Capítulo trigésimo primero
De los sabrosos razonamientos que pasaron entre Don Quijote y Sancho Panza su escudero, con otros sucesos
Habíamos
dejado a Sancho con un interesado Don Quijote. Contaba Sancho su visita
a Dulcinea y una vez más nos hallamos ante el contraste entre la
sinceridad del escudero y la fantasía de su amo.
¿Y
qué hacía aquella reina de la hermosura? A buen seguro que la hallaste
ensartando perlas, o bordando alguna empresa con oro de cañutillo para
este su cautivo prisionero. No la hallé, respondió Sancho, sino aechando
dos hanegas de trigo en un corral de su casa.
Nada echa atrás a nuestro protagonista... El caballero sabe cómo modificar la realidad a su gusto:
Pero
no me negarás, Sancho, una cosa: cuando llegaste junto a ella, ¿no
sentiste un olor sabeo, una fragancia aromática, y un no sé qué de
bueno, que yo no acierto a dalle nombre, digo un tuho o tufo, como si
estuvieras en la tienda de algún curioso guantero? Lo que sé decir, dijo
Sancho, es que sentí un olorcillo algo hombruno, y debía de ser que
ella, con el mucho ejercicio estaba sudada y algo correosa. No sería
eso, respondió Don Quijote, sino que tú debías de estar romadizado, o te
debiste de oler a tí mismo, porque yo sé bien lo que huele aquella rosa
entre espinas, aquel lirio del campo, aquel ámbar desleído.
¿Sabes
de qué estoy maravillado Sancho? De que me parece que fuiste y viniste
por los aires, pues poco más de tres días has tardado en ir de aquí al
Toboso, habiendo de aquí allá más de treinta leguas; por lo cual me doy a
entender que aquel sabio nigromante, que tiene cuenta con mis cosas, y
es mi amigo, (...) te debió de ayudar a caminar sin que tú lo sintieses;
Como sabemos, Sancho no había llegado a hacer esa
visita y todo lo que contaba era fruto de su imaginación que su propio
amo le había enseñado a usar, así que, a su modo, se apresuró a darle la
razón:
Así sería, dijo Sancho, porque a buena fe que andaba Rocinante como si fuera asno de gitano con azogue en los oídos.
En fin, siguen hablando y se preocupa Don Quijote por cómo hará para
cumplir el deseo de Dulcinea, que ha mandado que vaya a verla, y la
promesa a la princesa Micomicona... Sancho, interesado siempre, le
aconseja que cumpla con la princesa y se case con ella. Nuestro
caballero sabe qué interés le mueve al aconsejarle eso e intenta
tranquilizarle respecto al reino que un día ha de recibir:
hágote
saber que sin casarme podré cumplir tu deseo muy fácilmente, porque yo
sacaré de adahala, antes de entrar en la batalla, que saliendo vencedor
della, ya que no me case, me han de dar una parte del reino para que la
pueda dar a quien yo quisiere; y en dándomela, ¿a quién quieres tú que
la dé sino a ti?
Por fin decide la comitiva hacer un alto: Detúvose Don Quijote con no poco gusto de Sancho, que ya estaba cansado de mentir tanto, y mientras bebían y comían acertó a pasar por allí Andrés, el niño que liberó de los palos de su amo abrazándole por las piernas, comenzó a llorar muy de propósito, diciendo: ¡Ay, señor mío! ¿No me conoce vuestra merced?
Naturalmente,
Don Quijote le reconoce y cuenta a los demás lo que sucedió,
concluyendo con el buen fin que tuvo... Pero, como sabemos, no fue así, y
Andrés se apresura a narrarle lo que en realidad sucedió:
¿Luego no te pago el villano? No sólo no me pagó, respondió el
muchacho; así como vuestra merced traspuso el bosque y quedamos solos,
me volvió a atar a la mesma encina, y me dió de nuevo tantos azotes, que
quedé hecho un San Bartolomé desollado. Y a cada azote que me daba me
decía un donaire y chufleta acerca de hacer burla de vuestra merced,
Quiere
nuestro caballero salir inmediatamente a dar su merecido a quien así
osaba contradecirle, y así hubiera sido si los demás, que sólo querían
hacerle volver a su casa, no le convencieran de que debía cumplir
primero con Dorotea.
No necesitaba Andrés más ayuda del
caballero que el que le diesen algo para el camino, y Sancho le da de su
queso y su pan, con bastante recelo por si pudiera necesitarlo más
tarde... Y antes de salir corriendo, resume el 'ingrato' lo que opina de
la hazaña de nuestro protagonista: Por
amor de Dios, señor caballero andante, que si otra vez me encontrare,
aunque vea que me hacen pedazos, no me socorra ni ayude, sino déjeme con
mi desgracia, que no será tanta que no sea mayor la que me vendrá de su
ayuda de vuestra merced, a quien Dios maldiga, y a todos cuantos
caballeros andantes han nacido en el mundo.
Y así dejamos a nuestro grupo, conteniendo la risa para no ofender más al ya abochornado Don Quijote...
¡Seguimos!
viernes, 31 de agosto de 2012
Leyendo el "Quijote".1ª parte. Capítulo 31.
