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miércoles, 30 de enero de 2013

Refrán en mano- "Año de nieves, año de bienes"

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Aunque en este año aún no hemos visto un Madrid nevado, sí hemos visto adornada nuestra sierra con este preciado elemento. Tan valorado, que se le atribuye la importancia de convertir un año en venturoso... ¿Por qué?

En correspondencia con el "No hay mal que por bien no venga", hay que relacionar la llegada de los fríos y las nevadas con la época del deshielo primaveral que surtirá del agua tan necesaria a nuestros ríos y cauces de manera que al llegar los tiempos de vacas flojas, es decir, los calores estivales, tengamos los pantanos llenos y no suframos de las tan temidas sequías. (*)

Siendo la que esto escribe friolera compulsiva y partidaria cien por cien de temperaturas más cálidas, no puede por menos que reconocer que la aceptación de lo inevitable es un don, que "al mal tiempo, buena cara" y que "no hay mal que cien años dure". Caiga la nieve, pues, y sea bienvenida por lo que significa y por la belleza de que dota al paisaje.
 
Sin embargo, no puedo evitar recordar y lamentar los tristes episodios de inundaciones sufridas en  estos días por  distintas comunidades españolas, debidas quizás en gran parte a una falta de previsión, como ya mencioné comentando "Con el tiempo vuelven las aguas a su cauce". Vayan mis deseos de pronta recuperación de sus casas y bienes.
 
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Como lectura recomendada para esta época ¿por qué no el "Cuento de Navidad" de Dickens? Os aseguro, si es que no lo conocéis ya hasta en cine, que es una delicia.

Fue escrita en 1843, se trataba de una novela corta con claros toques góticos y fantasmales en su trama, que trataba de un hombre avaricioso y miserable, Ebenezer Scrooge, obligado a enfrentarse con sus fantasmas interiores, personificados en tres espíritus: el espíritu de las navidades pasadas, el espíritu de las navidades presentes y el terrible espíritu de las navidades futuras. El anciano se dará cuenta de los terribles errores cometidos y del terrible futuro que le espera, por lo que cambiará recuperando la bondad y generosidad de su alma. (comentario tomado de www.espaciolibros.com )

(*) Al escribir esto aún no habíamos padecido las consecuencias de la catastrófica Filomena, pero "a toro pasado" hay que reconocer que este refrán es verdadero por cómo benefició a la flora de nuestros jardines y a la reserva aquífera.