De este modo, entregada la traducción, se llega a la continuación de la lucha donde la habíamos dejado : "el
primero que fue a descargar el golpe fue el colérico vizcaíno, el cual
fue dado con tanta fuerza y tanta furia, que a no volvérsele la espada
en el camino, aquel solo golpe fuera bastante para dar fin a su rigurosa
contienda, y a todas las aventuras de nuestro caballero; mas la buena
suerte, que para mayores cosas le tenía guardado, torció la espada de su
contrario, de modo que aunque le acertó en el hombro izquierdo, no le
hizo otro daño qeu desarmarle todo aquel lado, llevándole de camino gran
parte de la celada con la mitad de la oreja, que todo ello con
espantosa ruina vino al suelo, dejándole muy maltrecho."
Don Quijote, furioso, contraatacó y "Estaba
el vizcaíno tan turbado que no podía responder palabra, y él lo pasara
mal, según estaba ciego Don Quijote, si las señoras del coche, que hasta
entonces con gran desmayo habían mirado la pendencia, no fueran adonde
estaba y le pidieran con mucho encarecimiento les hiciera tan grande
merced y favor de perdonar la vida a aquel su escudero; a lo cual Don
Quijote respondió con mucho entono y gravedad: por
cierto, fermosas señoras, yo soy muy contento de hacer lo que me pedís;
mas ha de ser con una condición y concerto, y es que este caballero ma
ha de prometer de ir al lugar del Toboso, y presentarse de mi parte ante
la sin par doña Dulcinea, para que ella haga de él lo que más fuere de
su voluntad. Las temerosas y
desconsoladas señoras, sin entrar en cuenta de lo que Don Quijote pedía,
y sin preguntar quién Dulcinea fuese, le prometieron que el escudero
haría todo aquello que de su parte le fuese mandado: pues en fe de esa palabra, yo no le haré más daño, puesto que me lo tenía bien merecido"
¡Seguimos!
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