Como profesora y lectora te muestro el #Díade..., #autores, #libros, #refranes, #videos... Si puedo resolver tus dudas, comenta sin miedo. ¡Responderé!
1.
Dudo que vosotros __lleguéis__ a las
tres. (llegar)
2. Paula quiere que tú la _ visites__.
(visitar)
3. No es cierto que nos __quedemos__ a dormir.
(quedar)
4. Espero que Roberto __se ría__
en el cine. (reírse)
5. Pedimos que tú nos __cosas__ un botón. (coser) 6. Le
dice a Felipe que __tenga__ cuidado. (tener) 7. Deseo que no __confundas__ las
palabras. (confundir) 8. No creo que les _prohiban_
salir. (prohibir) 9. Puede que a Pedro le _suspendan_ lengua. (suspender) 10. Es
bueno que ellos __coman__ mucha fruta. (comer)
Capítulo quinto Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero
Aquí tenemos a Don Quijote donde le habíamos dejado: molido a palos y sin poderse levantar. Triste situación, sin duda.
Pero
nada que no hubiera pasado a algún noble caballero en sus aventuras, y
repasando en su recuerdo alguna parecida a la suya, recordó elromance de Baldovinos y el Marqués de Mantua
en el que el primero, gravemente herido, fue rescatado por el segundo,
su tío, que casualmente se había perdido por el bosque en mitad de una
cacería.
Comenzó, pues, a recitar dicho romance nuestro
protagonista y dio la casualidad de que le oyó un labrador vecino suyo.
Verle y creer que era el mismo Marqués de Mantua fue todo uno, y
mientras el hombre le ayudaba a levantarse y montar en su borrico
cargando a Rocinante con la armadura, armas y los restos de la lanza,
oía a su vecino dar quejas, primero como si fuera Baldovinos, luego,
como el Abencerraje de "La Diana" de Jorge de Montemayor, según le
pareciera más propio a la situación y a las preguntas que le hacía el
labrador, no solo por su quejidos lastimeros, sino también asustado de
su locura. Y aunque le intentó hacer ver que ninguno de los dos era
alguno de aquellos personajes, "yo sé
quien soy, respondió Don Quijote, y sé que puedo ser, no sólo los que he
dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aún todos los nueve de
la fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno de
por sí hicieron, se aventajarán las mías"
En fin, decidió el preocupado vecino devolverle a su casa aprovechando la noche para que no le vieran en ese estado y "Llegada,
pues, la hora que le pareció, entró en el pueblo y en casa de Don
Quijote, la cual halló toda alborotada, y estaban en ella el cura y el
barbero del lugar, que eran grandes amigos de Don Quijote, que estaba
diciéndoles su ama a voces: ¿qué le parece a vuestra merced, señor
licenciado, Pero Pérez, que así se llamaba el cura, de la desgracia de
mi señor? Seis días ha que no parecen él, ni el rocín, ni la adarga, ni
la lanza, ni las armas. ¡Desventurada de mí!."
Oyendo también los comentarios de la sobrina "Mas
yo me tengo la culpa de todo, que no avisé a vuestras mercedes de los
disparates de mi señor tío, para que lo remediaran antes de llegar a lo
que ha llegado, y quemaran todos estos descomulgados libros (que tiene
muchos), que bien merecen ser abrasados como si fuesen de herejes. Esto
digo yo también, dijo el cura, y a fe que no se pase el día de mañana
sin que de ellos no se haga auto público, y sean condenados al fuego,
porque no den ocasión a quien los leyere de hacer lo que mi buen amigo
debe de haber hecho." comprendió el labrador lo que le pasaba a
Don Quijote, y sin querer llevarle la contraria, avisó a los que
hablaban de a quién traía.
Y así fue cómo nuestro caballero
regresó de su primera salida y se encontró reposando de nuevo en su cama
y cómo el cura, al oírle relatar sus aventuras, se decidió a acabar de
una vez con aquellos libros causantes de semejante locura.
Por la belleza de su letra y música y por ser fuente para muchos ejercicios de español, aquí os dejo mi vídeo (con subtítulos en español) rechazado en YouTube por derechos de autor después de tres años en mi espacio.
¿Y mis derechos de autor al hacerlo y al promocionar la canción? :(.
LETRA: La vida llega, se va la vida como una rueda gira que gira distribuyendo la fecundidad la desventura y la felicidad inagotables de su manantial, la vida llega de pronto y entra sin llamar, cuando se va no dice a donde va es la frontera de la eternidad, la vida. Me gusta el aire de la mañana cuando me asalta por la ventana y me recuerda cada amanecer que sigo vivo tanto o mas que ayer que tengo todo el mundo por tener la vida y que las cosas a mi alrededor son consecuencia de lo que yo soy que a cada quien le paga su valor... la vida. Me crecen alas cuando tu mano tibia y amante toma mi mano y ya no tengo miedo de volar ni ligaduras para liberar por tu ternura y tu forma de dar la vida y me resisto entonces a creer que entre mis manos pueda yo tener en una forma breve de mujer la vida Conservo el alma llena de grillos tengo canicas en los bolsillos y no las cambio por la libertad enmascarada de solemnidad con que el poder pretende controlar la vida No somos libres mas que por amor libres y eternos mas que por amor no vale nada si no es por amor... la vida No somos libres mas que por amor libres y eternos mas que por amor no vale nada si no es por amor... la vida No somos libres mas que por amor libres y eternos mas que por amor no vale nada si no es por amor... la vida.
