
Estas heridas duelen, están aún muy recientes porque hay gentes vivas que lo sufrieron en sus propias carnes y aún pueden hablar, a veces manteniendo el temor, porque ése parece el denominador común de estas historias: el miedo.
Una guerra es una guerra. Hay dos bandos y ambos cometen atrocidades porque en eso consiste una guerra. Luego, uno gana y el otro se convierte en el "malo" al que hay que, no ya masacrar, que también, sino sobre todo hacerle callar por temor a las represalias.
Pero aquí se habla de valentía y decisión en su momento, heroicidades como el de esas mujeres que en la cárcel perseveran en sus convicciones, las mismas que las llevaron allí y que mantienen en jaque a sus familiares, pendientes de las horas de visita a la cárcel y de esa llamada a sus puertas que las llevarán a un interrogatorio, la tortura y a engrosar la población de esas cárceles donde se hacinan miles de mujeres en espacios pensados para no más de 500.
Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y esta historia lo es.