- de 1518, en Estrasburgo (en esa época, parte del Imperio Romano Germánico), una mujer llamada Frau Troffea comienza a bailar incontroladamente en la calle durante una semana, gradualmente se le agregan decenas de personas y un mes después había en las calles aproximadamente 400 danzantes (EPIDEMIA de BAILE de 1518).
En 1961, la RDA construyó el denominado muro de Berlín para separar las dos partes de la ciudad, y de hecho para aislar Berlín Oeste de la RDA, con el fin de acabar con la emigración de alemanes del este hacia el oeste. El muro, que contaba con un total de 144 km, fue uno de los símbolos más conocidos de la Guerra Fría y de la partición de Alemania. El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Casi un año después desapareció la RDA, anexionada de hecho a la RFA, que en 1990 trasladó su capital de Bonn a Berlín, dando con ello ingreso en la CEE a la población de la desaparecida república.
Después de la Primera Guerra Mundial y durante la partición del Imperio otomano, la Sociedad de Naciones aprobó el Mandato británico de Palestina con la intención de crear un «hogar nacional para el pueblo judío».
En 1947, las Naciones Unidas aprobaron la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y uno árabe.
El 14 de mayo de 1948 el Estado de Israel declaró su independencia, lo cual fue seguido por la Guerra árabe-israelí de 1948 con los vecinos Estados árabes, que se negaron a aceptar el plan de la ONU.
Las sucesivas victorias en una serie de guerras posteriores confirmaron su independencia y ampliaron las fronteras del Estado judío más allá de lo dispuesto en el Plan de Partición de las Naciones Unidas.
Desde entonces, Israel ha estado en conflicto con muchos de los países árabes vecinos, con varias guerras y décadas de violencia que continúan hasta el día de hoy con la inhumana masacre en Gaza.
Se trataba de una explotación agrícola en la que se diferencian dos fases cronológicas; por un lado una villa del siglo I que perduró hasta finales del siglo III, y por otro la reedificación de la misma en el siglo IV -entre los gobiernos de Constantino I y Teodosio I el Grande- hasta que fue destruida y abandonada en el siglo VI.
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Infante alternó las tareas de notario, historiador, antropólogo, musicólogo, escritor y periodista, además de ser un gran conferenciante.
«Yo tengo clavada en la conciencia, desde mi infancia, la visión sombría del jornalero. Yo le he visto pasear su hambre por las calles del pueblo, confundiendo su agonía con la agonía triste de las tardes invernales; he presenciado cómo son repartidos entre los vecinos acomodados, para que éstos les otorguen una limosna de trabajo, tan sólo por fueros de caridad, los he contemplado en los cortijos, desarrollando una vida que se confunde con la de las bestias; les he visto dormir hacinados en sus sucias gañanías, comer el negro pan de los esclavos, esponjando en el gazpacho mal oliente, y servido, como a manadas de ciervos en el dornillo común, trabajar de sol a sol, empapados por la lluvia en el invierno, caldeados en la siega por los ardores de la canícula; y he sentido indignación al ver que sus mujeres se deforman consumidas por la miseria en las rudas faenas del campo; al contemplar cómo sus hijos perecen faltos de higiene y de pan; cómo sus inteligencias se pierden atrofiadas por la virtud de una bárbara pedagogía, que tiene un templo digno en escuelas como cuadras; o permaneciendo totalmente incultas, requerida toda la actividad, desde la más tierna niñez, por el cuidado de la propia subsistencia, al conocer todas, absolutamente todas, las estrecheces y miserias de sus hogares desolados. Y, después, he sentido vergüenza al leer en escritos extranjeros que el escándalo de su existencia miserable ha traspasado las fronteras, para vergüenza de España y de Andalucía».
(...) «Yo soy del pueblo. Mi padre tenía un compadre gitano, el compá José el Tuerto. Y los hijos de éste, Frasco, Saláo, Rosca, Titaera eran compañeros inseparables de mi hermano y míos durante toda nuestra niñez. Tan estrechas eran nuestras relaciones, que sólo se interrumpían durante los períodos de expulsión en los cuales mi abuelo, que era el cacique, tenía que desterrar a los gitanos del pueblo al cual volvían con admirable tenacidad, la cual me ha servido después para explicarme la historia de España. Y conste que mi abuelo no era malo ni tenía el milagroso talento para las expulsiones al que se encomendaba el buen doctor Sancho Moncada con respecto a Felipe III» (Manusc. C-50 y 52).
