Se celebran el Día Mundial de la SALUD MENTAL y el Día Mundial contra la PENA DE MUERTE.
El 10 de octubre de cada año la Organización Mundial de la Salud (OMS) se une a la celebración del Día Mundial de la Salud Mental.
El tema del día para el 2023:
“Trabajo y salud mental, un vínculo fundamental”. |
Según la OMS (2024) “los
lugares de trabajo seguros y saludables ayudan a proteger la salud
mental, mientras que las condiciones poco saludables, la
estigmatización, la discriminación y la exposición a riesgos como el
acoso y otras condiciones de trabajo deficientes son riesgos importantes
que afectan a la salud mental y la calidad de vida en general y, en
consecuencia, a la participación y la productividad en el trabajo”.
Más info .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Respecto a la PENA de MUERTE, debo confesar que no lo tendría nada claro si tuviera que votar a favor o en contra de la misma.
"Aparentemente, no hay pena de muerte en Europa, pero sí en EE UU, en Japón y en China." dijo el presidente turco Erdogan en agosto del 2016, en defensa de la restauración de la Pena de Muerte en Estambul.
Y es así: la pena de muerte todavía se aplica en 58 Estados y territorios (entre ellos, el europeo Bielorrusia).
"Aparentemente, no hay pena de muerte en Europa, pero sí en EE UU, en Japón y en China." dijo el presidente turco Erdogan en agosto del 2016, en defensa de la restauración de la Pena de Muerte en Estambul.
Y es así: la pena de muerte todavía se aplica en 58 Estados y territorios (entre ellos, el europeo Bielorrusia).
Que el Estado, aplicando la ley del Talión, ejecute lo mismo que condena
(muerte por muerte) no deja de dar en qué pensar. Por otra parte,
considerar el que vivan a costa de todos, aunque al margen, indeseables
capaces de causar tanto daño, gente (no se les puede llamar personas)
que no merecen vivir en sociedad mientras tanta gente honrada pasa
necesidad...
Sin embargo, las causas para haber llegado a ese punto pueden ser
múltiples, y el derecho a matar, a ejecutar un acto que no tiene "vuelta
de hoja" puede pesar en nuestras conciencias en muchos casos en los que
al final han resultado ser inocentes. Por otra parte, no puede ser
legal unas veces (guerras, actuaciones policiales...) y otras, como una
mujer defendiéndose de su agresor, sea ilegal.
En fin, son muchas las teorías y muchas las formas de ejecución de la sentencia, formales o no: lapidación, horca, silla eléctrica, inyección letal...
La sociedad mata en nombre de la ley convirtiéndose en ejecutor de lo mismo que condena, pero por otro lado, protege, alimenta y proporciona comodidades a, por ejemplo, terroristas encarcelados... ¡Difícil ser objetivo!
En fin, son muchas las teorías y muchas las formas de ejecución de la sentencia, formales o no: lapidación, horca, silla eléctrica, inyección letal...
La sociedad mata en nombre de la ley convirtiéndose en ejecutor de lo mismo que condena, pero por otro lado, protege, alimenta y proporciona comodidades a, por ejemplo, terroristas encarcelados... ¡Difícil ser objetivo!
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Autores del s.XX y XXI en las letras españolas (y premios Nobel de Literatura) nacidos en esta fecha
El 23 de enero de 1939 se exilió a Francia por consejo de su madre, con
quien dejó a su hijo.
Mercè Rodoreda, junto con otros escritores que aún se refugiaban en
Francia, tuvo que huir de París, a mediados de junio de 1940, por el
avance de los soldados alemanes. Durante doce días se resguardaron en
una granja hasta la firma del armisticio del 22 de junio de 1940,
después de haber atravesado el Loira a través de la localidad de
Meung-sur-Loire, que se encontraba totalmente destruida. De allí
viajaron aún más al sur hasta establecerse esta vez en Limoges.
Fueron unos años duros para la autora, pues su compañero sentimental Armand Obiols fue detenido. Hasta agosto de 1943 no se reencontraron, en Burdeos. Allí la autora se dedicó a la costura, según palabras suyas «hasta el embrutecimiento», en un almacén durante gran parte del día, un trabajo que no le dejaba tiempo para escribir.
Fueron unos años duros para la autora, pues su compañero sentimental Armand Obiols fue detenido. Hasta agosto de 1943 no se reencontraron, en Burdeos. Allí la autora se dedicó a la costura, según palabras suyas «hasta el embrutecimiento», en un almacén durante gran parte del día, un trabajo que no le dejaba tiempo para escribir.
