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Capítulo sexto Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo
Todavía
dormía nuestro caballero cuando ya sus amigos, el ama y la sobrina se
dispusieron a hacer limpieza en su biblioteca para librarle -un poco
tarde, quizás- de los malos efectos que algunos podían haberle
producido. Y así, analizando de uno en uno al principio y más en general
después, hicieron tres apartados en los que Cervantes demuestra conocer
ampliamente la literatura de su época y se permite, además, una crítica
a sí mismo: Libros para conservar:
Los cuatro de Amadís de Gaula, por ser los primeros y no tener culpa de las atrocidades que hicieran sus seguidores.
Salva el Palmerín de Inglaterra porque"Todas las aventuras del castillo de Miraguarda son bonísimas y de grande artificio, las razones cortesanas y claras que guardan y miran el decoro del que habla, con mucha propiedad y entendimiento"
De Historia del famoso caballero Tirante el Blanco, comenta: "Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo; aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con otras cosas de que todos los demás libros de este género carecen."
De libros pastoriles, salva el cura La Diana de Gil Polo; de los diez libros de Fortuna de Amor, compuesto por Antonio de Lofraso, comenta: "tan gracioso ni tan disparatado libro como ese no se ha compuesto, y que por su camino es el mejor y el más único de cuantos de este género han salido a la luz del mundo".
De el Pastor de Filida"No es ese pastor, dijo el cura, sino muy discreto cortesano; guárdese como joya preciosa".
La Araucanade don Alonso de Ercilla; la Austríadade don Juan Rufo, jurado de Córdoba y el Montserrat de Cristóbal de Virues, poeta valenciano. "pueden competir con los más famosos de Italia: guárdense como las más ricas prendas de poesía que tiene España".
Ya cansados, iban a tirar el resto de libros cuando asoma Las lágrimas de Angélica, de Luis Barahona de Soto, que resulta también salvado"porque su autor fue uno de los famosos poetas del mundo, no sólo de España, y fue felicísimo en la traducción de algunas fábulas de Ovidio. "
Libros para quemar:
Las sergas de Esplandián, hijo legítimo de Amadís de Gaula
"Amadís de Grecia,y aun todos los de este lado, a lo que creo, son del mismo linaje de Amadís" "Pues vayan todos al corral, dijo el cura, que a trueco de quemar a la reina Pintiquiniestra, y al pastor Darinel, y a sus églogas, y a las endiabladas y revueltas razones de su autor, quemara con ellos al padre que me engendró, si anduviera en figura de caballero andante."
Don Olivante de Laura.El autor de ese libro, dijo el cura, fue el mismo que compuso a Jardín de Flores(...) solo sé decir que este irá al corral por disparatado y arrogante.
Les siguieron Florismarte
de Hircania, El caballero Platir, El caballero de la Cruz, Bernardo del
Carpio, Roncesvalles, Palmerín de Oliva, la Diana llamada Segunda del Salmantino, el Pastor de Iberia, Ninfas de Henares y Desengaño de Zelos.
Libros "en cuarentena" que no merecían ser quemados, pero convenía mantener aparte:
Al llegar a Espejo de Caballerías, arremete Cervantes contra los malos traductores "y aquí le perdonáramos al señor capitán, que no le hubiera traído a España, y hecho castellano; que le quitó mucho de su natural valor, y lo mismo harán todos aquellos que los libros de verso quisieren volver en otra lengua, que por mucho cuidado que pongan y habilidad que muestren, jamás llegarán al punto que ellos tienen en su primer nacimiento." Don Belianís. "Pues ese, replicó el cura, con la segunda y tercera y cuarta parte, tienen necesidad de un poco de ruibarbo para purgar la demasiada cólera suya, y es menester quitarles todo aquello del castillo de la fama, y otras impertinencias de más importancia, para lo cual se les da término ultramarino, y como se enmendaren, así se usará con ellos de misericordia o de justicia".
Pasan a otra sección de la biblioteca en la que hallan la Diana,
de Jorge de Montemayor, y creyendo el cura que la poesía bucólica poco
daño podía hacer, le advierte la sobrina de Don Quijote: "Bien los puede vuestra merced mandar quemar como a los demás, porque no sería mucho que habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo estos se le antojase de hacerse pastor, y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y lo que sería peor, hacerse poeta, que, según dicen, es enfermedad incurable y pegadiza" por lo que deciden reservarlo por las partes en prosa.
