Este gato tuvo tanta notoriedad como Larry, que habita permanentemente en el número 10 de Downing Street, residencia de cada primer ministro inglés.
Autores del s.XX y XXI en las lenguas españolas (y premios Nobel de Literatura) nacidos en esta fecha
Educada en diferentes países europeos, aprendió los idiomas francés, inglés y polaco.
En su primer libro, Pachacútec inca Yupanqui (1953), rescata la importancia de este gobernante inca en la construcción del Tahuantinsuyo. Son importantes también sus estudios consagrados a las sociedades precolombinas de la costa peruana, un campo poco estudiado hasta entonces (Curacas y sucesiones: costa norte, 1961). Otras obras estarán orientadas a campos tan diversos como los estudios de género (La mujer en la época prehispánica, 1986) o la permanencia y cristianización de cultos precolombinos (Pachacamac y el Señor de los Milagros: una trayectoria milenaria, 1992).
En 1979 fue nombrada miembro de número de la Academia Nacional de la Historia, de la que fue además Vicepresidente. Asimismo, fue miembro correspondiente de la Real Academia de la Historia (España) y de la Academia Nacional de la Historia (República Argentina).
Obras completas (2005).
Hurtado tenía gran habilidad para el suspenso y un gran poder de visualidad. Sabía crear atmósferas. Se destacó como escritor en estos géneros, y también por su labor difusora, pues fue compilador de varias antologías de cuentos. Creó y dirigió la legendaria colección Dragón, primer sello cubano que difundió la literatura policíaca, fantástica y de ciencia ficción en la isla y que permitió que los cubanos conocieran clásicos mundiales como Ray Bradbury, Isaac Asimov, Arthur Conan Doyle y C.S. Lewis. También fundó las colecciones Fénix (dedicada a promover la poesía cubana) y Cuadernos R (para igual función en la prosa).(Fuente)
Entre sus obras: La Seiba (poesía, 1961), Pintores cubanos (ensayo, 1962), Carta de un juez (cuentos, 1963), La ciudad muerta de Korad (poesía, 1964), Paseo del malecón (1965) y Los papeles de Valencia el Mudo (antología póstuma, 1983).
La ciudad muerta refleja el frío de mi piel.
Su puerta, de verde bilis pintada,
es cadáver insepulto en tierra feroz de sonrisas.
Voy entre los grandes vientos de Marte
hacia la ciudad muerta de Korad.
La soledad del aire no responde a mi soliloquio.
Sabor de serrín y lengua hinchada.
Paso por el abismo de sus calles
con mi boca seca y mi inútil oficio de árbol grande.
Ellos quieren podarle su corona
a la hora en que sube la marea en los canales;
ahora y en la hora en que mi voz justa
te busca en esa torre
donde mi eco te nombra, Dejah Thoris.
Sirena de crepúsculos y de noches,
yo quiero engendrar en tu belleza
el fruto largo tiempo retenido;
y en la tibia medianoche de un estío
derretir el frío que siempre te devora.
Voy hacia ti, trenzando mis dedos en tu cabellera.
La mano se detiene suave en su seda;
pues más suave que el agua es tu cabello.(Fragmento de 'La ciudad muerta de Korad').
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- de 1922, José María FONOLLOSA, poeta español de la generación de la posguerra recordado en la fecha de su defunción, un 7 de octubre de 1991.
Se le considera un caso singular de poeta secreto en la literatura española (al estilo de Constantino CAVAFIS o PESSOA), ya que se mantuvo inédito durante casi treinta años, entre 1961 y 1990, periodo en que permaneció al margen de corrientes literarias y totalmente desconocido para crítica y público.
13. Salgo a la calle. Dudo hacia cuál lado
dirigirme. Da igual un sitio que otro.
Todas las direcciones se bifurcan
en incomodidad o aburrimiento.
De la alta oscuridad baja la lluvia
tropezando en las ráfagas del aire
y se agarra al cabello, manos, traje...
Es bueno caminar en la llovizna.
Es bueno andar despacio bajo el agua.
Sin rumbo uno asimismo, lluvia y viento,
como agua y soplo, nada, por la calle. (En 'Destrucción de la mañana')
Tras el triunfo de los revolucionarios liderados por Fidel Castro se trasladó a Cuba, y colaboró con su amigo 'el Che' en los preparativos logísticos de la guerrilla en la provincia argentina de Salta, realizando un trabajo exploratorio en la zona y reclutando médicos que se necesitaban en Cuba porque se habían ido más de la mitad de la isla.