A principios de 1947, pudo dejar el trabajo de costurera para pasar a trabajar otra vez como colaboradora en la Revista de Catalunya y retomar su carrera literaria viviendo en Paris y Ginebra, visitando Barcelona por primera vez tras su exilio en 1949.
Fue en Ginebra donde escribió su obra más aclamada, La plaça del diamant (La plaza del diamante, 1960), considerada como la novela más importante de la narrativa catalana de la posguerra.
En el año 1965, Rodoreda hizo los primeros pasos en la publicación de sus Obras Completas, sin embargo
no serían publicadas hasta el año 1977. La obra no
incluyó ninguna de sus primeras cuatro obras (Soy una mujer honrada, De lo que no se puede huir, Un día en la vida de un hombre y Crimen) porque consideraba que eran fruto de su inexperiencia y aceptó reescribir Aloma, que sería reeditada en el año 1969, para adecuarla al nivel de su obra actual.
Volvió a Cataluña en el año 1972, estableciendo su casa en la Romanyá
(Girona) y entrando en una actividad literaria plena de reconocimientos y
galardones.
Finalmente, murió en Gerona víctima de un cáncer, a los 75 años de edad, un 13 de abril de 1983.
La Julieta vino expresamente a la
pastelería para decirme que, antes de rifar el ramo, rifarían cafeteras;
que ella ya las había visto: preciosas, blancas, con una naranja
pintada, cortada por la mitad, enseñando los gajos. Yo no tenía ganas de
ir a bailar, ni tenía ganas de salir, porque me había pasado el día
despachando dulces, y las puntas de los dedos me dolían de tanto apretar
cordeles dorados y de tanto hacer nudos y lazadas. Y porque conocía a
la Julieta, que no tenía miedo a trasnochar y que igual le daba dormir
que no dormir. Pero me hizo acompañarla quieras que no, porque yo era
así, que sufría si alguien me pedía algo y tenía que decirle que no. Iba
de blanco de pies a cabeza; el vestido y las enaguas almidonadas, los
zapatos como un sorbo de leche, las arracadas de pasta blanca, tres
pulseras de aro que hacían juego con las arracadas y un bolso blanco,
que la Julieta me dijo que era de hule, con el cierre haciendo como una
concha de oro.
Cuando llegamos a la plaza ya tocaban los músicos. El techo estaba adornado con flores y cadenetas de papel de todos los colores: una tira de cadeneta, una tira de flores. Había flores con una bombilla dentro y todo el techo parecía un paraguas boca abajo, porque las puntas de las tiras, por los lados, estaban atadas más arriba que en el centro, donde todas se juntaban. La cinta de goma de las enaguas, que tanto trabajo me había costado pasar con una horquilla que se enganchaba, abrochada con un botoncito y una presilla de hilo, me apretaba. Ya debía de tener una señal roja en la cintura. De vez en cuando respiraba hondo, para ensanchar la cinta, pero en cuanto el aire me salía por la boca la cinta volvía a martirizarme. (Primeras líneas de 'La Plaza del Diamante')
.
Cuando llegamos a la plaza ya tocaban los músicos. El techo estaba adornado con flores y cadenetas de papel de todos los colores: una tira de cadeneta, una tira de flores. Había flores con una bombilla dentro y todo el techo parecía un paraguas boca abajo, porque las puntas de las tiras, por los lados, estaban atadas más arriba que en el centro, donde todas se juntaban. La cinta de goma de las enaguas, que tanto trabajo me había costado pasar con una horquilla que se enganchaba, abrochada con un botoncito y una presilla de hilo, me apretaba. Ya debía de tener una señal roja en la cintura. De vez en cuando respiraba hondo, para ensanchar la cinta, pero en cuanto el aire me salía por la boca la cinta volvía a martirizarme. (Primeras líneas de 'La Plaza del Diamante')
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- de 1910, Ramón GAYA, pintor y escritor español.
La proclamación de la Segunda República lo sorprende en Barcelona, donde había ido para visitar a su padre.
En enero de 1932 encontrándose en Madrid, colabora con las Misiones Pedagógicas, realiza varias copias de cuadros del Museo del Prado para el Museo del pueblo,
y viaja después con dicho proyecto por los pueblos de España.
Su esposa
muere en 1939 en el bombardeo de Figueras. Con el ejército cruza los
Pirineos y pasa dieciséis días en el campo de concentración de
Saint-Cyprien.
