Capítulo trigésimo tercero
Donde se cuenta la novela del curioso impertinente
Habíamos dejado a nuestro caballero durmiendo, y a sus amigos en confortable sobremesa hablando sobre libros...
Todos
conocemos (o deberíamos conocer) las maravillosas "novelas ejemplares"
de Cervantes, y hemos ido viendo cómo se intercalan en esta obra novelas
dentro de la novela principal principalmente narradas por sus propios
protagonistas.
Pues bien, en este caso, se habla en tercera persona y se cuenta cómo En
Florencia, ciudad rica y famosa de Italia, en la provincia que llaman
Toscana, vivían Anselmo y Lotario, dos caballeros ricos y principales, y
tan amigos, que por excelencia y antonomasia de todos los que los
conocían, "los dos amigos" eran llamados.
Estaba
Anselmo enamorado, y pidió ayuda a su buen amigo para seguir los
cánones de la época y solicitarla como esposa. Todo fue bien y la boda
se celebró. Y considerando Lotario que debía dejar solos al nuevo
matrimonio, comenzó a espaciar sus visitas, lo que en modo alguno
pareció bien a su gran amigo.
Tantas quejas le dio porque hubiera
cambiado las costumbres que tenían de solteros, que Lotario se
comprometió a comer con ellos dos días por semana y los días de fiesta,
aunque procuraba dilatarlo porque pensaba que no estaría bien visto y
podría dar origen a maledicencias el que un hombre joven visitara tan a
menudo una casa en la que vivía una mujer tan bella como Camila.
Así
pasaba el tiempo hasta que un día Lotario le confiesa que a pesar de lo
afortunado que era por posición, fortuna y matrimonio,, no era feliz,
pues vivía con una preocupación: que no podía constatar que su mujer era
buena y virtuosa mientras no pudiera demostrarlo viendo cómo se
comportaba en una situación comprometida... Así que no se le ocurre otro
modo de comprobarlo que pidiendo a Lotario el
ver que si de ti es vencida Camila, no ha de llegar el vencimiento a
todo trance y rigor, sino a sólo tener por hecho lo que se ha de hacer
por buen respeto, y así no quedaré yo ofendido más de con el deseo, y mi
injuria quedará escondida en la virtud de tu silencio, que bien sé que
en lo que me tocare ha de ser eterno como el de la muerte;.
Naturalmente
Lotario no podía creerse la locura de su amigo y se sintió indignado
porque le pidiese algo tan en contra de su forma de ser como era el
faltar al respeto debido a una mujer casada, máxime tratándose de la
mujer de su mejor amigo.
Pero la locura y curiosidad de Anselmo
llegaba hasta tal punto que a pesar de los buenos razonamientos y
ejemplos que Lotario le dio, se vio obligado a decir que sí a sus
requerimientos y prometió empezar a cortejar a Camila, su esposa.
Sin
embargo, no se veía capaz de hacerlo por su condición de caballero, así
que, aunque Anselmo les dejaba solos con cualquier excusa, él se
limitaba a pasar el tiempo y contar a su amigo lo que le parecía para
hacerle creer que le seguía en su locura y mantener la honra de su
esposa.
Hasta le ofreció dinero para que la tentara con joyas... Y
Anselmo se hallaba cada vez más apurado para poder mantener la farsa sin
romper la promesa que su amigo le había arrancado.
El caso es que a
Anselmo no le parecía suficiente con que su amigo le contase, y decidió
esconderse para comprobar por sí mismo lo que trataban Lotario y Camila
mientras estaban solos, y así pudo comprobar cómo Lotario se mantenía
respetuosamente apartado de Camila, sin querer provocar ninguna
situación incómoda.
Era tal la locura de Anselmo, que llegó a
recriminar a Lotario por faltar a su promesa y a tacharle de mentiroso.
Eso sirvió para excitar el amor propio del amigo que hasta entonces tan
honesto y fiel había sido, y le llevó a dar a Anselmo su merecido,
tentando a la Fortuna. Y así, Anselmo, para favorecer sus planes, se
ausentó ocho días, ordenando a Camila que siguiera recibiendo en su casa
y atendiera a Lotario como si de él mismo se tratara.
Afligióse
Camila, como mujer discreta y honrada, de la orden que su marido le
dejaba, y díjole que adviertiese que no estaba bien que nadie, él
ausente, ocupase la silla de su mesa; y que si lo hacía por no tener
confianza, que ella sabría gobernar su casa, que probase por aquella
vez, y vería por experiencia cómo para mayores cuidados era bastante.
Anselmo le replicó que aquel era su gusto, y que no tenía más que hacer
que bajar la cabeza y obedecelle. Camila dijo que así lo haría, aunque
contra su voluntad.
El caso es que, como bien dice
el refrán: "el hombre es fuego y la mujer estopa, viene el diablo y
sopla", y Lotario comenzó a interesarse por Camila de verdad y empezó a
cortejarla...
Ella, como mujer honesta que era, ....
¡Seguimos!