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viernes, 21 de septiembre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 39




Capítulo trigésimo noveno:
Donde el cautivo cuenta su vida y sucesos
 
Comienza el cautivo por el principio, es decir, hablando de su lugar de origen (León) y de su familia.
 
Sucedió que el padre, dado que era rico pero derrochador, reunió a sus tres hijos para comunicarles que repartiría su herencia en vida con la condición de que cada uno siguiera sus consejos en cuanto a qué profesión elegir... y aquí Cervantes nos da una lección histórica sobre los oficios rentables en la época:
 
Hay un refrán en nuestra España, a mi parecer, muy verdadero, como todos lo son, por ser sentencias breves sacadas de la luenga y discreta experiencia; y el que yo digo dice: «Iglesia, o mar, o casa real», como si más claramente dijera: «Quien quisiere valer y ser rico, siga, o la Iglesia, o navegue, ejercitando el arte de la mercancía, o entre a servir a los reyes en sus casas»; porque dicen: «Más vale migaja de rey que merced de señor»
 
No hacen estas palabras sino constatar lo que la historia nos muestra a menudo: los hijos de los nobles (tuvieran vocación o no) iban ocupando cargos según el orden de nacimiento; y así, el primero heredaba el cargo paterno, el segundo ocupaba un cargo en la iglesia y el tercero, mercader. Los restantes ya iban siendo "colocados" según el prestigio e influencia de la familia.
 
Bien, parece ser que en este caso cada uno pudo elegir su opción, y nuestro actual protagonista decidió encaminarse a Génova para seguir la carrera de las armas. 
 
 
Va narrando distintas peripecias, muy interesantes para quien le guste saber de batallas navales en las que participó la armada española de aquel entonces y concluye con su prendimiento., convirtiéndose en cautivo de los turcos, dándose la coincidencia de que allí conoce al hermano de don Fernando, don Pedro de Aguilar. Con las nuevas de dicho alférez recordado por dos sonetos que escribió, y con la promesa de oirlos recitados, nos espera el siguiente capítulo.
 
¡Seguimos!

35.- "Ver la botella medio vacía"


"Ver la botella medio vacía"

 

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mariannavarro.net.Refranes
  Ante una misma realidad, siempre hay dos maneras de enfrentarse a ella:

 La optimista, la que ve en la botella aún la mitad de su contenido (medio llena) y lo que queda por disfrutar; y la pesimista, la que ve lo que ya no está, lo que se ha bebido (medio vacía) y ya no se podrá degustar.

 Así sucede ante cualquier situación en la vida, y por ello se suele decir figuradamente esta sentencia cuando  una persona está con el ánimo bajo, deprimida y sin ilusión para ver el lado positivo, el rayo de  esperanza al que agarrarse para salir de ahí.

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 Tenemos un genial ejemplo de optimismo en el personaje, a veces iluso y en ocasiones difícilmente creíble, de la exitosa película "La vida es bella" ("El niño con el pijama a rayas" de John Boyne, muestra la otra mitad).

Pero estamos de suerte los que vivimos en Madrid: el indiscutiblemente genial actor Rafael Álvarez, "el Brujo", capaz por sí solo de llenar un escenario y establecer una complicidad con él mientras dura la obra (he tenido el placer de verle como el Lazarillo y el Quijote), en gira desde Octubre del 2009, fecha de su estreno, representa en el Teatro Infanta Isabel, "El Testigo", de Fernando Quiñones (relato corto incluido en "Nos han dejado solos") en torno a la figura del cantaor flamenco -no se les suele denominar cantantes-, Miguel Pantalón.
 
En el escenario, tres mesas de taberna con botellas de fino siempre medio vacías como una metáfora de la vida misma del cantaor...

 

 

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jueves, 20 de septiembre de 2012

Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 38.

