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miércoles, 1 de agosto de 2012

9.- "Quien no tiene padrino, no se bautiza"


"Quien no tiene padrino, no se bautiza"

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En los primeros tiempos del cristianismo, el que quería recibir el bautismo debía ser presentado - imitando ritos judíos - por sus propios padres. Fue a partir del 813 (Concilio de Munich) cuando esta figura debía ser ajena al círculo familiar directo y no eran tan sólo testigos.

En el momento de bautizar al neófito, la misión del padrino o padrinos (padrino y madrina) va algo más allá que la de acompañarle durante la ceremonia: se convierten en unos segundos padres para esa criatura y se comprometen a ayudar a educarla en la fe y cuidar de sus necesidades en el caso de que los padres faltasen.

Por lo demás, sabemos que hay distintas ceremonias que necesitan de testigos, a los que se llama también "padrinos" (de boda, por ejemplo).

En resumen, esa figura era tan imprescindible que no habría ceremonia sin ellos. De ahí parte este refrán ( citado en "De abuelos a nietos" con relación a "El nombre ni quita ni pone" ) que muestra la importancia de las buenas referencias y de lo que llamamos un buen enchufe como carta de presentación que abra las puertas al solicitante, sobre todo cuando se busca un trabajo.

Y es que "en todas partes cuecen habas" y por muy democráticos que hayamos llegado a ser, la cultura de la elección a dedo, de las oposiciones y concursos amañados para dar el puesto o el premio a alguien ya preestablecido están en  el orden del día

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Seguro que la primera referencia que se nos ha ocurrido es la genial saga de "El Padrino" de Francis Ford Coppola, 1972 (basada en la novela del estadounidense Mario Puzo, 1969) , pero vamos a destacar la figura de otro padrino: el de Miguel en "El oro de los sueños" de José Mª Merino (primeras páginas). que le embarca en un viaje al mítico mundo de las supuestas riquezas de los indios de Sudamérica.


Y para los profesores, es más que aconsejable esta guía de actividades tras su lectura.


Autorizada la copia total o parcial citando © www.mariannavarro.net 
 

Leyendo el "Quijote".1ª parte. Cap. 9 (continuación)

De este modo, entregada la traducción, se llega a la continuación de la lucha donde la habíamos dejado : "el primero que fue a descargar el golpe fue el colérico vizcaíno, el cual fue dado con tanta fuerza y tanta furia, que a no volvérsele la espada en el camino, aquel solo golpe fuera bastante para dar fin a su rigurosa contienda, y a todas las aventuras de nuestro caballero; mas la buena suerte, que para mayores cosas le tenía guardado, torció la espada de su contrario, de modo que aunque le acertó en el hombro izquierdo, no le hizo otro daño qeu desarmarle todo aquel lado, llevándole de camino gran parte de la celada con la mitad de la oreja, que todo ello con espantosa ruina vino al suelo, dejándole muy maltrecho."

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Don Quijote, furioso, contraatacó y "Estaba el vizcaíno tan turbado que no podía responder palabra, y él lo pasara mal, según estaba ciego Don Quijote, si las señoras del coche, que hasta entonces con gran desmayo habían mirado la pendencia, no fueran adonde estaba y le pidieran con mucho encarecimiento les hiciera tan grande merced y favor de perdonar la vida a aquel su escudero; a lo cual Don Quijote respondió con mucho entono y gravedad: por cierto, fermosas señoras, yo soy muy contento de hacer lo que me pedís; mas ha de ser con una condición y concerto, y es que este caballero ma ha de prometer de ir al lugar del Toboso, y presentarse de mi parte ante la sin par doña Dulcinea, para que ella haga de él lo que más fuere de su voluntad. Las temerosas y desconsoladas señoras, sin entrar en cuenta de lo que Don Quijote pedía, y sin preguntar quién Dulcinea fuese, le prometieron que el escudero haría todo aquello que de su parte le fuese mandado: pues en fe de esa palabra, yo no le haré más daño, puesto que me lo tenía bien merecido"

¡Seguimos!

Leyendo el "Quijote".1ª parte. Capítulo 9

Capítulo noveno
Donde se concluye y da fin a la estupenda batalla que el gallardo vizcaíno y el valiente manchego tuvieron

Hasta aquí decide Cervantes que llegaba el supuesto pergamino en el que se relataba el inicio de las aventuras de nuestro hidalgo (hijo de algo= caballero) y a partir de aquí, tras pensar en que era imposible que semejante caballero no hubiera tenido quien siguiera contando sus hazañas, nos relata: "está, como he dicho, aquí en el margen escrito esto: esta Dulcinea del Toboso, tantas veces, en esta historia referida, dicen que tuvo la mejor mano para salar puercos que otra mujer de toda la Mancha. Cuando yo oí decir Dulcinea del Toboso, quedé atónito y suspenso, porque luego se me representó que aquellos cartapacios contenían la historia de Don Quijote. Con esta imaginación le di priesa que leyese el principio; y haciéndolo así, volviendo de improviso el arábigo en castellano, dijo que decía: Historia de Don Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador arábigo."