Junto al grupo de Hora de España, en junio de 1939, embarca en el Sinaia camino de México, donde permanecerá exiliado hasta 1952.
Son años de soledad y de intenso trabajo alternando viajes por Europa con su residencia en México.
A lo largo de la década de los sesenta hará varios viajes a España: Barcelona, Madrid, Murcia, Andalucía, Valencia... donde en 1966 conoce a Isabel Verdejo, con la que se casará más tarde. Sus viajes a España se harán más frecuentes. En 1969, aparece su libro fundamental: Velázquez, pájaro solitario.
En 1985 el Ministerio de Cultura le concede la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. En 1997, se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas, y en 2002, el Ministerio de Cultura le concede el Premio Velázquez de Artes Plásticas, en su primera edición.
Fallecido un 15 de octubre del 2005, su amplia producción escrita se ha recogido en diversas recopilaciones de sus obras: Obra completa, tomo I, 1990. Obra completa, tomo II, 1992. Obra completa, tomo III, 1994. Obra completa, tomo IV, 2000. Obra completa, 2010.
Anteayer, atontamiento de la salida: los amigos, el equipaje… En N. Y., atardecer; un atardecer diríase, tropical, pero sucio, turbio, aunque hermoso, muy triste, como con dos tristezas, la suya propia de atardecer y la mía, que yo reconocía y distinguía muy bien, pero de la que se me escapaba el motivo. La verdad es que después de unos primeros años de gran desespero, había terminado por asentarme, por acomodarme en una como desdicha… blanda, casi dulzona, cómoda – a la que desde luego había tomado cariño, apego, ley –, y ahora era como si de pronto sintiese el desgarro y una pena de una separación. (Fragmento de 'Diario de un pintor')..
A lo largo de la década de los sesenta hará varios viajes a España: Barcelona, Madrid, Murcia, Andalucía, Valencia... donde en 1966 conoce a Isabel Verdejo, con la que se casará más tarde. Sus viajes a España se harán más frecuentes. En 1969, aparece su libro fundamental: Velázquez, pájaro solitario.
En 1985 el Ministerio de Cultura le concede la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. En 1997, se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas, y en 2002, el Ministerio de Cultura le concede el Premio Velázquez de Artes Plásticas, en su primera edición.
Fallecido un 15 de octubre del 2005, su amplia producción escrita se ha recogido en diversas recopilaciones de sus obras: Obra completa, tomo I, 1990. Obra completa, tomo II, 1992. Obra completa, tomo III, 1994. Obra completa, tomo IV, 2000. Obra completa, 2010.
Anteayer, atontamiento de la salida: los amigos, el equipaje… En N. Y., atardecer; un atardecer diríase, tropical, pero sucio, turbio, aunque hermoso, muy triste, como con dos tristezas, la suya propia de atardecer y la mía, que yo reconocía y distinguía muy bien, pero de la que se me escapaba el motivo. La verdad es que después de unos primeros años de gran desespero, había terminado por asentarme, por acomodarme en una como desdicha… blanda, casi dulzona, cómoda – a la que desde luego había tomado cariño, apego, ley –, y ahora era como si de pronto sintiese el desgarro y una pena de una separación. (Fragmento de 'Diario de un pintor')..
- de 1913, Claude SIMON, escritor francés, fallecido un 6 de julio del 2005, considerado uno de los padres del nouveau roman. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1985 .
En 1936 viajó a Barcelona y luchó en la Guerra Civil española en el
bando republicano. La experiencia de esta guerra inspiraría alguno de
sus mejores libros como Le Palace (El palacio, 1962) o Le jardin des plantes (El jardín botánico, 1997).
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, participó en la Batalla del Meuse (1940), pero fue detenido por los alemanes. En el traslado a un campo de prisioneros en Francia, consiguió escaparse y se afilió al movimiento de la Resistencia Francesa.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, participó en la Batalla del Meuse (1940), pero fue detenido por los alemanes. En el traslado a un campo de prisioneros en Francia, consiguió escaparse y se afilió al movimiento de la Resistencia Francesa.
Su primera obra como escritor, Le Tricheur (El Tramposo) se publicó en 1946 y un año más tarde La Corde Raide (La cuerda floja), pero es en 1960 cuando se publica su primer éxito literario, La Route des Flandres (La ruta de Flandes),
que trata sobre la derrota militar francesa en 1940 y por el cual
recibiría el premio de la Nouvelle Vague en 1961. En 1967 obtendría un
nuevo galardón, el premio francés de vanguardia Médicis, por su libro Histoire (Historia, 1967), que cuenta un día cualquiera en la vida de un hombre joven.
