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viernes, 30 de noviembre de 2012

Mensajes cortos, vale; pero... ¿esto?

Puedo estar conforme (hasta cierto punto) con el hecho de que los nuevos medios obliguen a ser parcos en palabras, bien; pero que la necesidad de ser breves dé lugar a mensajes como éste:

On dame v cc de ire paq q z:.& bss da zapatosAndrew

como comentario a un vídeo de mi canal, me da que pensar. ¿Tan limitados están en expresión lingüística como para no poder comunicarse usando un mensaje mínimamente inteligible?
Doy un premio a quien me lo traduzca :)


miércoles, 28 de noviembre de 2012

Los sonidos de la Navidad


Refrán en mano - "Arrieros somos, y en el camino nos encontraremos"

Era el de arriero (1) un oficio duro que obligaba a los que lo ejercían a moverse de un lado a otro por los caminos , generalmente montañosos, para el traslado de mercancías . Por eso, seguían rutas más o menos fijas que recorrían de forma cíclica ofreciendo casi siempre productos de primera necesidad en los pueblos fuera de las rutas comerciales mejor comunicadas.  Buhoneros, quincalleros, vendedores ambulantes... que en muchas ocasiones viajaban juntos para poder auxiliarse en caso de apuro.   

Retrocedieron silenciosamente al tiempo que avanzaba la construcción de carreteras y la mejora de las comunicaciones, pero su imagen queda en nuestro refranero para recordarnos que la vida es un viaje en el que cuando alguien niega un auxilio a otro, no pasará mucho para que pueda a su vez verse necesitado y reciba el mismo trato.

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 (1).- De "arre" (interjección para animar a las cabalgaduras).- Persona que trajina con bestias de carga.

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Imposible no referirse en este caso a la preciosa canción de Atahualpa Yupanqui: "El arriero"

  

martes, 27 de noviembre de 2012

Refrán en mano.- "Haz lo que digo, pero no lo que hago"


  Este refrán, citado en nuestro libro "De abuelos a nietos" con relación al de "No entra en misa la campana y a todos llama", nos muestra una costumbre muy habitual en el ser humano: aconsejar a otros lo que han de hacer, siendo él el primero en no seguir aquello que aconseja.Y desarrollando esta explicación, me ha venido a la cabeza una coplilla que dice:
 
"El señor cura no baila / porque tiene la corona,
¡baile, baile, señor cura,/ que Dios todo lo perdona!"
 
Y la he recordado porque ha sido y es muy importante "predicar con el ejemplo" para tener credibilidad e inspirar confianza en los demás.
 
Lo malo de eso es que otros refranes también comentados como: "la mujer del César no solo tiene que serlo sino parecerlo" o "lobo con piel de cordero" nos previenen sobre aquellos que presentan dos caras: lo que quieren que vean los demás y lo que realmente son.

En fin, concluyendo y volviendo a nuestra frase inicial:
 
Aconsejar es fácil, pero... "del dicho al hecho, hay gran trecho (1)". ¿No os parece? 

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Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)"  http://educacion-ne.es/refranes.htm
 
Lectura aconsejada relacionada con el tema tratado:

   Ganadora del premio Edebé 2010, Maite Carranza en su obra "Palabras envenenadas" trata sobre el abuso de menores.

   ¿Qué pasó con Bárbara Molina? Nunca se encontró su cuerpo ni se consiguieron pruebas para detener a ningún culpable. Una llamada a un móvil pone patas arriba el destino de muchas personas: el de un policía a punto de jubilarse, el de una madre que ha perdido la esperanza de encontrar a su hija desaparecida, el de una chica que traicionó a su mejor amiga. Palabras envenenadas es una crónica de un día trepidante, vivido a contrarreloj y protagonizado por tres personas cercanas a Bárbara Molina, desaparecida misteriosa y violentamente cuando tenía quince años. Un enigma que, después de cuatro años sin resolverse, va a verse sacudido por nuevas claves. A veces, la verdad permanece oculta en la oscuridad y sólo se ilumina al abrir una ventana.
Una historia de mentiras, secretos, engaños y falsas apariencias que pone el dedo en la llaga sobre mitos incuestionables. Un relato escalofriante que disecciona la hipocresía de la sociedad española moderna. Una denuncia valiente de los abusos sexuales infantiles, sus devastadoras consecuencias y su invisibilidad en este mundo bienpensante nuestro.

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(1) trecho.- Espacio, distancia de lugar o tiempo.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 45.

Capítulo cuadragésimo quinto:  Donde se acaba de averiguar la duda del yelmo de Mambrino y de la albarda, y otras aventuras sucedidas, con toda verdad .
 
Veíamos en el capítulo precedente cómo las versiones sobre la bacía o yelmo de Mambrino ("baciyelmo" lo llama Sancho, muy acertadamente) eran bien distintas según las dieran nuestros protagonistas o su anterior propietario.
 
