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sábado, 15 de agosto de 2015

Leyendo "Don Quijote". 1ª parte. Capítulo 3. Nombrado caballero. (Video)



ImagenCapítulo tercero
Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo D. Quijote en armarse caballero.

Bien, habíamos dejado a nuestro caballero con su obsesión y ya vamos sabiendo que pocos pueden ganarle a terco; por tanto, no nos sorprenderá que llegado el momento de retirarse pidiera al ventero (según él, el castellano, es decir, el dueño del supuesto castillo) que le acompañara a las caballerizas y una vez allí, se arrodillara ante él y le amenazara con no levantarse hasta que el buen hombre le concediera lo que le quería pedir.

Después de tantas horas atendiendo la venta, imaginamos que lo que más querría sería quitarse de en medio al loco que la suerte había hecho llegar a su casa, por lo que le prometió cumplir lo que quisiera. Entonces fue cuando Don Quijote le contó: "os digo que el don que os he pedido, y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado, es que mañana, en aquel día, me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla de este vuestro castillo velaré las armas; y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder, como se debe, ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras en pro de los menesterosos, como está a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy"

Ya iba el ventero dándose cuenta de la locura de Don Quijote, por lo que, tomándoselo a broma, pensó que iba a ser una buena ocasión para reírse un rato. Siguiéndole la corriente y bromeando sobre que él también había hecho y deshecho en su juventud, le advirtió, sin embargo, que como en su castillo no había capilla disponible porque había sido destruida, él sabía que podían ser veladas en el patio de armas del castillo. Le preguntó si tenía dinero, a lo que Don Quijote contestó que nunca había leído que los caballeros los necesitasen. Fiel a su plan, el ventero le contó que no solo dinero, sino camisas limpias sabía él que eran necesarios para un buen caballero, así como ungüentos para curar sus heridas, siendo tan obvio que no habían considerado necesario decirlo en sus crónicas. Tal vez porque no era bien visto que ellos llevasen alforjas y solían ser sus escuderos los que de eso se encargaban.

"Prometióle don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba con toda puntualidad; y así se dió luego orden como velase las armas en un corral grande, que a un lado de la venta estaba, y recogiéndolas Don Quijote todas, las puso sobre una pila que junto a un pozo estaba, y embrazando su adarga, asió de su lanza, y con gentil continente se comenzó a pasear delante de la pila; y cuando comenzó el paseo, comenzaba a cerrar la noche."

Contó el ventero el episodio a todos los que en la venta estaban, de manera que se dispusieron a disfrutar del raro espectáculo.

Enfrascado Don Quijote en su vela, se acercó al pozo un arriero que quería dar de beber a su recua, por lo que se dispuso a apartar las armas. La indignación de Don Quijote no se hizo esperar: "¡Oh tú, quienquiera que seas, atrevido caballero, que llegas a tocar las armas del más valeroso andante que jamás se ciñó espada, mira lo que haces, y no las toques, si no quieres dejar la vida en pago de tu atrevimiento!". No estaba el arriero al tanto de lo que allí pasaba, y seguramente pocas ganas tendría de aguantar manías, así que, haciendo caso omiso, siguió apartándolas para dejar libre el pozo. ¡ No sabía lo que le esperaba!. Don Quijote, encomendándose a su amada Dulcinea en esa su primera prueba, cogió la lanza con las dos manos "y dió con ella tan gran golpe al arriero en la cabeza, que le derribó en el suelo tan maltrecho, que, si secundara con otro, no tuviera necesidad de maestro que le curara.".

Tuvo suerte de que Don Quijote se conformó con eso y siguió tranquilamente sus paseos, pensando que con un solo golpe sería suficiente. Pero quiso la suerte que otro arriero ocupara el lugar del primero, y a éste, sin avisar, le arreó nuestro caballero tres golpes que le abrieron la cabeza. Viendo esto otros compañeros del oficio, comenzaron a lanzarle piedras e insultarle, mezclándose sus insultos y gritos con las voces del ventero queriendo aclarar que se trataba de un loco y las del mismo Don Quijote: "tirad, llegad, venid y ofendedme en cuanto pudiéredes, que vosotros veréis el pago que lleváis de vuestra sandez y demasía. ".

