Y es
que si tenemos nombre, tenemos santo (por lo menos mientras se mantuvo
la costumbre de elegir en la pila bautismal o en el registro civil,
entre el amplio listado de nombres venerados por la iglesia) y ese
santo, como corresponde, parece querer habitar regiones "etéreas" mejor
que atender a la tantas veces cruda y aburrida realidad.
Se usa
también en primera persona: "Se me ha ido el santo al cielo y ... no me
acordé de la cita", o... "y no sé lo que iba a decir".
En
resumen: ese santo con tendencias a lo celestial que suele acompañar a
los despistados ;)
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
La
primera referencia que se me ha venido a la cabeza relacionando
experiencias entre profesor y alumnos es la de una serie de TV que veía
en mi adolescencia (hace años ya, pues) en la que un joven profesor de
Literatura , alto y
espigado, hacía algo más que enseñar. Lo siento:
no he podido localizarla.
Más cercana y con el mismo argumento, la
genial película protagonizada por Robin Williams "El Club de los poetas
muertos", guión
convertido en
novela en el 1991 ( "Dead poets society". N.H.Kleinbaum)
y algo más lejana, pero no menos actual, ya que al fin y al cabo
consiste en los mismo: ganarse a los alumnos para poder cumplir su
misión (y vocación) de enseñar:
"Rebelión en las aulas" (1967) de Sidney Poitier.