Labels:
alumnos,
capitulo 30,
capitulos,
Cervantes,
comentario de textos,
don Quijote,
Dulcinea,
educación,
española,
estudiantes,
estudio,
Lengua,
Literatura,
Mancha,
profesores,
Sancho visita a Dulcinea,
vuelta a casa
26.- "Lo bueno, si breve, dos veces bueno"
"Lo
bueno,
si breve, dos veces bueno"
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Analizando el "poderoso caballero es don Dinero" de Quevedo, veíamos un claro ejemplo
del modelo conceptista de escritura, cuyo principal teórico y autor de
la sentencia que nos ocupa, fue Baltasar Gracián.
Frente al Culteranismo, corriente contemporánea y opuesta cuyo
principal representante es Góngora, de escritura complicada y farragosa, el conceptismo defendía la gracia,
la ironía y el doble sentido en frases cortas e ingeniosas que aguzasen
la imaginación.
Según Menéndez Pidal, el conceptismo consiste en:
Comparación primorosa de dos ideas que mutuamente se esclarecen, y en
general, todo pensamiento agudo enunciado de una manera rápida y
picante.
Esta rapidez es puramente cortesana; en la Corte importa no perder ni
hacer perder el tiempo: "Lo bueno, si breve, dos veces bueno" y "más
valen quintaesencias(1) que fárragos
(2)", son máximas extraídas de Gracián. (sic
wikipedia)
Comprendido el origen de esta sentencia, es fácil concluir su
sentido y comprender el que sea utilizada cuando alguna lectura u orador
se hace pesado por lo extenso. De ahí ha pasado a ser utilizada en
general cuando un buen rato o momento placentero se hace corto, dejando
ganas de más. Ya hemos visto también lo pesados que son los "rollos macabeos" :)
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
(1) - Quintaesencia.-
1.
f.
quinta esencia (‖
lo más puro, más fino y acendrado de alguna cosa).
(2) - Fárrago.-
1.
m.
Conjunto de cosas o ideas desordenadas, inconexas o superfluas.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Por el origen de la expresión y por la riqueza de
vocabulario empleada por los escritores de ambos estilos, pondríamos
como modelo de escritura farragosa al propio Góngora, en su
"fábula de Polifemo y Galatea"
Estas que me dictó, rimas sonoras,
Culta sí aunque bucólica Talía, (Talía era la musa de la comedia
y de la poesía bucólica o pastoril)
Oh excelso Conde, en las purpúreas horas
Que es rosas la alba y rosicler el día, (los colores del amanecer)
Ahora que de luz tu niebla doras, (juega con el nombre del Conde
de Niebla, a quien dedica el poema)
Escucha, al son de la zampoña mía, (instrumento musical hecho con
cañas huecas de distinta longitud. Ver imagen)
Si ya los muros no te ven de Huelva
Peinar el viento, fatigar la selva.
Labels:
bachillerato,
breve,
bueno,
comentario de texto,
dos veces,
ELE,
españolas,
estar sin blanca,
estudiantes,
Lengua,
Literatura,
refranes,
secundaria
jueves, 30 de agosto de 2012
Leyendo el "Quijote". 1ª parte. Capítulo 30.
Capítulo trigésimo
Que trata de la discreción de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo
Estaban calentándosele los cascos a Don Quijote viendo cómo criticaban su hazaña al liberar a los galeotes. Y mal hubiera acabado la cosa para los bromistas si no hubiera sido por la oportuna y discreta intervención de Dorotea, que recordándole a nuestro caballero la promesa que hizo de ayudarla, y justificando las palabras de cura y barbero porque desconocían que era obra del caballero tan insigne a quien se dirigían, consiguió calmarle.
Ya vuelto en razón, pidió a Dorotea (a quien él creía princesa Micomicona) le diera cuenta de sus desventuras para saber en qué pudiera ayudarla, y aunque al principio se trabucó por no recordar qué nombre era el que le había dado el cura al presentarla, supo salir tan bien del paso e inventó una historia tan atractiva en la que le habían encomendado ir al encuentro de nuestro caballlero, que él se sintió a la vez halagado y convencido, por lo que no hizo falta mucho para decidir ponerse en camino...
¿Qué te parece Sancho amigo? dijo a este punto Don Quijote. ¿No oyes lo que pasa? ¿No te lo dije yo? Mira si tenemos ya reino que mandar, y reina con quien casar. Eso juro yo, dijo Sancho, para el puto que no se casare en abriendo el gaznatico al señor Pandahilado: pues monta que es mala la reina, así se me vuelvan las pulgas de la cama. Y diciendo esto, dió dos zapatetas en el aire con muestras de grandísimo contento
Estaban todos tan satisfechos, unos porque tan bien saliera el engaño y otros -Don Quijote y Sancho- porque se las prometían felices y veían cerca el cumplimiento de sus sueños. No obstante, vio Sancho que no estaba Don Quijote por la labor de casarse con la princesa después de haber dado su amor a Dulcinea, y eso le incomodó, ya que él era casado y veía con eso perder la ocasión que se le presentaba:
Voto a mí, que no tiene vuestra merced, señor Don Quijote, cabal juicio, pues como, ¿es posible que pone vuestra merced en duda el casarse con tan alta princesa como aquesta? ¿Piensa que le ha de ofrecer la fortuna tras de cada cantillo semejante ventura como la que ahora se le ofrece? ¿Es por dicha más hermosa mi señora Dulcinea? No por cierto, ni aun con la mitad, y aún estoy por decir que no llega a su zapato de la que está delante. Así noramala alcanzaré yo el condado que espero, si vuestra merced se anda a pedir cotufas en el golfo. Cásese, cásese luego, encomiéndole a Satanás, y tome ese reino que se le viene a las manos de vobis vobis, y en siendo rey, hágame marqués o adelantado, y luego siquiera se lo lleve el diablo todo.
