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jueves, 6 de septiembre de 2012

29- "De casta le viene al galgo"


 
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Frase que solemos utilizar entre signos de admiración para celebrar y ensalzar  los méritos de alguien que procede de padre/madre conocido por sus virtudes y su buen hacer.
 
Y es que así como el galgo hereda de su raza su estilizada figura y su agilidad para la carrera, así los hijos aprenden de sus padres y pueden igualarles e incluso sobresalir en sus ocupaciones y oficios.
 
"Honra merece quien a los suyos se parece", dice otro refrán, y aunque en "De abuelos a nietos" ya hablamos del que afirma que "el nombre, ni quita ni pone"... es bien sabido que puede ser mucho más fácil el camino para quienes ya lo encuentran allanado por la experiencia de su familia.
 
Por desgracia, la Historia nos enseña que parece suceder al revés: los hijos de personas ilustres suelen alejarse de ellos para evitar esas comparaciones tan odiosas que parecen exigirles más por el hecho de venir de donde vienen.
 
En conclusión -cómo no- otro refrán: "Toda medalla tiene dos caras".
 
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Son numerosas las sagas familiares en la Historia con poder y negocios transmitidos de padres a hijos (los Borgia, los Medici, los Capeto, los Habsburgo, los Alba, los Nehru-Ghandi...) pero traigo en esta ocasión la de una familia americana a quien acompaña el éxito y la tragedia a partes iguales:

"Los Kennedy (Tiempo de Memoria)", de Collier, Peter y Horowitz, David
Cuando, en 1849, Patrick Kennedy llegó a Estados Unidos huyendo de la Gran Hambruna irlandesa, poco podía imaginar que, al cabo de pocas generaciones, sus descendientes encarnarían todas las grandezas y miserias del «sueño americano». En efecto, en unos años, esta familia de católicos emigrados se iniciaba en los manejos de la política local de la mano del abuelo Patrick Joseph. El hijo de éste, el mítico Joe Kennedy, erigió un imperio financiero y alcanzó el codiciado puesto de embajador en Londres a finales de los años treinta.
En 1960, al acceder a la presidencia del país, John Fitzgerald Kennedy no sólo se convirtió en uno de los presidentes más carismáticos de todos los tiempos, sino que encumbró definitivamente a su familia como epítome de la fama, la riqueza y el poder. Pero también planean abundantes sombras sobre esta fascinante saga: los asesinatos de John Kennedy y de su hermano Robert, y la espiral autodestructiva a la que se entregaron algunos jóvenes del clan en los años setenta y ochenta, hablan de una tragedia en la que se refleja una parte destacada de la historia contemporánea. (sinopsis tomada de Tusquets editores).

 
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