Esa diferencia obliga a los allí presentes a dar su opinión, y no desaprovecha el barbero la ocasión para reírse del hecho y, de paso, ganarse un poco más la confianza de Don Quijote, al que, como sabemos, querían hacer retornar a su casa. El caso es que comenta: Y así, y tras apoyar
 
-Señor barbero, o quien sois, sabed que yo también soy de vuestro oficio, y tengo más ha de veinte años carta de examen, y conozco muy bien de todos los instrumentos de la barbería, sin que le falte uno; y ni más ni menos fui un tiempo en mi mocedad soldado, y sé también qué es yelmo, y qué es morrión, y celada de encaje, y otras cosas tocantes a la milicia, digo, a los géneros de armas de los soldados; y digo, salvo mejor parecer, remitiéndome siempre al mejor entendimiento, que esta pieza que está aquí delante y que este buen señor tiene en las manos no sólo no es bacía de barbero, pero está tan lejos de serlo como está lejos lo blanco de lo negro y la verdad de la mentira; también digo que éste, aunque es yelmo, no es yelmo entero.
-No, por cierto -dijo don Quijote-, porque le falta la mitad (...)
 
Y así, y tras apoyar dichas palabras todos los que estaban en el complot (cura, Cardenio, ...) y las conclusiones a las que llega Don Quijote sobre los extraordinarios  sucesos que ocurren en ese castillo, dejan al pobre barbero en un estado de confusión tal que ya no sabe si es él quien no rige o se ha encontrado entre un grupo de personas que consideraba respetables y son a cual más loco.
 
Para aquellos que la tenían del humor de don Quijote era todo esto materia de grandísima risa; pero para los que le ignoraban les parecía el mayor disparate del mundo, especialmente a los cuatro criados de don Luis, y a don Luis ni más ni menos, y a otros tres pasajeros que acaso habían llegado a la venta, que tenían parecer de ser cuadrilleros, como, en efeto, lo eran. Pero el que más se desesperaba era el barbero, (...)
 
Estos que no entendían nada no pueden evitar el intentar mediar en lo que allí se discutía y, naturalmente, lo único que consiguen es liar aún más la insensata situación, aumentando las risas de los que sabían de la locura "quijoteril" y desconcertándoles aún más la airada reacción de nuestro caballero. ¡Vaya que si se lió!:
 
El barbero aporreaba a Sancho; Sancho molía al barbero; don Luis, a quien un criado suyo se atrevió a asirle del brazo porque no se fuese, le dio una puñada, que le bañó los dientes en sangre; el oidor le defendía; don Fernando tenía debajo de sus pies a un cuadrillero, midiéndole el cuerno con ellos muy a su sabor; el ventero tomó a reforzar la voz, pidiendo favor a la Santa Hermandad; de modo que toda la venta era llantos, voces, gritos, confusiones, temores, sobresaltos, desgracias, cuchilladas, mojicones, palos, coces y efusión de sangre. Y en mitad deste caos, máquina y laberinto de cosas, se le representó en la memoria a don Quijote que se veía metido de hoz y de coz en la discordia del campo de Agramante, y así dijo, con voz que atronaba la venta:
-Ténganse todos; todos envainen; todos se sosieguen; óiganme todos, si todos quieren quedar con vida.
 
En fin el más loco de todos fue el que vino a traer la paz y la cosas se apaciguaron, volviendo las aguas a su cauce. Pero no era cuestión de desaprovechar la ocasión, por lo que deciden presentar a Don Quijote a la Santa Hermandad, una excusa como otra cualquiera para terminar ya de devolverle a su casa, atado y encantado por una razón suficientemente fuerte para nuestro protagonista, que a pesar de todo aún exclama, indignado:
 
(...) decidme: ¿Quién fue el ignorante que firmó mandamiento de prisión contra un tal caballero como yo soy? ¿Quién el que ignoró que son exentos de todo judicial fuero los caballeros andantes, y que su ley es su espada, sus fueros sus bríos, sus premáticas su voluntad? ¿Quién fue el mentecato, vuelvo a decir, que no sabe que no hay ejecutoria de hidalgo con tantas preeminencias ni exenciones como la que adquiere un caballero andante el día que se arma caballero y se entrega al duro ejercicio de la caballería? ¿Qué caballero andante pagó pecho, alcabala, chapín de la reina, moneda forera, portazgo ni barca? ¿Qué sastre le llevó hechura de vestido que le hiciese? ¿Qué castellano le acogió en su castillo que le hiciese pagar el escote? ¿Qué rey no le asentó a su mesa? ¿Qué doncella no se le aficionó y se le entregó rendida, a todo su talante y voluntad? Y, finalmente, ¿qué caballero andante ha habido, hay ni habrá en el mundo, que no tenga bríos para dar él solo cuatrocientos palos a cuatrocientos cuadrilleros que se le pongan delante?
 
¡Seguimos!