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viernes, 10 de julio de 2015

Leyendo el "Quijote". Parte 1ª. Capítulo 2. Llega a la venta. (vídeo)



ImagenCapítulo segundo
Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso D. Quijote


Bien, pues ya tenemos a nuestro caballero completamente decidido "y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de Julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo" .

No pasó mucho tiempo, ya que tantas y tantas vueltas daba al tema en su cabeza para que todo siguiera punto por punto las leyes de caballería, en que se diera cuenta de que le faltaba una de las condiciones principales: ¡nadie le había nombrado caballero! y así, difícilmente iba a poder hacer lo que quería.


No se echó atrás, sin embargo, y decidió "hacerse armar caballero del primero que topase, a imitación de otros muchos que así lo hicieron, según él había leído en los libros que tal le tenían". Dejándose Don Quijote llevar por Rocinante, pues no tenía una dirección determinada y creía que así dejaba más espacio a que fuera la suerte o el azar la que decidiera, Cervantes no puede evitar imitar irónicamente el lenguaje de muchos de los escritores barrocos describiendo la salida del sol:
"Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora que dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba".


A esas horas tan tempranas iba, pues, nuestro caballero por el campo de Montiel (comarca española de La Mancha baja) y pensando en aquel sabio a quien le correspondería escribir contando sus importantes hazañas y quejándose de los desdenes de su señora Dulcinea (a la que, recordemos, hacía mucho tiempo que ni veía ni hablaba; ajena totalmente al ascenso en su posición social gracias a las locuras de Don Quijote), aunque Cervantes juega con la supuesta historia del primer cronista de sus hazañas (el supuesto Cideamete Benenjeli que escribió el manuscrito encontrado por él), pasó el día sin que nada importante sucediese, más que el calor y el hambre con el que, ya al anochecer, encuentra una venta (lugares de reposo y descanso de caminantes, parecidos a nuestros actuales mesones y hostales) y a ella se dirige creyendo "que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadizo y honda cava, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan." .


No se atrevía a ir más allá Don Quijote, aguardando a que alguien en el "castillo" anunciase su llegada, y "En esto sucedió acaso que un porquero, que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos (que sin perdón así se llaman), tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen,". Era la señal que Don Quijote esperaba y al ver que huían asustadas dos mujeres "de la vida" que en la puerta estaban, a las que -¡cómo no!- tomó por nobles damas e intentó tranquilizarlas con tal lenguaje y hechos que ellas, por su ridículo aspecto y su rara forma de hablar, comenzaron a reír.

Era Don Quijote muy orgulloso y esas risas le sentaron muy mal y tal vez hubiera llegado a mayores si el encargado de la venta, el ventero, viendo cómo iba armado, no hubiera usado sus mejores dotes de persuasión para convencerle de que descansase, aunque aclarando que no tenían habitaciones. A lo que Don Quijote, muy satisfecho, responde con dos versos del romance anónimo:

Mis arreos son las armas
mi descanso el pelear,

mi cama los duras peñas,
mi dormir siempre velar;
las manidas son oscuras
los caminos por usar,
así ando de sierra en sierra
por orillas de la mar,
a probar si en mi ventura
hay lugar donde avadar;
pero por vos, mi Señora,
todo se ha de comportar.


El resto del capítulo es duro, porque no para el autor de ridiculizar a nuestro protagonista a través de las bromas de las "doncellas" que pretenden desnudarle sin conseguir quitarle "la gola, ni quitarle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y era menester cortarlas, por no poderse quitar los nudos" es decir, la parte de la supuesta armadura que cubrían su cabeza y hombros.

En fin, llega la hora de comer y "Pusiéronle la mesa a la puerta de la venta por el fresco, y trájole el huésped una porción de mal remojado, y peor cocido bacalao, y un pan tan negro y mugriento como sus armas. Pero era materia de grande risa verle comer, porque como tenía puesta la celada y alzada la visera, no podía poner nada en la boca con sus manos, si otro no se lo daba y ponía; " y en esa ridícula situación llega un castrador de puercos que hizo sonar "su silbato de cañas cuatro o cinco veces, con lo cual acabó de confirmar Don Quijote que estaba en algún famoso castillo, y que le servían con música, y que el abadejo eran truchas, el pan candeal, y las rameras damas, y el ventero castellano del castillo; y con esto daba por bien empleada su determinación y salida.".

