Se conmemora el DÍA Internacional de la SOLIDARIDAD
Las asociaciones y otros actores reunidos en Porto Alegre durante el
Foro Social de febrero del 2002 demandan un nuevo modelo de globalización:
un proceso de globalización solidario que tenga al ser humano como centro
del desarrollo.
Esta propuesta convence y moviliza a miles de personas que desde países muy diferentes alzan la voz contra el modelo actual. Todas estas personas entienden que el verdadero progreso no se logrará sin la COOPERACIÓN entre todas las naciones y los pueblos para acabar con la pobreza y sin la SOLIDARIDAD con los desposeídos.
Esta propuesta convence y moviliza a miles de personas que desde países muy diferentes alzan la voz contra el modelo actual. Todas estas personas entienden que el verdadero progreso no se logrará sin la COOPERACIÓN entre todas las naciones y los pueblos para acabar con la pobreza y sin la SOLIDARIDAD con los desposeídos.
Autores del s.XX y XXI en las lenguas españolas (y premios Nobel de literatura) nacidos en esta fecha
.
.
- de 1887, Zenobia CAMPRUBÍ AYMAR, escritora y linguísta española. Contrajo matrimonio con Juan Ramón Jiménez en 1916,
y desde ese momento y hasta su fallecimiento, el 28 de octubre de 1956, se
convirtió en compañera inseparable y decisiva colaboradora del poeta en
todos sus proyectos literarios, relacionándose fuertemente con la Generación del 27.
Desde su adolescencia, comenzó a escribir cuentos en castellano y en
inglés, y a desarrollar sus dotes literarias. Se interesó por la obra
del poeta y pensador indio Rabindranath Tagore, a quien tradujo años después al castellano a partir de las prosificaciones en inglés que realizó el propio Tagore.
A los nueve años viajó a Estados Unidos con su madre, en proceso de separación. Allí residió hasta 1909, por lo cual, cuando años después regresó a España, la llamaban «la americanita». Allí comenzó sus estudios universitarios en Columbia; asistió a actividades culturales y clubes de mujeres. Entró en contacto con el feminismo estadounidense, viajó sola, leyó los clásicos españoles e ingleses y siguió un curso sobre Literatura.
Entre 1909 y 1910 estuvo en La Rábida. Allí improvisó una escuela para enseñar a los niños de la aldea, escribió artículos que envió a diversas revistas norteamericanas y, sobre todo, se aficionó a la poesía popular española.
Desde 1910 Zenobia vivió en Madrid. Allí se relacionó fundamentalmente con estadounidenses, ya que le angustiaba no poder moverse sola con libertad, hasta que conoció a Susan Huntington, que dirigía el Instituto Internacional de señoritas, donde se alojaban extranjeros que asistían a los cursos de verano que se organizaban.
Zenobia conoció a Juan Ramón Jiménez en 1913, en una de esas conferencias celebradas en la Residencia donde él trabajaba. Se casó con el poeta, que era seis años mayor que ella, en Nueva York, en la iglesia católica de Saint Stephen. A partir de este momento, la vida de Zenobia se centró en dos aspectos:
- Llevar adelante actividades socialmente comprometidas, como la asociación "La Enfermera a Domicilio”, fundada por ella en Barcelona en 1919, una especie de servicio social clínico sin fines lucrativos.
- Apoyar a su esposo, del que fue su traductora, secretaria, agente... Su ambición no residía en la Literatura, sino en alcanzar un ideal, e hizo de Juan Ramón Jiménez la razón de su vida.
En agosto de 1936 el matrimonio inició un periplo en el que recorrieron Cuba, Estados Unidos, Buenos Aires y Puerto Rico, donde Zenobia trabajó como profesora en la Universidad de Puerto Rico. En 1951 se sometió a una operación de cáncer en Boston. En 1954 se instalan de nuevo en Puerto Rico, porque Juan Ramón no soportaba la vida en los Estados Unidos. Zenobia no sólo deja atrás una vida intelectualmente interesante, sino también la posibilidad de someterse a un buen tratamiento en caso de que reapareciera la enfermedad, cosa que ocurrió finalmente.
