"Quien
no tiene padrino, no se bautiza"
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En los
primeros tiempos del cristianismo, el que quería recibir el bautismo
debía ser presentado - imitando ritos judíos - por sus propios padres.
Fue a partir del 813 (Concilio de Munich) cuando esta figura debía ser
ajena al círculo familiar directo y no eran tan sólo testigos.
En el
momento de bautizar al neófito, la misión del padrino o padrinos
(padrino y madrina) va algo más allá que la de acompañarle durante la
ceremonia: se convierten en unos segundos padres para esa criatura y se
comprometen a ayudar a educarla en la fe y cuidar de sus necesidades en
el caso de que los padres faltasen.
Por lo
demás, sabemos que hay distintas ceremonias que necesitan de testigos, a
los que se llama también "padrinos" (de boda, por ejemplo).
En
resumen, esa figura era tan imprescindible que no habría ceremonia sin
ellos. De ahí parte este refrán ( citado en "De abuelos a nietos" con relación a "El nombre ni
quita ni pone" ) que muestra la importancia de las buenas
referencias y de lo que llamamos un buen enchufe como carta de
presentación que abra las puertas al solicitante, sobre todo cuando se
busca un trabajo.
Y es
que "en todas partes cuecen habas" y por muy democráticos que hayamos
llegado a ser, la cultura de la elección a dedo, de las oposiciones y
concursos amañados para dar el puesto o el premio a alguien ya
preestablecido están en el orden del día
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Seguro que la primera referencia que se nos ha ocurrido es la genial saga de "El Padrino" de Francis Ford Coppola, 1972 (basada en la novela del estadounidense Mario Puzo, 1969) , pero vamos a destacar la figura de otro padrino: el de Miguel en "El oro de los sueños" de José Mª Merino (primeras páginas). que le embarca en un viaje al mítico mundo de las supuestas riquezas de los indios de Sudamérica.
Y para los profesores, es más que aconsejable esta guía de actividades tras su lectura.
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