Un precioso relato para conocer mejor el Síndrome de Down. Aquí os acercamos algunos fragmentos para recomendar su lectura a padres y profesores de primaria, especialmente.
jueves, 20 de abril de 2017
Veo, veo VERDURAS
Como complemento (o trabajo independiente, como queráis) del vídeo del mismo nombre en mi canal Educación, nuestro empeño.
https://youtu.be/86DbGzxC9Og
https://youtu.be/86DbGzxC9Og
Tenemos hasta 40 verduras distintas, que si bien no están todas las que son, sí son todas las que están. La lista es:
Puerro, acelga, mandioca o yuca, ajo,
ñame, judías verdes, judías secas, alcachofa, habas verdes, habas secas,
cebolla, batata o boniato, patata, nabo, berenjena, col o repollo,
salsifí, rábano, cacahuetes, tagarninas, calabacín, maíz, pepino,
calabaza, caña de azúcar, tomate, remolacha, cebolleta, pimientos,
ruibarbo, ají, cayena o chile, zanahoria, coliflor, lombarda, endivia,
escarola, espárrago, espinaca, guisantes, frijol, lechuga.
Y ahora nos toca ponerlas por orden alfabético.
Con la A: Acelga, ajo, alcachofa, ají.
Ordenadas: Alcachofa, acelga, ají, ajo.
Con la B: Batata o boniato, berenjena.
Ordenadas: Batata, berenjena, boniato.
Con la C: Cebolla, col o repollo, cacahuetes, calabacín, calabaza, caña de azúcar, cebolleta, cayena o chile, coliflor.
Ordenadas: Cacahuetes, calabacín, calabaza, caña de azúcar, cayena, cebolla, cebolleta, chile, col, coliflor.
Con la E: Endivia, escarola, espárrago, espinaca.
Ordenadas: tal y como están.
Con la F: Frijol.
Con la G: Guisantes.
Con la H: Habas verdes, habas secas.
Ordenadas: Habas secas, habas verdes.
Con la J: Judías verdes, judías secas.
Ordenadas: Judías secas, judías verdes.
Con la M: Mandioca o yuca, maíz.
Ordenadas: Maíz, mandioca.
Con la N: Nabo.
Con la Ñ: Ñame.
Con la P: Puerro, patata, pepino, pimientos.
Ordenadas: Patata, pepino, pimientos, puerro.
Con la R: Repollo, rábano, remolacha, ruibarbo.
Ordenadas: Rábano, remolacha, repollo, ruibarbo.
Con la S: Salsifí.
Con la T: Tagarninas, tomate.
Ordenadas: tal y como están.
Con la Y: Yucas
Con la Z: Zanahorias
martes, 18 de abril de 2017
Leyendo "Don Quijote". 1ª parte. Cap.8. Los molinos de viento. (Vídeo)
Capítulo octavo
Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación
Seguían nuestro protagonista y su recién estrenado compañero vagando sin rumbo fijo por la meseta castellana, cuando Don Quijote llama la atención de Sancho hacia unos gigantes contra los que iba a librar batalla y vencerles para mayor gloria de su nombre, quitar la mala simiente sobre la tierra y ¿por qué no? el interés material: con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer.
No sabía aún el pobre Sancho en qué lío se había metido accediendo a acompañar a su nuevo amo, y, como es natural, pregunta extrañado porque lo que él ve "no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino".
Como veis, no es de ahora el descubrimiento de la energía eólica, y aunque el paisaje haya sido sustituido por nuevos molinos, ha sido y es elemento habitual en el paisaje castellano. Antes para moler la harina, ahora para el aprovechamiento de la energía.
Pues bien, quiso el viento soplar en ese momento y hacer que se movieran las aspas, por lo que Don Quijote se aseguró de la fiereza de dichos gigantes "y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo."
