El título en modo alguno vaticinaba lo que se escondía en esta novela: nada menos que los entresijos de la que fue la más ejemplar revolución de la Historia: la Revolución francesa.
La autobiografía de Teresa Cabarrús, mujer frívola y desenfadada donde las haya, pero también fría, calculadora e influyente, protagonizó muchas de las etapas cruciales de dicha revolución.
"Cherchez la femme" dicen. "Buscad la mujer", sí. Éste es el estudio biográfico y perfectamente documentado, de hasta dónde podía llegar la influencia de la mujer (muy bella, por supuesto) en una época en la que su papel era de mero adorno.
Novela en que las armas de mujer sirven para torcer el curso de la Historia y nosotros, sus lectores, atendemos a la frivolidad, desparpajo e impudicia de quienes protagonizaron los acontecimientos de la toma de la Bastilla, la "época del Terror", la caída de Robespierre y el imperio napoleónico.
De sobra sabemos que los grandes cambios, las grandes revoluciones, se hicieron (se hacen) a costa de litros y litros de sangre derramada, de almas ingenuas, de rebaños de corderos llevados al matadero, de mártires convencidos de unos ideales que al fin no son más que títeres para colmar la ambición y el "sálvese quien pueda" de los poderosos, de aquéllos que saben jugar y simular el corte de la guillotina con esa cinta roja, igual que juegan y simulan los grandes defensores de la Patria para mantener su posición.
En esta novela es la propia Teresa Cabarrús, en la última etapa de su vida, la que narra sus memorias. Española, de ascendencia francesa, hija de familia acomodada (nada menos que del fundador del Banco de España), va desgranándonos la miseria de la Política en general y la de esta época, en particular, que no duda en el derramamiento de sangre inocente por exigencias del guión.