En 1981 sale a la luz Les Géorgiques (Las Geórgicas, 1981) dónde en tres épocas distintas y en períodos de agitación y violencia —la Revolución francesa, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial— tres personajes viven sucesos y experiencias que parecen superponerse. En este libro el autor vuelve a reflejar su experiencia en el bando republicano de la Guerra Civil Española. Al concederle el Premio Nobel de Literatura en 1985, la Academia Sueca mencionó esta novela como su obra quizá más importante.
En 1989 publica L'Acacia (La acacia), una novela fuertemente autobiográfica y que es reconocida como una obra maestra de la literatura antibélica. En esta obra describe el viaje con su madre y su tía a través de la devastada Francia de 1918 en busca de la tumba de su padre.
En 2001, con 88 años, publicó su última novela Le tramway (El tranvía), una autobiografía con recuerdos de su infancia y vejez en la que se describe a sí mismo como un autor “difícil, aburrido, ilegible y confuso”.
«Pero ella no tiene nada, no tiene a nadie, y nadie la llorará (¿qué es la muerte sin lágrimas?),
sino, tal vez, su hermano, ese otro viejo, y sin duda no más de lo que ella se lloraría a sí misma, es
decir, no se permitiría llorarse, no le parecería decoroso, no le parecería conveniente...
—Pero ella no es nada tuyo.
—No, dijo Louise.
—Ella no es nada tuyo.
—No», repitió dócilmente. Pero siguió mirando allí, frente a ella, algo que él no podía ver.
«Entonces.
—Entonces nada», dijo ella (mirando siempre —más allá de los árboles, los prados, la apacible
campiña de septiembre— esa cosa que él no podía ver). «Nada: ella no se casó nunca. Tal vez no
tuvo nunca la idea de que podía, de que tenía derecho —con ese hermano quince años más joven, y
que ellas habían educado (ella y la que ya ha muerto), y del que lograron (a fuerza de pensar en el
mejor modo de llevar un traje tres veces más tiempo del que se necesitaba para gastar la trama
misma de la tela en que primitivamente había sido hecho) hacer un profesor de universidad, para lo
cual, a dos maestras cuyo padre y cuya madre apenas sabían leer, o tal vez ni siquiera eso, les debía
parecer que valía la pena renunciar a todo aquello a lo que una mujer tenía derecho a aspirar
normalmente, y cuando Georges y yo nos casamos, ella me dio este anillo, me hizo entrar en su
habitación (y fue la primera vez que yo sentí ese olor, ese perfume, exactamente como el de una
rosa marchita o más bien —puesto que una rosa marchita no huele a nada— el que uno piensa que
debería exhalar, es decir, algo que estaría a la vez hecho de polvo y frescura, y yo miré su mesa, su
tocador, pero no había allí nada más que esas cuatro horquillas y ese frasco de agua de colonia
barata, y, sin embargo, olía como una flor, como una jovencita, como puede oler el cuarto o más
bien la tumba, el sarcófago donde una jovencita se hubiera conservado intacta, aunque a punto de
deshacerse en polvo al menor soplo) (Primeras líneas de 'La Hierba').
En 1981 sale a la luz Les Géorgiques (Las Geórgicas, 1981) dónde en tres épocas distintas y en períodos de agitación y violencia —la Revolución francesa, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial— tres personajes viven sucesos y experiencias que parecen superponerse. En este libro el autor vuelve a reflejar su experiencia en el bando republicano de la Guerra Civil Española. Al concederle el Premio Nobel de Literatura en 1985, la Academia Sueca mencionó esta novela como su obra quizá más importante.
En 1989 publica L'Acacia (La acacia), una novela fuertemente autobiográfica y que es reconocida como una obra maestra de la literatura antibélica. En esta obra describe el viaje con su madre y su tía a través de la devastada Francia de 1918 en busca de la tumba de su padre.
En 2001, con 88 años, publicó su última novela Le tramway (El tranvía), una autobiografía con recuerdos de su infancia y vejez en la que se describe a sí mismo como un autor “difícil, aburrido, ilegible y confuso”.
«Pero ella no tiene nada, no tiene a nadie, y nadie la llorará (¿qué es la muerte sin lágrimas?),
sino, tal vez, su hermano, ese otro viejo, y sin duda no más de lo que ella se lloraría a sí misma, es
decir, no se permitiría llorarse, no le parecería decoroso, no le parecería conveniente...
—Pero ella no es nada tuyo.