“con anterioridad a la época de la dominación romana, se conocía en Guipúzcoa el valle de Oyarzun, compuesto por cuatro barrios: ORERETA, Alzibar, Elizalde e Iturrioz. El primero de los cuatro estaba situado en la margen izquierda del río primitivamente llamado Oeaso. A las numerosas familias del barrio de ORERETA la proximidad del río, o mejor dicho del mar, les despertó la afición a la náutica. Después las aguas se fueron retirando y ORERETA se quedó a la vera de su riachuelo tumultuoso. Iniciados en la industria del mar y de las ferrerías, los de ORERETA habían dado categoría principal a su barrio. El rey Alfonso XI creó Villanueva de Oyarzun. Los habitantes de los otros tres barrios -Elizalde, Alcibar e Iturrioz- quedaban obligados a acatar la justicia del de ORERETA, convertido en flamante villa y cabeza del valle."
nombre que viene de que ORERETA fue, en otros tiempos, lugar en que se cobraban las rentas reales." (Fragmento de "Desde ORERETA hasta Minganchar",1943)
Aquella dulce muerte, tu hermosísimo amor,
me ha traído a la orilla de este río nevado.
De pronto, en pleno invierno, la descongelación
descubre rosas rojas y bárbaras azules.
Los pájaros helados se entibian sorprendidos.
Un trino de color rosado pinta el cielo
a las diez de la noche: y un alba deslumbrante
se levanta a deshora limpiándose las plumas.
Aquella dulce muerte, tu hermosísimo amor,
me ha rozado los ojos con su estela celeste.
Y ahora, en vez de lágrimas, una constelación
«Y les dijo Dios...» Es el primer testimonio dialogal que hallamos en la Biblia. La única criatura a la que se dirige en tal sentido el Creador es el ser humano. Del mismo relato del Génesis resulta que el individuo se caracteriza por su especial capacidad para relacionarse con la naturaleza, con el prójimo, consigo mismo y con Dios.
Los referidos vínculos que tiende el hombre no conforman, por cierto, compartimentos estancos e independientes unos de otros. La relación con la naturaleza nace a partir de su observación y la íntima elaboración de lo observado; con el prójimo, a partir de las pasiones y las experiencias vividas, y con Dios, a partir de lo más profundo del ser, nutrido por todas las anteriores y como consecuencia del diálogo consigo mismo.
El verdadero diálogo demanda tratar de conocer y entender al interlocutor, y marca la esencia de la existencia del hombre pensante; como lo expresa —a su manera— Ernesto Sabato en el prólogo de
Uno y el universo: «Uno se embarca hacia tierras lejanas, o busca el conocimiento de hombres, o indaga la naturaleza, o busca a Dios; después se advierte que el fantasma que se perseguía era Uno mismo»
En el diálogo con el prójimo, las palabras son meros vehículos comunicantes cuyo sentido no es siempre el mismo, en ciertos aspectos, aun para todos los miembros de una sociedad que habla el mismo idioma. Hay matices propios que cada uno les otorga a muchos de los vocablos que hacen al acervo idiomático. El diálogo demanda para sus actores descubrirse mutuamente.
(Fragmento de El diálogo como experiencia, en "Sobre el cielo y la tierra")
Fallecieron en esta fecha
Si de nuestro dolor somos los dueños,
nadie podrá impedir que yo destruya
mi corazón, para la dicha tuya,
y sacrifique los más caros sueños.
Si de lo nuestro es el dolor la esencia,
tanto más propio cuanto más profundo,
para que tú no sufras ni un segundo
yo he de sufrir por toda mi existencia.
Si el dolor que me hiere es sólo mío,
puedo darlo a mi antojo y mi albedrío,
porque tú logres ser feliz, Amada.
Que el verdadero amor es darlo todo
por el amor en sí... y dar de modo
Me desnudo de todo
por esperarte.
De los alfabetos que he aprendido
y de la corteza.
Vuelco tinteros
y, en un gesto
sin trampas,
corto en redondo
la cabeza de todos los esquemas. ( 'Decapitación 80', en Sal oberta (1982)
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Matar al paso
La mosca se había posado en la pantalla luminosa y, tras recorrerla en alocado zigzag, se quedó quieta en el escaque c8, precisamente donde él se disponía a situar su caballo blanco. ¿Le habría leído el pensamiento? Allí comenzó a frotarse a conciencia las patas traseras. Extraño insecto, pensó, con esa trompa de ventosa y esos pies que son capaces de trepar por el cristal. Si tan rápida eres, líbrate de ésta. La mano de Nicolás Albert se cernió sobre ella y en un rápido barrido lateral la atrapó. Sentía la fina vibración cosquilleándole el hueco de la mano. La agitó junto a su oído, como si pudiera escuchar sus golpes en la oscura cavidad, la arrojó contra la pantalla del ordenador y cayó en la mesa. El insecto quedó boca abajo, mareado, girando sobre sí mismo.
Imaginó una mirada suplicando clemencia. «Oh, pobrecita», murmuró. Entre las uñas de su índice y su pulgar la asió delicadamente por las patas y con escrúpulo de entomólogo le arrancó las alas. Aturdido y desesperado, el insecto áptero cruzó correteando la mesa y al llegar al borde se lanzó al vacío. (Fragmento de 'Querido Caín')