La comisaria Cornelia Weber-Tejedor debe abandonar su papel de policía e infiltrarse en el grupo de limpiadoras del aeropuerto para resolver una nueva investigación.
La necesidad de recubrirse de una nueva piel, la de Cornelia Lenz, y simular otra vida, siempre con la amenaza de ser descubierta, nos muestra a una mujer asustada, avergonzada por las circunstancias que llevan a algunas de sus compañeras a hacer lo que hacen, obligada a caer en el delito, la hipocresía y la falsedad por el cumplimiento de su deber, que desaconseja pero no impide tomar afecto a esas nuevas amistades que la llevarán a replantearse muchas cosas y a una caída en picado hasta la resolución del caso.
Hemos visto a la autora crecer en estilo y calidad literaria, en argumentación y desarrollo; y a su personaje, envolvernos y hacernos cómplices de sus pensamientos y actitudes, de sus recelos y de su cambio de piel, su metamorfosis.
¿Puede una policía olvidar su objetividad, su cumplimiento del deber, cuando entra en los porqués de quienes delinquen, enredados en una tela de araña sin escapatoria?