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viernes, 28 de septiembre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 41.


Capítulo 41:
 Donde todavía prosigue el cautivo su suceso
 
 
Este capítulo es la continuación de la "novelita" en la que Cervantes aprovecha para darnos a conocer cómo era la vida en Argel, la relación padre-hija, las complicaciones que suponía el cambio de religión... intercalado con las peripecias del viaje de huída hacia los reinos cristianos... Cómo son ayudados por un bajel corsario, cómo llegan a Vélez Málaga y cómo el afán de Zoraida de hacerse cristiana les llevó hasta la Venta.

No es una de las mejores historias que en nuestra obra se recogen, pero sí puede ser entretenida y fácil de leer...

¡Seguimos!



37.- "No hay manjar que no empalague, ni vicio que no enfade"

        .*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.

La palabra "manjar", del catalán antiguo o del provenzal (mangare = comer) pasó a referirse a:

2. m. Comida exquisita.

3. m. Recreo o deleite que fortalece y da vigor al espíritu.

 Del mismo modo, el "vicio" se usa comúnmente como:

5. m. Defecto o exceso que como propiedad o costumbre tienen algunas personas, o que es común a una colectividad.

6. m. Gusto especial o demasiado apetito de algo, que incita a usarlo frecuentemente y con exceso.

 Ambos vocablos, pues, hacen referencia a elementos o momentos que pueden hacer más agradable la vida de una persona en frases como : Es un exquisito manjar o el más actual: (alguien o algo) "está de vicio".

 Pero el ser humano es inconstante y como nos indican otros proverbios como "lo poco gusta y lo mucho cansa", o "lo bueno, si breve, dos veces bueno", de nuevo se encierra una gran verdad:

 Lo que se tiene normalmente y en abundancia causa hastío y aburrimiento. Y es que, como somos así, no sabemos valorar algo hasta que se pierde.

 .*.*.*.*.*.

 Aunque tiene muchas otras connotaciones, recomiendo la lectura de la obra de Henri Nouwen titulada: “El Regreso del Hijo Pródigo, meditaciones ante un cuadro de Rembrandt” 

 ©"De abuelos a nietos". Mª A. Navarro

jueves, 27 de septiembre de 2012

Refrán en mano- "Algo es algo, dijo, al ver un hueso, un galgo"

  
Quizás lo conozcamos en la versión más humorística: "Algo es algo, dijo un calvo, que se encontró un peine sin púas".


Y es que ya se contempla ampliamente en nuestro refranero la misma idea: "Quien no se consuela, es porque no quiere", o "A caballo regalado, no le mires el diente".


 Se trata de valorar lo que uno se encuentra, por poco que parezca, ya que todo puede ser de utilidad (nunca se sabe).
 
Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)" ¡Pídelo!  http://educacion-ne.es/refranes.htmRecopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)" ¡Pídelo!  http://educacion-ne.es/refranes.htm
 
Como dice Macaco, recogiendo también una sentencia popular ya comentada:
              El vaso medio lleno o medio vacío, depende de ti y de mí.

.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.

Ejercicio propuesto: Ya que lo citamos, podría ser un divertido ejercicio analizar las "frases hechas" (estar con lo puesto, ir a todo trapo, beber hasta los posos, aprender la lección, etc...) que este simpático cantante usa en este tema: "Tengo".

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Tengo.. y lo que tengo, lo mantengo a base de amor y fe.
Siento que si no estás no corre el viento -quizás afuera sí, pero no dentro de mi...
Vengo sin maleta, con lo puesto, y esta canción, mi remedio, vitamina pal´vivir.
Vuelvo y acelero si estás lejos, pongo el freno cuando pasas junto a mi.

La melodía de una rumba me dijo: el secreto no esta en la tumba sino en el vivir,
y viviendo a todo trapo, olvidé caminar despacio y las heridas en mis pies sentí.
No cantaré a lo que desconozco, solo a lo que entró en el fondo; como el poso del vino que bebí
y antes de emborracharme, brindaré mirando a tus ojos y gritaré: el secreto, es el amor
que siento por ti.

Tengo... y lo que tengo, lo mantengo a base de amor y fe.
Siento que si no estás no corre el viento - quizás afuera sí, pero no dentro de mi...
Vengo sin maleta, con lo puesto, y esta canción, mi remedio, vitamina pal´vivir.
Vuelvo y acelero si estás lejos, pongo el freno cuando pasas junto a mí.

La primera lección aprendí, pero olvidé el cuaderno al salir
(en la escuela de la vida no se puede repetir),
así que voy, lápiz en mano, tomando notas y callando - a veces es mejor no decir-.
Aprendí a alzar las velas, a aguantarle a la marea y a romper las olas del mal vivir
y es que el vaso medio lleno medio vacío, mi niña, solo depende de ti y de mí.