Zenobia falleció en Puerto Rico, tres días después de que su esposo recibiera el Premio Nobel de Literatura. Juan Ramón Jiménez le sobrevivió dos años, y en la actualidad los restos de ambos se encuentran en Moguer.
Así como nunca enfoqué en mi juventud la idea de convertirme en maestra, muchas veces había pensado en un porvenir de escritora. Pero como no me casé hasta los veintisiete años, había tenido tiempo suficiente para averiguar que los frutos de mis veleidades literarias, no garantizaban ninguna vocación seria. Al casarme con quien desde los catorce, había encontrado la rica vena de su tesoro individual, me di cuenta, en el acto, de que el verdadero motivo de mi vida había de ser dedicarme a facilitar lo que era ya un hecho y no volví a perder más tiempo en fomentar espejismos (Fragmento de 'Juan Ramón y yo').
- de 1908, nació Ricardo GULLÓN, escritor y ensayista español fallecido el 11 de febrero de 1991.
A partir de 1949 alternó la docencia universitaria en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) con la actividad jurídica.
En 1953 viajó a Puerto Rico para visitar a su amigo Juan Ramón Jiménez, exiliado político, y permaneció allí durante tres años, desarrollando la docencia en Literatura española en las Universidades de Columbia, Chicago, Tejas y California. Como profesor desarrolló una impresionante actividad, dirigiendo decenas de tesis doctorales sobre la novela española del siglo XIX, el modernismo y la poesía española contemporánea.
Ha sido uno de los hispanistas españoles de mayor influencia en los EE. UU. en el siglo XX. Reconocido especialista mundial en la obra de Juan Ramón Jiménez, Benito Pérez Galdós, José María de Pereda, Antonio Machado y Miguel de Unamuno, en 1989 ingresó en la Real Academia Española de la Lengua. En 1989 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
"Al contacto con la poesía ceden los hielos del tiempo pasado, el hombre se siente fuerte y alegre, la luz es más clara y el aire más tibio, se inician los días gentiles de la creación, la primavera del hombre crece en la dorada exaltación de la poesía. Todos los objetos son señalados por el poeta; llama rosa a la rosa, y por vez primera la rosa lo es íntegramente, cada letra de su nombre parece un pétalo henchido de aroma. (...) Dice cómo es el agua o el dolor y vemos hasta qué punto lo ignorábamos y de qué manera, inefable, sencilla, queda revelado el arcano. Va formándose el mundo, un mundo completo guardado en los límites que trazó el creador, lleno de inéditas resonancias que caen como el son de campanas despertando en las almas sensaciones indecisas y el asombro que produce la magia de la poesía".
(Fragmentos de “Poesía, primavera del hombre”, 1945).
A los nueve años viajó a Estados Unidos con su madre, en proceso de separación. Allí residió hasta 1909, por lo cual, cuando años después regresó a España, la llamaban «la americanita». Allí comenzó sus estudios universitarios en Columbia; asistió a actividades culturales y clubes de mujeres. Entró en contacto con el feminismo estadounidense, viajó sola, leyó los clásicos españoles e ingleses y siguió un curso sobre Literatura.
Entre 1909 y 1910 estuvo en La Rábida. Allí improvisó una escuela para enseñar a los niños de la aldea, escribió artículos que envió a diversas revistas norteamericanas y, sobre todo, se aficionó a la poesía popular española.
Desde 1910 Zenobia vivió en Madrid. Allí se relacionó fundamentalmente con estadounidenses, ya que le angustiaba no poder moverse sola con libertad, hasta que conoció a Susan Huntington, que dirigía el Instituto Internacional de señoritas, donde se alojaban extranjeros que asistían a los cursos de verano que se organizaban.
