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miércoles, 12 de septiembre de 2012

30.- "Estar en el quinto pino"


"Estar en el quinto pino"

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mariannavarro.net.Refranes
Todos conocemos la expresión que indica estar algo muy lejos. Pero... ¿de dónde viene?

Investigando "por ahí" como suelo hacer para recoger material con el que poder argumentar la explicación del refrán, dicho o frase hecha que añado cada día, me he encontrado la explicación de esta expresión y me he apresurado a ponerla en vuestro conocimiento, pues no siempre es factible dar a ciencia cierta referencias sobre el origen de tal o cual expresión.

Pues bien, en el blog homónimo www.quintopino.org  se cuenta:

Estamos en el siglo XIX, en Madrid. Parece ser que entonces, en el Paseo del Prado, que era en aquella época la calle más larga de la ciudad, había plantados cinco pinos, separados a buena distancia unos de otros. La gente utilizaba aquellos árboles para citarse, y se citaban en el primer pino, en el segundo, o en el tercero, igual que hoy en día se queda en el oso y el madroño de Sol, o en la estatua de la Plaza Mayor.

Por tanto, quedar en el quinto pino era ir muy lejos, ya casi a las afueras de la ciudad y comienzo del campo. Y de ahí, y del uso que los escritores madrileños dieron a la expresión en los periódicos nacionales parece ser que viene la expresión y su difusión por toda España.

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Como libro relacionado, "El misterio del quinto pino", de Xavier Fàbrega y Ramon Homs. El enlace nos lleva a una ficha de lectura y comentarios para trabajar en clase.
 
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jueves, 6 de septiembre de 2012

29- "De casta le viene al galgo"


 
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Frase que solemos utilizar entre signos de admiración para celebrar y ensalzar  los méritos de alguien que procede de padre/madre conocido por sus virtudes y su buen hacer.
 
Y es que así como el galgo hereda de su raza su estilizada figura y su agilidad para la carrera, así los hijos aprenden de sus padres y pueden igualarles e incluso sobresalir en sus ocupaciones y oficios.
 
"Honra merece quien a los suyos se parece", dice otro refrán, y aunque en "De abuelos a nietos" ya hablamos del que afirma que "el nombre, ni quita ni pone"... es bien sabido que puede ser mucho más fácil el camino para quienes ya lo encuentran allanado por la experiencia de su familia.
 
Por desgracia, la Historia nos enseña que parece suceder al revés: los hijos de personas ilustres suelen alejarse de ellos para evitar esas comparaciones tan odiosas que parecen exigirles más por el hecho de venir de donde vienen.
 
En conclusión -cómo no- otro refrán: "Toda medalla tiene dos caras".
 
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Son numerosas las sagas familiares en la Historia con poder y negocios transmitidos de padres a hijos (los Borgia, los Medici, los Capeto, los Habsburgo, los Alba, los Nehru-Ghandi...) pero traigo en esta ocasión la de una familia americana a quien acompaña el éxito y la tragedia a partes iguales:

"Los Kennedy (Tiempo de Memoria)", de Collier, Peter y Horowitz, David
Cuando, en 1849, Patrick Kennedy llegó a Estados Unidos huyendo de la Gran Hambruna irlandesa, poco podía imaginar que, al cabo de pocas generaciones, sus descendientes encarnarían todas las grandezas y miserias del «sueño americano». En efecto, en unos años, esta familia de católicos emigrados se iniciaba en los manejos de la política local de la mano del abuelo Patrick Joseph. El hijo de éste, el mítico Joe Kennedy, erigió un imperio financiero y alcanzó el codiciado puesto de embajador en Londres a finales de los años treinta.
En 1960, al acceder a la presidencia del país, John Fitzgerald Kennedy no sólo se convirtió en uno de los presidentes más carismáticos de todos los tiempos, sino que encumbró definitivamente a su familia como epítome de la fama, la riqueza y el poder. Pero también planean abundantes sombras sobre esta fascinante saga: los asesinatos de John Kennedy y de su hermano Robert, y la espiral autodestructiva a la que se entregaron algunos jóvenes del clan en los años setenta y ochenta, hablan de una tragedia en la que se refleja una parte destacada de la historia contemporánea. (sinopsis tomada de Tusquets editores).

 
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miércoles, 5 de septiembre de 2012

Aviso

Por reformas en el dominio, me informan de que el servicio de http://www.mariannavarro.net quedará suspendido unas horas. Espero que no os cause muchas molestias a los que tenéis la amabilidad de seguirnos.
 Después de ese intervalo todo volverá a la normalidad.
Muchas gracias.

Leyendo el "Quijote". 1ª parte. Capítulo 34.

Capítulo trigésimo cuarto

Donde se prosigue la novela del curioso impertinente

Nos quedamos intrigados ¿verdad?... Pues bien, decíamos que Camila, la pobre, sin tener ni idea del defecto del marido y de cómo la estaba poniendo a prueba, le habló directamente, comentándole que no le parecía bien estar sola en casa, por lo que Yo me hallo tan mal sin vos y tan imposibilitada de sufrir esta ausencia, que si presto no venís, me habré de ir a entretener en casa de mis padres.

