Se celebran el Día Mundial de la SALUD MENTAL y el Día Mundial contra la PENA DE MUERTE.
El 10 de octubre de cada año la Organización Mundial de la Salud (OMS) se une a la celebración del Día Mundial de la Salud Mental.
El tema del día para el 2023:
“Trabajo y salud mental, un vínculo fundamental”. |
"Aparentemente, no hay pena de muerte en Europa, pero sí en EE UU, en Japón y en China." dijo el presidente turco Erdogan en agosto del 2016, en defensa de la restauración de la Pena de Muerte en Estambul.
Y es así: la pena de muerte todavía se aplica en 58 Estados y territorios (entre ellos, el europeo Bielorrusia).
En fin, son muchas las teorías y muchas las formas de ejecución de la sentencia, formales o no: lapidación, horca, silla eléctrica, inyección letal...
La sociedad mata en nombre de la ley convirtiéndose en ejecutor de lo mismo que condena, pero por otro lado, protege, alimenta y proporciona comodidades a, por ejemplo, terroristas encarcelados... ¡Difícil ser objetivo!
Fueron unos años duros para la autora, pues su compañero sentimental Armand Obiols fue detenido. Hasta agosto de 1943 no se reencontraron, en Burdeos. Allí la autora se dedicó a la costura, según palabras suyas «hasta el embrutecimiento», en un almacén durante gran parte del día, un trabajo que no le dejaba tiempo para escribir.
Cuando llegamos a la plaza ya tocaban los músicos. El techo estaba adornado con flores y cadenetas de papel de todos los colores: una tira de cadeneta, una tira de flores. Había flores con una bombilla dentro y todo el techo parecía un paraguas boca abajo, porque las puntas de las tiras, por los lados, estaban atadas más arriba que en el centro, donde todas se juntaban. La cinta de goma de las enaguas, que tanto trabajo me había costado pasar con una horquilla que se enganchaba, abrochada con un botoncito y una presilla de hilo, me apretaba. Ya debía de tener una señal roja en la cintura. De vez en cuando respiraba hondo, para ensanchar la cinta, pero en cuanto el aire me salía por la boca la cinta volvía a martirizarme. (Primeras líneas de 'La Plaza del Diamante')
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A lo largo de la década de los sesenta hará varios viajes a España: Barcelona, Madrid, Murcia, Andalucía, Valencia... donde en 1966 conoce a Isabel Verdejo, con la que se casará más tarde. Sus viajes a España se harán más frecuentes. En 1969, aparece su libro fundamental: Velázquez, pájaro solitario.
En 1985 el Ministerio de Cultura le concede la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. En 1997, se le concede el Premio Nacional de Artes Plásticas, y en 2002, el Ministerio de Cultura le concede el Premio Velázquez de Artes Plásticas, en su primera edición.
Fallecido un 15 de octubre del 2005, su amplia producción escrita se ha recogido en diversas recopilaciones de sus obras: Obra completa, tomo I, 1990. Obra completa, tomo II, 1992. Obra completa, tomo III, 1994. Obra completa, tomo IV, 2000. Obra completa, 2010.
Anteayer, atontamiento de la salida: los amigos, el equipaje… En N. Y., atardecer; un atardecer diríase, tropical, pero sucio, turbio, aunque hermoso, muy triste, como con dos tristezas, la suya propia de atardecer y la mía, que yo reconocía y distinguía muy bien, pero de la que se me escapaba el motivo. La verdad es que después de unos primeros años de gran desespero, había terminado por asentarme, por acomodarme en una como desdicha… blanda, casi dulzona, cómoda – a la que desde luego había tomado cariño, apego, ley –, y ahora era como si de pronto sintiese el desgarro y una pena de una separación. (Fragmento de 'Diario de un pintor')..
- de 1913, Claude SIMON, escritor francés, fallecido un 6 de julio del 2005, considerado uno de los padres del nouveau roman. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1985 .
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, participó en la Batalla del Meuse (1940), pero fue detenido por los alemanes. En el traslado a un campo de prisioneros en Francia, consiguió escaparse y se afilió al movimiento de la Resistencia Francesa.
En 1981 sale a la luz Les Géorgiques (Las Geórgicas, 1981) dónde en tres épocas distintas y en períodos de agitación y violencia —la Revolución francesa, la Guerra Civil Española y la Segunda Guerra Mundial— tres personajes viven sucesos y experiencias que parecen superponerse. En este libro el autor vuelve a reflejar su experiencia en el bando republicano de la Guerra Civil Española. Al concederle el Premio Nobel de Literatura en 1985, la Academia Sueca mencionó esta novela como su obra quizá más importante.
En 1989 publica L'Acacia (La acacia), una novela fuertemente autobiográfica y que es reconocida como una obra maestra de la literatura antibélica. En esta obra describe el viaje con su madre y su tía a través de la devastada Francia de 1918 en busca de la tumba de su padre.
En 2001, con 88 años, publicó su última novela Le tramway (El tranvía), una autobiografía con recuerdos de su infancia y vejez en la que se describe a sí mismo como un autor “difícil, aburrido, ilegible y confuso”.
«Pero ella no tiene nada, no tiene a nadie, y nadie la llorará (¿qué es la muerte sin lágrimas?),
sino, tal vez, su hermano, ese otro viejo, y sin duda no más de lo que ella se lloraría a sí misma, es
decir, no se permitiría llorarse, no le parecería decoroso, no le parecería conveniente...
—Pero ella no es nada tuyo.
—No, dijo Louise.
—Ella no es nada tuyo.
—No», repitió dócilmente. Pero siguió mirando allí, frente a ella, algo que él no podía ver.