Zenobia conoció a Juan Ramón Jiménez en 1913, en una de esas conferencias celebradas en la Residencia donde él trabajaba. Se casó con el poeta, que era seis años mayor que ella, en Nueva York, en la iglesia católica de Saint Stephen. A partir de este momento, la vida de Zenobia se centró en dos aspectos:
- Llevar adelante actividades socialmente comprometidas, como la asociación "La Enfermera a Domicilio”, fundada por ella en Barcelona en 1919, una especie de servicio social clínico sin fines lucrativos.
- Apoyar a su esposo, del que fue su traductora, secretaria, agente... Su ambición no residía en la Literatura, sino en alcanzar un ideal, e hizo de Juan Ramón Jiménez la razón de su vida.
En agosto de 1936 el matrimonio inició un periplo en el que recorrieron Cuba, Estados Unidos, Buenos Aires y Puerto Rico, donde Zenobia trabajó como profesora en la Universidad de Puerto Rico. En 1951 se sometió a una operación de cáncer en Boston. En 1954 se instalan de nuevo en Puerto Rico, porque Juan Ramón no soportaba la vida en los Estados Unidos. Zenobia no sólo deja atrás una vida intelectualmente interesante, sino también la posibilidad de someterse a un buen tratamiento en caso de que reapareciera la enfermedad, cosa que ocurrió finalmente.
Zenobia falleció en Puerto Rico, tres días después de que su esposo recibiera el Premio Nobel de Literatura. Juan Ramón Jiménez le sobrevivió dos años, y en la actualidad los restos de ambos se encuentran en Moguer.
Así como nunca enfoqué en mi juventud la idea de convertirme en maestra, muchas veces había pensado en un porvenir de escritora. Pero como no me casé hasta los veintisiete años, había tenido tiempo suficiente para averiguar que los frutos de mis veleidades literarias, no garantizaban ninguna vocación seria. Al casarme con quien desde los catorce, había encontrado la rica vena de su tesoro individual, me di cuenta, en el acto, de que el verdadero motivo de mi vida había de ser dedicarme a facilitar lo que era ya un hecho y no volví a perder más tiempo en fomentar espejismos (Fragmento de 'Juan Ramón y yo').
- de 1908, nació Ricardo GULLÓN, escritor y ensayista español fallecido el 11 de febrero de 1991.
A partir de 1949 alternó la docencia universitaria en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) con la actividad jurídica.
En 1953 viajó a Puerto Rico para visitar a su amigo Juan Ramón Jiménez, exiliado político, y permaneció allí durante tres años, desarrollando la docencia en Literatura española en las Universidades de Columbia, Chicago, Tejas y California. Como profesor desarrolló una impresionante actividad, dirigiendo decenas de tesis doctorales sobre la novela española del siglo XIX, el modernismo y la poesía española contemporánea.
Ha sido uno de los hispanistas españoles de mayor influencia en los EE. UU. en el siglo XX. Reconocido especialista mundial en la obra de Juan Ramón Jiménez, Benito Pérez Galdós, José María de Pereda, Antonio Machado y Miguel de Unamuno, en 1989 ingresó en la Real Academia Española de la Lengua. En 1989 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.
"Al contacto con la poesía ceden los hielos del tiempo pasado, el hombre se siente fuerte y alegre, la luz es más clara y el aire más tibio, se inician los días gentiles de la creación, la primavera del hombre crece en la dorada exaltación de la poesía. Todos los objetos son señalados por el poeta; llama rosa a la rosa, y por vez primera la rosa lo es íntegramente, cada letra de su nombre parece un pétalo henchido de aroma. (...) Dice cómo es el agua o el dolor y vemos hasta qué punto lo ignorábamos y de qué manera, inefable, sencilla, queda revelado el arcano. Va formándose el mundo, un mundo completo guardado en los límites que trazó el creador, lleno de inéditas resonancias que caen como el son de campanas despertando en las almas sensaciones indecisas y el asombro que produce la magia de la poesía".
