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lunes, 17 de junio de 2013

Salón de lectura.- "La ridícula idea de no volver a verte"


“La ridícula idea de no volver a verte”. Rosa Montero. 
Prometí a Rosa Montero, cuando la saludé en la Feria del Libro de Madrid, que comentaría sus obras en Wikipedia. Yo era una más entre la multitud de fans que, estoy segura, la saludan con alguna frase como: “yo soy fulanito-a que la saludé en…, que la sigo en…” pretendiendo que ella (con la que llama su “memoria de mosquito”) recuerde pormenorizadamente a tantos y tantos de quienes la seguimos. Así la saludé yo, es inevitable:

-Yo soy la lectora “anárquica” que comentó su “Lágrimas en la lluvia”.

-Ah, sí, ¡qué gracia! –tuvo la amabilidad de comentar con una sonrisa mientras me escribía una tierna dedicatoria en la que incluyó lo de "anárquica"...

Soy consciente de que ella es UNA; yo, una más que intentaba con esa presentación salir del anonimato para lograr una mayor cercanía. Innecesario; porque ella es cercana, porque escribe tal y como es, y es tal y como escribe. Y aunque se confiese tímida para referirse a sí misma en sus escritos, yo diría que en toda su obra está ella misma. No lo puedo describir de otra forma.

Me dedicó “El amor de mi vida”, que voy leyendo a retazos porque, como ella también reconoce, me he acostumbrado al libro electrónico que tanto peso –literal- nos quita. Y como, además, mis libros de “recreo” los leo de noche, en la cama, antes de dormir; sin duda se agradece mucho más. Así que voy leyendo los capítulos… bueno, eso lo dejo para cuando comente el libro.

El caso es que soy de las que cumplo. Así que cuando quise ponerme a la tarea de hacer los referidos comentarios, y aunque he leído casi todos sus libros, pensé que el “casi” no valía y que era mejor empezar por el final, ya que tendré que releer los conocidos – lo que sin duda será un placer- y leer los que por un motivo u otro nunca han llegado a mis manos lectoras.

Y, claro, para empezar por el final debía comenzar por éste.

Vale, ya lo he leído. Y ahora ¿cómo empiezo su comentario?

Lo más fácil es usar sus propias palabras:

“No todo es horrible en la muerte, aunque parezca mentira (me asombro al escucharme decir esto).
Pero éste no es un libro sobre la muerte.”

Y es cierto: es un libro sobre el duelo, la ausencia, la difícil maniobra de rellenar el increíble, profundo, abismal espacio que deja la muerte, esperada o no. Es un libro sobre los vivos.

En una ocasión, tras un viaje que hice con mi padre, recientemente viudo, tan afectado por la súbita e inesperada muerte de mi madre dos días después del atentado de Atocha (es decir, el 13-M del 2004), cuyos efectos provocaron un infarto masivo; escribí –me desahogué- sobre lo que supuso para mí el viaje que hicimos él y yo a Almería, al pueblecito donde ella nació y donde quería reposar con sus padres, y escribo:

Llegamos al pueblo a las 7 de la tarde. Un viaje largo y fatigoso a pesar de las pausas para estirar las piernas, comer… en fin, más de siete horas. No obstante, cuando llegábamos, me pidió si podíamos acercarnos al cementerio “a ver a mamá”. Naturalmente, la reja estaba cerrada. Aun así habló con ella:
- " Hola, chiquitica, ya estamos aquí. Tú que puedes, mira mucho por nosotros”.
Y rezó, moviendo los labios pero en silencio, mirando sin ver (estaba ciego) en dirección al interior, donde ella reposa, con las manos apretadas a la reja.
  Yo no podía rezar. Sólo esperaba y me sentía en ese momento como una extraña cuya presencia interfiere en una íntima escena de amor.
Cuando dijo: "Vamos, mira los horarios para ver cuándo podemos venir mañana", le ofrecí mi brazo y volví a ser su lazarillo.
   Entramos de nuevo en el coche, en silencio. Mientras bajábamos la empinada cuesta de camino al pueblo musitó:
-           "Dios mío, qué solos se quedan los muertos".
-           ¡Qué solos se quedan los vivos!, pensé yo.

 Y es sobre esto –ni más ni menos- sobre lo que trata “La ridícula idea de no volver a verte”. Marie Curie es un pretexto, una excusa para ir dando pinceladas sobre su propio dolor, la soledad del que queda vivo, la imposibilidad de que ese tiempo “que todo lo cura” cure de verdad. Suaviza, matiza, pone parches… pero el dolor sigue ahí, y aunque la vida te empuje, te ilusione, te haga reír inesperadamente, está permanentemente dispuesto a salir ante un objeto, un paisaje, un algo –cualquier cosa- que te lo vuelve a traer, añorándolo.