—No, dijo Louise.
—Ella no es nada tuyo.
—No», repitió dócilmente. Pero siguió mirando allí, frente a ella, algo que él no podía ver.
«Entonces.
—Entonces nada», dijo ella (mirando siempre —más allá de los árboles, los prados, la apacible
campiña de septiembre— esa cosa que él no podía ver). «Nada: ella no se casó nunca. Tal vez no
tuvo nunca la idea de que podía, de que tenía derecho —con ese hermano quince años más joven, y
que ellas habían educado (ella y la que ya ha muerto), y del que lograron (a fuerza de pensar en el
mejor modo de llevar un traje tres veces más tiempo del que se necesitaba para gastar la trama
misma de la tela en que primitivamente había sido hecho) hacer un profesor de universidad, para lo
cual, a dos maestras cuyo padre y cuya madre apenas sabían leer, o tal vez ni siquiera eso, les debía
parecer que valía la pena renunciar a todo aquello a lo que una mujer tenía derecho a aspirar
normalmente, y cuando Georges y yo nos casamos, ella me dio este anillo, me hizo entrar en su
habitación (y fue la primera vez que yo sentí ese olor, ese perfume, exactamente como el de una
rosa marchita o más bien —puesto que una rosa marchita no huele a nada— el que uno piensa que
debería exhalar, es decir, algo que estaría a la vez hecho de polvo y frescura, y yo miré su mesa, su
tocador, pero no había allí nada más que esas cuatro horquillas y ese frasco de agua de colonia
barata, y, sin embargo, olía como una flor, como una jovencita, como puede oler el cuarto o más
bien la tumba, el sarcófago donde una jovencita se hubiera conservado intacta, aunque a punto de
deshacerse en polvo al menor soplo) (Primeras líneas de 'La Hierba').
- de 1930, Harold PINTER, escritor británico, dramaturgo, guionista, poeta, actor, director y activista político, fallecido de cáncer de hígado un 24 de diciembre del 2008. Fue premio Nobel de Literatura en 2005.
Sus obras más conocidas incluyen La fiesta de cumpleaños (1957), Retorno al hogar (1964) y Traición
(1978), cada una de las cuales fue adaptada para cine y televisión.
Sus
adaptaciones de guiones de las obras de otros autores incluyen El sirviente (1963), El mensajero (1970), La mujer del teniente francés (1981), El juicio (1993), y La huella (2007).
Bar. Primavera. Tarde. Londres.
EMMA Está sentada en una silla de la esquina derecha. JERRY Se aproxima a ella llevando bebidas: Un vaso de cerveza para él, un vaso de vino para ella. JERRY toma asiento. Sonríen, brindan en silencio, beben. JERRY se arrellana y mira a EMMA.
JERRY.- Bueno...
EMMA.- ¿Cómo estas?
JERRY.- Muy bien.
EMMA.- Te ves bien.
JERRY.- Bueno, en realidad no estoy tan bien.
EMMA.- ¿Por qué? ¿Cuál es el problema?
JERRY.- ¡La cruda! (Levanta el vaso) ¡Salud...! (Bebe.) ¿Tú, cómo estás?
EMMA.- Yo estoy bien (Mira alrededor, luego a JERRY.) Como en los viejos tiempos.
JERRY.- Humm. Han pasado muchos años.
EMMA.- Sí. (Pausa) Pensé en ti el otro día.
JERRY.- Válgame Dios. ¿Por qué? (EMMA se ríe) ¿Por qué?
EMMA.- Bueno a veces es agradable acordarse. ¿No crees?
JERRY.- Totalmente. (Pausa) ¿Cómo va todo?
EMMA.- Pues no va mal. (Pausa) ¿Sabes hace cuánto que no nos vemos?
JERRY.- Bueno, fui a esa exposición privada... ¿cuándo fue?
EMMA.- No, no me refiero a eso.
JERRY.- Ah, ¿quieres decir solos?
EMMA.- Sí.
JERRY.- Uuhm...
EMMA.- Dos años.
JERRY.- Sí, hace como dos años. Mmm. (Pausa) (Fragmento inicial de 'Traición')
Fallecidos en esta fecha
- de 2010, Ricardo DOMÉNECH, escritor español nacido un 24 de abril de 1938. Fue un crítico literario, especialista en el teatro
español del siglo XX .
Además de su obra crítica, publicó cinco libros
de cuentos y novelas cortas entre 1968 y 1989.
