Google

Mostrando entradas con la etiqueta #Cervantes. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta #Cervantes. Mostrar todas las entradas

jueves, 19 de septiembre de 2024

19 de septiembre - #aperitivo, #mordeduraSerpiente. Ledicia Costas, José Antonio Labordeta.

 Día Internacional de Concienciación sobre la MORDEDURA de SERPIENTE

 En 2017, la Organización Mundial de la Salud incluyó la mordedura de serpiente a su lista de enfermedades tropicales desatendidas de máxima prioridad.

Día Mundial del APERITIVO. De aperitivus = que tiende a abrir. Fiesta que comenzó de la mano de Lay's y que busca resaltar el valor del "abrebocas" antes de la comida o cena.  

Día Mundial de Hablar como un Pirata. De inventarlo dos amigos en el 1995, pasó a celebrarse en más de 40 países del mundo. Puedes vestirte como un pirata, usar un parche en el ojo y caminar con una pata de palo... y a lanzar discursos. Hasta Obama lo celebró.

   En este día de 1580, el escritor español Miguel de CERVANTES Saavedra es liberado de su cautiverio en Argel.

 El hecho de habérsele encontrado en su poder las cartas de recomendación que llevaba de don Juan de Austria y del duque de Sessa hizo pensar a sus captores que Cervantes era una persona muy importante y por quien podrían conseguir un buen rescate. Pidieron quinientos escudos de oro por su libertad.
Durante los cinco años en que permaneció cautivo, trató de escapar en cuatro ocasiones organizando él mismo los cuatro intentos. La madre de Cervantes había conseguido reunir cierta cantidad de ducados con la esperanza de poder rescatar a sus dos hijos. En 1577 se concertaron los tratos, pero la cantidad no era suficiente para rescatar a los dos. Miguel prefirió que fuera puesto en libertad su hermano Rodrigo, que no cejó en su afán de liberarlo a su vez organizando planes de fuga que fracasaron.

En mayo de 1580, llegaron a Argel los padres trinitarios (orden religiosa que se ocupaba de tratar de liberar cautivos, incluso se cambiaban por ellos) fray Antonio de la Bella y fray Juan Gil. Fray Antonio partió con una expedición de rescatados. Fray Juan Gil, que únicamente disponía de trescientos escudos, trató de rescatar a Cervantes, por el cual se exigían quinientos. El fraile se ocupó de recolectar entre los mercaderes cristianos la cantidad que faltaba. La reunió cuando Cervantes estaba ya en una de las galeras en que Azán Bajá zarparía rumbo a Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo». Gracias a los 500 escudos tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de 1580.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.  
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-. 

Autores del s.XX y XXI en las lenguas españolas (y premios Nobel de Literatura) nacidos en esta fecha

- de 1911, William GOLDING, novelista, poeta y dramaturgo británico fallecido un 19 de junio de 1993.  Obtuvo el premio Nobel de literatura en el 1983.
 En 1952 comienza a trabajar en una novela titulada “Strangers from Within” (Extraños desde el interior), que después de ser rechazada por varios editores, es publicada en 1954 por Faber and Faber con el título “Lord of the Flies” (El señor de las moscas), su obra más emblemática y conocida.
Entre sus últimas obras:  Diario egipcio (An Egyptian Journal, 1985), To the Ends of the Earth (trilogía, 1991) compuesta por: Ritos de paso (Rites of Passage, 1980), Cuerpo a cuerpo (Close Quarters, 1987) y Fuego en las entrañas (Fire Down Below, 1989) y La lengua oculta (The Double Tongue, 1996, póstuma).

1. El toque de caracola
El muchacho rubio descendió un último trecho de roca y comenzó a abrirse paso hacia la laguna. Se había quitado el suéter escolar y lo arrastraba en una mano, pero a pesar de ello sentía la camisa gris pegada a su piel y los cabellos aplastados contra la frente. En torno suyo, la penetrante cicatriz que mostraba la selva estaba bañada en vapor.
Avanzaba el muchacho con dificultad entre las trepadoras y los troncos partidos, cuando un pájaro, visión roja y amarilla, saltó en vuelo como un relámpago, con un antipático chillido, al que contestó un grito como si fuese su eco;
- ¡Eh - decía -, aguarda un segundo!
La maleza al borde del desgarrón del terreno tembló y cayeron abundantes gotas de lluvia con un suave golpeteo.
- Aguarda un segundo - dijo la voz -, estoy atrapado.
El muchacho rubio se detuvo y se estiró las medias con un ademán instintivo, que por un momento pareció transformar la selva en un bosque cercano a Londres.
De nuevo habló la voz.
- No puedo casi moverme con estas dichosas trepadoras.
El dueño de aquella voz salió de la maleza andando de espaldas y las ramas arañaron su grasiento anorak. Tenía desnudas y llenas de rasguños las gordas rodillas. Se agachó para arrancarse cuidadosamente las espinas. Después se dio la vuelta. Era más bajo que el otro muchacho y muy gordo. Dio unos pasos, buscando lugar seguro para sus pies, y miró tras sus gruesas gafas.
(Inicio de 'El señor de las moscas', pdf).