El buen Sancho no daba crédito a lo que veía, y menos a la ceguera de su señor, que aún después de probar los efectos de su locura exclamaba al querérsela hacer ver: "Calla, amigo Sancho, respondió Don Quijote, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón (inventado, ya que no todos los personajes citados los saca de los libros), que me robó el aposento y los libros, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la voluntad de mi espada"
Le ayudó como pudo a montar de nuevo en el también molido Rocinante y continuaron su camino hacia Puerto Lápice, (municipio de la provincia de Ciudad Real) "porque allí decía Don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero (de mucho tránsito de viajeros), en donde esperaba hallar muchas y nuevas aventuras" .
Pero iba entristecido Don Quijote por haber perdido su lanza en el singular combate, por lo que, rebuscando en su memoria, encontró la solución al recordar que un caballero español, llamado Diego Pérez de Vargas, había hecho grandes hazañas fabricándose él mismo un arma de madera. Así que decidió: "de la primera encina o roble que se me depare, pienso desgajar otro tronco tal y bueno como aquel, que me imagino y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a verlas, y aser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas."
El bueno de Sancho le aseguró que creería todo lo que él le dijera, pero se preocupó de su lamentable manera de cabalgar "de medio lado", lo que indicaba hasta qué punto estaba mal; pero al explicarle Don Quijote que no era propio de caballeros el quejarse, le advirtió: "De mí sé decir, que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse."
Atento a sus necesidades, recordó a su amo que deberían comer, y aunque Don Quijote ni hambre tenía, permitió a su escudero hacerlo, por lo que, aun montado sobre su asno, "iba caminando y comiendo detrás de su amo muy despacio, y de cuando en cuando empinaba la bota con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga"
Pararon en un bosque al llegar la noche, y mientras Sancho durmió "a pierna suelta", Don Quijote la pasó en vela fabricándose una nueva lanza y "por acomodarse a lo que había leído en sus libros, cuando los caballeros pasaban sin dormir muchas noches en las florestas y despoblados, entretenidos en las memorias de sus señoras".
Hubiera seguido durmiendo Sancho de buena gana cuando su amo le despertó y enseguida pensó en su desayuno y en cómo repondrían lo que iban consumiendo, mientras Don Quijote tampoco esta vez quiso tomar nada.
Siguiendo su camino, y llegando ya a Puerto Lápice, Don Quijote advirtió a Sancho que pasara lo que pasara jamás pretendiera ayudarle cuando estuviera en lucha con caballeros, pues solo podría luchar con gente de su condición, a lo que Sancho replicó que no tendrían ningún problema con eso, ya que "soy pacífico y enemigo de meterme en ruidos y pendencias; bien es verdad que en lo que tocare a defender mi persona no tendré mucha cuenta con esas leyes, pues las divinas y humanas permiten que cada uno se defienda de quien quisiere agraviarle."
En esto aparecieron dos frailes sobre sus mulas, seguidos de un carruaje que no viajaba con ellos pero sí llevaban juntos el mismo camino. No tardó Don Quijote en inventar una nueva aventura: "o yo me engaño, o esta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto, porque aquellos bultos negros que allí parecen, deben ser, y son sin duda, algunos encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche, y es menester deshacer este tuerto a todo mi poderío."
Ya pensó Sancho que esto iba a ser aún peor que lo de los molinos, y aunque quiso avisar a su señor, pronto comprendió que de poco le servían sus advertencias porque "en llegando tan cerca que a él le pareció que le podían oír lo que dijese, en alta voz dijo: gente endiablada y descomunal, dejad luego al punto las altas princesas que en ese coche lleváis forzadas, si no, aparejáos a recibir presta muerte por justo castigo de vuestras malas obras."
No tenía problemas Sancho en ver la realidad de la situación, pero no por eso iba a intentar dejar de aprovecharse, por lo que al fin, tras algunas peripecias "arremetieron con Sancho, y dieron con él en el suelo; y sin dejarle pelo en las barbas le molieron a coces y le dejaron tendido en el suelo sin aliento ni sentido" mientras Don Quijote hablaba con la señora que en el carruaje viajaba, rogándole que, en premio a haberla librado de sus supuestos raptores, volviera atrás, hacia El Toboso, para contar a su amada Dulcinea lo que había hecho.