Hubo más que palabras... pero al fin, estaban amo y criado destinados a entenderse, con lo que la cosa quedó en la petición de perdón de Sancho y la tranquilidad de Don Quijote.
Puestos en camino de nuevo, quiso la suerte que se encontrasen de nuevo con Ginés de Pasamonte montado en el jumento robado a Sancho, y de este modo pudo nuestro escudero recuperar su caballería, a la que recibió con los mismos besos y abrazos que si del mejor amigo se tratara.
Pudieron Dorotea y nuestros nuevos personajes intercambiar impresiones entre ellos mientras Don Quijote pedía a Sancho más detalles sobre su visita a Dulcinea y la entrega de su carta. Detalles que Sancho le dio mezclando fantasía y realidad como mejor pudo... Y así les dejamos en su camino...
¡Seguimos!
Que trata de la discreción de la hermosa Dorotea, con otras cosas de mucho gusto y pasatiempo
Estaban calentándosele los cascos a Don Quijote viendo cómo criticaban su hazaña al liberar a los galeotes. Y mal hubiera acabado la cosa para los bromistas si no hubiera sido por la oportuna y discreta intervención de Dorotea, que recordándole a nuestro caballero la promesa que hizo de ayudarla, y justificando las palabras de cura y barbero porque desconocían que era obra del caballero tan insigne a quien se dirigían, consiguió calmarle.
Ya vuelto en razón, pidió a Dorotea (a quien él creía princesa Micomicona) le diera cuenta de sus desventuras para saber en qué pudiera ayudarla, y aunque al principio se trabucó por no recordar qué nombre era el que le había dado el cura al presentarla, supo salir tan bien del paso e inventó una historia tan atractiva en la que le habían encomendado ir al encuentro de nuestro caballlero, que él se sintió a la vez halagado y convencido, por lo que no hizo falta mucho para decidir ponerse en camino...
¿Qué te parece Sancho amigo? dijo a este punto Don Quijote. ¿No oyes lo que pasa? ¿No te lo dije yo? Mira si tenemos ya reino que mandar, y reina con quien casar. Eso juro yo, dijo Sancho, para el puto que no se casare en abriendo el gaznatico al señor Pandahilado: pues monta que es mala la reina, así se me vuelvan las pulgas de la cama. Y diciendo esto, dió dos zapatetas en el aire con muestras de grandísimo contento
Estaban todos tan satisfechos, unos porque tan bien saliera el engaño y otros -Don Quijote y Sancho- porque se las prometían felices y veían cerca el cumplimiento de sus sueños. No obstante, vio Sancho que no estaba Don Quijote por la labor de casarse con la princesa después de haber dado su amor a Dulcinea, y eso le incomodó, ya que él era casado y veía con eso perder la ocasión que se le presentaba:
Voto a mí, que no tiene vuestra merced, señor Don Quijote, cabal juicio, pues como, ¿es posible que pone vuestra merced en duda el casarse con tan alta princesa como aquesta? ¿Piensa que le ha de ofrecer la fortuna tras de cada cantillo semejante ventura como la que ahora se le ofrece? ¿Es por dicha más hermosa mi señora Dulcinea? No por cierto, ni aun con la mitad, y aún estoy por decir que no llega a su zapato de la que está delante. Así noramala alcanzaré yo el condado que espero, si vuestra merced se anda a pedir cotufas en el golfo. Cásese, cásese luego, encomiéndole a Satanás, y tome ese reino que se le viene a las manos de vobis vobis, y en siendo rey, hágame marqués o adelantado, y luego siquiera se lo lleve el diablo todo.
Hubo más que palabras... pero al fin, estaban amo y criado destinados a entenderse, con lo que la cosa quedó en la petición de perdón de Sancho y la tranquilidad de Don Quijote.
Puestos en camino de nuevo, quiso la suerte que se encontrasen de nuevo con Ginés de Pasamonte montado en el jumento robado a Sancho, y de este modo pudo nuestro escudero recuperar su caballería, a la que recibió con los mismos besos y abrazos que si del mejor amigo se tratara.
Pudieron Dorotea y nuestros nuevos personajes intercambiar impresiones entre ellos mientras Don Quijote pedía a Sancho más detalles sobre su visita a Dulcinea y la entrega de su carta. Detalles que Sancho le dio mezclando fantasía y realidad como mejor pudo... Y así les dejamos en su camino...
¡Seguimos!
25- "Estar sin blanca" o "Poderoso caballero es don Dinero"
"Estar sin blanca" o "¡Poderoso
caballero es don Dinero!"
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
No es
necesario destacar, pues es de todos conocido y aceptado, la importancia
que el vil metal tiene en esta nuestra mercantilista y
materialista sociedad, dado que es el imprescindible medio para el
trueque de servicios dados y recibidos, como confirma el tan conocido:
"tanto tienes, tanto vales".Así pues, "estar sin blanca", sin dinero, es una situación sumamente incómoda. Pero... ¿de dónde viene la expresión?
Pues me van a permitir que centre la explicación del refrán de hoy en otro dicho, el de "poderoso caballero es Don Dinero", haciendo un
breve comentario de texto: el del poema que lo toma como título, del
insigne Francisco de Quevedo y Villegas, que podemos escuchar y leer
aquí.