- de 1945, José María LATORRE, escritor de terror y suspense y crítico cinematográfico español recordado en su obituario, un 17 de noviembre de 2014.
  Entre sus cuentos macabros se cuentan La noche de Cagliostro (imaginaria aventura del célebre médico y ocultista veneciano Alessandro di Cagliostro), Silencio, El lecho vacío y Recuerda mis sueños. Su relato Instantáneas ha sido traducido al polaco e italiano; estas historias se encuentran reunidas en el volumen La noche de Cagliostro y otros relatos de terror, publicado por Valdemar, prestigiosa editorial del género. 
 
Cuando me ofrecieron trabajar como profesora de Literatura en el Hampton College, en Stoney, Cornualles, mi primer impulso fue no aceptar. Aunque en ese momento no había nada importante que me retuviera en Londres, no me atraía la idea de trasladarme lejos de la ciudad; por otra parte, el dinero que había heredado de mis padres, fallecidos cuatro años atrás en un accidente de tráfico, no era mucho, pero bastaba para permitirme vivir con ciertaholgura, y tampoco sentía ninguna urgencia de volver a ejercer la enseñanza, después de haber disfrutado de un año sabático con objeto de terminar de escribir mi libro sobre literatos victorianos y tomar apuntes sobre otro a propósito de las leyendas celtas, cuya escritura pretendía afrontar en cuanto hubiera reunido el material suficiente. (Si al fin no me hubiera decidido a aceptarlo, en contra de lo que había sido mi intención, no habría vivido los días más aterradores de mi existencia, relacionados en parte con el tema que deseaba tratar en mi nuevo libro, y seguiría siendo una joven profesora que creía ingenuamente en la superioridad de las teorías sobre las experiencias personales.) (Prólogo a 'La profecía del abad negro')
 
- de 1979, LEDICIA COSTAS ÁLVAREZabogada y escritora española. Publica en lengua gallega y castellana. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil en 2015 por Escarlatina, a cociñeira defunta.
En 2019 publicó su primera novela para adultos, Infamia, inspirada en el caso del asesinato de Marta del Castillo.
Obras: Unha estrela no vento, 2000. El corazón de Júpiter, 2012. Recinto Gris, 2014. Un animal chamado néboa, 2015. Verne y la vida secreta de las mujeres planta, 2016. La señorita Bubble, 2017. La balada de los unicornios, 2018. Los archivos secretos de Escarlatina, 2018. Las peripecias de Extravaganzza Pérez, 2018. Conexión Macarrón, 2019. Vampira de biblioteca: ataque polilla, 2020. La señorita Bubble: La primera aventura, 2020. La señorita Bubble: Aventura bajo cero, 2020. Los Minimuertos: bienvenidos al Otro Barrio, 2021. Los Minimuertos 2 - Criando malvas, 2021. Los Minimuertos 3 - Escuela de salvajes, 2021. Los Minimuertos 4 - Día de Vivos, 2021. Golpes de luz, 2021. Fantasmada, 2021. La liebre mecánica, 2022. La señorita Bubble: Dios salve a las reinas, 2022. El niño de fuego, 2022. Ultraluz, 2023.  Piel de cordero. 2024.
 
Fallecidos en esta fecha

- de 1988, CARLOS LEÓN, novelista, cronista, abogado y miembro de la Academia Chilena de la Lengua, nacido un 2 de junio de 2015.
Lejos de confirmar las dudas que sobre él presentó Neruda, no solo trabajó y creció en su trayectoria literaria, sino que obtuvo el reconocimiento en 1979 con el Premio regional de Literatura, y en 1980 con el Premio Joaquín Edwards Bello.
Fue encumbrado con su obra Las viejas amistades (1956).
Otras obras: las novelas Sobrino único (1945), Sueldo Vital (1964), Retrato hablado (1971), El pitingo (1978), Todavía (1981) y la crónica El hombre de Playa Ancha (1984).

