A pesar de las controversias sobre la originalidad y autoría de la frase , que pudiera no ser suya, ha quedado para la posteridad (resumida en "sangre, sudor y lágrimas" por el título de una película de 1942) como un ejemplo de oratoria.
me fatiga el alma de un largo ensoñar;
florece en el vicio, solloza en mi canto,
grita en las ciudades, aúlla en el mar.
Siempre va conmigo, poniendo un quebranto
de noble desdicha sobre mi vagar.
Cuanto mas antigua tiene mas encanto...
¡Dios quiera que nunca deje de sangrar!...
Y como presiento que puede algún día
secarse esta fuente de melancolía
y que mi pasado recuerde sin llanto,
por no ser lo mismo que toda la gente,
yo voy defendiendo románticamente
¡esta vieja herida... que me duele tanto!...
('Esta vieja herida que me duele tanto')
Fallecido el 11 de enero de 2008, fue el último testigo vivo de los famosos amigos de la Residencia de Estudiantes de Madrid, entre los que se encontraban muchos miembros de la generación del 27 como Lorca, Dalí, Alberti y Buñuel, de quienes fue un íntimo amigo y con los que mantuvo relación durante toda la vida de estos.
Pepín Bello es conocido como «el fotógrafo de la generación del 27», por haber realizado la gran mayoría de las fotos que se conservan de aquel momento, tanto durante el periodo en que convivieron en Madrid como de los encuentros que tuvieron en lugar durante el final de la década de 1920 y el comienzo de la guerra civil en 1936.
Le concedieron la Medalla de Oro al mérito en las Bellas Artes en 2004.
Su vida no es la de un literato a la usanza, sino que prueba distintos emprendimientos, sin mucho éxito. Fallece a los 103 años de edad.
Entre sus obras: Teatro español de vanguardia (2003), Visita de Richard Wagner a Burgos (2009) y Un cuento putrefacto (2010).
Con Novo, Celestino Gorostiza, Villaurrutia y los pintores Manuel Rodríguez Lozano y Carlos Lazo, fundó --al amparo económico de Antonieta Rivas Mercado-- el Teatro Ulises, en el cual tradujo, actuó y dirigió obras de autores europeos modernos en un afán de divulgar la estética vanguardista con la que estaban comprometidos.
Fue autor de Desvelo (1923, editado de manera póstuma), La llama fría (1925), Novela como nube (1926), Línea (1930) y Perseo vencido (1948), que consta de tres partes: el "Madrigal por Medusa", que da título al volumen; la serie de poemas Sindbad el varado, bitácora de febrero; y el breve Libro de Ruth. Se trata de un libro escrito durante aproximadamente 18 años y su obra más apreciada.
Esta mañana te sorprendo con el rostro tan desnudo que temblamos;
sin más que un aire de haber sido y sólo estar, ahora,
un aire que te cuelga de los ojos y los dientes,
correveidile colibrí, estático
dentro del halo de su movimiento.
Y no hablas. No hables,
que no tienes ya voz de adivinanza
y acaso te he perdido con saberte,
y acaso estás aquí, de pronto inmóvil,
tierra que me acogió de noche náufrago
y que al alba descubro isla desierta y árida;
y me voy por tu orilla, pensativo, y no encuentro
el litoral ni el nombre que te deseaba en la tormenta.
Esta mañana me consume en su rescoldo la conciencia mis llagas;
sin ella no creería en la escalera inaccesible de la noche
ni en su hermoso guardián insobornable:
aquí me hirió su mano, aquí su sueño,
en Emel su sonrisa, en luz su poesía,
su desamor me agobia en tu mirada.
- de 1906, Mauricio MAGDALENO, escritor y periodista mexicano, miembro del Seminario de Cultura Mexicana (1949-1986), de la Academia Mexicana de la Lengua (1957-1986) y del Patronato del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (1967-1986). Fallecido el 30 de junio de 1986, fue ganador del Premio Nacional de Lingüística y Literatura en 1981.
