NOTA: Ya sé, ya sé que se ha hablado de esto al derecho y al revés y aunque queramos presentar en esta crítica un aspecto didáctico y diferente, quisiéramos hacer constar que estos articulillos los vamos preparando para cada sección semanal, que no suelen ser fruto de la improvisación y se preparan con algo de tiempo.
Así pues, nuestras disculpas a quien le pueda parecer reiterativo...
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Vamos a ver, vamos a ver... que esto se nos va de las manos.
Que el diccionario es machista no lo vamos a negar a estas alturas -está ampliamente demostrado (mostraremos algunas rectificaciones del Diccionario en otro artículo)- y no es raro, dado que la palabra es a la lengua lo que el hablante es a la cultura que representa.
Pero no es el caso.
Lo que sucede es que me rechinaron los oídos -como camión a toda velocidad intentando hacer uso de los frenos- cuando una de nuestras representantes en el Senado esgrime el término "portavoza" para feminizar una palabra que ya de por sí es femenina: "Voz", la voz.
Tan ridículo fue que se perdió todo el mensaje subliminal -o no- que vino después.
A ver, señorita mía, el término "porta-voz" sirve para denominar a quien hace uso de la palabra en representación de un grupo y lleva (porta) su ideología u opinión (voz).
El portavoz, la portavoz.
Aunque no sean sus estudios de Lengua Española los que la hayan encumbrado a la representación de sus múltiples votantes, su condición de parlamentaria (persona que 'parla'=habla) la obliga a conocer su idioma y a pensar detenidamente en el qué y el cómo de lo que dice, que para demagogia * (demagogos y demagogas) ya tenemos bastante con la que cae, ¿no cree?
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demagogia
1. f. Práctica política consistente en ganarse con halagos el favor popular.
2. f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.
Así pues, nuestras disculpas a quien le pueda parecer reiterativo...
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Vamos a ver, vamos a ver... que esto se nos va de las manos.
Que el diccionario es machista no lo vamos a negar a estas alturas -está ampliamente demostrado (mostraremos algunas rectificaciones del Diccionario en otro artículo)- y no es raro, dado que la palabra es a la lengua lo que el hablante es a la cultura que representa.
Pero no es el caso.
Lo que sucede es que me rechinaron los oídos -como camión a toda velocidad intentando hacer uso de los frenos- cuando una de nuestras representantes en el Senado esgrime el término "portavoza" para feminizar una palabra que ya de por sí es femenina: "Voz", la voz.
Tan ridículo fue que se perdió todo el mensaje subliminal -o no- que vino después.
A ver, señorita mía, el término "porta-voz" sirve para denominar a quien hace uso de la palabra en representación de un grupo y lleva (porta) su ideología u opinión (voz).
El portavoz, la portavoz.
Aunque no sean sus estudios de Lengua Española los que la hayan encumbrado a la representación de sus múltiples votantes, su condición de parlamentaria (persona que 'parla'=habla) la obliga a conocer su idioma y a pensar detenidamente en el qué y el cómo de lo que dice, que para demagogia * (demagogos y demagogas) ya tenemos bastante con la que cae, ¿no cree?
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Del gr. δημαγωγία dēmagōgía.
2. f. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.