¿Vamos
allá?
Madre, yo al oro me humillo,
él es mi amante y mi amado,
pues de puro enamorado
anda continuo amarillo.
|
Se suele decir del
enamorado que aún no ha conseguido la atención de su amada,
que anda demacrado y con mal color de cara (tono
amarillento), por lo que el poeta juega con ello dando ese
sentido al reflejo de las monedas de oro.
|
Que pues doblón o sencillo
hace todo cuanto quiero,
poderoso caballero
es don Dinero.
|
El doblón era
una moneda de oro desde los Reyes Católicos, de uso
corriente y con distinto valor según épocas. Pues bien, sea
"doble" o sencillo, permite conseguir lo que se quiere.
|
Nace en las Indias honrado,
donde el mundo le acompaña;
viene a morir en
España,
y es en Génova
enterrado.
|
Éste es el
camino que seguía el oro que venía de América a España y
terminaba en las manos de los banqueros genoveses, que se
dedicaban a hacer préstamos a la corona española.
|
Y pues quien le trae al lado
es hermoso, aunque sea fiero,
poderoso caballero
es don Dinero
|
El tener dinero
convierte en hermoso ante los demás al aspecto más
antipático o feo (fiero).
|
Son sus padres principales,
y es de nobles descendiente,
porque en las venas de Oriente
todas las sangres son Reales.
|
Usando el reales
en mayúscula, como nombre propio, se refiere de nuevo al
nombre de una moneda.
|
Y pues es quien hace iguales
al rico y al pordiosero,
poderoso caballero
es don Dinero.
|
No importa si lo
posee por su origen o por pedir limosna (pordiosero): el
tener dinero, como la muerte, a todos iguala.
|
¿A quién no le maravilla
ver en su gloria, sin tasa,
que es lo más ruin de su casa
Doña Blanca de Castilla?
|
De ahí viene el
"estar sin blanca" : de todas las monedas de la
época, la de menos valor era "la blanca" de Castilla,
convertida aquí en "señora doña".
|
Mas pues que su fuerza humilla
al cobarde y al guerrero,
poderoso caballero
es don Dinero.
|
Aun con ser la
de menos valor, puede (humilla) a todos.
|
Es tanta su majestad,
aunque son sus duelos hartos,
que aun con estar hecho cuartos
no pierde su calidad.
|
Sigue jugando
con el nombre de las monedas para crear imágenes irónicas:
"estar hecho cuartos" (destrozado) con el valor del
"cuarto"(moneda de cobre igual a cuatro maravedís de
vellón).
|
Pero pues da autoridad
al gañán y al jornalero,
poderoso caballero
es don Dinero.
|
Y es que el
poseerlo, insiste, iguala la condición del mozo de labranza
que gana por temporadas (gañán) y del que tiene un sueldo
fijo (jornal).
|
Más valen en cualquier tierra
(mirad si es harto sagaz)
sus escudos en la paz
que rodelas en la guerra.
|
Escudos (nombre
de otra moneda) frente a rodelas (escudo medieval,
pequeño y de poca protección, con una sola asa, usado
principalmente por infantes )
|
Pues al natural destierra
y hace propio al forastero,
poderoso caballero
es don Dinero.
|
Poseyéndolo, no
importa ser del país o extranjero.
|
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Imagino que
después de admirar la maestría conceptista del genial Quevedo, la
conclusión lógica es que no hemos cambiado tanto en esto ¿No es cierto?
miércoles, 29 de agosto de 2012
Leyendo el "Quijote". 1ª parte. Capítulo 29
Capítulo vigésimo noveno
Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto
Terminó Dorotea de contar su historia y se presentó Cardenio a ella, como segundo perjudicado por el fatal matrimonio entre Luscinda y don Fernando, ofreciéndose a ayudarla en lo que fuese necesario para obligar a reparar el daño. No sabían bien qué decisión tomar, y fue el licenciado quien respondió por entrambos y aprobó el buen discurso de Cardenio, y sobre todo, les rogó, aconsejó y persuadió que se fuesen con él a su aldea, donde se podrían reparar de las cosas que les faltaban, y que allí se daría orden como buscar a don Fernando, o como llevar a Dorotea a sus padres, o hacer lo que más les pareciese conveniente. Cardenio y Dorotea se lo agradecieron y aceptaron la merced que se les ofrecía.
En esto oyeron voces y conocieron que el que las daba era Sancho Panza, que por no haberlos hallado en el lugar donde los dejó, los llamaba a voces. Saliéronle al encuentro, y preguntándole por Don Quijote, les dijo como le había hallado desnudo en camisa, flaco, amarillo, y muerto de hambre, y suspirando por su señora Dulcinea; y que puesto que le había dicho que ella le mandaba que saliese de aquel lugar, y se fuese al del Toboso, donde le quedaba esperando, había respondido que estaba determinado de no parecer ante su fermosura, fasta que hubiese fecho fazañas que le ficiesen digno de su gracia; y que si aquello pasaba adelante, corría peligro no venir a ser emperador, como estaba obligado, ni aun arzobispo, que era lo menos que podía ser. Por eso, que mirasen lo que se había de hacer para sacarle de allí.
