Se conmemoran el Día mundial de la HEMOFILIA y el Día Europeo de la INFORMACIÓN JUVENIL.
Tener, al mediodía, abiertas las ventanas
del patio iluminado que mira al comedor.
Oler un olor tibio de sol y de manzanas.
Decir cosas sencillas: las que inspira el amor...
Beber un agua pura, y en el vaso profundo
ver coincidir los ángulos de la estancia cordial.
Palpar, en un durazno, la redondez del mundo.
Saber que todo cambia y que todo es igual.
Sentirse, ¡al fin!, maduro, para ver en las cosas
nada más que las cosas: el pan, el sol, la miel...
Ser nada más el hombre que deshoja unas rosas,
y graba, con la uña, un nombre en el mantel... ('Mediodía')
Actualmente está a cargo de la columna "Horrores Idiomáticos y Algo Más", en el rotativo Prensa Libre.
Cada día que pasa leo y escucho más gazapos, de los cuales anoto aquí algunos: “Le, les”. Rara es la persona que escribe adecuadamente este pronombre de 3a. persona, que sustituye al objeto indirecto (dativo), no tiene género, e igual se le aplica al masculino que al femenino. En lugar de usar el plural “les” para que haya concordancia, utilizan “le”: “le digo a mis lectores…”, cuando lo apropiado es: “les digo a mis lectores…”, puesto que son varios. Si fuera uno solo, estaría bien usar el singular: “le digo a mi lector”. “Le daré a ustedes la buena noticia de que Guatemala ganó el campeonato mundial de fútbol”, no solo es una incorrección gramatical, pues debería ser “les daré a ustedes la buena noticia…”, sino un sueño que muy difícilmente se convertirá en realidad. En tiro al blanco, tiro al aire, a quien no ceda la vía, y hasta tiro al prójimo, nuestro país sí se lleva el campeonato indiscutible. (Fragmento del espacio 'Horrores idiomáticos' en Prensa Libre)
Quién podrá vivir seguro,
si su hermosura Divina
Con los ojos y las voces
Duplicadas armas vibra.
El Mar la admira Sirena,
Y con sus marinas Ninfas
Le da en lenguas de las Aguas
Alabanzas cristalinas:
Pero Fabio que es el blanco
Adonde las flecha tira,
Así le dijo, culpando
De superfluas sus heridas:
No dupliques las armas,
Bella homicida,
que está ociosa la muerte
Donde no hay vida. (Últimas estrofas de 'Letras para cantar' y otros poemas)
Fue Secretario de Justicia e Instrucción Pública, por dos veces Secretario de Relaciones Exteriores, y en 1883 es nombrado Ministro de México en Londres.
Últimas obras: Don Nicolás Bravo o la clemencia mexicana (1900); Juárez y el libro de Bulnes (1904); Episodios en la vida de Juárez (1906). Sus Poesías fueron recopiladas y publicadas en 1911.
En su trabajo filosófico, como escritor y profesor de ética en la Universidad Complutense de Madrid, enfatizó la importancia de los intelectuales en una sociedad cada vez más mecanizada, injusta y deshumanizada.
Su obra es una reflexión ética, política y religiosa, que se esfuerza por recordarnos los peligros, de una sociedad meramente tecno-científica y cibernética ante la escasez de solidaridad y humanismo.
Sus Obras completas, constan de 6 volúmenes: Filosofía y religión, Ética, Ética y sociedad, Moral, sociología y política (I y II) y Estudios literarios y autobiográficos.
En 1995, un año antes de su muerte, le fue concedido el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.
La llamada guerra del golfo Pérsico nos ha traído al primer plano de la actualidad, y con ella al de la reflexión, el problema del fundamentalismo religioso. Fundamentalismo islámico, sin duda, pero también quizá fundamentalismo cristiano, y ése es nuestro problema. El Foro del Hecho Religioso, del que todos los años doy cuenta aquí, ha tratado este tema en el último fin de semana del mes de septiembre. Y a propósito de: él escribí y hablé yo mismo sobre la actualización, por el presidente Bush, del fundamentalismo puritano: el pueblo de Norteamérica, originariamente puritano (recuérdese New England, recuérdese que, según esta tradición, los genuinamente americanos son los WASP: blancos, anglosajones, protestantes), pueblo elegido de Dios, como otrora el judío, pero ahora por su virtud cardinal de una laboriosidad generadora de riqueza, tiene el destino manifiesto de dominar no sólo a toda América, como se venía creyendo, sino al mundo entero.Monoteísmo y fundamentalismo del pueblo elegido lo fue, originariamente, el judío, pero no por poderoso, sino, al revés, por perseguido. Tanto que se dispersó, y hasta su regreso sionista a Israel, de la mano de Estados Unidos, los judíos, superando persecuciones y limitaciones impuestas por los cristianos, se asimilaron el nuevo espíritu europeo, del que fueron y son muchos de ellos representantes eminentes. (Fragmento de 'Del fundamentalismo y el integrismo', artículo de El País, octubre, 1991 y otros artículos)
Está relacionado de manera inherente con el realismo mágico y su obra más conocida, la novela Cien años de soledad, es considerada una de las más representativas de este género.
Entre sus novelas: La hojarasca (1955), El coronel no tiene quien le escriba (1961), La mala hora (1962), Cien años de soledad (1967), El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), El general en su laberinto (1989), Del amor y otros demonios (1994) y Memoria de mis putas tristes (2004).
Había sentido ese ruido «las otras veces», con la misma insistencia. Lo había sentido, por ejemplo, el día en que murió por primera vez. Cuando —ante la vista de un cadáver— se dio cuenta de que era su propio cadáver. Lo miró y se palpó. Se sintió intangible, inespacial, inexistente. Él era verdaderamente un cadáver y estaba sintiendo ya, sobre su cuerpo joven y enfermizo, el tránsito de
la muerte. La atmósfera se había endurecido en toda la casa como si hubiera sido rellena de cemento, y en medio de aquel bloque —en el que había dejado los objetos como cuando era una atmósfera de aire— estaba él, cuidadosamente colocado dentro del ataúd, de un cemento duro pero transparente. Aquella vez, en su cabeza estaba también «ese ruido». Qué lejanas y qué frías sentía las plantas de sus pies, allá, en el otro extremo del ataúd, donde habían puesto una almohada, porque la caja le quedaría aún demasiado grande y hubo que ajustarlo, adaptar el cuerpo muerto a su nuevo y último vestido. Lo cubrieron de blanco y alrededor de su mandíbula apretaron un pañuelo. Se sintió bello envuelto en su mortaja; mortalmente bello. (Fragmento de 'Ojos de perro azul')