- de 2000, falleció RICARDO J. BERMÚDEZ, arquitecto y escritor vanguardista panameño, nacido un 22 de agosto de 1914.
En 1951 ejerció como Ministro de Educación de Panamá y fue miembro de la Academia Panameña de la Lengua.
Se da a conocer con su libro Poemas de ausencia (1937). En 1941 publicó en Los Ángeles su famoso canto Elegía a Adolfo Hitler.
Obtuvo el premio Ricardo Miró en cuatro ocasiones, tres en poesía y uno en prosa. Los tres poemas galardonados son: Adán Liberado (1942), Cuando la isla era doncella (1954), y Con la llave en el suelo (1962). En prosa ganó con su libro Para rendir al animal que ronda (1974), colección de nueve cuentos. Es autor, además, del libro Laurel de cenizas, publicado en 1952.

Te he mirado tan lejos de mis ojos
que el agua que te copia se secó.
La fatiga erosiona las amarras
que me unen a tu voz y a tu reír,
los molinos de nuestras ansias truncas
pugnan por contener la soledad.
Sobre el aire tus manos gravan signos
que aumentan el furor de mi inquietud.
Por el cristal de mis poemas tuyos
transcurren negras aves otra vez,
las lejanías de mi voz sin torres
se arrastran como sombras tras de tí.
Una fuerza me arroja hacia el vacío:
en mi incendio tu cuerpo sabe a sal.
Todo se hunde en un fondo de espirales
bajo el reflujo inmóvil de mi ser,
anochece en las cuencas de mis manos
y un torrente de besos corre a tí.
Se ilumina y se apaga en la memoria
el pañuelo de llamas de tu adiós.

('Poema de fuga creciente', de Poemas de Ausencia (1937))
.
- de 2010, falleció JOSÉ ANTONIO LABORDETA, cantautor, profesor, escritor, presentador de televisión y político español.  Diputado en el Congreso por la Chunta Aragonesista en las legislaturas VII y VIII, acérrimo defensor del No a la guerra de Iraq y contrario al Trasvase del Ebro siempre marcó una nota diferente en el Hemiciclo. En un par de ocasiones llegó a un enfrentamiento verbal con algunos diputados del Partido Popular. En uno de ellos espetó su famosa frase «A la mierda». Él mismo decía que esta sería la frase que le pondrían como epitafio en su lápida, y explicaba que surgió debido a que había sido un día muy duro discutiendo sobre la Guerra de Irak y le increpaban con las frases «vete con la mochila a Teruel», y cuando alguien le dijo «qué me dices cantautor de las narices» no aguantó más y dijo la frase porque no le dejaban hablar.
La obra más decisiva de su trayectoria poética es Cantar y callar, que estaba preparando para su publicación en 1967 pero no apareció hasta cuatro años más tarde. En 2011 la editorial zaragozana 'Eclipsados' publicó Setenta y cinco veces uno, la poesía completa de Labordeta en dos tomos.

Hablo, por hablar,
hoy que está desierto el mar
y una paz agreste invade
estas turolenses llamaradas
de fuego y de dolor.
Hablo del día a día que sucede,
de las tardes que adiós nos despedimos,
de los hijos que llegan,
de las tierras que acogen nuestros cuerpos
y de todo aquello
que va formando, al fin, nuestra figura.
Del paso indefinido
hablo también
y hablo, para quedar en paz con mi conciencia,
del tiempo jamás recuperado,
huido entre sonrisas, adioses y lágrimas,
que nadie reservó para el otoño.
Hablo del campesino y de su hondura,
del herrero que fragua su tristeza,
del minero que invade las entrañas,
del poeta que, a solas, agoniza.
Hablo de mi mujer y su esperanza.
Y hablo de este pequeño dios
que ha entrado en casa,
después de tantos días esperado.
Hablo y hablo
y nunca sé por qué guardar silencio.
('Hablo por hablar', de Cantar y callar).

miércoles, 24 de febrero de 2021

Leyendo el Don Quijote. Audiolibro. Capítulo 11.