Nuestro protagonista comprendió por esas palabras que Lotario había comenzado su acoso y contento con la reacción de su mujer, prometió que volvería pronto y le indicó que no hacía falta que se fuera. 

Como sabemos, en aquel entonces no podía la esposa atreverse a desobedecer al marido, por lo que casi se arrepintió de haberle escrito, por lo que pudiera llegar a pensar, y pensaba resistir callando a todo aquello que Lotario decirle quisiese, sin dar más cuenta a su marido, por no ponerle en alguna pendencia y trabajo.

El caso es que Lotario, como sabemos, ya se había encaprichado de ella, por lo que sin importarle la amistad (al final, la verdad es que se lo había ganado) siguió con sus afanes para conquistar a Camila hasta que lo consiguió.

Ahora vuelve Anselmo, al que, naturalmente, Lotario dice todo lo que quiere oír, por lo que queda tan contento y los nuevos amantes pueden seguir viéndose sin problemas ya que el mismo Anselmo propiciaba los encuentros.

Aprovecha Cervantes para ejercer sus dotes de poeta con un par de sonetos (ya hemos indicado que no era la poesía el "fuerte" de este autor que tan maravillosamente se expresa en prosa.

Pero Camila, por creencia y educación, no estaba satisfecha con la situación, y así lo comenta con la única que sabía lo que estaba sucediendo, preocupada por haber caído en los brazos de Lotario tan rápidamente, porque se suele decir, dijo Camila, que lo que cuesta poco se estima en menos. Leonela, su criada, intenta tranquilizarla, pero en esos coloquios vino a darse cuenta Camila de que corría peligro su honra si llegaba a saberse fuera de los muros de su casa, por lo que ayudaba a Leonela a recibir a su propio amante y los guardaba con todo sigilo para que Anselmo nada supiera.

El caso es que, puestos a enredar, la Fortuna hace de las suyas, y Lotario vio salir a un hombre tarde de la casa, ni siquiera pensó en Leonela, sino que inmediatamente lo asoció con Camila y cayó en el pensamiento de que de la misma manera que había sido fácil y ligera con él, lo era para otro; que estas añadiduras trae consigo la maldad de la mujer mala, que pierde el crédito de su honra con el mismo a quien se entregó rogada y persuadida, y crea que con mayor facilidad se entregó a otros, y da infalible crédito a cualquiera sospecha que desto le venga.

Así que, movido por los celos, no se le ocurre otra cosa que contarle a su amigo  que Camila ha comenzado "a hacerle caso" y que, aunque no ha habido aún nada, le aconseja: Finge que te ausentas por dos o tres días, como otras veces sueles, y haz de manera que te quedes escondido en tu recámara, pues los tapices que allí hay, y otras cosas con que te puedes encubrir te ofrecen mucha comodidad, y entonces verás por tus mismos ojos y yo por los míos lo que Camila quiere. Y si fuera la maldad, que se puede temer antes que esperar con silencio, seguridad y discreción podrás ser el verdugo de tu agravio. 

Al parecer, Lotario se dio cuenta de que había actuado mal, y quiso contar a Camila todo para que estuviera al tanto, pero antes de poderlo hacer, empezó ella a decirle: Sabed, amigo Lotario, que tengo una pena en el corazón, que me aprieta de suerte que parece que quiere reventar en el pecho, y ha de ser maravilla si no lo hace, pues ha llegado la desvergüenza de Leonela a tanto, que cada noche encierra a un galán suyo en esta casa, y se está con él hasta el día, tan a costa de mi crédito, cuanto le quedará campo abierto de juzgarlo al que le viere salir a horas tan inusitadas de mi casa; y lo que me fatiga es que no la puedo castigar ni reñir, que el ser ella secretario de nuestros tratos, me ha puesto un freno en la boca para callar los suyos, y temo que de aquí ha de nacer algún mal suceso.

Todavía se permitía Lotario dudar de esa verdad que Camila le contaba, pero al final prevaleció la preocupación y tristeza con que ella se franqueó con él y, arrepentido, no hubo más remedio que hacer frente a la situación y buscar una solución para salir del paso airosos... y fue ella... como naturalmente tiene la mujer ingenio para el bien y para el mal, más que el varón (puesto que le va faltando cuando de propósito se pone a hacer discursos), luego al instante halló Camila el modo de remediar tan al parecer irremediable negocio; y dijo a Lotario que procurase que otro día se escondiese Anselmo donde decía, porque ella pensaba sacar de su escondimiento comodidad, para que desde allí en adelante los dos se gozasen sin sobresalto alguno; y sin declararle del todo su pensamiento, le advirtió que tuviese cuidado, que en estando Anselmo escondido, él viniese cuando Leonela le llamase y que a cuanto ella le dijese, le respondiese como respondiera aunque no supiera que Anselmo le escuchaba.  

 Y como creo que es mucho más interesante leerlo tal y como fue, os dejo que terminéis de leerlo y saquéis así vuestras propias conclusiones. 

¡Seguimos!

 

"Tener agallas"

Como sucede con los refranes de nueva incorporación, y hasta que llegue su turno de incorporarlo aquí, sirva como aviso de que podéis verlo en el hasta ahora su espacio habitual. 
Gracias y saludos.