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martes, 3 de noviembre de 2015

Leyendo "Don Quijote". 1ª parte. Capítulo 4 (vídeo)

Capítulo cuarto
De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta


Ya amanecía cuando nuestro flamante caballero, orgulloso de su "gran noche", cabalgaba de nuevo. Pero, ¡cómo no!, dando vueltas en su mente a los consejos del "castellano", decidió que era importante hacer lo que le había recomendado y volver a su casa a por dineros, ropa limpia y, sobre todo, un escudero.

En ésas estaba, cuando al pasar cerca de un bosque oyó quejidos lastimeros y vio la primera ocasión de practicar su oficio. Se dirigió hacia allí y vio "atada una yegua a una encina, y atado en otra un muchacho desnudo de medio cuerpo arriba, de edad de quince años, que era el que las voces daba y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle, y cada azote le acompañaba con una reprensión y consejo, porque decía: la lengua queda y los ojos listos. Y el muchacho respondía: no lo haré otra vez, señor mío; por la pasión de Dios, que no lo haré otra vez, y yo prometo de tener de aquí adelante más cuidado con el hato"
ImagenNo lo pensó dos veces Don Quijote y se dirigió hacia el hombre que así maltrataba al joven (creyéndole caballero también por tener una lanza apoyada en el árbol junto a la yegua). El motivo del castigo era que el dueño del rebaño acusaba al chico de ser ladrón, ya que cada día le faltaba alguna oveja, mientras que el muchacho replicaba que hacía mucho que el hombre no le pagaba el salario prometido.

Quiso nuestro caballero hacer justicia mandando al chico, Andrés, que acompañase a su patrón, Juan Haldudo, a donde decía tener su dinero, aconsejándole que se fiara de su condición, a pesar de sus dudas, dándole su promesa de volver a castigarle si no cumplía. Y con la confianza que Don Quijote tenía en la palabra dada, siguió su camino muy satisfecho de cómo había solucionado el problema (enderezado el entuerto o deshecho el agravio).

En cuanto desapareció nuestro iluso protagonista, mientras pensaba él en lo bien que había actuado, el hombre volvió a atar al chico y siguió pegándole hasta que le pareció suficiente. Recomendándole cuando le soltó: "Llamad, señor Andrés, ahora, decía el labrador, al desfacedor de agravios, veréis cómo no desface aqueste, aunque creo que no está acabado de hacer, porque me viene gana de desollaros vivo, como vos temíades."

Juró el muchacho ir a buscar a Don Quijote porque todavía tenía edad de creer en caballeros, pero, entretanto, "él se partió llorando y su amo se quedó riendo.".

No hubo de andar mucho Rocinante, que era quien decidía el camino a seguir, cuando se cruzaron con unos mercaderes toledanos que iban a comprar a Murcia."Eran seis, y venían con sus quitasoles, con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie.".

Como parece natural ya, pues vamos conociendo a nuestro protagonista, de nuevo atribuyó al grupo cualidades que no tenía, y parándose en mitad del camino les increpó: "todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso.".

Cervantes, viajero infatigable por su trabajo como recaudador y por su propio carácter, era buen conocedor de las gentes que poblaban los caminos y así, a lo largo de la obra, nos los va retratando como gente sencilla pero socarrona, dispuesta siempre a pasar un buen rato a costa de quienquiera que se atreviera a hacerles frente, si en broma, por broma, si de veras, por orgullo y porque era gente acostumbrada a las peleas. Así que tantearon al caballero diciéndole que les enseñara tan gran hermosura, que no tendrían ningún problema en reconocerla si así era.

Planteó Don Quijote, con su aplastante lógica: "¿qué hiciérades vosotros en confesar una verdad tan notoria? La importancia está en que sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender; donde no, conmigo sois en batalla, gente descomunal y soberbia: que ahora vengáis uno a uno, como pide la orden de caballería, ora todos juntos, como es costumbre y mala usanza de los de vuestra ralea, aquí os aguardo y espero, confiado en la razón que de mi parte tengo."

Hay que reconocer que, aparte de fanfarrón, gustaba nuestro caballero de meterse en jaleos, porque a
pesar de que quisieron convencerle, "arremetió con la lanza baja contra el que lo había dicho, con tanta furia y enojo, que si la buena suerte no hiciera que en la mitad del camino tropezara  ImagenRocinante, lo pasara mal el atrevido mercader. Cayó Rocinante, y fue rodando su amo una buena pieza por el campo, y queriéndose levantar, jamás pudo: tal embarazo le causaba la lanza, espuelas y celada, con el peso de las antiguas armas" y aun así, tirado en el suelo, exclamaba: "non fuyáis, gente cobarde, gente cautiva, atended que no por culpa mía, sino de mi caballo, estoy aquí tendido." Sin duda era demasiada altanería, así que uno de los mozos de mulas, no sólo le partió la lanza, sino que aprovechó los pedazos, al ver que ni aún así se callaba, para dejarle tan molido "como cibera" (Residuo de los frutos después de exprimidos.).