Pero, aunque muy satisfecho, no podía estar tranquilo hasta que consiguiese lo principal: el ser armado caballero.

¡Seguimos!

lunes, 6 de julio de 2015

Leyendo "Don Quijote". 1ª parte. Cap. 1. Primera salida. (Video)


Capítulo Primero
Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo D. Quijote de la Mancha
 En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.

Así es como empieza el libro. ¡Seguro que lo conocíais de sobra!. Pues bien, así es como nos presenta Cervantes a su protagonista: Un hombre de unos cincuenta años, muy delgado, de costumbres cotidianas y sencillas, no muy rico pero sí lo suficientemente acomodado como para tener un ama que atendiera la casa y un "mozo para todo".

El único problema que tenía este buen señor era su afición a la lectura de libros de caballerias, que tanto y tanto le gustaban que acabaron en una obsesión tal que creó en él la necesidad de salir como sus protagonistas en busca de aventuras "deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama."

Pero para ello necesitaba cumplir todos los requisitos, así que "Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín, y confirmándose a sí mismo, se dió a entender que no le faltaba otra cosa, sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores, era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma." convirtió en su amada a "una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque según se entiende, ella jamás lo supo ni se dió cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla DULCINEA DEL TOBOSO"

Y este primer capítulo dio origen a la obra mundialmente reconocida y apreciada.
¡Seguimos!

martes, 16 de junio de 2015

Refrán en mano: "Estar al loro"

"Estar al loro"
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Parece que esta vez nuestro amigo el diccionario de la RAE no nos va a ayudar porque no recoge en la definición de "loro" esta expresión. Si nos dice en su definición "3. m. El Salv., Perú y Ur. Hombre hablador",  pero sabemos que la expresión es amplia y tradicionalmente usada en España, por lo cual tenemos que irnos al terreno del habla coloquial para intentar hallar su origen, porque su significado está clarísimo para todos:

Alguien "está al loro" cuando está informado y sabe de qué se habla.
Decimos "¡al loro!" cuando queremos que alguien nos atienda o que se interesen por algo...
No se refiere a una persona charlatana, que gusta de hablar por hablar aunque diga cosas sin sentido -porque a esa persona (y eso sí lo recoge la RAE) se le suele llamar "cotorra"- sino a alguien que conoce el tema. 
Y, entonces, lo primero es pensar por qué nos referimos a ese animal ¿no?
Pues bien, sabemos que el loro habla, repite lo que escucha y parlotea sin cesar.
 Seguimos buscando...
Se llama coloquialmente "loro" al aparato de radio (la similitud está clara). He encontrado en mi repaso por Google que algunos dicen que proviene del lenguaje carcelario (hay tanto "copia y pega" que no puedo deciros la autoría como es mi costumbre, es decir, quién lo puso por primera vez, aunque cito como interesante este espacio http://es.thefreedictionary.com/loro ), pero estoy disconforme en parte, porque según nuestra experiencia es necesario el cine, el teatro, la zarzuela, para que una expresión así sea adoptada por el acerbo popular, y saber desde cuándo se adoptó; por tanto, habrá que investigar más... 
Me quedo con el concepto de "loro" como persona que habla sin parar, repitiendo rumores, chistes y chascarrillos... por lo que está al loro quien conoce al dedillo -otra expresión a comentar ;)- todos esos chismes. 
 
Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)" ¡Pídelo!  http://educacion-ne.es/refranes.htm

martes, 9 de junio de 2015

Leyendo "Don Quijote". 1ª parte. Capítulo 1. Resumen y vídeo.

