Capítulo noveno
Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron
Hasta
aquí decide Cervantes que llegaba el supuesto pergamino en el que se
relataba el inicio de las aventuras de nuestro hidalgo (hijo de algo=
caballero) y a partir de aquí, tras pensar en que era imposible que
semejante caballero no hubiera tenido quien siguiera contando sus
hazañas, nos relata: "está, como he dicho,
aquí en el margen escrito esto: esta Dulcinea del Toboso, tantas veces,
en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar
puercos que otra mujer de toda la Mancha. Cuando yo oí decir Dulcinea
del Toboso, quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que
aquellos cartapacios contenían la historia de Don Quijote. Con esta
imaginación le di priesa que leyese el principio; y haciéndolo así,
volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía:
Historia de Don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli,
historiador arábigo."
Llevado por el interés que tenía nuestro autor en saber la continuación de sus peripecias "Apartéme
luego con el morisco por el claustro de la iglesia mayor, y roguéle me
volviese aquellos cartapacios, todos los que trataban de Don Quijote, en
lengua castellana, sin quitarles ni añadirles nada, ofreciéndole la
paga que él quisiese".
Y así tenemos la primera descripción general de los protagonistas:
"Estaba
en el primer cartapacio pintada muy al natural la batalla de Don
Quijote con el vizcaíno, puestos en la misma postura que la historia
cuenta, levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de
la almohada, y la mula del vizcaíno tan al vivo, que estaba mostrando
ser de alquiler a tiro de ballesta. Tenía a los pies el vizcaíno un
título que decía: Don Sancho de Azpeitia que sin duda debía de ser su
nombre, y a los pies de Rocinante estaba otro, que decía: Don Quijote;
estaba Rocinante maravillosamente pintado, tan largo y tendido, tan
atenuado y flaco, con tanto espinazo, tan hético confirmado, que
mostraba bien al descubierto con cuánta advertencia y propiedad se le
había puesto el nombre de Rocinante. Junto a él estaba Sancho Panza, que
tenía del cabestro a su asno, a los pies del cual estaba otro rótulo,
que decía: Sancho Zancas; y debía de ser que tenía, a lo que mostraba la
pintura, la barriga grande, el talle corto, y las zancas largas, y por
esto se le debió de poner nombre de Panza y Zancas, que con estos dos
sobrenombres se le llama algunas veces en la historia."