El jacal del viejo Maclovio se vio concurridísimo desde que empezó a pardear. Grupos silenciosos de vecinos del rancho susurraron el pésame de rigor dirigiéndose indistintamente al deudo o al cadáver del pequeño Faustino, tendido en un petate, en un ángulo alumbrado por dos velones, y se concentraron en la puerta, luego, a efecto de que un nuevo turno tuviese ocasión de entrar y de mascullar, a su vez, su condolencia. Unas horas después Nemesio, el de 'La Boca de Tierra Caliente', y Blas Araiza, el de la recua de mulas que cada tercer día hacía el transporte de carga entre Zacualpan y la región, hicieron circular entre los presentes unas botellas de refino, y el velorio cobró una extraña animación. Afuera, en la cerrada noche de noviembre, los cielos vertían una eléctrica cantidad de estrellas que fulguraban, macabras, en las charcas del camino. (Inicio del cuento 'Leña verde´)
Pues señor: esto eran veinte frailes que vivían en un convento muy antiguo, cerquita de Salamanca. Todos llevaban la cabeza pelada, todos llevaban una barba muy blanca, todos vestían un hábito remendado, todos iban en fila, uno detrás de otro, por los inmensos claustros.
Si uno se paraba, todos se paraban; si uno tropezaba, todos tropezaban; si uno cantaba, todos cantaban. Daba gusto oírles trabajar. Uno serraba la madera, otro pelaba patatas, otro cortaba con las tijeras, otro golpeaba con el martillo, otro escribía con la pluma, otro limpiaba la chimenea, otro pintaba cuadros, otro abría la puerta, otro la cerraba.
Kikirikí, cantaba el gallo: todos los frailes se levantaban, se estiraban un poquito y bajaban a rezar. Tan, tan, tocaba la campana fray Balandrán: los frailes corrían a comer o a cantar o a trabajar. Todos rezaban juntos, estudiaban juntos, abrían y cerraban la boca juntos.
Fray Nicanor, el superior, era un fraile alto, seco y amarillo; tenía una larga nariz y unos brazos muy largos. De cuatro zancadas recorría el monasterio. Era muy bueno y tenía fama de sabio, aunque había otro más sabio que él, pues tenía en la cabeza metidos todos los libros de la biblioteca. Un millón poco más o menos. Le preguntabas los ríos de Asia y lo sabía; le preguntabas cuántas son
ocho por siete y lo sabía. ¡Lo sabía todo!... (Inicio de 'Fray Perico y su borrico')
En El Norte de Castilla de Valladolid fue primero colaborador desde 1958, redactor (1962-1978), subdirector (1978-1979) y por fin director, desde 1992 hasta su jubilación en 1995.
Colaborador habitual de periódicos como ABC o La Razón, es patrono del Instituto Cervantes, de la Residencia de Estudiantes y de la Fundación de la Lengua Española.
Cultivó el ensayo, novela, relatos, el diario y la poesía.
Jonás era un profeta muy pequeño. Es decir, que, además de ser hombre más bien bajito y delgadito,
ejercía como profeta muy pocas veces, y se pasaban años enteros sin que dijese esta boca es mía, e
incluso cuando pronunciaba una profecía, ésta era minúscula. Por lo que respectaba al porvenir, era muy prudente, y, si pronosticaba grandes calores para el verano, siempre apostillaba que, sin embargo, no sólo por las noches habría un vientecillo de refrigerio, sino que, al caer el sol o por las mañanitas, habría días en que convendría echarse algo a la espalda. Y cuando criticaba la situación política, o los abusos sociales, o los desmanes de los poderosos, siempre lo hacía con mucha mesura, y decía por ejemplo:
—¡Hombre, no! ¡Esto no! Esto es un abuso y una indignidad, y no puede ser.