Cuando el mozo se cansó y todos se fueron, Don Quijote, que si no había podido levantarse cuando cayó de Rocinante, menos podía ahora después de la paliza, aún supo sacar sus propias conclusiones a lo que había pasado "Y aún se tenía por dichoso, pareciéndole que aquella era propia desgracia de caballeros andantes, y toda la atribuía a la falta de su caballo"

¡Seguimos!



domingo, 6 de septiembre de 2015

jueves, 3 de septiembre de 2015

Salón de lectura.- "Instrucciones para salvar el mundo". Rosa Montero

"La vida es bella, disparatada y dolorosa. Esta fábula para adultos intenta disfrutar de la belleza, colocar el dolor y reírse de ese disparate formidable". Rosa Montero.
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Así presenta su autora este auténtico retrato de la soledad, del conformismo, del fracaso asumido y aceptado, de la renuncia a disfrutar de lo poco que la vida nos da o nos puede dar si sabemos captarlo, apreciarlo cuando llega.
No sé dónde leí que la felicidad es una mariposa que se posa en tu hombro un instante y echa el vuelo para no volver... y creo que de esto trata esta novela.
Rosa Montero, una vez más, capta nuestra atención sobre unos personajes absolutamente cotidianos, anónimos, que rescata de su patina camufladora para dotarlos de la importancia que adquiere un ser vivo cuando lo está, cuando se hace presente con sus grandezas y defectos, mínimos por su  cotidianeidad, intrascendentes casi en el fluir de acontecimientos sociales que envuelven nuestro día a día, pero fuertes, transcendentes y con la fuerza de un terremoto para remover hasta el fondo los cimientos y convicciones de un taxista enamorado que no acepta la vida sin su mujer, un médico que, al contrario, no sabe porqué sigue con su compañera cuando hace tanto que caminan por separado, y sus contrarias, sus opuestas, una emigrante prostituta que se aferra a lo que la vida le da porque ha conocido lo más bajo de ella, y una anciana que en el final del camino descubre lo importante de seguir viviendo.
Los personajes secundarios y avatares de la acción, prenden nuestro interés y nos enredan en ese remolino que poco a poco reúne a los protagonistas en un lugar común: un bar "de madrugada", noctámbulo, cercano a un club de alterne.
No sé qué varita mágica hace a Rosa Montero convertir en humanidad cualquier tema que toca. El dolor de la vida, la muerte, el desengaño, la apatía de vivir, están siempre presentes, pero junto a ellas la esperanza, la fe en que es posible algo mejor y la confianza en el ser humano, en la fraternidad, en esa preciosa teoría del compartir átomos que entenderemos solo con su lectura, porque es una obra para ser leída más que para ser contada.
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Este libro ha llegado a mis manos como regalo de cumpleaños de una manera maravillosa, una mariposa posándose en mi hombro en el momento adecuado. Gracias.

martes, 25 de agosto de 2015

La complicada mitología griega

Complicada pero interesante, porque fue la primera explicación sobre el origen del mundo, del Universo y de los hombres.
Lo primero, debemos saber que personificaron muchas de las fuerzas y creencias de la naturaleza, por lo que podemos ver que el CAOS, primer "rey" o ente que gobernó el espacio, se dividió (por lo que no son sus hijos, sino PARTES que se separaron del caos por tener ya su propia identidad) en las fuerzas naturales:

El TÁRTARO era el interior de la tierra, lo más profundo, también el infierno.
GAIA o GEA, la Tierra, la madre de la Naturaleza y sus criaturas.
EROS, la sexualidad, la atracción que favorece la continuación de la vida. También, la fertilidad.
NIX, la noche.
ÉREBO, la oscuridad.

de TÁRTARO y GAIA nació TIFÓN. Representa a los huracanes, los terremotos, las fuerzas naturales más destructoras.

de CAOS y GAIA  (otros dicen que lo creó ella sola) nació URANO. Es el cielo, el firmamento.
 De la sangre de URANO que cayó sobre GAIA nacieron los GIGANTES, que desaparecieron pronto.


Asimismo,  provienen de GAIA los OUREA, dioses primordiales o demonios rústicos de las montañas. Eran, por tanto, "hermanos" de Urano y de PONTO, que representaba a las estensas y desconocidas tierras del este (Turquía) y Asia menor.
 
De GAIA también vinieron después los CÍCLOPES, gigantes de un solo ojo, grandes artesanos y los TITANES, doce, que fueron encerrados en el Tártaro. Son los precursores de los doce dioses del Olimpo:
Caída de los Titanes. Rubens.