Obras: Con el Che Guevara de Córdoba a la Habana (1995), Con el Che por Sudamérica (2002), Un gitano sedentario (autobiografía, 2007), El Che confía en mí (entrevista, 2010).
El día 9 fuímos al asilo, río abajo. La primera impresión que produce es que se trata de uno de esos tantos pueblitos ribereños de vida normal. Casas de madera de pona, diseminadas sin plan, comercios que abren sus puertas a los transeúntes, canoas y botes a motor que salen del pequeño muelle o entran en él cargados con racimos de plátanos, papayas, pescado seco o fresco y otras
frutas.
Pero pronto nuestra atención fue absorbida por algo realmente doloroso: la mayoría de estos hombres y mujeres sufren mutilaciones. Tanto sus pies como sus manos, además de presentar las manchas indelebles del mal de Hansen, muestran pérdidas de falanges o dedos completos.
Todos los enfermos viven en familia, con sus mujeres e hijos, existe dificultad para separar a los padres de sus críos. Todos los internados han vivido en las orillas de los ríos Ucayali y Yaraví, donde la lepra es endémica y es algo normal ver un enfermo por esos contornos; el martes 10 recorrimos y
trabajamos en el leprosorio y por la tarde jugamos fútbol. Durante el encuentro recibí un raspón en una pierna. Brotó un hilo de sangre. Al concluir el partido me lancé de cabeza al río, tras Ernesto. No había concluido de sumergirme cuando sentí la sensación de que algo gelatinoso se me adhería a la pierna y luego un agudo dolor semejante a un pinchazo hipodérmico. Hice pie y saqué hacia arriba la extremidad al tiempo que exclamé:
-¡Ernesto! ¿Qué tengo en la pierna?
Ágil como siempre, mi compañero se acercó y de un tirón me arrancó una piraña que se me había prendido a la pantorrilla, atraída por la pequeña pérdida de sangre de mi herida; salimos rápidamente del agua. Ernesto me mostró sonriente el pedacito de piel, músculo y pelo que la piraña sostenía entre sus dientes triangulares. (Fragmento de 'Con el Che por Sudamérica').
Entre sus más de cuarenta libros figuran Godard polémico (1969), Historia del cine (1969), El lenguaje de los cómics (1972) y Mensajes icónicos en la cultura de masas (1974). Se suman tres volúmenes sobre el cine en España: Un cine para el cadalso. 40 años de censura cinematográfica en España (1975), El cine español en el exilio (1976) y El cine sonoro en la II República, 1929–1936, (1977). Además publicó: El simio informatizado (1987), La mirada opulenta (1987), La caza de brujas en Hollywood (1987), Del bisonte a la realidad virtual (1996), Viaje de ida (1997) o Proyector de luna (1999). En el siglo XXI, ha escrito Máscaras de la ficción (2002), Patologías de la imagen (2004), La imagen pornográfica y otras perversiones ópticas (2005), Metamorfosis de la lectura (2010) y Cultura audiovisual (2013).
A lo largo del 99 por ciento de su existencia, el ser humano ha vivido una prolongada etapa de cazador, de la que empezó a salir hace menos de diez mil años, para entrar en la del pastoreo y la agricultura del Neolítico. En aquella prolongadísima fase de existencia de nuestra especie, el hombre vivió muy precariamente, enfrentado a bestias temibles y padeciendo una inseguridad angustiosa. La profunda huella emocional generada en aquel dilatado periodo ha pervivido filogenéticamente hasta el actual ciudadano de la era postindustrial, convirtiéndole en presa fácil de angustias y zozobras psíquicas. Así, los niños pequeños tienen miedo a la oscuridad, aun sin haber padecido ninguna experiencia punitiva asociada a ella, como herencia filogenética de la inseguridad y desprotección del hombre primitivo en la noche yen un entorno de alto riesgo.
Por otra parte, los etólogos han demostrado convincentemente que, en la vida social, al igual que en la naturaleza, asistimos muchas veces a relaciones parecidas a las que los depredadores mantienen con sus presas, mediante simulaciones, tretas y agresiones, aunque en la vida social se produzcan en un marco de normas que las reglamentan y, por tanto, legitiman, a la vez que liman sus aristas más brutales y explícitas. (Fragmento de 'El eros electrónico', pdf , 2000)
Fallecidos en esta fecha
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Debutó en la literatura en 1949 con el poemario Primer consejo a los arcángeles del viento, y como crítico en diarios y revistas en 1952. En 1953 asume la presidencia del recién fundado Círculo Literario Carlos Mondaca Cortés de La Serena, una de las instituciones culturales más antiguas de Chile. Participó en el proyecto de la Editora Nacional Quimantú (1971) y fue director de la revista Mapocho.
