciones, sucede cuando son escritores, no profesores, quienes las suelen impartir), pero como "para gustos los colores", os cuento que en esta página concretamente (confieso honestamente que no sé qué hay en el resto del blog), se muestra una recopilación de artículos llamativos e interesantes como:

"EL ARTE DEL CUENTO", por FLANNERY O´CONNOR

"EL GRADO CERO DE LA ESCRITURA", de ROLAND BARTHES

"PARA SER NOVELISTA", de JOHN GARDNER

"ESCRIBIR UN CUENTO", por RAYMOND CARVER , o

"ESCRIBIR NOVELA NEGRA", consejos de DONNA LEON

Vale la pena leerlos y extraer nuestras propias conclusiones. Y ¡cómo no!, mis felicitaciones por esta selección.
Mi idea es profundizar en cada uno de ellos. Espero que comentéis si os sirve.
Por otra parte, si habéis sido alumnos de ellos, o conocéis otras páginas interesantes, no nos vendría mal que compartiérais vuestra experiencia. Muchas gracias.

miércoles, 17 de enero de 2018

Garabateando: "Mientras escribo", de Stephen King

Como en esta sección se trata de aprender de la sabiduría que -como el valor a los soldados en tiempo de paz- se les supone a quienes han conseguido ser considerados "alguien" en este oficio del garabateo, traemos a colación un libro de no-consejos a los escritores:
"Mientras escribo", de Stephen King.

Con gran honestidad este autor que convierte en oro todo cuando publica, comienza con una tajante afirmación que yo resumiría como: Si vales, sigue; si no vales ¿para qué?

"La respuesta fácil es que alguien que ha vendido tantas novelas como yo tiene que tener alguna opinión interesante sobre su elaboración, pero las respuestas fáciles no siempre son verdad. El coronel Sanders vendió cantidades ingentes de pollo frito, pero no estoy muy seguro de que le interese a nadie saber cómo lo hacía" (edic. digital en pdf, pág. 5).

Y luego, el autor sentencia:

"Yo no creo que el escritor se haga, ni por circunstancias ni por voluntad (antes sí lo creía). Es un accesorio que viene de fábrica, y que, dicho sea de paso, no tiene nada de excepcional." (Op.cit.pág.9).


"Me gusta hacer diez páginas al día, es decir, dos mil palabras. En tres meses son 180.000 palabras, que para un libro no esta mal; si la historia es buena y está bien contada, el lector puede perderse a gusto. Hay días en que salen diez páginas sin dificultad (...)  A veces, cuando cuesta que salgan las palabras, llega la hora del té y todavía estoy trabajando."

Pero el trabajo no hace al buen escritor. Leer mucho no hace al buen escritor. Al buen escritor lo hace el serlo desde la cuna, la inspiración, el acierto, el decir más cosas al mayor número de personas.
Si no hay masa-madre, nunca habrá buen pan.

"En general, la gente que compra libros no se guía por el mérito literario de una novela. Quieren una historia entretenida para el avión, algo que los cautive desde el principio, que los absorba y los impulse a girar la página." (Op.cit., pág.101)

 Puede sonar la flauta, como al burro, pero si no hay... También puede suceder como a algunos escritores de la historia literaria que, tras un gran éxito, fue tal el miedo a escribir que no volvieron a hacerlo más, por lo menos públicamente (King cita a Harper Lee, autor de un solo y excelente libro: 'Matar un ruiseñor').

"Se entra en el país de los escritores con los papeles en regla. La lectura constante te lleva a un lugar (o estado mental, si lo prefieres) donde se puede escribir con entusiasmo y sin complejos. También te
permite ir descubriendo qué está hecho y qué por hacer, y te enseña a distinguir entre lo trillado y lo fresco, lo que funciona y lo que sólo ocupa espacio. Cuanto más leas, menos riesgo correrás de hacer el tonto con el bolígrafo o el procesador de textos
." (Op.cit., pág. 95)

Consejo a los noveles:
"Cuando entres en tu nuevo espacio de escritura y cierres la puerta, ya deberías haberte decidido por un objetivo diario. Es como con la gimnasia: al principio conviene no imponerse metas muy altas, para no desanimarse. Propongo unas mil palabras al día, y, como me siento magnánimo, añadiré un
día de descanso semanal, al menos al principio. Más de uno no, o perderías la urgencia e inmediatez de tu relato. Una vez concretado el objetivo, toma la resolución de no abrir la puerta hasta haberlo cumplido. Dedícate por entero a poner las mil palabras en papel o en disquete.
" (Op.cit., pág.98).
"Cualquier escritor hará bien en eliminar las distracciones, y el novicio más. (...) Escribir es crearse un mundo propio."

Respecto a las "escuelas de escritores" es igual de sincero:

"Antes, en las clases de escritura, solía haber una máxima: «Escribe de lo que sepas.» Suena bien, pero ¿y si quieres escribir sobre naves espaciales que exploran otros planetas, o de alguien que mata a su mujer y quiere partirla en trocitos con un desbastador de madera? ¿Cómo se consigue que cuadren esas y otras mil ideas extravagantes con el principio de escribir de lo que se sabe? (...) También saben cosas el corazón, y la imaginación. ¡Menos mal! Sin ambos, el mundo de la ficción sería un lugar bastante sórdido. Hasta puede que no existiera." (Op.cit., pág.100).

"Seamos justos. Debo reconocer que aquí, por mi parte, pesa cierto prejuicio: una de las pocas veces en que he padecido un caso de bloqueo creativo con todas las de la ley fue durante mi último año en la Universidad de Maine, yendo no a uno, sino a dos cursos de escritura creativa" (Op.cit., pág.151).

Así que, sin pretender ser didáctico y contando solo sus experiencias e impresiones, Stephen King vierte una serie de dignísimos consejos y guías que hacen este escrito altamente recomendable.
Ya me contaréis qué os parece ;)

Casa del Libro, 9,45 € en papel o 5,99 € en e-book https://www.casadellibro.com/libro-mientras-escribo/9788497597326/907511.