Ya fuera por las amenzas o por las explicaciones del ventero, el caso es que los arrieros le dejaron en paz y así pudo él continuar la vela de sus armas sin otro contratiempo. Pero no quería el ventero más jaleos, así que acercándose a nuestro protagonista "Díjole, como ya le había dicho, que en aquel castillo no había capilla, y para lo que restaba de hacer tampoco era necesaria; que todo el toque de quedar armado caballero consistía en la pescozada y en el espaldarazo, según él tenía noticia del ceremonial de la orden, y que aquello en mitad de un campo se podía hacer; y que ya había cumplido con lo que tocaba al velar de las armas, que con solas dos horas de vela se cumplía, cuanto más que él había estado más de cuatro.".

Don Quijote ya confiaba en él, por lo que accedió y creyó todo lo dicho. Entonces, " el castellano, trajo luego un libro donde asentaba la paja y cebada que daba a los arrieros, y con un cabo de vela que le traía un muchacho, y con las dos ya dichas doncellas, se vino a donde Don Quijote estaba, al cual mandó hincar de rodillas, y leyendo en su manual como que decía alguna devota oración, en mitad de la leyenda alzó la mano, y dióle sobre el cuello un buen golpe, y tras él con su misma espada un gentil espaldarazo, siempre murmurando entre dientes como que rezaba."

Fueron las dos "doncellas" las encargadas de ceñirle la espada y calzarle las espuelas, a las que, agradecido, pidió sus nombres y las bautizó en adelante como doña Tolosa y doña Molinera.

"Hechas, pues, de galope y aprisa las hasta allí nunca vistas ceremonias, no vió la hora Don Quijote de verse a caballo y salir buscando las aventuras; y ensillando luego a Rocinante, subió en él, y abrazando a su huésped, le dijo cosas tan extrañas, agradeciéndole la merced de haberle armado caballero, que no es posible acertar a referirlas. El ventero, por verle ya fuera de la venta, con no menos retóricas, aunque con más breves palabras, respondió a las suyas, y sin pedirle la costa de la posada, le dejó ir a la buena hora."

Y así fue cómo nuestro recién armado caballero, se dispuso a continuar su viaje y a iniciarse como tal.

¡Seguimos!

jueves, 30 de julio de 2015

Salón de lectura.- "El peso del corazón", de Rosa Montero. El regreso de @BrunaHusky

Creo que de todos es sabido aquí mi admiración por esta gran escritora y mejor persona, Rosa Montero.
En este blog queda constancia de mis comentarios (por orden de publicación de la opinión) sobre algunas de sus obras:
 
 "El corazón del tártaro".- http://educacion-ne.blogspot.com/2013/09/salon-de-lectura-rosa-montero-el.html

Tengo que hacer los deberes y seguir comentando más obras, pero por cercanía en la publicación y por el impacto que me dejara Bruna Husky en su primera aparición, tenía muchas ganas de leer esta segunda: "El peso del corazón". 

Ha sido un regalo de cumpleaños (gracias, Jose) este 12 de julio, y de la facilidad de su lectura y de su interés dan fe el hecho de poderlo comentar ya. Lo digo porque solo leo de noche, en la cama, antes de que el cansancio me pueda y me traiga el anestesiante y reparador sueño; leo para sumergirme en otro mundo, relajarme, olvidando los problemas cotidianos, y conocer una nueva perspectiva.

Reconozco que tenía ganas de leerlo en cuanto supe de su publicación, y esto tiene un peligro, porque si te gustó mucho el primero, la saga puede no responder a las espectativas, decepcionarte (por algo dicen que segundas partes nunca fueron buenas)... No es el caso, en absoluto.

Para los que no han conocido antes a "nuestra" rep, uso las palabras que incluí para presentarla en el comentario a "Lágrimas en la lluvia":

Año 2109, Madrid, Estados Unidos de la Tierra, una replicante (rep), un ser artificial más humano que muchos humanos. Una obsesión: saber que sus días están contados y conocer, además, la terrible muerte que le espera, el TTT. Un destino: ser rep de combate. Una naturaleza: conocer que sus recuerdos, su memoria, son ajenos, implantados para darle una personalidad, una razón de ser, que sabe positivamente falsos, y una realidad: su combate no es contra otros, sino contra ella misma, contra su condición, su destino y sobre todo, con la levedad del ser que marca su tiempo, su trayectoria vital inevitable, inexorablemente, sin que pueda hacer nada por cambiarlo.
Entre tanto, una sociedad, unos amigos, unas circunstancias y una lucha: la vida. Cómo, a pesar de saber que nuestros días están contados, la despilfarramos agobiándonos, aferrándonos a unos recuerdos falsos, a unas certezas dudosas y a un dolor: la soledad, la ausencia. Y ante todo y sobre todo, la esperanza, que hace que valga la pena vivir, investigar, pelearse para desentrañar injusticias, rencores, prejuicios y fobias.

