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miércoles, 11 de julio de 2012

Estamos perezosos...

Pues sí, eso parece, y hasta el simple hecho de "hacer click" con el ratón nos da pereza...
¿Que por qué digo esto? Pues por el hecho de que si pongo enlace a alguna página de mi sitio (donde no hay publicidad, por cierto, ni chorradas de estas que nos comen la conexión) veo que no se visita. Y, en fin, ya que esto se hace "por amor al arte", digo yo que siquiera debería leerse.
Y si no se lee, no digo ya nada de comentar o poner simplemente "gracias" o un "me gusta".
Lo dicho: somos perezosos. Cogemos lo que Internet nos da como si brotara de la nada,como si no fuera fruto de un trabajo, de un tiempo y un esfuerzo, a veces de bastantes horas, ya que aquí hacemos algo más que copiar y pegar...
Bueno, pues... "si no puedes con ellos, únete", dice el refranero, así que eso voy a hacer en este tiempo de vacaciones, e iré poniendo aquí el trabajo que he ido haciendo sobre los refranes y la lectura de "Don Quijote"
Espero que disculpéis que algunos parezcan repetirse (normalmente aquí no los ponía enteros, sino con el enlace a mi foro o blog en http://www.mariannavarro.net ) y, sobre todo, espero que sean leídos, porque al fin y al cabo, para eso se hacen :)
Gracias a los que sí visitáis esos enlaces (no sería justa si no os las diera) y, sobre todo, os agradecería cualquier comentario que me permitiera saber que os gusta (o no) y -¿por qué no?- alguna sugerencia sobre lo que os os interesaria ver aquí. Os aseguro que serán tenidas muy en cuenta.
Saludos afectuosos.


martes, 10 de julio de 2012

Leyendo el "Quijote"


Seguimos con "Don Quijote". Capítulo 33: El curioso impertinente.

Habíamos dejado a nuestro caballero durmiendo, y a sus amigos en confortable sobremesa hablando sobre libros...
Todos conocemos (o deberíamos conocer) las maravillosas "novelas ejemplares" de Cervantes, y hemos ido viendo cómo se intercalan en esta obra novelas dentro de la novela principal normalmente narradas por sus propios protagonistas.

Pues bien, en este caso, se habla en tercera persona y se cuenta cómo En Florencia, ciudad rica y famosa de Italia, en la provincia que llaman Toscana, vivían Anselmo y Lotario, dos caballeros ricos y principales, y tan amigos, que por excelencia y antonomasia de todos los que los conocían, "los dos amigos" eran llamados.

 Estaba Anselmo enamorado, y pidió ayuda a su buen amigo para seguir los cánones de la época y solicitarla como esposa. Todo fue bien y la boda se celebró. Y considerando Lotario que debía dejar solos al nuevo matrimonio, comenzó a espaciar sus visitas, lo que en modo alguno pareció bien a su gran amigo.
Tantas quejas le dio porque hubiera cambiado las costumbres que tenían de solteros, que Lotario se comprometió a comer con ellos dos días por semana y los días de fiesta, aunque procuraba dilatarlo porque pensaba que no estaría bien visto y podría dar origen a maledicencias el que un hombre joven visitara tan a menudo una casa en la que vivía una mujer tan bella como Camila.

Así pasaba el tiempo hasta que un día Lotario le confiesa que a pesar de lo afortunado que era por posición, fortuna y matrimonio,, no era feliz, pues vivía con una preocupación: que no podía constatar que su mujer era buena y virtuosa mientras no pudiera demostrarlo viendo cómo se comportaba en una situación comprometida... Así que no se le ocurre otro modo de comprobarlo que pidiendo a Lotario (Para leer, pulsar aquí)


martes, 8 de mayo de 2012

A la tercera va la vencida

"A la tercera va la vencida"

Esta frase, que decimos tantas veces, bien para darnos ánimos y seguir intentando algo, bien para todo lo contrario: dejarlo ya por imposible, tiene varias teorías acerca de su origen:
- Una ley del s. XVI o XVII.
Según la legislación de entonces, si un delincuente reincidía hasta tres veces -"ter furtum"-, era condenado a muerte. Naturalmente, no habría más.
Todavía más remoto es el establecer su origen en los juegos de la Grecia antigua. Había una prueba (...) Seguir leyendo
Proseguimos la lectura del Don Quijote. Y llegamos al capítulo 31

De los sabrosos razonamientos que pasaron entre Don Quijote y Sancho Panza su escudero, con otros sucesos

Habíamos dejado a Sancho con un interesado Don Quijote. Contaba Sancho su visita a Dulcinea y una vez más nos hallamos ante el contraste entre la sinceridad del escudero y la fantasía de su amo.

¿Y qué hacía aquella reina de la hermosura? A buen seguro que la hallaste ensartando perlas, o bordando alguna empresa con oro de cañutillo para este su cautivo prisionero. No la hallé, respondió Sancho, sino aechando dos hanegas de trigo en un corral de su casa.