Se celebra el Día Mundial de la DIABETES. Fue instaurado en 1991 por la Federación Internacional de Diabetes (FID) y la Organización Mundial de la Salud (OMS)
como respuesta a la alza de diagnósticos de esta enfermedad y su
objetivo es educar acerca de la prevención de la diabetes y el
buen tratamiento de la misma, así como las enfermedades relacionadas con
ella y
la calidad de vida que se puede lograr con su buena atención.
Siendo aún un adolescente emigró a Buenos Aires y allí cultivó el periodismo y la crítica literaria, y estrenó sus primeras obras dramáticas, que se inscriben dentro del Naturalismo: El lobo manso (1917), En la quietud del pueblo (1919), La mala sed (1920), El ruedo de almas (1923) y La hermana terca (1924), entre otras.
A partir de 1940, escribe sus dramas -centrados en la inmigración europea en Argentina- Cuando tengas un hijo (1929), Señorita (1930), Soledad es tu nombre (1932), En tu vida estoy yo (1934), El gato y su selva (1936) y Pájaro de barro (1940).
Pero sus piezas más famosas y que fueron varias veces adaptadas al medio cinematográfico fueron las ambientadas en escenarios suburbanos: Un guapo del 900 (1940), que trata sobre la corrupción política y el abuso de poder, y Un tal Servando Gómez (1942). Destacan también las novelas Tormento de Dios (1929) y El viajero inmóvil (1933) y el libro de relatos Un monstruo en libertad (1925). Falleció en Buenos Aires, un 4 de mayo de 1967.
Almacén de ramos generales en los suburbios de Buenos Aires, allá por el 1900. Al fondo, dos puertas bajas que miran a las dos calles que forman la esquina en que está ubicada la casa y que se juntan en las dos caras de un grueso tirante que llega hasta el suelo. En el lateral izquierdo, el mostrador, viejo y deteriorado, que empieza a la entrada del negocio y que tuerce hacia la derecha hasta llegar al primer término, mostrando su vientre al espectador. La pared del lateral izquierdo tiene, en su centro, una abertura por la cual se va a las dependencias particulares del dueño del almacén, don Pedro Lalanne, un francés de unos cincuenta años, que atiende el negocio auxiliado por su hija Luciana, muchacha de unos dieciocho a veinte años, de aspecto muy suave. Al levantarse el telón estdn en escena varios parroquianos. A la entrada, don Pedro atiende a un cliente. Al promediar el negocio y junto al mostrador, dos parroquianos, Puentes Vila y Gualberto, conversan. Por su parte, Luciana atiende a una amiga. Son aproximadamente las siete de una tarde de verano. En el negocio, la atmósfera parece ser apenas soportable: afuera la luz tiene una pesadez de plomo.
PEDRO._ (Después de mostrar detalladamente la cincha de cueto que tiene en la mano.)
Es cincha para toda la vida.
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..- de 1917, Rafael ABELLA BERMEJO, escritor español fallecido el 23 de diciembre de 2008, especializado en la microhistoria española desde la Guerra Civil hasta los años 1990. Hasta los años 1970 trabajó como químico pero en 1973 publicó La vida cotidiana durante la Guerra Civil, centrada en el bando franquista. Posteriormente realizó una segunda parte sobre el bando republicano.
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El primer Nodo se proyecta el 4 de enero de 1943, llegando a sumar, entre 1943 y 1975, un total de 4016 programas. Nodo producirá también unos documentales monográficos, llamados «Imágenes», que no son obligatorios, aunque frecuentemente se proyectan acompañando al noticiario fundamental que también realizará ediciones especiales para América Latina, Portugal y Brasil.
Su sintonía, que se mantendrá durante toda la vida del noticiario, es obra del compositor Manuel Parada, autor también de la banda sonora de las películas El escándalo (1943) y Los últimos de Filipinas (1945). Intervendrán en la realización numerosos directores, directores de fotografía, cámaras, montadores y locutores y se firmarán numerosos acuerdos bilaterales para el intercambio con documentales extranjeros. Nodo se integrará en 1957 en la International Newsreel Association,
fundada este año. (Inicio de 'Los años del Nodo').
Muere a causa de un cáncer de páncreas el 13 de marzo de 1990.
Vallejo-Nágera elige al escritor José Luis Olaizola para que, juntos, recogiesen la experiencia de su muerte; el resultado de este común esfuerzo se plasma en la obra La Puerta de la Esperanza (1999), que ha sido traducida a más de veinte idiomas y cuya publicación continúa vigente.
¿CUÁNDO HAY QUE ACUDIR AL PSIQUIATRA?
En un tratado de hace unos lustros nos responderían que se debe acudir al psiquiatra cuando se padece una enfermedad mental. En realidad, la psiquiatría contemporánea se ocupa también de problemas que no son «enfermedades mentales» en sentido estricto. Además acuden a los servicios psiquiátricos personas desorientadas, que no precisan para nada este tipo de asistencia y estorban en una consulta, en la que lógicamente se las rechaza. España es un país de extremos, y en pocos años se ha pasado de no llevar al enfermo al psiquiatra más que en casos de suma gravedad, cuando tenerlo en casa era insoportable (y en muchas ocasiones se había perdido ya la posibilidad de curación), a tener una esperanza desmedida en las posibilidades de la psiquiatría.
Además de los pacientes que sufren trastornos de las funciones psíquicas, debidos a alteraciones orgánicas del cerebro, como ocurre en las demencias seniles, en los subnormales congénitos o en los traumatizados craneales, existen otros que son víctimas de enfermedades, como la esquizofrenia, en las que aún no se ha descubierto con claridad la lesión orgánica que altera el psiquismo, pero hay motivos para suponer que existe. Todas estas dolencias se llaman psicosis y son las auténticas «enfermedades mentales». (Inicio de 'Conócete a ti mismo').
