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viernes, 11 de noviembre de 2022

Garabateando: Escribe con Rosa Montero

A medias entre la verdad y la mentira y en clave de humor Rosa Montero en  La loca de la casa (Alfaguara, 2003) nos desvelaba ya la vanidad del escritor, su deseo de posteridad, los fantasmas que persiguen al autor novela tras novela, y también el tormento y el éxtasis, el sufrimiento y la vergüenza de ese “extraño ser” que es el novelista, que no puede evitar la sensación, cada vez que publica una nueva obra, de que se ha arrancado un pedazo de hígado y lo ha colocado encima de la mesa, “delante de la cual –dice Montero– van pasando los demás, que comentan despiadadamente lo que les parece”. (Fuente)

Dicen los entendidos que el libro que nos ocupa - "Escribe con Rosa Montero"(Alfaguara, 2017) es un canto de amor al cuaderno, al instrumento principal que la autora utiliza para escribir a mano, con pluma, para anotar detalles, para dejar correr su imaginación.
Pero sucede que este 'cuaderno' está lleno de tan buenos consejos y adornado con unas ilustraciones tales que sería un delito -en nuestra opinión, claro- emborronarlo con nuestros garabateos.

Puede (debe) convertirse, eso sí, en libro de referencia y consulta cuando, parafraseando a Serrat, las musas se olviden de uno.

Su entrañable dedicatoria en la pasada Feria del Libro de Madrid:
"Para mi amiga Marian este cuaderno de notas. Ahora, ¡llénalo!"

Veamos algunos de los consejos y propuestas vertidos en él y escuchemos luego a nuestra simpática autora hablando sobre el oficio de escribir, seguro que podemos tomar buena nota de quien, como ella, escribe y desarrolla una fecunda labor periodística desde su Periodismo y literatura (Guadarrama, 1973) y su novela Crónica del desamor (1979) hasta llegar a ser Premio Nacional de las Letras 2017.

"Ten siempre a mano un cuaderno de notas (...) una pequeña libreta en el bolsillo. Durante un mes haz al menos una anotación al día. Una observación sobre alguien que veas; un pensamiento; un apunte para un cuento o una escena".
"No obligues a tus personajes a hablar por ti".
En un texto de ficción "Los silencios, las ausencias pueden ser tan elocuentes como las palabras".
"Si no aprendes algo de tus textos, si no tienes la sensación de haber puesto un poco de luz en tus sombras, es que lo que has hecho no es suficientemente bueno".
"Lee mucho. Reescribe mucho. Piensa mucho"
"A García Márquez le devolvieron su primer manuscrito dieciséis editores". "En realidad, el camino de la literatura es amargo, decepcionante y a menudo humillante. Pero escribir es maravilloso".

 Contraportada: "Juega con las palabras. Disfruta. Vuela"



miércoles, 3 de enero de 2018

Garabateando: Rosa Montero

En este nuevo enfoque que queremos dar al blog para dejar las efemérides como un círculo cerrado en el 2017 (renovarse o morir) pretendemos -como ya habrán ido viendo- crear una sección diaria. Y quisiera estrenar ésta con una escritora querida y admirada por quien esto escribe por su trayectoria personal y humana: Rosa Montero.
Y le dedico esta sección que comienza en este día (cuando ha protagonizado tantas páginas de este blog), por ser en el que naciera en 1951. Por tanto, fecha de su cumpleaños.
Desde finales de 1976 trabaja para el diario El País, en el que fue redactora jefa del suplemento dominical durante 1980-1981, y lleva la columna semanal "Maneras de vivir".
Comentadas por mí, tras su lectura, están las novelas:  
Amado Amo (1988), 
  El peso del corazón (2015), y en muchas de ellas conservo su dedicatoria manuscrita.
 Actualmente está en la promoción de "La carne" (2016), obra sobre el paso del tiempo y la necesidad de amor, físico también, pasados los 60. Creo que en ella subyace, como en muchas de sus obras, el temor al terrible peso de la soledad.
Que se vea a simple vista, tiene tatuadas una bandada de pájaros en el brazo izquierdo y una salamandra en el derecho, un aire de niña terrible en el brillo de su mirada, su sonrisa franca y su inimitable modo de vestir tan personal, tan libre, tan sin modas, tan como ella es y tan como escribe.
Una perrita entre sus brazos en la Feria del libro de Madrid de 2016 y una afirmación rotunda en la del 2017: "nada de la RAE, no quiero saber más".


Y es que en esa cita obligada para poder estrecharle las manos y verla de cerca (seguirla ya lo hago en sus Twitter y Facebook, red en la que un 'me gusta' acompaña a cualquiera que comente, y hasta una respuesta personal que retrata lo que le llega al corazón y muestra lo que tantos no hacen: es ella misma la que lleva esa que llama 'su ciudad', próxima a los 120.000 habitantes. Me encanta cómo sabe compartir y dar belleza a la vista desde esas frías ventanas de hotel y su casi frenética actividad),  y el que siempre haya en esa cita un espacio y un tiempo para contestar a mis preguntas y unas cariñosas palabras que volcar en su dedicatoria.
Me quejé de que no la quisieran como académica de la lengua, cuando tanto aire fresco - y sabiduría- podría aportar, y con un cierto aire de "qué-se-le-va-a-hacer" y una mueca entre despectiva y triste, me respondió que ya no iba a optar más a ello. "Ellos se lo pierden" le respondí, y volvió a aparecer su faz risueña, optimista, viva. La verdad es que todos lo perdemos.
Me regaló una de sus obras en mi cumpleaños y dejó -ya la tenía- una impronta en mi corazón que nunca dejará de existir mientras yo exista.
Quisiera poder decir que lo he leído todo de ella y creo que sería del todo falso porque cuando empecé a seguirla más de cerca con 'La loca de la casa', 2003 (ya la había conocido con 'Te trataré como a una reina', 1983), comprobé la imposibilidad de poder abarcar todo lo que da de sí su fecundidad periodística a través de sus entrevistas (que me encantan), sus biografías (que me fascinan) y sus artículos (que transmiten energía y vida), pero lo he intentado y sigo en ello.
Admiro a Rosa Montero -sé que se nota y quiero que se note :)-, y disfruto cualquier reconocimiento a su figura, como el Premio Nacional de Literatura. Sin pertenecer a ninguno de sus círculos cercanos, pero más cercana seguro que muchos, aquí me tiene y me tendrá mientras ella quiera.
¡Feliz cumpleaños!
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https://youtube.com
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jueves, 30 de julio de 2015

