En la mímica o el lenguaje de los gestos, hay uno que aprendemos desde niños y repetimos sin darnos cuenta: el codazo.
Se trata de un golpe suave con el codo que se da disimuladamente a alguien cercano y de confianza para comunicarse sin palabras.
El gesto hace que quien lo recibe mire inmediatamente a quien se lo ha dado, por lo que suele ir acompañado de otro gesto para completar el mensaje, y así, un codazo y un gesto con los ojos en alguna dirección, indica que debe mirar hacia allí porque hay algo digno de ser visto.
Varios codazos seguidos implican algo importante, y podemos recibir un codazo y un gesto de desagrado cuando acabamos de decir algo impropio; cuando acabas de interrumpir a alguien que está hablando, etc...
Por eso, quien habla hasta por los codos suele ser la persona que habla y habla sin parar, lo que ya es bastante irritante, pero es que, encima, pide la atención y propina codazos a diestro y siniestro (ya explicaremos también esta expresión) cuando alguien pretende interrumpirlo.
Ya hemos visto en nuestro refranero distintas expresiones aconsejando prudencia en el hablar:
"Bien sabe el que no sabe, si sabe callar",
"lo bueno, si breve, dos veces bueno",
"en boca cerrada no entran moscas",
"quien mucho habla, mucho yerra",
"el hombre es dueño de lo que calla...", etc.
Por tanto, no es de extrañar la contundencia del dicho que nos ocupa: salvo raras excepciones (en los graciosos monólogos del programa televisivo "El Club de la Comedia", por ejemplo), el afán de protagonismo acaba aburriendo a todos.
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Diálogo, monólogo, circunloquio, perorata, discurso, soflama, mitin, conferencia... son palabras que se refieren con diversos matices al acto de hablar. Juguemos en clase con éstas y otras expresiones que vayan apareciendo.
Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)" http://educacion-ne.es/refranes.htm