Tranquilizaron a Sancho sus amigos, contando a Cardenio y Dorotea cuál era la situación y cómo habían decidido rescatar a Don Quijote de su locura, haciéndole regresar a su casa. En seguida se aprestaron a ayudar, y lo primero fue que Dorotea se vistió con ricos ropajes que llevaba escondidos. Ante el asombro de Sancho, y por mantener las historias que Don Quijote contaba, el cura la presentó del siguiente modo: es la heredera por línea recta de varón del gran reino de Micomicón, la cual viene en busca de vuestro amo a pedirle un don, el cual es que le desfaga un tuerto o agravio que un mal gigante le tiene fecho, y a la fama que de buen caballero vuestro amo tiene por todo lo descubierto, de Guinea ha venido a buscarle esta princesa
Quedó encantado Sancho, que cada vez -nos tememos que más por interés que por contagio- estaba más dispuesto a creer las extraordinarias ensoñaciones de su amo, ya que pronto se apresuró a pedir que en premio a su ayuda le diesen un gobierno, ya que como arzobispo poco le iba a poder favorecer a él... A todo accedieron con tal de seguir adelante, y así fue como Dorotea, convertida en la princesa Micomicona, dejó atrás a Cardenio, al cura y al barbero, que temían ser reconocidos por Don Quijote, y se aprestó a dirigirse a pedir a nuestro protagonista su ayuda de caballero.
Difícil resumir sin que pierda gracia lo que sucedió entre Dorotea-Micomicona y Don Quijote (mejor disfrutarlo leyéndolo), pero sí aclarar que la reacción de nuestro caballero fue la que cabía esperar, poniéndose en todo y rápidamente a las órdenes de la supuesta princesa para matar al gigante que la perjudicaba y a mil más como él si hiciera falta.
Así se pusieron en marcha, haciéndose el cura y Cardenio (disfrazados) los encontradizos por el camino, sucediendo divertidas anécdotas como el hechizo por el que el cura repuso la mandíbula y las barbas al supuesto escudero de la princesa Micomicona, que causó gran impacto en nuestro caballero, o -después de que Sancho les contase la aventura de los galeotes-, los apuros que pasó Don Quijote al contarle que habían sido robados y maltratados por ellos...
Y así continúan su viaje, en el que nosotros les acompañamos...
¡Seguimos!
Que trata del gracioso artificio y orden que se tuvo en sacar a nuestro enamorado caballero de la asperísima penitencia en que se había puesto
Terminó Dorotea de contar su historia y se presentó Cardenio a ella, como segundo perjudicado por el fatal matrimonio entre Luscinda y don Fernando, ofreciéndose a ayudarla en lo que fuese necesario para obligar a reparar el daño. No sabían bien qué decisión tomar, y fue el licenciado quien respondió por entrambos y aprobó el buen discurso de Cardenio, y sobre todo, les rogó, aconsejó y persuadió que se fuesen con él a su aldea, donde se podrían reparar de las cosas que les faltaban, y que allí se daría orden como buscar a don Fernando, o como llevar a Dorotea a sus padres, o hacer lo que más les pareciese conveniente. Cardenio y Dorotea se lo agradecieron y aceptaron la merced que se les ofrecía.
En esto oyeron voces y conocieron que el que las daba era Sancho Panza, que por no haberlos hallado en el lugar donde los dejó, los llamaba a voces. Saliéronle al encuentro, y preguntándole por Don Quijote, les dijo como le había hallado desnudo en camisa, flaco, amarillo, y muerto de hambre, y suspirando por su señora Dulcinea; y que puesto que le había dicho que ella le mandaba que saliese de aquel lugar, y se fuese al del Toboso, donde le quedaba esperando, había respondido que estaba determinado de no parecer ante su fermosura, fasta que hubiese fecho fazañas que le ficiesen digno de su gracia; y que si aquello pasaba adelante, corría peligro no venir a ser emperador, como estaba obligado, ni aun arzobispo, que era lo menos que podía ser. Por eso, que mirasen lo que se había de hacer para sacarle de allí.
Tranquilizaron a Sancho sus amigos, contando a Cardenio y Dorotea cuál era la situación y cómo habían decidido rescatar a Don Quijote de su locura, haciéndole regresar a su casa. En seguida se aprestaron a ayudar, y lo primero fue que Dorotea se vistió con ricos ropajes que llevaba escondidos. Ante el asombro de Sancho, y por mantener las historias que Don Quijote contaba, el cura la presentó del siguiente modo: es la heredera por línea recta de varón del gran reino de Micomicón, la cual viene en busca de vuestro amo a pedirle un don, el cual es que le desfaga un tuerto o agravio que un mal gigante le tiene fecho, y a la fama que de buen caballero vuestro amo tiene por todo lo descubierto, de Guinea ha venido a buscarle esta princesa
Quedó encantado Sancho, que cada vez -nos tememos que más por interés que por contagio- estaba más dispuesto a creer las extraordinarias ensoñaciones de su amo, ya que pronto se apresuró a pedir que en premio a su ayuda le diesen un gobierno, ya que como arzobispo poco le iba a poder favorecer a él... A todo accedieron con tal de seguir adelante, y así fue como Dorotea, convertida en la princesa Micomicona, dejó atrás a Cardenio, al cura y al barbero, que temían ser reconocidos por Don Quijote, y se aprestó a dirigirse a pedir a nuestro protagonista su ayuda de caballero.
Difícil resumir sin que pierda gracia lo que sucedió entre Dorotea-Micomicona y Don Quijote (mejor disfrutarlo leyéndolo), pero sí aclarar que la reacción de nuestro caballero fue la que cabía esperar, poniéndose en todo y rápidamente a las órdenes de la supuesta princesa para matar al gigante que la perjudicaba y a mil más como él si hiciera falta.
