Curioso dicho éste que, como se dice que es propio de Andalucía, se engrandece y aumenta con el monumento que vemos en Sevilla -representado en la imagen-, en el que un gallo (macho de la gallina), sin plumas, en actitud de correr y el pico abierto, cacareando, representa la expresión que comentamos.
Estamos en Morón de la Frontera, provincia de Sevilla. Y la historia cuenta que allá por el siglo XVI no parecía reinar precisamente la paz entre sus vecinos, que andaban siempre a la gresca. Desde la capital del reino consideraron necesario imponer el orden, por lo que llegó al pueblo un juez con maneras y dotes dictatoriales cuya frase favorita era: "Donde canta este gallo, no canta otro". Pero no gustaban los andaluces de que alguien ajeno se metiera en sus asuntos, y tal como sucediera con la inmortal Fuenteovejuna, se unieron los vecinos olvidando sus rencillas para volverse contra el citado personaje que, al parecer, se llamaba don Juan de Esquivel. Le desnudaron y apalearon y, naturalmente, le obligaron a volverse por donde había venido.
Hemos sabido que la misma expresión, con tintes variados, se utiliza en sendos Morón de Cuba y de Argentina. Pero mientras el gallo cubano sigue sin pluma, el argentino es representado en una esquina de la plaza de San Martín con la fuerza y fiereza de los gallos de pelea, luciendo todo su plumaje y en actitud de atacar.
Así que, concluimos, este "gallo" se refiere en realidad al adjetivo que se aplica a alguien fanfarrón y pendenciero, amigo de las peleas, a quien se avisa de que, como el gallo de Morón, recibirá un día su merecido.
Anda que te vas quedando
como el Gallo de Morón,
sin plumas y cacareando
en la mejor ocasión
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