De
nuevo las labores del campo sirven a nuestro refranero para darnos un
consejo: aprender a distinguir la calidad de la menudencia
(1) antes de tomar una decisión.
Esta
labor, realizada tras la siega de los cereales espigados y granados, no
es tan sencilla - o por lo menos no lo era antes de la llegada de las
máquinas-, pues una vez cortada la mies, había que trillarla
(2) o pisarla con animales para que las
hojas y la caña se desmenuzasen dejando caer el grano. Como es lógico
suponer, todo quedaba revuelto en un manto a lo largo del sembrado.
Aventando ese manto, es decir, lanzando al aire los montones, la paja
vuela al menor soplo de aire y el grano cae.
Aunque tanto el grano como la paja son de utilidad, se trata de dar "a cada uno lo suyo" y emplearlo en lo que corresponde, descubriendo lo que realmente se esconde bajo las apariencias o seleccionando lo que más vale entre la mediocridad.
Aunque tanto el grano como la paja son de utilidad, se trata de dar "a cada uno lo suyo" y emplearlo en lo que corresponde, descubriendo lo que realmente se esconde bajo las apariencias o seleccionando lo que más vale entre la mediocridad.
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(1).- menudencia:
1.
f.
Pequeñez de algo.
2.
f.
Exactitud, esmero y escrupulosidad con que se considera y reconoce algo,
sin omitir lo más menudo y leve.
3.
f.
Cosa de poco aprecio y estimación
1.
tr.
Quebrantar la mies tendida en la era, y separar el grano de la paja.
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