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miércoles, 19 de diciembre de 2012

63.- "Sabe más el diablo por viejo, que por diablo"


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  Citado en mi libro "De abuelos a nietos"  como sinónimo del dicho: "La experiencia es la madre de la ciencia", cabría explicar aquí en primer lugar qué se entiende por diablo.

Y lo hago porque la incultura de algunos llega hasta el punto de que una (supuesta) madre, horrorizada,  me comentó cómo podría dejar en mis manos la educación de sus hijos por nombrar  "el demonio va a pasar" en la canción "El patio de mi casa" de mi canal de YouTube ).

Pues bien, ciñéndonos, como siempre, a la acepción que de la palabra hace la Real Academia de la Lengua (RAE) encontramos:

diablo. (Del lat. diabŏlus, y este del gr. διάβολος).

1. m. En la tradición judeocristiana, cada uno de los ángeles rebelados contra Dios y arrojados por Él al abismo.

2. m. Príncipe de esos ángeles, que representa el espíritu del mal. El diablo.

3. m. Persona que tiene mal genio, o es muy traviesa, temeraria y atrevida.

4. m. Persona muy fea.

5. m. Persona astuta, sagaz, que tiene sutileza y maña aun en las cosas buenas.

Y nos quedamos, pues, con la quinta: La persona adquiere con el tiempo la astucia, sagacidad, sutileza y las mañas para enfrentarse a las distintas situaciones de la vida.
 
Si se me permite, concluiría con una sentencia oída a un participante en el concurso  "Cifras y Letras":
 
"La experiencia es unas gafas que se le dan a quien ya no puede ver"
 
Efectivamente, parece llegar cuando ya el mundo te aparta de la actividad cotidiana y dejas de ser "rentable" para convertirte poco menos que en una carga. Olvidan que el bagaje de toda una vida, los conocimientos adquiridos (teóricos y prácticos) fueron la base de muchas civilizaciones en las que el consejo de ancianos era imprescindible antes de tomar cualquier decisión que afectase a la comunidad.
 
Por tanto, debe ser tenido en cuenta: Tal vez ya no tenga la capacidad física para hacerlo por sí mismo, pero sí puede transmitirlo a los demás para su provecho... ¡Si es que quieren escucharlo, claro!. Si no... ¡peor para ellos! ¿No les parece?
 
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martes, 18 de diciembre de 2012

62.- "Creer a pies juntillas"

  
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   En un principio, llama la atención el que una frase gramaticalmente incorrecta haya salvado el filtro de los años  para mantenerse en estos mismos términos. Y digo incorrecta dado que rompe la concordancia entre pies y su adjetivo (que debería corresponder al masculino juntillos), ya sea dicha así, o, también de construcción anómala, "a pie juntillas"  .

   Pues bien, parece ser que la incorrección no es tal, sino un ejemplo de economía lingüística si se investiga en sus orígenes.

"A pie y juntillas las piernas" es como se saltaba en una versión del juego del tejo,  truque o rayuela en la que los participantes jugaban con los ojos vendados y debían conseguir pasar a saltos el recorrido dibujado en el suelo sin pisar las rayas, atendiendo a las indicaciones de algún compañero de equipo, al que debía prestar atención y, naturalmente, creer y confiar en él con la certeza de que su interés era el mismo:  ganar al equipo contrario. 

Así que una vez más, un juego da lugar a esta expresión que nos indica la plena confianza de alguien en otra persona, su fe ciega. 

    Y hablando de fe, hallamos una expresión muy parecida: "a pies puntillas" , errónea y producida sin duda como ultracorrección de la que comentamos, a la que se pretende atribuir su origen en un castigo de la Inquisición: nada menos cierto y una muestra más de que hay que "andar con pies de plomo" antes de creer a pies juntillas todo lo que se lee.
 

jueves, 13 de diciembre de 2012

61.- "No hay peor ciego que el que no quiere ver...


 ... ni peor sordo que el que no quiere oír".

 Y es que hay personas que en su cerrazón o empecinamiento (tozudez) se niegan a ver lo que otros le muestran o a escuchar sus advertencias.

Es en estos casos cuando viene la comparación con esta frase, al resignarse a no ser atendido quien desde fuera ve llegar el hecho del que quiere prevenir, sin poder hacer nada por evitarlo.

Entonces debería aplicarse el "Más vale prevenir, que curar" del que ya hablamos, y tomar nota para reflexionar cuántas veces nos obcecamos en algo o alguien sin conseguir la objetividad suficiente para discernir qué es lo que nos conviene.
 
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Llegados a este punto en el que aconsejaros una lectura, recomiendo "El túnel" del argentino Ernesto Sábato

El relato en primera persona lo lleva Castel desde la cárcel, en donde se encuentra después de haber matado a la única persona que había entendido el mensaje de desolación implícito en su pintura. Desde ese presente organiza sus recuerdos a partir de que conoció a la mujer que cambió su vida, con la intención de explicar las causas que lo llevaron a tomar la determinación del crimen, como única solución ante el fracaso de su búsqueda. En ese pasado que él recuerda, ocurren numerosos entrecruzamientos de recuerdos que surgen por la asociación de ideas. (Extracto de http://monografias.com