(Fragmentos de “Poesía, primavera del hombre”, 1945).
- de 1929, nació Julio Ramón RIBEYRO,
escritor peruano considerado uno de los mejores cuentistas de la
literatura latinoamericana. Es una figura destacada de la Generación del
50 de su país, a la que también pertenecen narradores como Mario Vargas
Llosa, Enrique Congrains Martin y Carlos Eduardo Zavaleta.
Aunque el mayor volumen de su obra lo constituye su cuentística, también destacó en otros géneros: novela, ensayo, teatro, diario y aforismo.
En 1983, recibió el Premio Nacional de Literatura, y diez años después, el Nacional de Cultura. En el año de 1994 (poco antes de su defunción, el 4 de diciembre) ganó el reconocido Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
El conjunto de su obra –que suman 87 cuentos– se halla reunido en el libro La palabra del mudo, publicado por primera vez en 1974 y que fue ampliando a lo largo de su carrera, hasta pocos años antes de su muerte.
A las seis de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera encantada. Las personas que recorren la ciudad a esta hora parece que están hechas de otra sustancia, que pertenecen a un orden de vida fantasmal. Las beatas se arrastran penosamente hasta desaparecer en los pórticos de las iglesias. Los noctámbulos, macerados por la noche, regresan a sus casas envueltos en sus bufandas y en su melancolía. Los basureros inician por la avenida Pardo su paseo siniestro, armados de escobas y de carretas. A esta hora se ve también obreros caminando hacia el tranvía, policías bostezando contra los árboles, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los cubos de basura. A esta hora, por último, como a una especie de misteriosa consigna, aparecen los gallinazos sin plumas.
A esta hora el viejo don Santos se pone la pierna de palo y sentándose en el colchón comienza a berrear:
-¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! ¡Ya es hora!
Los dos muchachos corren a la acequia del corralón frotándose los ojos legañosos. Con la tranquilidad de la noche el agua se ha remansado y en su fondo transparente se ven crecer yerbas y deslizarse ágiles infusorios. Luego de enjuagarse la cara, coge cada cual su lata y se lanzan a la calle. Don Santos, mientras tanto, se aproxima al chiquero y con su larga vara golpea el lomo de su cerdo que se revuelca entre los desperdicios. (Fragmento de 'Los gallinazos sin plumas').
Aunque el mayor volumen de su obra lo constituye su cuentística, también destacó en otros géneros: novela, ensayo, teatro, diario y aforismo.
En 1983, recibió el Premio Nacional de Literatura, y diez años después, el Nacional de Cultura. En el año de 1994 (poco antes de su defunción, el 4 de diciembre) ganó el reconocido Premio de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo.
El conjunto de su obra –que suman 87 cuentos– se halla reunido en el libro La palabra del mudo, publicado por primera vez en 1974 y que fue ampliando a lo largo de su carrera, hasta pocos años antes de su muerte.
A las seis de la mañana la ciudad se levanta de puntillas y comienza a dar sus primeros pasos. Una fina niebla disuelve el perfil de los objetos y crea como una atmósfera encantada. Las personas que recorren la ciudad a esta hora parece que están hechas de otra sustancia, que pertenecen a un orden de vida fantasmal. Las beatas se arrastran penosamente hasta desaparecer en los pórticos de las iglesias. Los noctámbulos, macerados por la noche, regresan a sus casas envueltos en sus bufandas y en su melancolía. Los basureros inician por la avenida Pardo su paseo siniestro, armados de escobas y de carretas. A esta hora se ve también obreros caminando hacia el tranvía, policías bostezando contra los árboles, canillitas morados de frío, sirvientas sacando los cubos de basura. A esta hora, por último, como a una especie de misteriosa consigna, aparecen los gallinazos sin plumas.