Así se pusieron en marcha, haciéndose el cura y Cardenio (disfrazados) los encontradizos por el camino, sucediendo divertidas anécdotas como el hechizo por el que el cura repuso la mandíbula y las barbas al supuesto escudero de la princesa Micomicona, que causó gran impacto en nuestro caballero, o -después de que Sancho les contase la aventura de los galeotes-, los apuros que pasó Don Quijote al contarle que habían sido robados y maltratados por ellos...
Y así continúan su viaje, en el que nosotros les acompañamos...
¡Seguimos!
24.- "Sarna con gusto, no pica"
"Sarna
con gusto, no pica"
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Sabiendo que la sarna es una enfermedad de la piel favorecida por la
falta de higiene, que destaca precisamente por la terrible picazón
que produce al introducirse los ácaros bajo ella y, literalmente,
excavar túneles para desovar, llama más la atención este dicho.
Y es que cuando una persona ha decidido hacer frente a todo "a pesar de
los pesares" la sentencia se utiliza como resumen para indicar que
si bien alguien lo está pasando mal, no hará nada por remediarlo porque estar así ha sido su elección.
Y es que "sarna con gusto no pica, pero mortifica", o "sarna con
gusto no pica; y si pica, no mortifica" concluye algunas veces el
refranero. Quiere decirse que la persona puede ser perfectamente
conciente de que la suya no es la mejor de las situaciones, pero por
orgullo, amor o simplemente por el "qué dirán" (como pueda ser el caso
de los maltratos) la persona en cuestión seguirá soportándolo
estoicamente.
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Tenemos claros ejemplos en nuestra literatura
renacentista y romántica, en la que los poetas, empeñados en poner su
amor en damas inalcanzables (si eran casadas, mejor), sufrían
inconsolables penas de amores.
Un ejemplo:
el llanto de Salicio en la Égloga I de Garcilaso de la Vega
"Salid sin duelo, lágrimas, corriendo"
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
martes, 28 de agosto de 2012
Leyendo el "Quijote". 1ª parte. Capítulo 28
Capítulo vigésimo octavo
Que trata de la nueva y agradable aventura que al cura y barbero sucedió en la misma sierra
Estaban, como recordaremos, el cura y el barbero hablando con el desventurado Cardenio, cuando unas sonoras quejas procedentes de un lugar cercano a ellos les hace acercarse a ver quién se lamentaba de tal modo... no hubieron andado veinte pasos, cuando detrás de un peñasco vieron sentado al pie de un fresno a un mozo vestido como labrador, al cual, por tener inclinado el rostro, a causa de que se lavaba los pies en el arroyo que por allí corría, no se le pudieron ver entonces; y ellos llegaron con tanto silencio, que de él no fueron sentidos, ni él estaba a otra cosa atento que a lavarse los pies, que eran tales, que no parecían sino dos pedazos de blanco cristal, que entre las otras piedras del arroyo se habían nacido.
Llevados por su curiosidad, se escondieron para no ser notados y poder contemplar sin ser vistos. El supuesto mancebo se dedicaba a su aseo cuando El mozo se quitó la montera, y sacudiendo la cabeza a una y otra parte se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos que pudieran los del sol tenerles envidia. Con esto conocieron que el que parecía labrador era mujer, y delicada, y aun la más hermosa que hasta entonces los ojos de los dos habían visto, y aun los de Cardenio, si no hubieran mirado y conocido a Luscinda,
La mujer acabó descubriéndolos y quiso huir, cosa imposible por hallarse descalza, por lo que pronto la alcanzaron e intentaron tranquilizarla Así que, señora mía, o señor mío, o lo que vos quisiéreis ser, perded el sobresalto que nuestra vista os ha causado, y contadnos vuestra buena o mala suerte, que en nosotros juntos, o en cada uno, hallaréis quien os ayude a sentir vuestras desgracias".
Como vemos, era ese lugar ideal para los amantes desengañados, y no había elegido mal Don Quijote... ya eran tres los que alli lloraban sus penas.
No es la intención de esta sección desentrañar lo que aquí ocurre, sino despertar las ganas de leerlo, así que si queréis saber la causa de que mujer tan hermosa se decidiera a perderse en esos riscos de la sierra en traje de varón, en este capítulo lo encontraréis. Sólo adelantaros que se trata de Dorotea, prometida al Don Fernando que casó con Luscinda, la causante de los males de Cardenio...
Así es como se entrelazan dos historias intrísecamente unidas y dos enamorados perjudicados por una misma traición que no fue tanta, porque cuenta Dorotea que Luscinda, en su boda...
¡¡Seguimos!!
Que trata de la nueva y agradable aventura que al cura y barbero sucedió en la misma sierra
Estaban, como recordaremos, el cura y el barbero hablando con el desventurado Cardenio, cuando unas sonoras quejas procedentes de un lugar cercano a ellos les hace acercarse a ver quién se lamentaba de tal modo... no hubieron andado veinte pasos, cuando detrás de un peñasco vieron sentado al pie de un fresno a un mozo vestido como labrador, al cual, por tener inclinado el rostro, a causa de que se lavaba los pies en el arroyo que por allí corría, no se le pudieron ver entonces; y ellos llegaron con tanto silencio, que de él no fueron sentidos, ni él estaba a otra cosa atento que a lavarse los pies, que eran tales, que no parecían sino dos pedazos de blanco cristal, que entre las otras piedras del arroyo se habían nacido.
