Capítulo duodécimo
De lo que contó un cabrero a los que estaban con Don Quijote
Habíamos dejado a nuestro caballero en buena compañía, bien comido y
atendido en la herida de su oreja, cuando llega un nuevo cabrero con
noticias recientes sobre la muerte de Grisóstomo, un estudiante
convertido en pastor y del desconsuelo de su enamorada Marcela, que,
aunque hija de un hombre rico, también andaba como pastora por esos
montes.
La noticia era que había solicitado ser enterrado en el campo, con
ceremonia pastoril, por lo que la Iglesia andaba queriendo impedirlo.
Sus compañeros querían respetar su voluntad y andaba por ello toda la
gente revolucionada mas
a lo que se dice, en fin se hará lo que Ambrosio y todos los pastores
sus amigos quieren, y mañana le vienen a enterrar con gran pompa adonde
tengo dicho; y tengo para mí que ha de ser cosa muy de ver, a lo menos
yo no dejaré de ir a verla, si supiese no volver mañana al lugar.
Todos decidieron asistir, no sin antes ponerse de acuerdo sobre quién
guardaría las cabras, a lo que se ofreció uno de ellos porque no me deja andar el garrancho ((Cruce de garra y gancho).1. m. Parte dura, aguda y saliente del tronco o rama de una planta.) que el otro día me pasó este pie.
Como sabemos, Don Quijote, de natural curioso, no iba a desperdiciar la ocasión, así que...
Me había planteado si seguir o no, porque el trabajo de hacerlo no parece compensar. Pero ¡qué caray! se hace por amor al arte y para quienes lo veis, sean pocos o muchos, pero...
Por favor, si os gusta, cuesta poco dar a la mano con el dedito arriba, a suscribir y compartirlo...¿verdad? ¡Gracias!
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