Salón de lectura.- "El peso del corazón", de Rosa Montero. El regreso de @BrunaHusky

Creo que de todos es sabido aquí mi admiración por esta gran escritora y mejor persona, Rosa Montero.
En este blog queda constancia de mis comentarios (por orden de publicación de la opinión) sobre algunas de sus obras:
 
 "El corazón del tártaro".- http://educacion-ne.blogspot.com/2013/09/salon-de-lectura-rosa-montero-el.html

Tengo que hacer los deberes y seguir comentando más obras, pero por cercanía en la publicación y por el impacto que me dejara Bruna Husky en su primera aparición, tenía muchas ganas de leer esta segunda: "El peso del corazón". 

Ha sido un regalo de cumpleaños (gracias, Jose) este 12 de julio, y de la facilidad de su lectura y de su interés dan fe el hecho de poderlo comentar ya. Lo digo porque solo leo de noche, en la cama, antes de que el cansancio me pueda y me traiga el anestesiante y reparador sueño; leo para sumergirme en otro mundo, relajarme, olvidando los problemas cotidianos, y conocer una nueva perspectiva.

Reconozco que tenía ganas de leerlo en cuanto supe de su publicación, y esto tiene un peligro, porque si te gustó mucho el primero, la saga puede no responder a las espectativas, decepcionarte (por algo dicen que segundas partes nunca fueron buenas)... No es el caso, en absoluto.

Para los que no han conocido antes a "nuestra" rep, uso las palabras que incluí para presentarla en el comentario a "Lágrimas en la lluvia":

Año 2109, Madrid, Estados Unidos de la Tierra, una replicante (rep), un ser artificial más humano que muchos humanos. Una obsesión: saber que sus días están contados y conocer, además, la terrible muerte que le espera, el TTT. Un destino: ser rep de combate. Una naturaleza: conocer que sus recuerdos, su memoria, son ajenos, implantados para darle una personalidad, una razón de ser, que sabe positivamente falsos, y una realidad: su combate no es contra otros, sino contra ella misma, contra su condición, su destino y sobre todo, con la levedad del ser que marca su tiempo, su trayectoria vital inevitable, inexorablemente, sin que pueda hacer nada por cambiarlo.
Entre tanto, una sociedad, unos amigos, unas circunstancias y una lucha: la vida. Cómo, a pesar de saber que nuestros días están contados, la despilfarramos agobiándonos, aferrándonos a unos recuerdos falsos, a unas certezas dudosas y a un dolor: la soledad, la ausencia. Y ante todo y sobre todo, la esperanza, que hace que valga la pena vivir, investigar, pelearse para desentrañar injusticias, rencores, prejuicios y fobias.

 
Como el ambiente y la protagonista son los mismos, esto vale. Pero la novedad es el paso a más que da la autora para entrar en la complejidad de un futuro no tan lejano, para tratar el peligro de la energía nuclear y ahondar en la problemática de los residuos nucleares (tan actual por otra parte, que los noticiarios nos hablan estos días de uno de esos 'cementerios radiactivos' en Villar de Cañas (Castilla-La Mancha).

Bien, nos han puesto muy fácil destacar la importancia de la temática que es el telón de fondo de la trama de "El peso del corazón", que Rosa desmenuza con la seriedad que pone en cada investigación.
Pero lo que no es tan fácil es desentrañar de nuevo la lucha de esta ¿ingenua? replicante hecha para combatir y que, sin embargo, está más dotada para el verbo AMAR en todas sus acepciones por la tremenda carga de humanidad que hay en ella, y que achaca a las memorias 'reales, aunque no propias' que conforman sus recuerdos y vivencias.

Sea como fuera, el amor a la niña, la capacidad de fantasear para disfrazar un mundo cruel, para embellecerlo, el amor sexual, el amor al amigo... ocupan un primer plano  que interesa tanto o más que la investigación para la que contratan a la protagonista, ya de por sí interesante y bien llevada.

De nuevo, pues, los afectos, la lucha por la vida, el 'carpe diem' frente a la dictatorial sabiduría de conocer no sólo que hemos de morir, sino la fecha concreta, el cuándo y el cómo sucederá. También la vejez, la amistad, la injusticia con la infancia y con nosotros mismos, la dictadura de la religión fanática, la enfermedad y la muerte...

En fin, "El ininterrumpido ir y venir del tigre ante los barrotes de su jaula para que no se le escape el único y brevísmo instante de la salvación" (Elías Canetti, sic. Rosa Montero).

Para terminar, me permito hacer mías las maravillosas palabras que terminan el libro:
"A veces pienso (...) que formamos un todo capaz de moverse al unísono a través del éter, como un cardumen de peces en el mar del tiempo. Qué pena que, pese a esa profunda y delicada sintonía, no consigamos dejar de matarnos los unos a los otros".

De nuevo, y una vez más, gracias, Rosa.