Llevados por su curiosidad, se escondieron para no ser notados y poder contemplar sin ser vistos. El supuesto mancebo se dedicaba a su aseo cuando El mozo se quitó la montera, y sacudiendo la cabeza a una y otra parte se comenzaron a descoger y desparcir unos cabellos que pudieran los del sol tenerles envidia. Con esto conocieron que el que parecía labrador era mujer, y delicada, y aun la más hermosa que hasta entonces los ojos de los dos habían visto, y aun los de Cardenio, si no hubieran mirado y conocido a Luscinda,
La mujer acabó descubriéndolos y quiso huir, cosa imposible por hallarse descalza, por lo que pronto la alcanzaron e intentaron tranquilizarla Así que, señora mía, o señor mío, o lo que vos quisiéreis ser, perded el sobresalto que nuestra vista os ha causado, y contadnos vuestra buena o mala suerte, que en nosotros juntos, o en cada uno, hallaréis quien os ayude a sentir vuestras desgracias".
Como vemos, era ese lugar ideal para los amantes desengañados, y no había elegido mal Don Quijote... ya eran tres los que alli lloraban sus penas.
No es la intención de esta sección desentrañar lo que aquí ocurre, sino despertar las ganas de leerlo, así que si queréis saber la causa de que mujer tan hermosa se decidiera a perderse en esos riscos de la sierra en traje de varón, en este capítulo lo encontraréis. Sólo adelantaros que se trata de Dorotea, prometida al Don Fernando que casó con Luscinda, la causante de los males de Cardenio...
Así es como se entrelazan dos historias intrísecamente unidas y dos enamorados perjudicados por una misma traición que no fue tanta, porque cuenta Dorotea que Luscinda, en su boda...
¡¡Seguimos!!
Refranes en mi blog
Como ya os indico otras veces, cada vez que sumo una más a la lista (y van 306 explicaciones) lo hago en mi espacio web, para mantener así el control y no repetirme. Así que si no queréis esperar a que llegue su turno, podeis ver de dónde viene "es un rollo macabeo" aquí:
http://blog.mariannavarro.net/refranes/rollos_macabeos.html
Gracias por vuestro interés.
http://blog.mariannavarro.net/refranes/rollos_macabeos.html
Gracias por vuestro interés.
lunes, 27 de agosto de 2012
Leyendo el "Quijote". 1ª parte. Capítulo 27.
Capítulo vigesimoséptimo
De cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia
Habíamos dejado a barbero y cura con la decisión de disfrazarse para poder rescatar a Don Quijote, y para ello pidieron la ayuda de la Maritornes y el ventero, que se la dieron de buen grado. Así, vistieron al cura de mujer y el barbero se colocó una gran barba, y de esa guisa... Encasquetóse su sombrero, que era tan grande que le podía servir de quitasol, y cubriéndose su herreruelo, subió en su mula a mujeriegas, y el barbero en la suya, con su barba que le llegaba a la cintura entre roja y blanca, como aquella que, como se ha dicho, era hecha de la cola de un buey barroso. Despidiéronse de todos y de la buena Maritornes, que prometió de rezar un rosario, aunque pecadora, porque Dios les diese buen suceso en tan arduo y tan cristiano negocio como era el que habían emprendido.
No las tenía el cura todas consigo, pensando que ofendía sus hábitos vistiéndose de aquel modo, por lo que pidió al barbero que cambiasen los papeles y fuera él la gentil dama que convencería a Don Quijote. Ante las risas de Sancho, así lo acordaron, decidiendo aplazar el disfraz hasta que ya estuviesen cerca de donde nuestro protagonista estaba.
Se adelantó Sancho para dar a su amo las nuevas de la supuesta entrega de la carta a Dulcinea y de su respuesta, cuando el cura y el barbero tropezaron con Cardenio, y gracias a ello, terminamos de conocer su historia que, puesto que la podéis leer, resumiremos como la historia de una traición, culminada con el matrimonio de su amada con su, hasta entonces, mejor amigo. Los males y tristeza que todos estos hechos le causaron, eran los que le tenían perdiendo el sentido y vagando por allí, y de seguro hubiera muerto ya, si no fuera por la ayuda de los cabreros.
Aquí dió fin Cardenio a su larga plática y tan desdichada como amorosa historia, y al tiempo que el cura se prevenía para decirle algunas razones de consuelo, le suspendió una voz que llegó a sus oídos, que en lastimados acentos oyeron que decía lo que se dirá más adelante de esta narración; que en este punto dió fin al capítulo el sabio y atentado historiador Cide Hamete Benengeli
Y así acaba este capítulo. ¡Seguimos!
De cómo salieron con su intención el cura y el barbero, con otras cosas dignas de que se cuenten en esta grande historia
Habíamos dejado a barbero y cura con la decisión de disfrazarse para poder rescatar a Don Quijote, y para ello pidieron la ayuda de la Maritornes y el ventero, que se la dieron de buen grado. Así, vistieron al cura de mujer y el barbero se colocó una gran barba, y de esa guisa... Encasquetóse su sombrero, que era tan grande que le podía servir de quitasol, y cubriéndose su herreruelo, subió en su mula a mujeriegas, y el barbero en la suya, con su barba que le llegaba a la cintura entre roja y blanca, como aquella que, como se ha dicho, era hecha de la cola de un buey barroso. Despidiéronse de todos y de la buena Maritornes, que prometió de rezar un rosario, aunque pecadora, porque Dios les diese buen suceso en tan arduo y tan cristiano negocio como era el que habían emprendido.