Llevado por el interés que tenía nuestro autor en saber la continuación de sus peripecias "Apartéme luego con el morisco por el claustro de la iglesia mayor, y roguéle me volviese aquellos cartapacios, todos los que trataban de Don Quijote, en lengua castellana, sin quitarles ni añadirles nada, ofreciéndole la paga que él quisiese".

Y así tenemos la primera descripción general de los protagonistas:
"Estaba en el primer cartapacio pintada muy al natural la batalla de Don Quijote con el vizcaíno, puestos en la misma postura que la historia cuenta, levantadas las espadas, el uno cubierto de su rodela, el otro de la almohada, y la mula del vizcaíno tan al vivo, que estaba mostrando ser de alquiler a tiro de ballesta. Tenía a los pies el vizcaíno un título que decía: Don Sancho de Azpeitia que sin duda debía de ser su nombre, y a los pies de Rocinante estaba otro, que decía: Don Quijote; estaba Rocinante maravillosamente pintado, tan largo y tendido, tan atenuado y flaco, con tanto espinazo, tan hético confirmado, que mostraba bien al descubierto con cuánta advertencia y propiedad se le había puesto el nombre de Rocinante. Junto a él estaba Sancho Panza, que tenía del cabestro a su asno, a los pies del cual estaba otro rótulo, que decía: Sancho Zancas; y debía de ser que tenía, a lo que mostraba la pintura, la barriga grande, el talle corto, y las zancas largas, y por esto se le debió de poner nombre de Panza y Zancas, que con estos dos sobrenombres se le llama algunas veces en la historia."

martes, 31 de julio de 2012

Leyendo el "Quijote". Parte 1ª. Capítulo 8


Capítulo octavo
Del buen suceso que el valeroso Don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento, con otros sucesos dignos de felice recordación

Seguían nuestro protagonista y su recién estrenado compañero vagando sin rumbo fijo por la meseta castellana, cuando Don Quijote llama la atención de Sancho hacia unos gigantes contra los que iba a librar batalla y vencerles para mayor gloria de su nombre, quitar la mala simiente sobre la tierra y ¿por qué no? el interés material: con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer.

Imagen No sabía aún el pobre Sancho en qué lío se había metido accediendo a acompañar a su nuevo amo, y, como es natural, pregunta extrañado porque lo que él ve "no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino".
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Como véis, no es de ahora el descubrimiento de la energía eólica, y aunque el avance tecnológico lo haya sustituido por nuevos molinos, ha sido y es elemento habitual en el paisaje castellano. Antes, para moler la harina; ahora, para el aprovechamiento de la energía.

Pues bien, quiso el viento soplar en ese momento y hacer que se movieran las aspas, por lo que Don Quijote se aseguró de la fiereza de dichos gigantes "y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo."

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El buen Sancho no daba crédito a lo que veía, y menos a la ceguera de su señor, que aún después de probar los efectos de su locura exclamaba al querérsela hacer ver: "Calla, amigo Sancho, respondió Don Quijote, que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza, cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón (inventado, ya que no todos los personajes citados los saca de los libros), que me robó el aposento y los libros, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo han de poder poco sus malas artes contra la voluntad de mi espada"

Le ayudó como pudo a montar de nuevo en el también molido Rocinante y continuaron su camino hacia Puerto Lápice, (municipio de la provincia de Ciudad Real) "porque allí decía Don Quijote que no era posible dejar de hallarse muchas y diversas aventuras, por ser lugar muy pasajero" (de mucho tránsito de viajeros), en donde esperaba hallar muchas y nuevas aventuras.

Pero iba entristecido Don Quijote por haber perdido su lanza en el singular combate, por lo que, rebuscando en su memoria, encontró la solución al recordar que un caballero español, llamado Diego Pérez de Vargas, había hecho grandes hazañas fabricándose él mismo un arma de madera. Así que decidió: "de la primera encina o roble que se me depare, pienso desgajar otro tronco tal y bueno como aquel, que me imagino y pienso hacer con él tales hazañas, que tú te tengas por bien afortunado de haber merecido venir a verlas, y aser testigo de cosas que apenas podrán ser creídas."

El bueno de Sancho le aseguró que creería todo lo que él le dijera, pero se preocupó de su lamentable manera de cabalgar "de medio lado", lo que indicaba hasta qué punto estaba mal; pero al explicarle Don Quijote que no era propio de caballeros el quejarse, le advirtió: "De mí sé decir, que me he de quejar del más pequeño dolor que tenga, si ya no se entiende también con los escuderos de los caballeros andantes eso del no quejarse."

