- Una ley del s. XVI o XVII.
Según la legislación de entonces, si un delincuente reincidía hasta tres veces -"ter furtum"-, era condenado a muerte. Naturalmente, no habría más.
Todavía más remoto es el establecer su origen en los juegos de la Grecia antigua. Había una prueba llamada "lucha" con dos modalidades:
la modalidad de pie, en la que había que derribar al adversario tres veces para ser el vencedor, sin abandonar la posición erguida;
y la lucha libre, en la que era preciso poner al adversario tres veces de espaldas sobre el suelo para ganar el combate, si el rival no abandonaba.
Pedro negó a Cristo tres veces... Se cuenta hasta tres en muchos juegos...
No necesitamos ir tan lejos para encontrar el KOT: Knock-out Técnico, en el Boxeo actual, por el que un boxeador queda declarado vencido al caer tres veces en el mismo asalto.
En resumen, esta 'vencida' a la que se refiere nuestra frase de hoy, significa tanto que algo se termina por haberse conseguido (por haber vencido), como que se deja por imposible y no se intenta más (se declara uno vencido).
Relacionándolo con la literatura, hallamos la expresión ya en La Celestina:
MELIBEA. ¿Señor mío, quieres que mande a Lucrecia traer alguna colación?
CALISTO. No hay otra colación para mí sino tener tu cuerpo e belleza en mi poder. Comer e beber dondequiera se da por dinero, en cada tiempo se puede haber e cualquiera lo puede alcanzar. Pero lo no vendible, lo que en toda la tierra no hay igual que en este huerto, ¿cómo mandas que se me pase ningún momento que no goce?
LUCRECIA. (Aparte) Ya me duele a mí la cabeza de escuchar e no a ellos de hablar; ni los brazos, de retozar; ni las bocas, de besar. ¡Andar, ya callan! A tres me parece que va la vencida.
MELIBEA. ¿Señor mío, quieres que mande a Lucrecia traer alguna colación?
CALISTO. No hay otra colación para mí sino tener tu cuerpo e belleza en mi poder. Comer e beber dondequiera se da por dinero, en cada tiempo se puede haber e cualquiera lo puede alcanzar. Pero lo no vendible, lo que en toda la tierra no hay igual que en este huerto, ¿cómo mandas que se me pase ningún momento que no goce?
LUCRECIA. (Aparte) Ya me duele a mí la cabeza de escuchar e no a ellos de hablar; ni los brazos, de retozar; ni las bocas, de besar. ¡Andar, ya callan! A tres me parece que va la vencida.
Recopilado en: "Más vale refrán en mano... (De abuelos a nietos)" ¡Pídelo! http://educacion-ne.es/refranes.htm
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