Entre sus obras: Pirandello y su teatro de crisis (1967), Primera crónica del teatro de Laín (1967), Molière (1967), Introducción al teatro de Rafael Alberti (1972) y Nuestra ardiente oscuridad (2000).
Entre sus obras: Pirandello y su teatro de crisis (1967), Primera crónica del teatro de Laín (1967), Molière (1967), Introducción al teatro de Rafael Alberti (1972) y Nuestra ardiente oscuridad (2000).
Testigo imparcial
Los tanques y los camiones, ¿no tienen marcha atrás? Y los nadadores, ¿no nadan de espaldas? Teniendo esto en cuenta, se comprende lo que algunos opinan: que, técnicamente, lo ocurrido, aunque inverosímil, es posible. Pero otros, también con razón, dicen: ¿y las motos? De las motos, ¿qué? Yo, la verdad, no me meto en tantas filosofías. Ha ocurrido, ¿no? Y todos hemos sido testigos, ¿no? ¡Pues entonces, leñe! Ahora, tocante al motivo, ése ya es otro cantar y yo me callo. Pero que ocurrió lo que ocurrió... Vamos, eso lo ha visto menda con estos ojos y no hay canalla que me lo niegue ahora mismo. La impresión que yo tenía era como en el tren, cuando llegas a una estación en que el tren se bifurca, y van y ponen una locomotora en la cola, y tú, que no te has movido de tu asiento y estás acostumbrado a que el campo y las casas y todo se vayan como huyendo en una dirección, ves que de golpe, en cuanto el tren se vuelve a poner en marcha, se van en la dirección opuesta y tú vas y dices carajo, qué es esto. El teniente Valbuena lo explicaba de otra manera. A él le dio la impresión de estar viendo bajar unas escaleras mecánicas en unos grandes almacenes o en el metro, y como si, de pronto, alguien hubiera manipulado en el mecanismo y la escalera se pusiera a subir, pero con todas las gentes en la postura anterior y como si creyeran estar bajando. Fue algo parecido a todo esto; fue lo mismo, igualito. Yo miraba el desfile y de pronto qué cosa tan rara, no puede ser. Y era eso, sí. En aquel instante —no lo olvidaré nunca— pasaba delante de mí una compañía de fusileros a las órdenes del capitán Bravo, en perfecta formación, y el sol brillaba con intensidad en cascos y bayonetas... La tropa desfilaba muy marcial y muy disciplinada y muy requetebién... Pero lo hacía caminando de espaldas, hacia atrás. (Fragmento de 'La pirámide de Keops').
Los tanques y los camiones, ¿no tienen marcha atrás? Y los nadadores, ¿no nadan de espaldas? Teniendo esto en cuenta, se comprende lo que algunos opinan: que, técnicamente, lo ocurrido, aunque inverosímil, es posible. Pero otros, también con razón, dicen: ¿y las motos? De las motos, ¿qué? Yo, la verdad, no me meto en tantas filosofías. Ha ocurrido, ¿no? Y todos hemos sido testigos, ¿no? ¡Pues entonces, leñe! Ahora, tocante al motivo, ése ya es otro cantar y yo me callo. Pero que ocurrió lo que ocurrió... Vamos, eso lo ha visto menda con estos ojos y no hay canalla que me lo niegue ahora mismo. La impresión que yo tenía era como en el tren, cuando llegas a una estación en que el tren se bifurca, y van y ponen una locomotora en la cola, y tú, que no te has movido de tu asiento y estás acostumbrado a que el campo y las casas y todo se vayan como huyendo en una dirección, ves que de golpe, en cuanto el tren se vuelve a poner en marcha, se van en la dirección opuesta y tú vas y dices carajo, qué es esto. El teniente Valbuena lo explicaba de otra manera. A él le dio la impresión de estar viendo bajar unas escaleras mecánicas en unos grandes almacenes o en el metro, y como si, de pronto, alguien hubiera manipulado en el mecanismo y la escalera se pusiera a subir, pero con todas las gentes en la postura anterior y como si creyeran estar bajando. Fue algo parecido a todo esto; fue lo mismo, igualito. Yo miraba el desfile y de pronto qué cosa tan rara, no puede ser. Y era eso, sí. En aquel instante —no lo olvidaré nunca— pasaba delante de mí una compañía de fusileros a las órdenes del capitán Bravo, en perfecta formación, y el sol brillaba con intensidad en cascos y bayonetas... La tropa desfilaba muy marcial y muy disciplinada y muy requetebién... Pero lo hacía caminando de espaldas, hacia atrás. (Fragmento de 'La pirámide de Keops').