Sus primeras incursiones en la literatura fueron como cuentista, con las obras Las hogueras más altas (Premio Municipal de Prosa, 1958), Asfalto-Infierno y otros relatos demoníacos (1963) y Hombre que daba sed (1967), donde describía ambientes urbanos y campesinos sombríos y dramáticos.
Además publicó Damas (1979), De ramas y secretos (poesía, 1980), El libro de las escrituras (1982), Solosolo (1985), Linaje de árboles (1988), Del rayo y de la lluvia (crónicas poemáticas, 1991), Viejo (1995), El viejo y los leones (cuento para niños, 1996), Hueso de mis huesos (poesía, 1997) y Viento blanco (2001), así como la antología de sus relatos, Todos los cuentos más Uno (1998). En 1978 había obtenido el Premio Nacional de Literatura.
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Detrás queda la espada envuelta por el fuego.
Restos de la fruta apetecible. El agua de oro y el
agua de piedra han corrido por los cuatro ríos.
La serpiente queda rezagada entre las hojas.
Con pieles y con túnicas hemos desafiado la
intemperie del mundo. Junto a las bestias y las aves
del viento, has cansado tus pies y has multiplicado
tu dolor. El pan, que ha sido el pan de la lujuria
y los secretos, te lo ofrezco humedecido,
embriagado de lágrimas, cubierto por el polvo para
salvar el polvo. Heredaste del reptil la doble lengua
de la seducción y el desamparo. Por eso tus
palabras se aproximan o desandan. Por eso obedecí
a tu voz y omití el ángel. Me tendiste tus brazos
desde el árbol. Yo me sentía el primer caballero
y no podía desairarte. Ese cambio de cortesías
quebrantó las ordenanzas, pero nos hizo conocer
el bien y el mal. Ni ángeles, ni demonios,
ni dioses, nos volvimos humanos... ('Acto final').
- de 1968, Ramón MENÉNDEZ PIDAL, nacido un 13 de marzo de 1869, fue un filólogo, historiador, folclorista y medievalista español.
En 1925 fue elegido director de la Real Academia Española. Durante la Guerra Civil decidió salir de España y vivió en Burdeos, Cuba, Estados Unidos y París.
En Burdeos, urgido por la Guerra Civil española, empezó a escribir la Historia de la lengua Española, obra póstuma publicada en el 2005 al cuidado de Diego Catalán Menéndez-Pidal.
Entre sus últimas obras están: Romancero hispánico (1953), Toponimia prerrománica hispana (1953), Poesía juglaresca y juglares (última redacción de 1957), En torno a la lengua vasca (1962), El Padre Las Casas: su verdadera personalidad (1963), Crestomatía del español medieval (1965–1966) y la Historia de España (iniciada en 1935 y completada en 2004).
Es opinión muy común la de que las literaturas románicas empiezan hacia los siglos XI o XII, poco antes de los primeros textos conservados, y que nacen dirigidas por clérigos imitadores de la literatura latina medieval y de la antigüedad clásica. Se cree muy comúnmente también que los juglares y los clérigos no iban por caminos opuestos, como postulaba la crítica romántica, sino que los juglares se habían formado técnicamente en la escuela de los clérigos, aunque el tono de su poesía resultaba diverso del literario y eclesiástico. Pero todo esto, que responde a ciertos aspectos de los siglos tardíos, resulta inaceptable si tendemos la vista a tiempos anteriores.
La razón de ser de toda juglaría es que ella procura el recreo, alivio indispensable del ánimo, según decían concordes los antiguos. El Libro de la Nobleza y Lealtad, dedicado a san Fernando, recomienda al rey la honesta diversión con los juglares, y se apoya en uno de los famosos dísticos de Dionisio Catón, el mismo dístico que citan las Partidas, el mismo que el Arcipreste de Hita aplica a su arte: «Palabras son de sabio e díxolo Catón, / que omne a sus coydados que tiene en coraçón / entreponga plazeres e alegre la razón, / que la mucha tristeza mucho pecado pon».
(Inicio de Los juglares y los orígenes de la Literatura española)
El primer asesinato tuvo lugar pocos días antes de mi llegada a Mountwich, ciudad situada cerca de
Nottingham en unos parajes conocidos entre nosotros, los ingleses, por haber sido escenario de las míticas aventuras de Robin Hood; y no solo entre nosotros: estoy convencido de que Nottingham es un nombre asociado en todo el mundo a la magia de la aventura.
En realidad es posible que la palabra asesinato no sea adecuada para aplicarla en este caso, ni en los otros que le sucedieron, ya que se trató de algo mucho más siniestro y aterrador: el cuerpo apareció completamente desangrado y con el rostro desgarrado como a zarpazos, en unas ruinas a las afueras de Mountwich.
La policía halló entre las ropas ensangrentadas del muerto unos documentos que señalaban a un tal
Christopher Hartfield, de profesión, vidente. Cuando los agentes trataron de proceder a su definitiva identificación, descubrieron que el tal Hartfield vivía solo en una casa de su propiedad, cerca del lugar en el que fue encontrado el cadáver, donde tenía asimismo establecida su consulta. No había familiares que pudiesen verificar que se tratara de él, ni tampoco ningún vecino, porque la casa, que al parecer había adquirido tres o cuatro meses antes a un agente inmobiliario de Londres, estaba aislada. (Prólogo a 'El templo enterrado')