 
Como el ambiente y la protagonista son los mismos, esto vale. Pero la novedad es el paso a más que da la autora para entrar en la complejidad de un futuro no tan lejano, para tratar el peligro de la energía nuclear y ahondar en la problemática de los residuos nucleares (tan actual por otra parte, que los noticiarios nos hablan estos días de uno de esos 'cementerios radiactivos' en Villar de Cañas (Castilla-La Mancha).

Bien, nos han puesto muy fácil destacar la importancia de la temática que es el telón de fondo de la trama de "El peso del corazón", que Rosa desmenuza con la seriedad que pone en cada investigación.
Pero lo que no es tan fácil es desentrañar de nuevo la lucha de esta ¿ingenua? replicante hecha para combatir y que, sin embargo, está más dotada para el verbo AMAR en todas sus acepciones por la tremenda carga de humanidad que hay en ella, y que achaca a las memorias 'reales, aunque no propias' que conforman sus recuerdos y vivencias.

Sea como fuera, el amor a la niña, la capacidad de fantasear para disfrazar un mundo cruel, para embellecerlo, el amor sexual, el amor al amigo... ocupan un primer plano  que interesa tanto o más que la investigación para la que contratan a la protagonista, ya de por sí interesante y bien llevada.

De nuevo, pues, los afectos, la lucha por la vida, el 'carpe diem' frente a la dictatorial sabiduría de conocer no sólo que hemos de morir, sino la fecha concreta, el cuándo y el cómo sucederá. También la vejez, la amistad, la injusticia con la infancia y con nosotros mismos, la dictadura de la religión fanática, la enfermedad y la muerte...

En fin, "El ininterrumpido ir y venir del tigre ante los barrotes de su jaula para que no se le escape el único y brevísmo instante de la salvación" (Elías Canetti, sic. Rosa Montero).

Para terminar, me permito hacer mías las maravillosas palabras que terminan el libro:
"A veces pienso (...) que formamos un todo capaz de moverse al unísono a través del éter, como un cardumen de peces en el mar del tiempo. Qué pena que, pese a esa profunda y delicada sintonía, no consigamos dejar de matarnos los unos a los otros".

De nuevo, y una vez más, gracias, Rosa.

viernes, 24 de julio de 2015

Expresiones comentadas.- "Ser la repanocha, la repera, la reoca, la releche..."

Como comentario en un intercambio entre amigos de Facebook surgió: ¡Somos la releche! Y un amigo argentino reclamó su uso sudamericano. Una cosa lleva a la otra y me ha impelido a investigar sobre la expresión.

A poco que nos fijemos, vemos que todas estas expresiones tienen en común el uso del prefijo re- . Así que recurrimos en primer lugar a nuestro estimado amigo para enterarnos del significado que este morfema añadido ante las palabras (= prefijo), confiere a las mismas.
re-.
(Del lat. re-).

1. pref. Significa 'repetición'. Reconstruir.
2. pref. Significa 'movimiento hacia atrás'. Refluir.
3. pref. Denota 'intensificación'. Recargar.
4. pref. Indica 'oposición' o 'resistencia'. Rechazar. Repugnar. Significa 'negación' o 'inversión del significado simple'. Reprobar. Con adjetivos o adverbios, puede reforzarse el valor de intensificación añadiendo a re- las sílabas -te o -quete. Retebueno. Requetebién.
Indicar en primer lugar que la última de las expresiones mencionadas, 'releche', no se contempla en nuestro diccionario. Las demás, coinciden en un mismo significado:
1. Locución verbal coloquial. Usada para calificar algo muy positiva o muy negativamente. 
Es decir, usamos la acepción 3 anteriormente descrita.
Y, efectivamente, sabemos todos los que las usamos que son exclamaciones que expresan admiración ante un hecho, aunque las usemos en contextos distintos, pues mientras repera y reoca tienen connotaciones normalmente positivas, en cambio ser la repanocha parece indicar algo divertido, jocoso, estrambótico (1).
 ¿Y qué tiene la mazorca o panocha de maíz (mis disculpas a quienes consideren soez la expresión) que no tengan la pera o la oca (animal ya de por sí, también divertido)?
Veamos de nuevo significados:

Panocha.- (Del lat. vulg. panucŭla, mazorca, y este del lat. panicŭla, dim. de panus, mazorca de hilo).
1. f. panoja.