 Capítulo XI 

De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros

 

Fue recogido de los cabreros con buen ánimo, y, habiendo Sancho lo mejor que pudo acomodado a Rocinante y a su jumento, se fue tras el olor que despedían de sí ciertos tasajos de cabra que hirviendo al fuego en un caldero estaban; y aunque él quisiera en aquel mesmo punto ver si estaban en sazón de trasladarlos del caldero al estómago, lo dejó de hacer, porque los cabreros los quitaron del fuego y, tendiendo por el suelo unas pieles de ovejas, aderezaron con mucha priesa su rústica mesa y convidaron a los dos, con muestras de muy buena voluntad, con lo que tenían. Sentáronse a la redonda de las pieles seis dellos, que eran los que en la majada había, habiendo primero con groseras ceremonias rogado a don Quijote que se sentase sobre un dornajo que vuelto del revés le pusieron. Sentóse don Quijote, y quedábase Sancho en pie para servirle la copa, que era hecha de cuerno. Viéndole en pie su amo, le dijo:


—Porque veas, Sancho, el bien que en sí encierra la andante caballería y cuán a pique están los que en cualquiera ministerio della se ejercitan de venir brevemente a ser honrados y estimados del mundo, quiero que aquí a mi lado y en compañía desta buena gente te sientes, y que seas una mesma cosa conmigo, que soy tu amo y natural señor; que comas en mi plato y bebas por donde yo bebiere, porque de la caballería andante se puede decir lo mesmo que del amor se dice: que todas las cosas iguala.

—¡Gran merced! —dijo Sancho—; pero sé decir a vuestra merced que como yo tuviese bien de comer, tan bien y mejor me lo comería en pie y a mis solas como sentado a par de un emperador. Y aun, si va a decir verdad, mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón sin melindres ni respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco, limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad traen consigo. Ansí que, señor mío, estas honras que vuestra merced quiere darme por ser ministro y adherente de la caballería andante, como lo soy siendo escudero de vuestra merced, conviértalas en otras cosas que me sean de más cómodo y provecho; que estas, aunque las doy por bien recebidas, las renuncio para desde aquí al fin del mundo.

—Con todo eso, te has de sentar, porque a quien se humilla, Dios le ensalza.

Y asiéndole por el brazo, le forzó a que junto dél se sentase.

No entendían los cabreros aquella jerigonza de escuderos y de caballeros andantes, y no hacían otra cosa que comer y callar y mirar a sus huéspedes, que con mucho donaire y gana embaulaban tasajo como el puño. Acabado el servicio de carne, tendieron sobre las zaleas gran cantidad de bellotas avellanadas, y juntamente pusieron un medio queso, más duro que si fuera hecho de argamasa. No estaba, en esto, ocioso el cuerno, porque andaba a la redonda tan a menudo, ya lleno, ya vacío, como arcaduz de noria, que con facilidad vació un zaque de dos que estaban de manifiesto. Después que don Quijote hubo bien satisfecho su estómago, tomó un puño de bellotas en la mano y, mirándolas atentamente, soltó la voz a semejantes razones:

—Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío. Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras fuentes y corrientes ríos, en magnífica abundancia, sabrosas y transparentes aguas les ofrecían. En las quiebras de las peñas y en lo hueco de los árboles formaban su república las solícitas y discretas abejas, ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno, la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo. Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con que se comenzaron a cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se había atrevido la pesada reja del corvo arado a abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra primera madre; que ella sin ser forzada ofrecía, por todas las partes de su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hijos que entonces la poseían. Entonces sí que andaban las simples y hermosas zagalejas de valle en valle y de otero en otero, en trenza y en cabello, sin más vestidos de aquellos que eran menester para cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha querido siempre que se cubra, y no eran sus adornos de los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y la por tantos modos martirizada seda encarecen, sino de algunas hojas verdes de lampazos y yedra entretejidas, con lo que quizá iban tan pomposas y compuestas como van agora nuestras cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que la curiosidad ociosa les ha mostrado. Entonces se decoraban los concetos amorosos del alma simple y sencillamente, del mesmo modo y manera que ella los concebía, sin buscar artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No había la fraude, el engaño ni la malicia mezcládose con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus proprios términos, sin que la osasen turbar ni ofender los del favor y los del interese, que tanto ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del encaje aún no se había sentado en el entendimiento del juez, porque entonces no había qué juzgar ni quién fuese juzgado. Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo dicho, por dondequiera, sola y señera, sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento le menoscabasen, y su perdición nacía de su gusto y propria voluntad. Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta43; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste. Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos cabreros, a quien agradezco el gasaje y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi escudero. Que aunque por ley natural están todos los que viven obligados a favorecer a los caballeros andantes, todavía, por saber que sin saber vosotros esta obligación me acogistes y regalastes, es razón que, con la voluntad a mí posible, os agradezca la vuestra.