Pero no estaba muy dispuesto uno de los escuderos -vizcaíno, por más señas (los vizcainos . de Vizcaya- debían ser considerados gente muy belicosa, amigos de las peleas)- a volver atrás, por lo que se enfrentó a nuestro caballero y "dio el vizcaíno una gran cuchillada a Don Quijote encima de un hombro por encima de la rodela, que a dársela sin defensa, le abriera hasta la cintura.".
Y, al modo que mantiene el interés una serie o telenovela con el "continuará", así Cervantes nos promete desvelar la intriga en el capítulo siguiente.
¡Seguimos!
Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación
Seguían nuestro protagonista y su recién estrenado compañero vagando sin rumbo fijo por la meseta castellana, cuando Don Quijote llama la atención de Sancho hacia unos gigantes contra los que iba a librar batalla y vencerles para mayor gloria de su nombre, quitar la mala simiente sobre la tierra y ¿por qué no? el interés material: con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer.
No sabía aún el pobre Sancho en qué lío se había metido accediendo a acompañar a su nuevo amo, y, como es natural, pregunta extrañado porque lo que él ve "no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino".
Como veis, no es de ahora el descubrimiento de la energía eólica, y aunque el paisaje haya sido sustituido por nuevos molinos, ha sido y es elemento habitual en el paisaje castellano. Antes para moler la harina, ahora para el aprovechamiento de la energía.
Pues bien, quiso el viento soplar en ese momento y hacer que se movieran las aspas, por lo que Don Quijote se aseguró de la fiereza de dichos gigantes "y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo."
El buen Sancho no daba crédito a lo que veía, y menos a la ceguera de su señor, que aún después de probar los efectos de su locura exclamaba al querérsela hacer ver: "Calla, amigo Sancho, respondió Don Quijote, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón (inventado, ya que no todos los personajes citados los saca de los libros), que me robó el aposento y los libros, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la voluntad de mi espada"
Le ayudó como pudo a montar de nuevo en el también molido Rocinante y continuaron su camino hacia Puerto Lápice, (municipio de la provincia de Ciudad Real) "porque allí decía Don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero (de mucho tránsito de viajeros), en donde esperaba hallar muchas y nuevas aventuras" .
Pero iba entristecido Don Quijote por haber perdido su lanza en el singular combate, por lo que, rebuscando en su memoria, encontró la solución al recordar que un caballero español, llamado Diego Pérez de Vargas, había hecho grandes hazañas fabricándose él mismo un arma de madera. Así que decidió: "de la primera encina o roble que se me depare, pienso desgajar otro tronco tal y bueno como aquel, que me imagino y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a verlas, y aser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas."
El bueno de Sancho le aseguró que creería todo lo que él le dijera, pero se preocupó de su lamentable manera de cabalgar "de medio lado", lo que indicaba hasta qué punto estaba mal; pero al explicarle Don Quijote que no era propio de caballeros el quejarse, le advirtió: "De mí sé decir, que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse."
Atento a sus necesidades, recordó a su amo que deberían comer, y aunque Don Quijote ni hambre tenía, permitió a su escudero hacerlo, por lo que, aun montado sobre su asno, "iba caminando y comiendo detrás de su amo muy despacio, y de cuando en cuando empinaba la bota con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga"
Pararon en un bosque al llegar la noche, y mientras Sancho durmió "a pierna suelta", Don Quijote la pasó en vela fabricándose una nueva lanza y "por acomodarse a lo que había leído en sus libros, cuando los caballeros pasaban sin dormir muchas noches en las florestas y despoblados, entretenidos en las memorias de sus señoras".
Hubiera seguido durmiendo Sancho de buena gana cuando su amo le despertó y enseguida pensó en su desayuno y en cómo repondrían lo que iban consumiendo, mientras Don Quijote tampoco esta vez quiso tomar nada.