1. La titánide (femenino de titán) RHEA o REA representaba la fuerza femenina relacionada con la procreación y el parto (ciclos, menstruación, embarazo, lactancia...).
2. El titan CRONOS, representa el paso del tiempo. Derrocó a su padre URANO hasta que fue destronado a su vez por sus hijos.
3. El titán COEUS o CEO que apenas se nombra en la mitología romana (Polus). Era la creatividad, la poesía y también el eje alrededor del cual giraban los astros.
4. La titánide FEBE, representante del brillo y de la luna, controló el oráculo de Delfos y tuvo con CEO a LETO y a ASTERIA.
5. El titán HIPERIÓN representa el amanecer (" el que viene antes que el sol"), considerado a menudo el dios de la observación. Se casó con
6. La titánide TEA (llamada Eurifaesa en el Himno homérico a Helios, era la titánide de la vista y la que daba al oro, la plata y las piedras preciosas su brillo y valor), con la que tuvo tres hijos: HELIOS (el Sol), SELENE (la Luna) y EOS (la Aurora):
7. Los HECATONCHIRES, o "centimanos", titanes gigantescos con 100 brazos y 50 cabezas.
8. El titán JÁPETO, padre de Atlas, Prometeo (a través de quien sería ancestro de la raza humana), Epimeteo y Menecio
9. El titán OCEANUS, con cola de pez, representaba a todas las aguas saladas mayores y menores (mares y océanos).
10. La titánide TETIS, diosa del mar, hermana y esposa de Oceanus, con quien tuvo a los principales ríos como el Nilo, el Alfeo o el Meandro, y unas tres mil hijas llamadas las oceánides.
11. La titánide EQUIDNA o ECHIDNA, madre, con TIFÓN, de todos los monstruos importantes de los mitos griegos (como Calírroe y Medusa). Tenía el cuerpo superior de una bella mujer de temibles ojos oscuros pero el cuerpo inferior de serpiente.
12.  Las ERINIAS o ERINYES, son personificaciones femeninas de la venganza que perseguían a los culpables de ciertos crímenes. También se las llamaba Euménides. En latín fueron "Las Furias".

Volvemos a los dos hijos de CAOS que quedan: NYX, la Noche, que al unirse con su hermano ÉREBO (Oscuridad),  tuvieron a AETHER (Éter. Puro brillo, luminosidad) y a HEMERA (Día).

Más tarde, por sí misma y sin intervención masculina, NYX engendró a Moros (Destino), Ker (Perdición), Tánatos (Muerte), Hipnos (Sueño), Geras (Vejez), Ezis (Dolor), Apate (Engaño), Némesis (Castigo merecido), Eris (Discordia), Filotes (Amistad, Ternura), Momo (Burla), las Hespérides (Hijas de la Tarde), los Oniros (los Sueños), las Keres (Espíritus de la destrucción y muerte) y las Moiras (Hados), correspondiéndose estas dos últimas con Ker y Moros respectivamente.

Y vamos llegando a los que conocemos como los doce dioses olímpicos (del Olimpo):

CRONOS (Saturno), aunque fue padre con REA de los dioses Deméter, Hera, Hades, Hestia y Poseidón, por miedo a que hicieran con él lo que hizo con su padre, se los tragaba tan pronto como nacían. Cuando iba a nacer su sexto hijo, ZEUS, Rea pidió a Gea que pensara un plan para salvarlos y que así finalmente Crono tuviese el justo castigo a sus actos contra su padre y sus propios hijos. Rea dio a luz en secreto a Zeus en la isla de Creta y entregó a Crono una piedra envuelta en pañales, también conocida como Ónfalos, que éste tragó enseguida sin desconfiar, creyendo que era su hijo.

 Hay diversas versiones (entre ellas, la de la cabra Amaltea) de cómo pudo crecer Zeus a espaldas de su padre, el caso es que cuando hubo crecido, Zeus usó un veneno que le dio Gea para obligar a Crono a regurgitar el contenido de su estómago en orden inverso: primero la piedra, que se la dejó a Pitón bajo las cañadas del Parnaso como señal a los hombres mortales, y después, devolvió al resto de sus hermanos.
Tras liberarlos, Zeus liberó del Tártaro a los Hecatónquiros y los Cíclopes, quienes forjaron para él sus rayos, el tridente para Poseidón y el casco de oscuridad para Hades.
En una gran guerra llamada la Titanomaquia, Zeus y sus hermanos y hermanas derrocaron, con la ayuda de los Hecatónquiros y los Cíclopes, a Crono y a los otros Titanes.

Y de este modo, llegamos a los dioses olímpicos: Afrodita (Venus), Apolo (Febo), Ares (Marte), Artemisa (Diana), Atenea (Minerva), Dionisio (Baco), Hades (Plutón), Hefesto (Vulcano), Hera (Juno), Hermes (Mercurio), Poseidón (Neptuno), y Zeus (Júpiter).