Y no es más rico el que más lleva, sino el que algo tiene y lo conserva
sin enfriarlo, sin olvidarlo en un cajón.
Y no hay mayor tesoro que el que guardas en tu corazón,
no en el bolsillo triste de un pantalón.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

Pronunciación de las vocales en el latín clásico

El sistema vocálico del latín arcaico, perpetuado en la lengua literaria, estaba constituido por diez fonemas que podemos definir mediante tres rasgos distintivos: abertura, lugar de articulación y cantidad.

Los grados de abertura eran tres:
cerrado (o alto) (/i/ /i:/ /u/ /u:/),
medio ( /e/ /e:/ /o/ /o:/) y
 abierto (o bajo) ( /a/ /a:/).
 
Además, las vocales palatales – o anteriores – ( /i/ /i:/ /e/ /e:/) se distinguían de las velares – o posteriores – ( /u/ /u:/ /o/ /o:/), al tiempo que eran neutras ( /a/ /a:/).
Cada punto del sistema estaba ocupado por dos elementos, que se diferenciaban por la cantidad (esto es, la duración, indicada aquí por la presencia o ausencia de los dos puntos junto a ellas «:»);
/i:, e:, a:, o:, u:/ eran largas,
mientras que /i, e, a, o, u/ eran breves.
 

Sin embargo, la convención gráfica del latín ignoraba generalmente las diferencias de cantidad y empleaba tan sólo cinco letras, cada una de las cuales podía representar tanto un fonema largo como uno breve. (Más tarde los gramáticos establecieron una distinción ortográfica, colocando el signo (ā) sobre la vocal larga y el signo (ă) sobre la breve)
Pero, a pesar de que esto no se reflejaba en la escritura, era un rasgo distintivo que diferenciaba palabras como:

C “aquí” <> HIC “este”

LĪBER “libre” <> LIBR “libro”

LĒVIS “liso” <> LEVIS “ligero”

VĒNIT “él vino” <> VENIT “él viene”

MĀLUM “manzana” <> MALUM “malo”

ŌS “boca” <> OS “hueso”

PŌPULUS “chopo” <> POPULUS “pueblo”

Junto a estas diez vocales, el latín literario conocía también tres diptongos : AE , OE y AU.

Aunque este sistema persistió en el habla culta, sufrió gradualmente diversos cambios. El primero, la pérdida del rasgo distintivo de cantidad que se transfirió al de abertura. El segundo cambio fundamental fue la naturaleza del acento.

El sistema de nueve vocales que surgió tras la pérdida de las oposiciones basadas en el rasgo de cantidad era particularmente inestable. En realidad, la diferencia acústica era probablemente demasiado pequeña para que pudiesen ser diferenciados con absoluta precisión los elementos del sistema. Al sistema vocálico resultante de estos cambios, sistema de siete unidades, se le suele denominar “sistema vocálico del latín vulgar”, ya que se utilizó en buena parte de la latinidad, incluida la Península Ibérica.
Como ejemplos sonoros de esta vocalización quedan, por ejemplo, las del catalán y el francés.

[Penny, Ralph: Gramática histórica del español. Barcelona: Ariel, 2001, p. 39 ss.]
Otros sitios de interés que puedes consultar sobre el tema:
 

martes, 25 de septiembre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Cap. 40


Capítulo cuadragésimo:
Donde se prosigue la historia del cautivo

Como ya hemos indicado en anteriores ocasiones, no es la poesía el "fuerte" de nuestro sin par autor y aquí vuelve a demostrarlo con estos dos sonetos atribuídos al hermano de don Fernando. ¿Qué opináis del desastroso cambio del verbo para conseguir la rima? (almas dichosas... obrastes).

Se ve que la poesía era una "espinita" para Cervantes, eminente prosista pero menguado poeta. En fin, tras este lapsus metido con calzador en la narración que bien se le puede perdonar, prosigue nuestro autor con las venturas y desventuras del cautivo.



Como ya comenté, la experiencia de Cervantes como cautivo en Argel iba a servir de base a este capítulo, y así es: pronto nuestro cautivo es trasladado allí y, con las concesiones propias al género literario, ya que no es una biografía, Cervantes retrata las penurias que como cautivo debió sufrir él mismo.

De nuevo se mantiene la atención del lector al intercalar esa narración con las peripecias que llevaron al cautivo a conocer a la dama morisca que lo acompañaba, gracias a un manuscrito que...

Pero mejor lo leeis, ¿verdad? :)

No acaba aquí todavía la historia, así que solo queda esperar al próximo capítulo.

¡Seguimos!