Entonces se ponía su túnica de profeta, cogía su cayado con empuñadura de plata que había
comprado en una joyería de Nínive verdaderamente esplendorosa que se llamaba Tiffany's, y era mayor y estaba mejor surtida que el mejor bazar de toda Babilonia, y así se sentía con mayor seguridad en sí mismo para ir a donde tuviese que ir— de ordinario, naturalmente, a ver a sátrapas o a sus cortesanos que habían ordenado o cometido aquellos desaguisados. Y a veces estos sátrapas y cortesanos le recibían, y otras no. (Inicio de 'El viaje de Jonás')
Encadenado al viento encadenado,
unges tu fría boca con las sales
de una playa mortal de catedrales
alzadas de preguntas por tu lado.
Si te acercas al templo, abandonado
de tu sombra perenne, entre las cales
que han de guardar tus huesos inmortales
como un olvido cruel de tu reinado.
Si al volverte de espaldas, la ciudad
es tan sólo recuerdo de tu fuego,
dime que harás en esta eternidad.
Qué tributo heredaste y qué condenas,
oh Prometeo, hermano a donde llego
solo a la soledad de tus cadenas. (´Hombre').
- de 1964, Jordi SÁNCHEZ, (jordi_sz_actor) actor, escritor, guionista y productor español. Tras licenciarse en el Institut del Teatre de Barcelona, fundó, junto a Joel Joan, Elisenda Alonso y Mónica Glaenzel, las compañías teatrales "Krampack" y "L'avern", con las que escribió, interpretó y produjo varias obras de teatro y dos series para la televisión: L'un per l'altre y Plats Bruts.
Recientemente ha publicado el libro de relatos autobiográficos "Humanos que me encontré". Interpretó a Antonio Recio en la serie de televisión La que se avecina.
Últimas obras escritas: Nadie es normal y Asesinos todos (2021)
Gestionó el programa Arte y Creación Joven en el Instituto Andaluz de la Juventud de Sevilla entre 2002 y 2004. Luego ha trabajado en el Gabinete de la Consejería de Igualdad durante los siguientes cuatro años. En 2008 fue nombrado director de la Filmoteca de Andalucía.
hacia un cuerpo y un volante pruébalo úsalo
y rompe el contrato verás qué rápido aparecen
futuros arrendatarios tú pregunta por la marca
el modelo y la amplitud del asiento de atrás
no te reprimas déjate llevar por la erótica
del negocio ( La edad del automóvil, de "Las afueras")
Tener, al mediodía, abiertas las ventanas
del patio iluminado que mira al comedor.
Oler un olor tibio de sol y de manzanas.
Decir cosas sencillas: las que inspira el amor...
Beber un agua pura, y en el vaso profundo
ver coincidir los ángulos de la estancia cordial.
Palpar, en un durazno, la redondez del mundo.
Saber que todo cambia y que todo es igual.
Sentirse, ¡al fin!, maduro, para ver en las cosas
nada más que las cosas: el pan, el sol, la miel...
Ser nada más el hombre que deshoja unas rosas,
y graba, con la uña, un nombre en el mantel... ('Mediodía')
Un día nos veremos frente a frente, y entonces ya será otro cantar. LAURA
Imagínese que ahora ya se puede contar que el asunto fue "darles candela", toda la candela que les alcanzara a caber en la caja del cuerpo... y que lo demás ocurrió según es de usanza en estos negocios.