Siguiendo su camino, y llegando ya a Puerto Lápice, Don Quijote advirtió a Sancho que pasara lo que pasara jamás pretendiera ayudarle cuando estuviera en lucha con caballeros, pues solo podría luchar con gente de su condición, a lo que Sancho replicó que no tendrían ningún problema con eso, ya que "soy pacífico y enemigo de meterme en ruidos y pendencias; bien es verdad que en lo que tocare a defender mi persona no tendré mucha cuenta con esas leyes, pues las divinas y humanas permiten que cada uno se defienda de quien quisiere agraviarle."
En esto aparecieron dos frailes sobre sus mulas, seguidos de un carruaje que no viajaba con ellos pero sí llevaban juntos el mismo camino. No tardó Don Quijote en inventar una nueva aventura: "o yo me engaño, o esta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto, porque aquellos bultos negros que allí parecen, deben ser, y son sin duda, algunos encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche, y es menester deshacer este tuerto a todo mi poderío."
Ya pensó Sancho que esto iba a ser aún peor que lo de los molinos, y aunque quiso avisar a su señor, pronto comprendió que de poco le servían sus advertencias porque "en llegando tan cerca que a él le pareció que le podían oír lo que dijese, en alta voz dijo: gente endiablada y descomunal, dejad luego al punto las altas princesas que en ese coche lleváis forzadas, si no, aparejáos a recibir presta muerte por justo castigo de vuestras malas obras."
Pero no estaba muy dispuesto uno de los escuderos -vizcaíno, por más señas (los vizcainos . de Vizcaya- debían ser considerados gente muy belicosa, amigos de las peleas)- a volver atrás, por lo que se enfrentó a nuestro caballero y "dio el vizcaíno una gran cuchillada a Don Quijote encima de un hombro por encima de la rodela, que a dársela sin defensa, le abriera hasta la cintura.".
Y, al modo que mantiene el interés una serie o telenovela con el "continuará", así Cervantes nos promete desvelar la intriga en el capítulo siguiente.
¡Seguimos!
sábado, 15 de abril de 2017
Refrán en mano: "Poner los cuernos"
De todos es sabido la relación que los animales con cuernos, principalmente el toro, tienen con manifestaciones atribuidas al concepto de virilidad. A saber: fuerza, valentía, coraje y alta capacidad sexual.
Sólo relacionándolo con estas características que se remontan a los tiempos más antiguos (recordemos, entre otros muchos, el Minotauro o el rapto de Europa)1 encontraríamos el porqué de este "poner los cuernos" principalmente al varón, y, específicamente, la esposa al marido.
¿A qué puede ser debido? Pues a dar por sobreentendido que el marido que "obliga" a la mujer a recurrir a otro para cuestiones sexuales lo hace por no cumplir sus expectativas u obligaciones, principalmente las de índole sexual... Ese hombre, pues, carece de las características exigibles, le faltan los cuernos, y, por tanto, la mujer se los "pone" públicamente cuando da a conocer su falta.
No quiere decir esto en absoluto que la sociedad pudiera comprender la infidelidad, sobre todo por parte femenina, ya que dentro de los atributos integrados en la expresión "tenerlos bien puestos", era casi una medalla masculina cada conquista fuera del matrimonio, una muestra de esa virilidad de la que hablamos. Y era sin embargo una mancha y deshonor, que la mujer se los pusiera (siempre que llegara al dominio público, claro).
Un estudio muy interesante del término (aunque nuestras interpretaciones del mismo no sean exactamente iguales), es el que he encontrado en http://www.blogolengua.com/2010/07/poner-los-cuernos.html . Considero que a los curiosos les puede resultar interesante el leerlo.
Relacionándolo como siempre con alguna muestra de nuestra literatura, encontramos material abundante. Valga como muestra este botón
Por estas hierbas cumplo veintisiete años y siete días de cornudo y le prometo a vuesa merced que, mediante Dios, me ha dado mil vidas. Bien sé yo, lo que más sentirá vuesa merced es lo que quedarán diciendo cuando pase por las calles. No se le dé un cuerno aunque le sobren muchos que si da en sentirlo se podrirá y así hágalo gracia y si oyere tratar de muchos en algún corrillo diga de ellos peor y más mal que todos, que nosotros así lo hacemos y engordamos. Y esté cierto que nadie puede, aunque sea hombre de bien, decir mal de cornudos, porque nadie dice mal de lo que hace.