«Entonces.
—Entonces nada», dijo ella (mirando siempre —más allá de los árboles, los prados, la apacible
campiña de septiembre— esa cosa que él no podía ver). «Nada: ella no se casó nunca. Tal vez no
tuvo nunca la idea de que podía, de que tenía derecho —con ese hermano quince años más joven, y
que ellas habían educado (ella y la que ya ha muerto), y del que lograron (a fuerza de pensar en el
mejor modo de llevar un traje tres veces más tiempo del que se necesitaba para gastar la trama
misma de la tela en que primitivamente había sido hecho) hacer un profesor de universidad, para lo
cual, a dos maestras cuyo padre y cuya madre apenas sabían leer, o tal vez ni siquiera eso, les debía
parecer que valía la pena renunciar a todo aquello a lo que una mujer tenía derecho a aspirar
normalmente, y cuando Georges y yo nos casamos, ella me dio este anillo, me hizo entrar en su
habitación (y fue la primera vez que yo sentí ese olor, ese perfume, exactamente como el de una
rosa marchita o más bien —puesto que una rosa marchita no huele a nada— el que uno piensa que
debería exhalar, es decir, algo que estaría a la vez hecho de polvo y frescura, y yo miré su mesa, su
tocador, pero no había allí nada más que esas cuatro horquillas y ese frasco de agua de colonia
barata, y, sin embargo, olía como una flor, como una jovencita, como puede oler el cuarto o más
bien la tumba, el sarcófago donde una jovencita se hubiera conservado intacta, aunque a punto de
deshacerse en polvo al menor soplo) (Primeras líneas de 'La Hierba').
Bar. Primavera. Tarde. Londres.
EMMA Está sentada en una silla de la esquina derecha. JERRY Se aproxima a ella llevando bebidas: Un vaso de cerveza para él, un vaso de vino para ella. JERRY toma asiento. Sonríen, brindan en silencio, beben. JERRY se arrellana y mira a EMMA.
JERRY.- Bueno...
EMMA.- ¿Cómo estas?
JERRY.- Muy bien.
EMMA.- Te ves bien.
JERRY.- Bueno, en realidad no estoy tan bien.
EMMA.- ¿Por qué? ¿Cuál es el problema?
JERRY.- ¡La cruda! (Levanta el vaso) ¡Salud...! (Bebe.) ¿Tú, cómo estás?
EMMA.- Yo estoy bien (Mira alrededor, luego a JERRY.) Como en los viejos tiempos.
JERRY.- Humm. Han pasado muchos años.
EMMA.- Sí. (Pausa) Pensé en ti el otro día.
JERRY.- Válgame Dios. ¿Por qué? (EMMA se ríe) ¿Por qué?
EMMA.- Bueno a veces es agradable acordarse. ¿No crees?
JERRY.- Totalmente. (Pausa) ¿Cómo va todo?
EMMA.- Pues no va mal. (Pausa) ¿Sabes hace cuánto que no nos vemos?
JERRY.- Bueno, fui a esa exposición privada... ¿cuándo fue?
EMMA.- No, no me refiero a eso.
JERRY.- Ah, ¿quieres decir solos?
EMMA.- Sí.
JERRY.- Uuhm...
EMMA.- Dos años.
JERRY.- Sí, hace como dos años. Mmm. (Pausa) (Fragmento inicial de 'Traición')
Entre sus obras: Pirandello y su teatro de crisis (1967), Primera crónica del teatro de Laín (1967), Molière (1967), Introducción al teatro de Rafael Alberti (1972) y Nuestra ardiente oscuridad (2000).
Los tanques y los camiones, ¿no tienen marcha atrás? Y los nadadores, ¿no nadan de espaldas? Teniendo esto en cuenta, se comprende lo que algunos opinan: que, técnicamente, lo ocurrido, aunque inverosímil, es posible. Pero otros, también con razón, dicen: ¿y las motos? De las motos, ¿qué? Yo, la verdad, no me meto en tantas filosofías. Ha ocurrido, ¿no? Y todos hemos sido testigos, ¿no? ¡Pues entonces, leñe! Ahora, tocante al motivo, ése ya es otro cantar y yo me callo. Pero que ocurrió lo que ocurrió... Vamos, eso lo ha visto menda con estos ojos y no hay canalla que me lo niegue ahora mismo. La impresión que yo tenía era como en el tren, cuando llegas a una estación en que el tren se bifurca, y van y ponen una locomotora en la cola, y tú, que no te has movido de tu asiento y estás acostumbrado a que el campo y las casas y todo se vayan como huyendo en una dirección, ves que de golpe, en cuanto el tren se vuelve a poner en marcha, se van en la dirección opuesta y tú vas y dices carajo, qué es esto. El teniente Valbuena lo explicaba de otra manera. A él le dio la impresión de estar viendo bajar unas escaleras mecánicas en unos grandes almacenes o en el metro, y como si, de pronto, alguien hubiera manipulado en el mecanismo y la escalera se pusiera a subir, pero con todas las gentes en la postura anterior y como si creyeran estar bajando. Fue algo parecido a todo esto; fue lo mismo, igualito. Yo miraba el desfile y de pronto qué cosa tan rara, no puede ser. Y era eso, sí. En aquel instante —no lo olvidaré nunca— pasaba delante de mí una compañía de fusileros a las órdenes del capitán Bravo, en perfecta formación, y el sol brillaba con intensidad en cascos y bayonetas... La tropa desfilaba muy marcial y muy disciplinada y muy requetebién... Pero lo hacía caminando de espaldas, hacia atrás. (Fragmento de 'La pirámide de Keops').