A esta hora el viejo don Santos se pone la pierna de palo y sentándose en el colchón comienza a berrear:
-¡A levantarse! ¡Efraín, Enrique! ¡Ya es hora!
Los dos muchachos corren a la acequia del corralón frotándose los ojos legañosos. Con la tranquilidad de la noche el agua se ha remansado y en su fondo transparente se ven crecer yerbas y deslizarse ágiles infusorios. Luego de enjuagarse la cara, coge cada cual su lata y se lanzan a la calle. Don Santos, mientras tanto, se aproxima al chiquero y con su larga vara golpea el lomo de su cerdo que se revuelca entre los desperdicios. (Fragmento de 'Los gallinazos sin plumas').
Como ensayista publicó en 2005 Poesía sin estatua, "una auténtica joya" por "una de las mentes jóvenes más lúcidas de la literatura española” (V.L. Mora, Revista de la Cátedra Miguel Delibes).
Obtuvo en 1989 el Premio Hiperión por su libro La noche junto al álbum, y en 2011 el Premio Internacional de Poesía Loewe en su edición XXIV por su libro Canción en blanco, elegido ese año "mejor libro de poesía en español" por El Cultural.
Después de Intemperie (1995) y Para lo que no existe (1999), libros precursores en la tensión que recrea la distancia entre la existencia y su reverso, durante más de una década su obra se ha adentrado en una secuencia de poemas largos. El ciclo culmina en 2014 con Ser sin sitio. Publica, en el 2016, El ciclo de la evaporación; en el 2018, El tenista argentino (novela) y en el 2022, Elenco (novela).
Tan raro este derecho
a habitar en la muerte del amigo,
si lo definitivo de la muerte
es lo que queda cuando ya se ha ido.
Un orden superior es la alegría.
Cómo desplaza el llanto al pensamiento
y qué secreto nos confía la lágrima:
con sólo verla estás en el secreto.
Todo lo que alguien logra permanece.
Puede que nos parezca innecesaria
la luz extensa de este amanecer.
En la bondad no se producen bajas.
Ausente es el que llora, no el ausente.
Ausente somos todos
cuando sospecho que morir consiste
en repartir tu espíritu entre otros.
O hacemos el esfuerzo
mientras alguien nos deja en pleno azul.
(Muerte habitada, en "Para lo que no existe", 1999)
Fallecidos en esta fecha
Obtuvo en 1943, con su novela Tres palabras y una mujer, el Premio Literario de la Asociación Cultural Interamericana de Caracas; en 1944 se le adjudica el Premio Municipal de Literatura Infantil, con la obra teatral Juan se durmió en la torre.
En 1949 es galardonada con el premio literario "Arístides Rojas". Su obra ha recibido los mejores elogios de la crítica literaria, en particular su novela La gran serpiente (1943).
Lucila Palacios fue la primera mujer integrante de número de la Academia Venezolana de la Lengua.
Milagros de la isla, bendita por el yodo y la sal. Todos sus habitantes, curtidos por la intemperie, hechos al sol y al aire libre y puro, muestran una contextura robusta, admirable para hacer frente a la realidad.
[...] Y es la verdad. El dolor le ha acerado el espíritu. Ya no le importan el viento ni el agua, ya no le importa la sequía. Ayer, en la salineta, el sol le descargaba latigazos de fuego sobre los hombros. Hoy, la lluvia con sus hilos cristalinos le cose ribetes de humedad en la espalda.
[...] El fantasma cabalga… El pasado cabalga… Es una reencarnación de coloniaje en los puños fuertes que alquilan, compran y destruyen vidas humanas. Pero los hombres crucificados se han unido y cabalgan también… Y la mujer lo ha visto todo, lo ha comprendido todo […] Y mientras la cabalgadura sombría de la esclavitud y de la muerte inicia una ronda en torno suyo, ella no pierde de vista a la briosa cabalgata que emigra en busca de la libertad. (Fragmentos de 'El corcel de las crines albas').