2. f. C. Rica. empanada (masa de pan rellena).
3. f. coloq. Cuba y El Salv. vulva.
4. f. coloq. Cuba. vagina.
panocho, cha. (De panocha).
1. adj. Mur. Perteneciente o relativo a la huerta de Murcia, en España.
2. m. y f. Habitante de la huerta.
3. m. Habla o lenguaje huertano.

Lo divertido de las palomitas de maíz, por lo jaleoso y simpático, ni se discute, pero intentando "rizar el rizo" y relacionarlo con el panocho/a murciano, e investigando en oficios tradicionalmente practicados por ellos (como el sereno gallego, por ejemplo), hallo el de "recovero", personaje que traía alimentos y a veces correo, ropa, golosinas, etc. en su rudimentario medio de transporte y compraba o los intercambiaba (trueque) por huevos, pieles, gallinas u otros productos que los campesinos tuvieran en exceso. (Definición tomada de http://www.reservadepalabras.org/apadrina-listar.php?palabra=recovero). El don del habla para regatear y convencer, el ser simpático y algo "liante", así como la variedad de su mercancía, que convertiría en una fiesta su llegada, un atractivo que deberían ser característicos del oficio y bien podría ser -en nuestra humilde opinión- el origen de la expresión.

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(1) Estrambótico, ca .- 1. adj. coloq. Extravagante, irregular y sin orden.

miércoles, 15 de julio de 2015

Refrán en mano - "Tumbarse/tirarse a la bartola"...


Una frase más que  usamos sin preguntarnos muchas veces de dónde viene hasta que un día te pica la curiosidad y buscas.

¿Por dónde empezar?... ¡Acertásteis! Naturalmente, nuestro amigo el diccionario. Vamos a http://rae.es y dice:

bartola.
(De Bartolo, acort. de Bartolomé).
a la ~.
1. loc. adv. coloq. Descuidando o abandonando el trabajo u otra actividad. Echarse, tumbarse a la bartola.
2. loc. adv. coloq. Despreocupándose, quedando libre de toda inquietud o preocupación.

Hasta aquí, bien, más o menos ya sabíamos que significa eso, pero ¿por qué Bartolomé y no otro? De hecho, también he oído expresiones como "¡mira que eres Bartolo!" 

 Así que vuelvo a nuestro amigo y leo:

bartolo.
(De Bartolo, personaje de historieta).
1. intr. coloq. Chile. haraganear.

¡Uy! Un personaje de historieta... Habrá que seguir buscando, pues. Y otra amiga, de la que no siempre te puedes fiar, pero sí a menudo (wikipedia), al buscar "Bartolo, historieta" nos cuenta:

Bartolo, as de los vagos fue una serie de historietas autoconclusivas creada en 1950 por Palop para la revista "Jaimito"
Bartolo es la encarnación de una cualidad, la vagancia, como lo da a entender su propia iconografía: Postura encorvada, manos en los bolsillos, cigarrillo en los labios, ojos entrecerrados y boina. Todas sus historias narran sus intentos por evitar cualquier tarea y poder seguir dormiendo la siesta.

Bueno, pues ¡ya lo tenemos! Así que -como hemos visto con personajes históricos, de zarzuela, de teatro y hasta de canciones- tuvo tal éxito el personaje (como Carpanta para simbolizar al que siempre tiene hambre), que hacer el vago, dejarlo todo para descansar, es hacerlo a la manera de Bartolo, o sea, "a la Bartola".

Curioso, ¿verdad?

Lástima no haber encontrado una de esas historietas.

Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)"  http://educacion-ne.es/refranes.htm
 


viernes, 10 de julio de 2015

Leyendo el "Quijote". Parte 1ª. Capítulo 2. Llega a la venta. (vídeo)



ImagenCapítulo segundo
Que trata de la primera salida que de su tierra hizo el ingenioso D. Quijote


Bien, pues ya tenemos a nuestro caballero completamente decidido "y así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día (que era uno de los calurosos del mes de Julio), se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza, y por la puerta falsa de un corral, salió al campo con grandísimo contento y alborozo" .