En 1974, durante la dictadura de Augusto Pinochet, renunció a la docencia universitaria por la intervención militar en los establecimientos de educación superior.
Miembro de número de la Academia Chilena de la Lengua desde el año 1981, en 1993 fue nombrado director del Centro de Investigaciones Diego Barros Arana de la Biblioteca Nacional de Chile.
Últimas obras: Palimpsesto. Retorno a Sicilia (2005), El misionero involuntario. Diarios, 1996-1999 (2007), Ventura y desventura de Eduardo Molina (2008) y Oficina de mujeres extraviadas (2009).
Como si fuera hoy, venías en tardes de verano,
A ras de hierba, el año indolente coronaba
unos muros que creímos invencibles. Tú olías
a cebada, en un vago almacén de aquella esquina.
Amor de nunca, a hurtadillas te cogía los cabellos.
Ruedan las piedras tibias, silbando hacia el ciruelo.
Un relincho de caballos invade la calleja
y el quieto yuyal profana el tedio de la casa.
Tal vez el río distraído lame pasos vehementes
y las verjas resplandecen. Vagas caligrafías
evitan las palabras y todavía el tren avanza
ciego, en esos años. En el orden de los pájaros,
un viento muerto sopla nuevamente. Torna
el pregón del barquillero, junto a un tilo
de la plaza. Pone el aromo ciento de pupilas
amarillas en la noche. Pulcras gentes de otro
tiempo danzan, balanceando las sombrillas
o se sientan en escaños silenciosos.
A veces río, a veces lloro, y en todo hallo, gris
y terco, el olor tan solo de la cebada aquella. (Tardes de verano)
- de 2010, Juan MARICHAL, ensayista, crítico literario e historiador español ganador del Premio Canarias de Literatura en 1987 -junto a la ensayista María Rosa Alonso- y del Premio Nacional de Historia de España en 1996.
Su carrera profesional se desarrolló en los Estados Unidos: fue profesor de estudios hispánicos en la Universidad de Harvard, desde 1948 hasta 1988, año en que se jubiló.
Residió en España desde 1989 hasta la década de 1990, y fue miembro de la Junta Directiva de los Amigos de la Residencia de Estudiantes, director del Boletín de la Institución Libre de Enseñanza y asociado al Instituto Universitario Ortega y Gasset.
Entre sus obras: La vocación de Manuel Azaña (1968), Tres voces de Pedro Salinas (1976), Cuatro fases de la historia intelectual latinoamericana: 1810-1970 (1978), Teoría e historia del ensayismo hispánico (1984, ampliación de su libro de 1957), El intelectual y la política en España (1898-1936) ( 1990), El secreto de España. Ensayos de historia intelectual y política (1996) y El designio de Unamuno (2002).
Debo ahora expresar mi agradecimiento a los profesores del instituto que tuve en Valencia y Barcelona. Es decir, en el Nicolás Salmerón y en el Instituto Blasco Ibáñez de Valencia los profesores condujeron sus clases como si no hubiera guerra haciendo del trabajo escolar un lugar de paz. Recuerdo en particular al profesor Eduardo Nicol de Barcelona, que fue el mejor profesor de Filosofía que yo he tenido. Nos obligaba a escribir un «diario» de nuestras clases y lecturas, y aquello fue para mí el comienzo de las meditaciones históricas que ha sido mi vida universitaria desde entonces.
En 1938 marcó otro factor decisivo en mi formación educativa, puesto que estuve interno en un liceo de París, y allí estaba cuando terminó la guerra de España en 1939. No viví así la tremenda experiencia colectiva que fue el escapar a los vencedores de 1939.
En el invierno de 1940 pude trasladarme a Casablanca e ingresé inmediatamente al Liceo Lyautey, donde encontré el mismo nivel de estudios que había en París, dado el centralismo educativo francés de la III República que facilitaba el traslado de estudiantes de una región a otra. Tuve la suerte de terminar en junio de 1941 el Bachillerato francés que tantas puertas me abriría en México y Estados Unidos.
Pero no sería hasta octubre de 1941 que nuestra familia pudo salir de Casablanca, en un barco portugués, el «Quanza», el cual echó rumbo al Atlántico Norte, repleto de republicanos españoles, entre ellos el primer presidente de aquel régimen, don Niceto Alcalá Zamora. El «Quanza» siguió un derrotero marcado por un mando naval inglés para evitar en lo posible a los submarinos nazis. (Fragmento de «Itinerario biográfico de un isleño octogenario»)