Letra de José María Lizar. Destaco en ella la belleza de las imágenes abstractas, situaciones y emociones que se "venden".
En la plaza vacía
nada vendía
el vendedor.
y aunque nadie compraba
no se apagaba nunca su voz.
Voy a poner un mercado
entre tantos mercaderes
para vender esperanzas
y comprar amaneceres.
Para vender un día
la melodía que hace al andar
el agua de ese río
que es como un grito de libertad.
¿Quién quiere vender conmigo
la paz de un niño durmiendo,
la tarde sobre mi madre
y el tiempo en que estoy queriendo?
Tú eres el que ha pasado,
el que ha llegado,
y el que vendrá.
vende el árbol que queda
en la arboleda de la verdad.
Voy a ofrecer por el aire
las alas que no han volado,
y los labios que recuerdan
la boca que no han besado.
Alza cada mañana
esa campana de tu canción,
pregonero que llevas
mil cosas nuevas en tu pregón.
Vendo en una cesta el agua
y la nieve en una hoguera
y la sombra de tu pelo
cuando inclinas la cabeza.
En la plaza vacía
nada vendía
el vendedor.
y aunque nadie compraba
no se apagaba nunca su voz.
Voy a poner un mercado
entre tantos mercaderes
para vender esperanzas
y comprar amaneceres.
Para vender un día
la melodía que hace al andar
el agua de ese río
que es como un grito de libertad.
¿Quién quiere vender conmigo
la paz de un niño durmiendo,
la tarde sobre mi madre
y el tiempo en que estoy queriendo?
Tú eres el que ha pasado,
el que ha llegado,
y el que vendrá.
vende el árbol que queda
en la arboleda de la verdad.
Voy a ofrecer por el aire
las alas que no han volado,
y los labios que recuerdan
la boca que no han besado.
Alza cada mañana
esa campana de tu canción,
pregonero que llevas
mil cosas nuevas en tu pregón.
Vendo en una cesta el agua
y la nieve en una hoguera
y la sombra de tu pelo
cuando inclinas la cabeza.
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