¿Debe de pensar vuesa merced que es sólo cornudo en España? Pues ha de advertir que nos damos acá con ellos y que se trata que como oficios se les señales cuarto aparte y calle, como hay lencería y pescadería, haya cornudería. No sé si hallará sitio capaz para todos. dichoso vuesa merced que es cornudo sólo en ese lugar, donde es fuerza que todos acudan, y no aquí que nos quitamos la ganancia los unos a los otros, tanto que si no se hace saca de cornudos para otra parte se ha de perder el lugar. ( "Carta de un cornudo a otro". Francisco de Quevedo.)
Ver también el comentario de: "Rol de cornudos" de Camilo José Cela.
Sólo relacionándolo con estas características que se remontan a los tiempos más antiguos (recordemos, entre otros muchos, el Minotauro o el rapto de Europa)1 encontraríamos el porqué de este "poner los cuernos" principalmente al varón, y, específicamente, la esposa al marido.
¿A qué puede ser debido? Pues a dar por sobreentendido que el marido que "obliga" a la mujer a recurrir a otro para cuestiones sexuales lo hace por no cumplir sus expectativas u obligaciones, principalmente las de índole sexual... Ese hombre, pues, carece de las características exigibles, le faltan los cuernos, y, por tanto, la mujer se los "pone" públicamente cuando da a conocer su falta.
No quiere decir esto en absoluto que la sociedad pudiera comprender la infidelidad, sobre todo por parte femenina, ya que dentro de los atributos integrados en la expresión "tenerlos bien puestos", era casi una medalla masculina cada conquista fuera del matrimonio, una muestra de esa virilidad de la que hablamos. Y era sin embargo una mancha y deshonor, que la mujer se los pusiera (siempre que llegara al dominio público, claro).
Un estudio muy interesante del término (aunque nuestras interpretaciones del mismo no sean exactamente iguales), es el que he encontrado en http://www.blogolengua.com/2010/07/poner-los-cuernos.html . Considero que a los curiosos les puede resultar interesante el leerlo.
Relacionándolo como siempre con alguna muestra de nuestra literatura, encontramos material abundante. Valga como muestra este botón
Por estas hierbas cumplo veintisiete años y siete días de cornudo y le prometo a vuesa merced que, mediante Dios, me ha dado mil vidas. Bien sé yo, lo que más sentirá vuesa merced es lo que quedarán diciendo cuando pase por las calles. No se le dé un cuerno aunque le sobren muchos que si da en sentirlo se podrirá y así hágalo gracia y si oyere tratar de muchos en algún corrillo diga de ellos peor y más mal que todos, que nosotros así lo hacemos y engordamos. Y esté cierto que nadie puede, aunque sea hombre de bien, decir mal de cornudos, porque nadie dice mal de lo que hace.
¿Debe de pensar vuesa merced que es sólo cornudo en España? Pues ha de advertir que nos damos acá con ellos y que se trata que como oficios se les señales cuarto aparte y calle, como hay lencería y pescadería, haya cornudería. No sé si hallará sitio capaz para todos. dichoso vuesa merced que es cornudo sólo en ese lugar, donde es fuerza que todos acudan, y no aquí que nos quitamos la ganancia los unos a los otros, tanto que si no se hace saca de cornudos para otra parte se ha de perder el lugar. ( "Carta de un cornudo a otro". Francisco de Quevedo.)
Ver también el comentario de: "Rol de cornudos" de Camilo José Cela.
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Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)" http://educacion-ne.es/refranes.htm
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los cuernos
miércoles, 12 de abril de 2017
Ortografía parabién, porvenir, quehacer, quiénquiera, sinfín
Seguimos aprendiendo :) a mejorar la ortografía viendo las diferencias de escritura y significado entre parabién-para bien, porvenir-por venir, quehacer- qué hacer, quienquiera-quién quiera, sinfín- sin fin.
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