Toda esta larga arenga (que se pudiera muy bien escusar) dijo nuestro caballero, porque las bellotas que le dieron le trujeron a la memoria la edad dorada, y antojósele hacer aquel inútil razonamiento a los cabreros, que, sin respondelle palabra, embobados y suspensos, le estuvieron escuchando. Sancho asimesmo callaba y comía bellotas, y visitaba muy a menudo el segundo zaque, que, porque se enfriase el vino, le tenían colgado de un alcornoque.

Más tardó en hablar don Quijote que en acabarse la cena, al fin de la cual uno de los cabreros dijo:

—Para que con más veras pueda vuestra merced decir, señor caballero andante, que le agasajamos con prompta y buena voluntad, queremos darle solaz y contento con hacer que cante un compañero nuestro que no tardará mucho en estar aquí; el cual es un zagal muy entendido y muy enamorado, y que, sobre todo, sabe leer y escrebir y es músico de un rabel, que no hay más que desear.

Apenas había el cabrero acabado de decir esto, cuando llegó a sus oídos el son del rabel, y de allí a poco llegó el que le tañía, que era un mozo de hasta veinte y dos años, de muy buena gracia. Preguntáronle sus compañeros si había cenado, y, respondiendo que sí, el que había hecho los ofrecimientos le dijo:

—De esa manera, Antonio, bien podrás hacernos placer de cantar un poco, porque vea este señor huésped que tenemos que también por los montes y selvas hay quien sepa de música. Hémosle dicho tus buenas habilidades y deseamos que las muestres y nos saques verdaderos; y, así, te ruego por tu vida que te sientes y cantes el romance de tus amores, que te compuso el beneficiado tu tío, que en el pueblo ha parecido muy bien.

—Que me place —respondió el mozo.

Y sin hacerse más de rogar se sentó en el tronco de una desmochada encina, y, templando su rabel, de allí a poco, con muy buena gracia, comenzó a cantar, diciendo desta manera:

                  ANTONIO

   —Yo sé, Olalla, que me adoras,
puesto que no me lo has dicho
ni aun con los ojos siquiera,
mudas lenguas de amoríos.
   Porque sé que eres sabida,
en que me quieres me afirmo,
que nunca fue desdichado
amor que fue conocido.
   Bien es verdad que tal vez,
Olalla, me has dado indicio
que tienes de bronce el alma
y el blanco pecho de risco.
   Mas allá entre tus reproches
y honestísimos desvíos,
tal vez la esperanza muestra
la orilla de su vestido.
   Abalánzase al señuelo
mi fe, que nunca ha podido
ni menguar por no llamado
ni crecer por escogido.
   Si el amor es cortesía,
de la que tienes colijo
que el fin de mis esperanzas
ha de ser cual imagino.
   Y si son servicios parte
de hacer un pecho benigno,
algunos de los que he hecho
fortalecen mi partido.
   Porque si has mirado en ello,
más de una vez habrás visto
que me he vestido en los lunes
lo que me honraba el domingo.
   Como el amor y la gala
andan un mesmo camino,
en todo tiempo a tus ojos
quise mostrarme polido.
   Dejo el bailar por tu causa,
ni las músicas te pinto
que has escuchado a deshoras
y al canto del gallo primo.
   No cuento las alabanzas
que de tu belleza he dicho,
que, aunque verdaderas, hacen
ser yo de algunas malquisto.
   Teresa del Berrocal,
yo alabándote, me dijo:
«Tal piensa que adora a un ángel
y viene a adorar a un jimio,
   merced a los muchos dijes
y a los cabellos postizos,
y a hipócritas hermosuras,
que engañan al Amor mismo».
   Desmentíla y enojóse;
volvió por ella su primo,
desafióme, y ya sabes
lo que yo hice y él hizo.
   No te quiero yo a montón,
ni te pretendo y te sirvo
por lo de barraganía
que más bueno es mi designio.
   Coyundas tiene la Iglesia
que son lazadas de sirgo;
pon tú el cuello en la gamella:
verás como pongo el mío.
   Donde no, desde aquí juro
por el santo más bendito
de no salir destas sierras
sino para capuchino.

Con esto dio el cabrero fin a su canto; y aunque don Quijote le rogó que algo más cantase, no lo consintió Sancho Panza, porque estaba más para dormir que para oír canciones, y, ansí, dijo a su amo:

—Bien puede vuestra merced acomodarse desde luego adonde ha de posar esta noche, que el trabajo que estos buenos hombres tienen todo el día no permite que pasen las noches cantando.