No desaprovecha Cervantes el "guardarse las espaldas" cuando de amigos se trata al comentar el Tesoro de varias poesías."Como ellas no fueran tantas, dijo el cura, fueran más estimadas; menester es que este libro se escarde y limpie de algunas bajezas que entre sus grandezas tiene; guárdese, porque su autor es amigo mío, y por respeto de otras más heroicas y levantadas obras que ha escrito"y el Cancionero de López Maldonado, pero resulta curioso que incluya una autocrítica de su obraLa Galatea "Muchos años ha que es grande amigo mío ese Cervantes, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Su libro tiene algo de buena invención, propone algo y no concluye nada. Es menester esperar la segunda parte que promete; quizá con la enmienda alcanzará del todo la misericordia que ahora se le niega;"
1.
Dudo que vosotros __lleguéis__ a las
tres. (llegar)
2. Paula quiere que tú la _ visites__.
(visitar)
3. No es cierto que nos __quedemos__ a dormir.
(quedar)
4. Espero que Roberto __se ría__
en el cine. (reírse)
5. Pedimos que tú nos __cosas__ un botón. (coser) 6. Le
dice a Felipe que __tenga__ cuidado. (tener) 7. Deseo que no __confundas__ las
palabras. (confundir) 8. No creo que les _prohiban_
salir. (prohibir) 9. Puede que a Pedro le _suspendan_ lengua. (suspender) 10. Es
bueno que ellos __coman__ mucha fruta. (comer)
Capítulo quinto Donde se prosigue la narración de la desgracia de nuestro caballero
Aquí tenemos a Don Quijote donde le habíamos dejado: molido a palos y sin poderse levantar. Triste situación, sin duda.
Pero
nada que no hubiera pasado a algún noble caballero en sus aventuras, y
repasando en su recuerdo alguna parecida a la suya, recordó elromance de Baldovinos y el Marqués de Mantua
en el que el primero, gravemente herido, fue rescatado por el segundo,
su tío, que casualmente se había perdido por el bosque en mitad de una
cacería.
Comenzó, pues, a recitar dicho romance nuestro
protagonista y dio la casualidad de que le oyó un labrador vecino suyo.
Verle y creer que era el mismo Marqués de Mantua fue todo uno, y
mientras el hombre le ayudaba a levantarse y montar en su borrico
cargando a Rocinante con la armadura, armas y los restos de la lanza,
oía a su vecino dar quejas, primero como si fuera Baldovinos, luego,
como el Abencerraje de "La Diana" de Jorge de Montemayor, según le
pareciera más propio a la situación y a las preguntas que le hacía el
labrador, no solo por su quejidos lastimeros, sino también asustado de
su locura. Y aunque le intentó hacer ver que ninguno de los dos era
alguno de aquellos personajes, "yo sé
quien soy, respondió Don Quijote, y sé que puedo ser, no sólo los que he
dicho, sino todos los doce Pares de Francia, y aún todos los nueve de
la fama, pues a todas las hazañas que ellos todos juntos y cada uno de
por sí hicieron, se aventajarán las mías"
En fin, decidió el preocupado vecino devolverle a su casa aprovechando la noche para que no le vieran en ese estado y "Llegada,
pues, la hora que le pareció, entró en el pueblo y en casa de Don
Quijote, la cual halló toda alborotada, y estaban en ella el cura y el
barbero del lugar, que eran grandes amigos de Don Quijote, que estaba
diciéndoles su ama a voces: ¿qué le parece a vuestra merced, señor
licenciado, Pero Pérez, que así se llamaba el cura, de la desgracia de
mi señor? Seis días ha que no parecen él, ni el rocín, ni la adarga, ni
la lanza, ni las armas. ¡Desventurada de mí!."
Oyendo también los comentarios de la sobrina "Mas
yo me tengo la culpa de todo, que no avisé a vuestras mercedes de los
disparates de mi señor tío, para que lo remediaran antes de llegar a lo
que ha llegado, y quemaran todos estos descomulgados libros (que tiene
muchos), que bien merecen ser abrasados como si fuesen de herejes. Esto
digo yo también, dijo el cura, y a fe que no se pase el día de mañana
sin que de ellos no se haga auto público, y sean condenados al fuego,
porque no den ocasión a quien los leyere de hacer lo que mi buen amigo
debe de haber hecho." comprendió el labrador lo que le pasaba a
Don Quijote, y sin querer llevarle la contraria, avisó a los que
hablaban de a quién traía.
Y así fue cómo nuestro caballero
regresó de su primera salida y se encontró reposando de nuevo en su cama
y cómo el cura, al oírle relatar sus aventuras, se decidió a acabar de
una vez con aquellos libros causantes de semejante locura.