Por otra parte hay una estupenda y laboriosamente trabajada biografía, un minucioso análisis de una admirada figura de mujer, y unas pinceladas aquí y allá de un alma en carne viva, de un dolor patente y latente que podemos comprender perfectamente quienes hemos pasado -pasamos todavía (mi padre falleció hace un año)- por la pérdida de alguien muy querido.

No quiero -en realidad es mejor decir “no puedo”- comentar más. Si esto no te invita a leerlo, será que no es la ocasión. Cuando llegue, sin duda te sentirás reflejado en ella.

16 comentarios:

  1. Marian, por primera vez veo tu blog, me encantó este comentario. También me pasan las mismas cosas cuando veo, hablo o leo a Rosa. Un abrazo.

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  2. Muchas gracias por tu comentario, Laura. Espero que te animes a pasar por aquí de vez en cuando. Un abrazo.

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  3. Bonito, que digo, bellísimo comentario para atraer a cualquiera!

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  4. Me alegra saber que puedo comunicar mi admiración. Gracias por comentarlo.

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  5. Te gustará, Angélica, estoy segura. Rosa Montero hace parecer fácil lo difícil. Muchas gracias por tu comentario. Un abrazo.

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  6. Hola Marian, llegó a tu blog desde la recomendación que hizo Rosa en su facebook.
    Hace tiempo que tengo ganas de leer este nuevo libro, ahora que cuentas tu historia personal, me entusiasma aún más. Mi mamá enviudó repentinamente hace 2 años y medio. Y yo perdí a mi papá en ese mismo instante.

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  7. Me encantó que puedas poner en palabras lo que sentiste al leer el libro. Siempre que leo un libro de Rosa Montero encuentro puntos en común,sus palabras tan sencillas y a la vez tan llenas de la cotidianeidad de la vida.
    Gracias

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  8. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

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  9. HERMOSSISIMO COMENTARIO SOY AVIDA LECTORA DE ROSA Y COMO HAN DICHO POR AHI HACE FÁCIL LO DIFÍCIL...SOY DE ARGENTINA Y PRIMERA VEZ QUE VEO TU BLOG LO SEGUIRÉ...GRACIAS POR COMPARTIR TU EXPERIENCIA PERSONAL TAN DURA, TODOS TENEMOS ALGO SIMILIAR CON RESPECTO A LA MUERTE Y COMPARTO EL SENTIR DE LOS QUE QUEDÁMOS...COMO QUE NOS FALTA UN PEDAZO...

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  10. Un libro en verdad precioso, y Rosa es una persona tan cercana en su manera de contar las cosas...ENhorabuena por la reseña.

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  11. Es estupendo compartir este gusto común, un placer.:)

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  12. Me gusta leer tu reseña. Refleja un poco lo que yo sentí tras la muerte de mi madre, hace ya casi catorce meses, !qué solos se quedan los vivos !. Porque nunca más van a volver a ver a la persona que ya se fue para siempre y si una se queda huérfana , el sentimiento es diferente a todos, ( un hacerse mayor de golpe, tengas la edad que tengas, un evitar el olvido para no perder del todo el hilo que te ata, te mantiene en vida.)... Tú lo escribes muy bien , Marián , y Rosa Montero tiene un modo tan personal de relatar, de decir en palabras...

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  13. Hola Marian, soy Víctor Figueroa.

    Con lágrimas en los ojos te escribo estas líneas. Es profundo, intimista y sincero todo cuanto has compartido con nosotros.
    Estaba buscando alguna reseña para hablar del libro de Rosa Montero, para recomendarlo en el próximo programa de radio, y recordé que tú habías escrito algo.

    Reconozco que no lo había leído entonces. Ahora lo he hecho...

    Gracias por compartir tu sensibilidad y tu talento con todos nosotros. Gracias personalmente por aportar tu sabiduría, buen hacer y saber estar cada semana en la radio.

    Un beso enorme.

    Víctor

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    Respuestas
    1. Emocionada yo también de que hayas pensado en mí para hablar sobre este estupendo libro, muy apropiado para el tema: "el duelo". Me encantará ( siempre me gusta, pero más el 2 de octubre por razones obvias), oirte hablar sobre él en el programa. Un beso.

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