—Ya te entiendo, Sancho —le respondió don Quijote—, que bien se me trasluce que las visitas del zaque piden más recompensa de sueño que de música.

—A todos nos sabe bien, bendito sea Dios —respondió Sancho.

—No lo niego —replicó don Quijote—, pero acomódate tú donde quisieres, que los de mi profesión mejor parecen velando que durmiendo. Pero, con todo esto, sería bien, Sancho, que me vuelvas a curar esta oreja, que me va doliendo más de lo que es menester.

Hizo Sancho lo que se le mandaba, y, viendo uno de los cabreros la herida, le dijo que no tuviese pena, que él pondría remedio con que fácilmente se sanase. Y tomando algunas hojas de romero, de mucho que por allí había, las mascó y las mezcló con un poco de sal, y, aplicándoselas a la oreja, se la vendó muy bien, asegurándole que no había menester otra medicina, y así fue la verdad.

Nota

¿Qué os parece el poema?

Podéis ver las expresiones y palabras comentadas en la página del Instituto Cervantes :

https://cvc.cervantes.es/literatura/clasicos/quijote/edicion/parte1/cap11/default.htm


martes, 22 de marzo de 2016

Leyendo "Don Quijote". 1ª parte. Capítulo 7 (vídeo).

Capítulo séptimo
De la segunda salida de nuestro buen caballero D. Quijote de la Mancha 



Las voces de Don Quijote, que en ese momento despertaba, hicieron que se interrumpiera la selección de libros, por los que se dan algunos títulos que fueron condenados al fuego siendo "inocentes".

Era más importante atender a nuestro protagonista, que puesto en pie, animaba en un supuesto torneo repartiendo cuchilladas por todas partes. Queriendo calmarle y que volviera al lecho y ante sus desvaríos, el cura, a quien llamó señor Arzobispo Turpin (de las aventuras de Roldán, caballero de Carlomagno) le calma: Calle vuestra merced, señor compadre, dijo el cura, que Dios será servido que la suerte se mude, y que lo que hoy se pierde se gane mañaa; y atienda vuestra merced a su salud por ahora, que me parece que debe de estar demasiadamente cansado, si ya no es que está mal ferido. Ferido no, dijo Don Quijote; pero molido y quebrantado no hay duda en ello
Y creyéndose esta vez Reinaldos de Montalbán, pidió de comer, comió y se volvió a quedar dormido.

Quemados los libros y tapiado el aposento-biblioteca para que no pudiera Don Quijote acceder a él (por obra de encantamiento, dirían) pasaron dos días hasta que nuestro caballero se levantó buscando, efectivamente, sus libros y quedó muy encolerizado por el supuesto hechizo. Sin embargo, permaneció en su casa muy tranquilo durante quince días entretenido con las visitas de sus amigos, el barbero y el cura.

Pero no cejaba en sus ideas, y por eso "En este tiempo solicitó Don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien (si es que ese título se puede dar al que es pobre), pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó de salir con él y servirle de escudero"

"Decíale entre otras cosas Don Quijote, que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase en quítame allá esas pajas, alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador de ella. Con estas promesas y otras tales, Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos, y asentó por escudero de su vecino.
No olvidaba los consejos que le diera el castellano que le había armado caballero, por lo que "Dio luego Don Quijote orden en buscar dineros; y vendiendo una cosa, y empeñando otra, y malbaratándolas todas, allegó una razonable cantidad. Acomodóse asimismo de una rodela que pidió prestada a un su amigo, y pertrechando a su rota celada lo mejor que pudo, avisó a su escudero Sancho del día y la hora que pensaba ponerse en camino, para que él se acomodase de lo que viese que más le era menester; sobre todo, le encargó que llevase alforjas."

Y así "Todo lo cual hecho y cumplido, sin despedirse Panza de sus hijos y mujer, ni Don Quijote de su ama y sobrina, una noche se salieron del lugar sin que persona los viese, en la cual caminaron tanto, que al amanecer se tuvieron por seguros de que no los hallarían aunque les buscasen. Iba Sancho Panza sobre su jumento como un patriarca, con sus alforjas y su bota, y con mucho deseo de verse ya gobernador de la ínsula que su amo le había prometido." Emprendieron el mismo camino que en su salida anterior tomara Don Quijote por el Campo de Montiel, y empezamos a ver en las conversaciones sobre la supuesta ínsula e incluso algún reino que el caballero prometía, la sabiduría socarrona y muchas veces tan acertada del escudero frente a las ilusiones y aires de grandeza de su nuevo señor.

¡Seguimos!