Capítulo cuarto De lo que le sucedió a nuestro caballero cuando salió de la venta
Ya amanecía cuando nuestro flamante caballero, orgulloso de su "gran noche", cabalgaba de nuevo. Pero, ¡cómo no!, dando vueltas en su mente a los consejos del "castellano", decidió que era importante hacer lo que le había recomendado y volver a su casa a por dineros, ropa limpia y, sobre todo, un escudero.
En ésas estaba, cuando al pasar cerca de un bosque oyó quejidos lastimeros y vio la primera ocasión de practicar su oficio. Se dirigió hacia allí y vio "atada una yegua a una encina, y atado en otra un muchacho desnudo de medio cuerpo arriba, de edad de quince años, que era el que las voces daba y no sin causa, porque le estaba dando con una pretina muchos azotes un labrador de buen talle, y cada azote le acompañaba con una reprensión y consejo, porque decía: la lengua queda y los ojos listos. Y el muchacho respondía: no lo haré otra vez, señor mío; por la pasión de Dios, que no lo haré otra vez, y yo prometo de tener de aquí adelante más cuidado con el hato"
No lo pensó dos veces Don Quijote y se dirigió hacia el hombre que así maltrataba al joven (creyéndole caballero también por tener una lanza apoyada en el árbol junto a la yegua). El motivo del castigo era que el dueño del rebaño acusaba al chico de ser ladrón, ya que cada día le faltaba alguna oveja, mientras que el muchacho replicaba que hacía mucho que el hombre no le pagaba el salario prometido.
Quiso nuestro caballero hacer justicia mandando al chico, Andrés, que acompañase a su patrón, Juan Haldudo, a donde decía tener su dinero, aconsejándole que se fiara de su condición, a pesar de sus dudas, dándole su promesa de volver a castigarle si no cumplía. Y con la confianza que Don Quijote tenía en la palabra dada, siguió su camino muy satisfecho de cómo había solucionado el problema (enderezado el entuerto o deshecho el agravio).
En cuanto desapareció nuestro iluso protagonista, mientras pensaba él en lo bien que había actuado, el hombre volvió a atar al chico y siguió pegándole hasta que le pareció suficiente. Recomendándole cuando le soltó: "Llamad, señor Andrés, ahora, decía el labrador, al desfacedor de agravios, veréis cómo no desface aqueste, aunque creo que no está acabado de hacer, porque me viene gana de desollaros vivo, como vos temíades."
Juró el muchacho ir a buscar a Don Quijote porque todavía tenía edad de creer en caballeros, pero, entretanto, "él se partió llorando y su amo se quedó riendo.".
No hubo de andar mucho Rocinante, que era quien decidía el camino a seguir, cuando se cruzaron con unos mercaderes toledanos que iban a comprar a Murcia."Eran seis, y venían con sus quitasoles, con otros cuatro criados a caballo y tres mozos de mulas a pie.".
Como parece natural ya, pues vamos conociendo a nuestro protagonista, de nuevo atribuyó al grupo cualidades que no tenía, y parándose en mitad del camino les increpó: "todo el mundo se tenga, si todo el mundo no confiesa que no hay en el mundo todo doncella más hermosa que la emperatriz de la Mancha, la sin par Dulcinea del Toboso.".
Cervantes, viajero infatigable por su trabajo como recaudador y por su propio carácter, era buen conocedor de las gentes que poblaban los caminos y así, a lo largo de la obra, nos los va retratando como gente sencilla pero socarrona, dispuesta siempre a pasar un buen rato a costa de quienquiera que se atreviera a hacerles frente, si en broma, por broma, si de veras, por orgullo y porque era gente acostumbrada a las peleas. Así que tantearon al caballero diciéndole que les enseñara tan gran hermosura, que no tendrían ningún problema en reconocerla si así era.
Planteó Don Quijote, con su aplastante lógica: "¿qué hiciérades vosotros en confesar una verdad tan notoria? La importancia está en que sin verla lo habéis de creer, confesar, afirmar, jurar y defender; donde no, conmigo sois en batalla, gente descomunal y soberbia: que ahora vengáis uno a uno, como pide la orden de caballería, ora todos juntos, como es costumbre y mala usanza de los de vuestra ralea, aquí os aguardo y espero, confiado en la razón que de mi parte tengo."
Hay que reconocer que, aparte de fanfarrón, gustaba nuestro caballero de meterse en jaleos, porque a
pesar de que quisieron convencerle, "arremetió con la lanza baja contra el que lo había dicho, con tanta furia y enojo, que si la buena suerte no hiciera que en la mitad del camino tropezara Rocinante, lo pasara mal el atrevido mercader. Cayó Rocinante, y fue rodando su amo una buena pieza por el campo, y queriéndose levantar, jamás pudo: tal embarazo le causaba la lanza, espuelas y celada, con el peso de las antiguas armas" y aun así, tirado en el suelo, exclamaba: "non fuyáis, gente cobarde, gente cautiva, atended que no por culpa mía, sino de mi caballo, estoy aquí tendido." Sin duda era demasiada altanería, así que uno de los mozos de mulas, no sólo le partió la lanza, sino que aprovechó los pedazos, al ver que ni aún así se callaba, para dejarle tan molido "como cibera" (Residuo de los frutos después de exprimidos.).
Cuando el mozo se cansó y todos se fueron, Don Quijote, que si no había podido levantarse cuando cayó de Rocinante, menos podía ahora después de la paliza, aún supo sacar sus propias conclusiones a lo que había pasado "Y aún se tenía por dichoso, pareciéndole que aquella era propia desgracia de caballeros andantes, y toda la atribuía a la falta de su caballo"