Siempre decimos que si es un día comercial, que no hace falta celebrarlo, que si patatín, que si patatán... Pero en medio del estrés, de las preocupaciones, del egoísmo o, al contrario, del no querer preocupar al otro, vamos olvidando que el Amor tiene un enemigo terrible: la rutina.
Hay que regarlo, abonarlo, cuidarlo. Y si no verlo crecer en pasión, gusanitos y mariposas en el estómago, es decir, en las flores de la primavera (pues eso se pasa y da paso a un sentimiento mucho más sereno y duradero), sí descubrir su belleza en todas las estaciones. Por eso, feliz San Valentín a quienes tenéis unos ojos a los que mirar y un rostro al que sonreir cada mañana.
En otro apartado cuento de dónde viene este día ;)