Seguro que en el instante del portazo él vio todo con la deslumbrante claridad de un relámpago, semejante vaina, imagínese. Si acaso después podría hacerse conciencia y memoriar. Cuando por tercera vez chirrió el timbre, por tercera vez hizo lo mismo, exactamente como en las ocasiones anteriores de hacía treinta o sesenta minutos. Había descendido de su trono y ya con los pies en el piso plástico, casi destronado para siempre comenzó a obrar sin presentimientos, sin premuras pero sin tardanzas. Casi seguro de sus gestos, muy pagado de su prestigio personal, de su magnífica situación financiera aunque también exagerándolo todo con ribetes de orgullo, impartiendo a cada acto y a cada detalle una importancia y unos tonos que en últimas no tenían, "yo mismo lo sé". Todo sería lanzar bien fuerte con franca voz de mando el "ya va! " de los ensayos y empezar a vestirse las prendas decisivas para oficiar el ritual preparado. Calzarse las botas altas de charol, que no resistía casi y que sólo usaba a raticos en ciertas recepciones allá en el latifundio del llano o sea "mi finca". Cubrir su respetable calva con el sombrero de copa bomba y ala encocada, tomar el bastón de mango metálico en su izquierda y ahí si bastonear recio como las dos veces anteriores. Medir largos pasos elegantes hacia la puerta de entrada y a cada taconeo estirar más la nuca, sumir más el vientre, sacar más el tórax, entorchar más sus dos pencas de bigotes ariscos, valiente pinche pues, mi señor. (Fragmento del cuento 'Alguna vez el viento')
- de 2001, Salvador GARMENDIA, escritor venezolano. Narrador, periodista, guionista de radio y televisión y diplomático nacido un 11 de junio de 1928. Contrajo tuberculosis en 1940, lo que lo obligó a permanecer en cama por tres años. Durante este tiempo Salvador se dedicó a la lectura y así comenzó su sólida base literaria.
No hay que tenerles miedo a los muertos -decía mi tía Hildegardis, y me golpeaba el coco con su uña larga, toda verde, que parecía bañada de esperma. (Como era encuadernadora olía a tarro de cola y a simiricuiri y tenía las manos de cuero viejo, engrudadas; de lejos, con su giba, parecía un hombrecito agachado). Pero yo sabía que al entrar al cuarto empezaría a volverse humo; el humo negro y fuerte le salía por debajo del camisón, por las orejas y le llenaba el pelo.
Ella sabía ocultarlo a los demás; aunque no sé por qué conmigo se confiaba menos de lo prudente en estos casos, hasta el punto de hacerme creer que su aparente descuido era intencional: si andaba debajo del mesón del taller reuniendo recortes de papel lustrillo, le miraba los pies colgando del travesaño de la silla, tan pequeños en sus chancletas de cocuiza, abrigados por unas medias de lana mohosas; me acercaba hasta tocarlos con la respiración y veía desprenderse el humo de aquellas pelotas de trapo; un humito incipiente, descolorido, que flotaba sin fuerzas. (Fragmento de 'Difuntos y volátiles')..
Hija de padres poetas, colabora bajo distintos alias en diversos medios escritos. Adquiere el que le dio fama por su admiración a los autores teatrales españoles Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.
Su prima hermana Emma Castro Pervuli, asume el seudónimo de "Joaquina Quinteras" y juntas inician una trayectoria dentro de la música criolla peruana, componiendo canciones como "El Ermitaño", "Todo y Nada" y sus mayores éxitos, "Muñeca Rota" y "Parlamanías".
Muchachita ingenua de los ojos negros,
no eres ni siquiera la sombra de ayer;
hoy vives un mundo de desilusiones
envuelta en la niebla de tu atardecer.
Me parece verte con tu traje lila,
con tu sombrerito de flores extrañas,
siendo el terciopelo de tus marimoños,
mucho menos suave que el de tus pestañas.
Muñeca preciosa,
que fuiste un conjunto de miel, nieve y rosa;
muñeca divina,
es una cascada tu voz cristalina.
¿Quien deshizo el alma de tus perendegues?
¿Quien quebró tu espejo? ¿Quien rasgó tu mota?
Hay una tristeza de tu desencanto
toda la tragedia de muñeca rota.
¿Recuerdas? La vida nos unió un instante,
y la misma vida trazó dos caminos;
tú trepas la cumbre de los desengaños
yo bajo la cuesta de los desatinos.
Muchachita ingenua, yo sigo admirando,
el mohin gracioso que habla en tus dengues,
y te sigo viendo con tu traje lila
con tus marimoños y tus perendengues. (Muñeca rota).