Capítulo trigésimoctavo:
Que trata del curioso discurso que hizo don Quijote de las armas y las letras

Como ya sabremos, Cervantes fue apodado como "el manco de Lepanto" por haber resultado herido y quedarle inutilizada la mano en esa batalla (7 de octubre de 1571). Se lee en las crónicas:

Cuando se reconosció el armada del Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán... y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo abajo en la cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud... Y peleó como valiente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrescentó y le dio cuatro ducados más de su paga... De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano.

Y hago esta introducción, como quizás ya os figuraréis, para señalar que -como soldado y como escritor- tiene nuestro autor experiencia y saber suficientes para hablar de estos dos temas -las armas y las letras- con toda autoridad.

Tan bien lo hace que este discurso (1) por sí mismo ya ha merecido destacar en esta ya insigne obra como la joya literaria que es. Pues en él hace repaso a las características del soldado y el escritor con detalle y acierto.

Difícil es resumirlo, sabiendo el tema, por lo que os invito a leerlo con atención, sin que olvidemos que la figura del "soldado-escritor" también existe en personajes como nuestro sin par Garcilaso de la Vega.

En conclusión podríamos decir que no son incompatibles las armas y las letras a pesar de que las unas supongan crueldad y coraje mientras las otras rezuman sensibilidad y paciencia... Lo dicho: mejor lo leéis y así podréis sacar vuestras propias conclusiones.


Por destacar un párrafo de entre los demás, y como muestra, señalo éste:

Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, vaguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que al estudiante en tanto mayor grado, que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida.

Terminado el discurso, toca al cautivo que llegó acompañado por la morisca, contar su historia... sin duda interesante porque algo tendrá de lo que el propio Cervantes pasó, habiendo sido él mismo cautivo en Argel.

¡Seguimos!

34.- "Tener un agujero en la mano"


"Tener un agujero en la mano"

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mariannavarro.net.Refranes
También se conoce como: "tener un agujero en el bolsillo" o, lo que es lo mismo... "Ser un manirroto". 

Todas estas expresiones se atribuyen a la persona derrochadora, incapaz de ahorrar, que gasta lo que tiene y muchas veces hasta lo que no posee, en base a créditos o préstamos que indefectiblemente llevarán a su ruina.
 
Pero, como sabemos, toda moneda o medalla tiene dos caras, por lo que esta imagen tiene también  un aspecto positivo para atribuirlo a la persona generosa, desprendida, que no tiene nada suyo y todo lo comparte.
 
Si Europa, en general, y España, en particular, tuvieran manos, probablemente se podría aplicar como motivo para estar en donde estamos, tras años aplicando las dos acepciones: gastando lo que no tiene y dando lo que no hay.
 
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Como sabemos, aun siendo muy parecidos, no son el mismo recurso la imagen o símil que la metáfora: la una recrea la realidad comparando (como en este caso), mientras que la segunda la sustituye. Trabajemos con ellas, así como con el uso de la r simple o múltiple en mitad de palabra (manirroto, arado).

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miércoles, 19 de septiembre de 2012

33.- "Quien a hierro mata, a hierro muere"


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mariannavarro.net.Refranes
Cada quién es responsable de sus actos, y aunque viendo ciertas situaciones resulte inexplicable que algunos personajes puedan seguir donde y como están, refranes como éste acaban cumpliéndose  en un elevado tanto por ciento.
 
Tomado, una vez más, de un pasaje bíblico en el que Jesucristo recrimina con esta sentencia a San Pedro, que ha dejado sin oreja  al judío Malco, y transmitido después a través del latín  Qui in gladio occiderit, gladio peribit , asegura que la persona violenta, la que mata a hierro (espada o 'arma blanca') es seguro que morirá también violentamente.

Por extensión, se aplica con el mismo sentido de "el que la hace, la paga", es decir, a la persona que se permite campar por sus respetos, hacer de su capa un sayo y, despreciando a los demás, saltarse todas las normas para conseguir su ambición.
 
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¿Buscamos ejemplos en la literatura y en la Historia y comprobamos si se cumple o no?
¿Quién dijo:

"Llamé al cielo y no me oyó
y pues sus puertas me cierra,
se mis pasos en la tierra
responda el Cielo, no yo" ?