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miércoles, 1 de diciembre de 2010

Ana Mª Matute.- "Olvidado rey Gudú"


Como premio a una fecunda e interesante labor literaria le ha sido concedido el Premio Miguel de Cervantes 2010, a sus 85 años.

Como -supongo- nos habrá pasado a muchos, la conocía solo por sus colaboraciones en prensa y quise acercarme a alguna de sus obras por lo que elegí la que da título al comentario. Estoy segura de que elegí mal. No puedo creer que haya tenido tan mala suerte, pero es así: no pude terminar de leerla.

Yo, que me he tragado verdaderos "bodrios" por aquello de terminar lo que empiezo, no he conseguido la paciencia de esperar a ver si aquello se ponía más interesante para mí. Pero no olviden que mi intención es expresar puntos de vista propios, no "sentar cátedra", por lo que mi opinión puede ser - de hecho lo es- absolutamente discutible.

Sin dejar de reconocer su acierto "formal" y la calidad y originalidad de su escritura, he debido rendirme a la evidencia de que no me quedaba ningún resquicio a la curiosidad por conocer las peripecias del medieval reino de Olar tras la llegada del hijo del Rey: ahí me "rendí".

Habiendo leído tantas críticas y comentarios acerca de que es su mejor obra y una de las favoritas de la propia autora, me comprometo a retomarla en otra ocasión (tal vez no haya sido mi mejor momento anímico para aventuras de este tipo).

Aunque mis aportaciones sean cada vez más un monólogo y encuentro conmigo misma, - ya se sabe que, si bien siempre ha habido "chupópteros" (= gente que aprovecha el trabajo de otros para su propio beneficio y entretenimiento sin siquiera dar las gracias)(1) está claro que ahora en Internet es mucho más fácil-, el día en que llegue al final lo contaré.

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(1).- Empiezo entonando el "mea culpa", desde luego: muchas de las citas que hago no las podría hacer si no fuera por ese trabajo ajeno ( en mi disculpa diré que siempre cito dónde lo encontré) y aclaro que quito la opción de comentarios por dos cosas: para no esperarlos, y para que nadie se sienta ahora pesaroso por no haberlos hecho. Ante todo la libertad de la NO palabra... ¡faltaría más!