No pasó mucho tiempo, ya que tantas y tantas vueltas daba al tema en su cabeza para que todo siguiera punto por punto las leyes de caballería, en que se diera cuenta de que le faltaba una de las condiciones principales: ¡nadie le había nombrado caballero! y así, difícilmente iba a poder hacer lo que quería.


No se echó atrás, sin embargo, y decidió "hacerse armar caballero del primero que topase, a imitación de otros muchos que así lo hicieron, según él había leído en los libros que tal le tenían". Dejándose Don Quijote llevar por Rocinante, pues no tenía una dirección determinada y creía que así dejaba más espacio a que fuera la suerte o el azar la que decidiera, Cervantes no puede evitar imitar irónicamente el lenguaje de muchos de los escritores barrocos describiendo la salida del sol:
"Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora que dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba".


A esas horas tan tempranas iba, pues, nuestro caballero por el campo de Montiel (comarca española de La Mancha baja) y pensando en aquel sabio a quien le correspondería escribir contando sus importantes hazañas y quejándose de los desdenes de su señora Dulcinea (a la que, recordemos, hacía mucho tiempo que ni veía ni hablaba; ajena totalmente al ascenso en su posición social gracias a las locuras de Don Quijote), aunque Cervantes juega con la supuesta historia del primer cronista de sus hazañas (el supuesto Cideamete Benenjeli que escribió el manuscrito encontrado por él), pasó el día sin que nada importante sucediese, más que el calor y el hambre con el que, ya al anochecer, encuentra una venta (lugares de reposo y descanso de caminantes, parecidos a nuestros actuales mesones y hostales) y a ella se dirige creyendo "que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadizo y honda cava, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan." .


No se atrevía a ir más allá Don Quijote, aguardando a que alguien en el "castillo" anunciase su llegada, y "En esto sucedió acaso que un porquero, que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos (que sin perdón así se llaman), tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen,". Era la señal que Don Quijote esperaba y al ver que huían asustadas dos mujeres "de la vida" que en la puerta estaban, a las que -¡cómo no!- tomó por nobles damas e intentó tranquilizarlas con tal lenguaje y hechos que ellas, por su ridículo aspecto y su rara forma de hablar, comenzaron a reír.

Era Don Quijote muy orgulloso y esas risas le sentaron muy mal y tal vez hubiera llegado a mayores si el encargado de la venta, el ventero, viendo cómo iba armado, no hubiera usado sus mejores dotes de persuasión para convencerle de que descansase, aunque aclarando que no tenían habitaciones. A lo que Don Quijote, muy satisfecho, responde con dos versos del romance anónimo:

Mis arreos son las armas
mi descanso el pelear,

mi cama los duras peñas,
mi dormir siempre velar;
las manidas son oscuras
los caminos por usar,
así ando de sierra en sierra
por orillas de la mar,
a probar si en mi ventura
hay lugar donde avadar;
pero por vos, mi Señora,
todo se ha de comportar.


El resto del capítulo es duro, porque no para el autor de ridiculizar a nuestro protagonista a través de las bromas de las "doncellas" que pretenden desnudarle sin conseguir quitarle "la gola, ni quitarle la contrahecha celada, que traía atada con unas cintas verdes, y era menester cortarlas, por no poderse quitar los nudos" es decir, la parte de la supuesta armadura que cubrían su cabeza y hombros.

En fin, llega la hora de comer y "Pusiéronle la mesa a la puerta de la venta por el fresco, y trájole el huésped una porción de mal remojado, y peor cocido bacalao, y un pan tan negro y mugriento como sus armas. Pero era materia de grande risa verle comer, porque como tenía puesta la celada y alzada la visera, no podía poner nada en la boca con sus manos, si otro no se lo daba y ponía; " y en esa ridícula situación llega un castrador de puercos que hizo sonar "su silbato de cañas cuatro o cinco veces, con lo cual acabó de confirmar Don Quijote que estaba en algún famoso castillo, y que le servían con música, y que el abadejo eran truchas, el pan candeal, y las rameras damas, y el ventero castellano del castillo; y con esto daba por bien empleada su determinación y salida.".

Pero, aunque muy satisfecho, no podía estar tranquilo hasta que consiguiese lo principal: el ser armado caballero.

¡Seguimos!