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jueves, 4 de enero de 2018

¿Es poesía una canción?

A raíz de la polémica generada por la concesión del Premio Nobel de Literatura al cantautor Bob Dylan, vienen a nuestra mente muchas letras magníficas en el repertorio de cantautores que conocemos.
Esta sección pretende ser una lanza en su favor, poniendo ejemplos de letras de canciones que son, en nuestra opinión, pura poesía. Cualquier aportación vuestra será bienvenida.
Como se hará sin orden ni concierto y según vengan a la memoria, comenzamos con "Un pueblo es", de María Ostiz, que dice:


Con una frase no se gana un pueblo
ni con un disfrazarse de poeta,
a un pueblo hay que ganarlo con respeto,
un pueblo es algo más que una maleta
perdida en la estación del tiempo,
esperando sin dueño a que amanezca.

Con una frase no se gana un pueblo
ni con una palmada en su paisaje
ni con un aprender de su lenguaje
ni con una canción que impregne el odio
y que llene tu negocio, y que llene tu negocio.


Estribillo
Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es
abrir una ventana en la mañana y respirar
la sonrisa del aire en cada esquina
y trabajar y trabajar,
uniendo a vida, vida...
el ladrillo en la esperanza,
mirando al frente y sin volver la espalda.
Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es
abrir una ventana en la mañana y respirar
la sonrisa del aire en cada esquina
y trabajar y trabajar,
uniendo a vida, vida...
un ladrillo en la esperanza,
mirando al frente y sin volver la espalda.


Con una frase no se gana un pueblo
ni con un disfrazarse de poeta,
a un pueblo hay que ganarlo frente a frente,
respetando las canas de su tierra,
que los retoños medren al cobijo del sol
esperando sin miedo a que amanezca.

 

jueves, 20 de septiembre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 38.

Capítulo trigésimoctavo:
Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras

Como ya sabremos, Cervantes fue apodado como "el manco de Lepanto" por haber resultado herido y quedarle inutilizada la mano en esa batalla (7 de octubre de 1571). Se lee en las crónicas:

Cuando se reconosció el armada del Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán... y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo abajo en la cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud... Y peleó como valiente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrescentó y le dio cuatro ducados más de su paga... De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano.

Y hago esta introducción, como quizás ya os figuraréis, para señalar que -como soldado y como escritor- tiene nuestro autor experiencia y saber suficientes para hablar de estos dos temas -las armas y las letras- con toda autoridad.

Tan bien lo hace que este discurso (1) por sí mismo ya ha merecido destacar en esta ya insigne obra como la joya literaria que es. Pues en él hace repaso a las características del soldado y el escritor con detalle y acierto.

Difícil es resumirlo, sabiendo el tema, por lo que os invito a leerlo con atención, sin que olvidemos que la figura del "soldado-escritor" también existe en personajes como nuestro sin par Garcilaso de la Vega.

En conclusión podríamos decir que no son incompatibles las armas y las letras a pesar de que las unas supongan crueldad y coraje mientras las otras rezuman sensibilidad y paciencia... Lo dicho: mejor lo leéis y así podréis sacar vuestras propias conclusiones.


Por destacar un párrafo de entre los demás, y como muestra, señalo éste:

Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, vaguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que al estudiante en tanto mayor grado, que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida.

Terminado el discurso, toca al cautivo que llegó acompañado por la morisca, contar su historia... sin duda interesante porque algo tendrá de lo que el propio Cervantes pasó, habiendo sido él mismo cautivo en Argel.

¡Seguimos!