Capítulo Primero
Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo D. Quijote de la Mancha
Imagen En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, los días de entre semana se honraba con su vellori de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años, era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro; gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada (que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben), aunque por conjeturas verosímiles se deja entender que se llama Quijana; pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración dél no se salga un punto de la verdad.

Así es como empieza el libro. ¡Seguro que lo conocíais de sobra!. Pues bien, así es como nos presenta Cervantes a su protagonista: Un hombre de unos cincuenta años, muy delgado, de costumbres cotidianas y sencillas, no muy rico pero sí lo suficientemente acomodado como para tener un ama que atendiera la casa y un "mozo para todo".

El único problema que tenía este buen señor era su afición a la lectura de libros de caballerias, que tanto y tanto le gustaban que acabaron en una obsesión tal que creó en él la necesidad de salir como sus protagonistas en busca de aventuras "deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama."

Pero para ello necesitaba cumplir todos los requisitos, así que "Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín, y confirmándose a sí mismo, se dió a entender que no le faltaba otra cosa, sino buscar una dama de quien enamorarse, porque el caballero andante sin amores, era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma." convirtió en su amada a "una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque según se entiende, ella jamás lo supo ni se dió cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla DULCINEA DEL TOBOSO"


Y este primer capítulo dio origen a la obra mundialmente reconocida y apreciada.
¡Seguimos!

miércoles, 3 de junio de 2015

Refrán en mano: "Miel sobre hojuelas"

Miel sobre hojuelas
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Estamos hablando de un típico postre manchego. Las hojuelas o "florones" (así los llaman donde los probé, en Barbolla, provincia de Segovia) se hacen con una masa bastante insulsa, con la curiosidad de que es el cascarón del huevo lo que sirve de medida. Está compuesta de: 1 huevo, 250 gr. Harina (más o menos), azúcar, 1 cascarón de aguardiente, 2 cascarones de aceite, una pizca de sal y unas gotas de vinagre.
Se fríen en abundante aceite caliente y se recubren con azúcar o miel. Es tradición hacerlas (como tantas otras frituras destinadas a "compensar" los días de abstinencia) coincidiendo con la Cuaresma (carnaval y Semana Santa).

Pues bien - para quien le guste, claro - se convierten en un manjar cuando se les añade miel. Y de ahí, de esta receta popular, pasa a convertirse en frase hecha para referirse a que algo es muy apropiado o viene muy bien para la ocasión.

Frases como: "La vida no es miel sobre hojuelas, pero hay miel y hay hojuelas" (Doménico Cieri), "no todo es miel sobre hojuelas", "va como miel sobre hojuelas"... se suman a las que catalogan la miel como aspecto dulce de la vida, elemento que la hace más agradable

"El oro y la miel, donde están parecen bien",
"Miel y queso saben a beso",
"Hacerse de miel",
"La luna de miel",
"Más moscas se cazan con miel que con hiel",
"No se hizo la miel para la boca del asno"
o " Poca hiel hace amarga mucha miel".

Es lógico, pues, considerar que es recurso muy utilizado en la literatura:
"Cuando me dices: Soy tuya, tu voz es miel y es aroma, es igual que una paloma torcaz que a su macho arrulla" (Francisco Villaespesa).
"Qué ausencia cruel de pan y miel, cuando te fuiste" (Eladia Blázquez).
"No es digno de saborear la miel aquel quien se aleja de la colmena por miedo a las picaduras de las abejas" (William Shakespeare).
"Nuestro ideal no llega a las estrellas, es sereno, sencillo; quisiéramos hacer miel como abejas, o tener dulce voz o fuerte grito, o fácil caminar sobre las hierbas o senos donde mamen nuestros hijos" (Federico García Lorca).

Ejercicio propuesto: Miel/hiel-->dulce/amargo . ¿Qué otros sustantivos o adjetivos antónimos usamos en nuestras expresiones cotidianas?
Ejemplo: No todo es blanco o negro, también existe el gris.
 
Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)"  ¡Pídelo! http://educacion-ne.es/refranes.htm