Escuchamos esta frase como colofón de muchas conversaciones, normalmente en afán de crítica[1] cuando se está hablando de la actitud de una persona mayor que realiza acciones o comportamientos que, según quien habla, no son propias de su edad. Y es que la viruela[2] sólo afectaba a niños y adolescentes.
Se trata de una expresión parecida a la del calificativo de "viejo verde" (indicando con el color verde, el de la planta cuando crece, es decir, el de la juventud).
De nuevo nos hallamos ante el conservadurismo y el miedo al "qué dirán" que tanto parece dominar nuestros adagios:
"Cada cosa a su tiempo, y un tiempo para cada cosa" (indicando que hay acciones que no corresponden a determinada edad), o el "sentar la cabeza" (reposar, madurar, comenzar a ser como se supone que "debe ser" a determinada edad), lo confirman.
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Pero siempre se puede reverdecer y dar la vida otra oportunidad, para decir, como A. Machado en "A un olmo seco" :
Antes que te derribe, olmo del Duero, con su hacha el leñador,
y el carpintero te convierta en melena de campana, lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana, ardas en alguna mísera caseta, al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hasta la mar te empuje por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera también, hacia la luz y hacia la vida, otro milagro de la primavera
Por otra parte, la misma frase que nos ocupa, sirve para dar título a una obra de teatro de Bretón de los Herreros.
[1] .- Examen y juicio acerca de alguien o algo y, en particular, el que se expresa públicamente sobre un espectáculo, un libro, una obra artística, etc. Erróneamente se usa esta palabra en sentido negativo cuando hay también numerosas críticas "constructivas" y elogiosas han servido para encumbrar a los criticados.
[2] .- Enfermedad aguda, febril, esporádica o epidémica, contagiosa, caracterizada por la erupción de gran número de pústulas que dejaban numerosas cicatrices ("picado de viruelas"), erradicada desde 1980 gracias a las vacunas, llamadas así por descubrir Edward Jenner en 1771 que los que trabajaban con vacas eran inmunes a esta enfermedad. A partir de este descubrimiento, se vio que el cuerpo podía inmunizarse ante determinadas enfermedades inoculándole los virus en poca cantidad, de manera que crease anticuerpos para luchar contra ella.
Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)" http://educacion-ne.es/refranes.htm