Atento a sus necesidades, recordó a su amo que deberían comer, y aunque Don Quijote ni hambre tenía, permitió a su escudero hacerlo, por lo que, aun montado sobre su asno, "iba caminando y comiendo detrás de su amo muy despacio, y de cuando en cuando empinaba la bota con tanto gusto, que le pudiera envidiar el más regalado bodegonero de Málaga"

Pararon en un bosque al llegar la noche, y mientras Sancho durmió "a pierna suelta", Don Quijote la pasó en vela fabricándose una nueva lanza y "por acomodarse a lo que había leído en sus libros, cuando los caballeros pasaban sin dormir muchas noches en las florestas y despoblados, entretenidos en las memorias de sus señoras".

Hubiera seguido durmiendo Sancho de buena gana cuando su amo le despertó y enseguida pensó en su desayuno y en cómo repondrían lo que iban consumiendo, mientras Don Quijote tampoco esta vez quiso tomar nada.

Siguiendo su camino, y llegando ya a Puerto Lápice, Don Quijote advirtió a Sancho que pasara lo que pasara jamás pretendiera ayudarle cuando estuviera en lucha con caballeros, pues solo podría luchar con gente de su condición, a lo que Sancho replicó que no tendrían ningún problema con eso, ya que "soy pacífico y enemigo de meterme en ruidos y pendencias; bien es verdad que en lo que tocare a defender mi persona no tendré mucha cuenta con esas leyes, pues las divinas y humanas permiten que cada uno se defienda de quien quisiere agraviarle."

En esto aparecieron dos frailes sobre sus mulas, seguidos de un carruaje que no viajaba con ellos pero sí llevaban juntos el mismo camino. No tardó Don Quijote en inventar una nueva aventura: "o yo me engaño, o esta ha de ser la más famosa aventura que se haya visto, porque aquellos bultos negros que allí parecen, deben ser, y son sin duda, algunos encantadores que llevan hurtada alguna princesa en aquel coche, y es menester deshacer este tuerto a todo mi poderío."

Imagen Ya pensó Sancho que esto iba a ser aún peor que lo de los molinos, y aunque quiso avisar a su señor, pronto comprendió que de poco le servían sus advertencias porque "en llegando tan cerca que a él le pareció que le podían oír lo que dijese, en alta voz dijo: gente endiablada y descomunal, dejad luego al punto las altas princesas que en ese coche lleváis forzadas, si no, aparejáos a recibir presta muerte por justo castigo de vuestras malas obras."

No tenía problemas Sancho en ver la realidad de la situación, pero no por eso iba a intentar dejar de aprovecharse, por lo que al fin, tras algunas peripecias "arremetieron con Sancho, y dieron con él en el suelo; y sin dejarle pelo en las barbas le molieron a coces y le dejaron tendido en el suelo sin aliento ni sentido" mientras Don Quijote hablaba con la señora que en el carruaje viajaba, rogándole que, en premio a haberla librado de sus supuestos raptores, volviera atrás, hacia El Toboso, para contar a su amada Dulcinea lo que había hecho.

Pero no estaba muy dispuesto uno de los escuderos -vizcaíno, por más señas (gente que debía ser considerada muy belicosa)- a volver atrás, por lo que se enfrentó a nuestro caballero y "dio el vizcaíno una gran cuchillada a Don Quijote encima de un hombro por encima de la rodela, que a dársela sin defensa, le abriera hasta la cintura.".

Y, al modo que mantiene el interés una serie o telenovela con el "continuará", así Cervantes nos promete desvelar la intriga en el capítulo siguiente.

¡Seguimos!

8.- "De grandes cenas, están las sepulturas llenas"

"De grandes cenas, están las sepulturas llenas"

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La verdad es que no he podido encontrar mucho acerca de las causas fisiológicas que corroboren este aserto. Y entre lo que he encontrado hay opiniones para todos los gustos, así que para su explicación me quedo con los que más creíbles me han parecido:

En primer lugar se habla de los "adipocitos":  funcionan como parte del sistema inmunitario y ayudan a controlar la acumulación de grasas. Pero parece ser que estas células descansan también durante nuestro  sueño, por lo que en una persona ya sobrecargada de materia grasa, y al carecer de esta ayuda en el difícil proceso de la digestión, se multiplican las posibilidades de una congestión que la lleve a la muerte.

Relacionado con los excesos de las "grandes cenas" se halla el abuso del alcohol, causa de cirrosis y coma hepático en metabolismos ya alterados por el hábito de beber a menudo y en demasía.

Por todo ello, el refranero nos indica: "Desayuna como un rey, come como un señor y cena como un pobre".

Claro que de todos es sabido, sobre todo en las suculentas y apetitosas cenas tradicionales de Nochebuena y Fin de Año, que no hay nada mejor que hacer una sobremesa larga y dejar que el cuerpo realice la digestión antes de irnos a dormir ;).

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A cenas y banquetes excesivos se les llama "pantagruélicos". Si os interesa acercaros al porqué, procede de la obra de François Rabelais : Gargantua et Pantagruel (1532).

Autorizada la copia total o parcial citando © www.mariannavarro.net