No las tenía el cura todas consigo, pensando que ofendía sus hábitos vistiéndose de aquel modo, por lo que pidió al barbero que cambiasen los papeles y fuera él la gentil dama que convencería a Don Quijote. Ante las risas de Sancho, así lo acordaron, decidiendo aplazar el disfraz hasta que ya estuviesen cerca de donde nuestro protagonista estaba.
Se adelantó Sancho para dar a su amo las nuevas de la supuesta entrega de la carta a Dulcinea y de su respuesta, cuando el cura y el barbero tropezaron con Cardenio, y gracias a ello, terminamos de conocer su historia que, puesto que la podéis leer, resumiremos como la historia de una traición, culminada con el matrimonio de su amada con su, hasta entonces, mejor amigo. Los males y tristeza que todos estos hechos le causaron, eran los que le tenían perdiendo el sentido y vagando por allí, y de seguro hubiera muerto ya, si no fuera por la ayuda de los cabreros.
Aquí dió fin Cardenio a su larga plática y tan desdichada como amorosa historia, y al tiempo que el cura se prevenía para decirle algunas razones de consuelo, le suspendió una voz que llegó a sus oídos, que en lastimados acentos oyeron que decía lo que se dirá más adelante de esta narración; que en este punto dió fin al capítulo el sabio y atentado historiador Cide Hamete Benengeli
Y así acaba este capítulo. ¡Seguimos!
23- "Darse con un canto en los dientes"
"Darse con un canto en los
dientes"
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Al igual que en el caso de una caída es mejor darse contra un canto
(1) que perder la mitad de los dientes al
estrellarse directamente contra el suelo, hay multitud de ocasiones en
las que podemos estar contentos porque las cosas no hayan salido peor de
lo que salieron.
Este refrán, por tanto, dicho también como "podemos darnos con un
canto en los dientes", se expresa siempre con algo de consuelo,
conformándose con el resultado y dando gracias porque el daño no haya
sido mayor.
La verdad es que el origen de la expresión no está nada claro... aún usamos darse golpes de pecho (recordemos el rito de hacerlo mientras se dice "por mi culpa, por mi gran culpa"). Era una especie de penitencia a cambio de una petición a la gracia divina, pero nunca lo he
encontrado con esa mención a la dentadura.
Sabemos, eso sí, que en la iglesia medieval mantenían mortificaciones
procedentes de ritos judíos como la flagelación o darse con un canto en
el pecho, pero esas disciplinas solían ser penitencias por favores
solicitados, no por los recibidos. Parece claro entonces que podría ser algo así como un intercambio o promesa: "si me concedes esto, yo...", que sí sabemos que existe.
Dado que no he encontrado referencia clásica al refrán, me inclino a
interpretarlo como empecé: dentro de lo que podría haber pasado, es un resultado menos malo que el "dejarse los dientes", o dicho de otra forma, "darse de morros" o "partirse la boca". Para concluir: darse por contento del resultado.
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
(1)-
2.
m.
Extremidad, punta, esquina o remate de algo.
Canto de mesa, de vestido.
8.
m.
Trozo de piedra.
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Labels:
adagios,
canto,
dientes,
ELE,
española,
estudiantes,
explicacion,
frases hechas,
interpretacion,
Lengua,
Literatura,
profesores,
refranero,
refranes comentados
viernes, 24 de agosto de 2012
Leyendo el "Quijote". 1ª parte. Capítulo 26
Capítulo vigésimosexto
Donde se prosigue las finezas que de enamorado hizo Don Quijote en Sierra Morena
Y volviendo a contar lo que hizo el de la triste figura después que se vio solo, dice la historia que así como Don Quijote acabó de dar las tumbas, o vueltas de medio abajo desnudo, y de medio arriba vestido, y que vio que Sancho se había ido sin querer aguardar a ver más sandeces, se subió sobre una punta de una alta peña, y allí tornó a pensar lo que otras muchas veces había pensado, sin haberse jamás resuelto en ello, y era que cuál sería mejor y le estaría más a cuento, imitar a Roldan en las locuras desaforadas que hizo, o a Amadís en las melancólicas.
En estas reflexiones se dio cuenta de que su dama Dulcinea jamás le había dado motivo - como Angélica a Roldán- para volverse loco por haberle engañado, mientras que el motivo de que Amadís se retirase a unas peñas fue la prohibición de su amada Oriana de volver a verla hasta que ella le llamase... Pensó Don Quijote que, ausencia por ausencia, obligada o no, bien podía él también llorar y rezar por la de su amada Dulcinea, por lo que así se entretenía paseándose por el pradecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados a su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea. Versos como:
Hirióle amor con su azote,
No con su blanda correa,
Y en tocándole el cogote,
Aquí lloró Don Quijote
Ausencias de Dulcinea del Toboso.
Pasó así tres días, los que tardó Sancho en volver, lamentándose y con hierbas como único sustento. Pero veamos mientras tanto qué fue de Sancho:
En su camino hacia el Toboso, pasó por la venta donde había sido manteado, y pensando estaba si vencer su miedo y arriesgarse a entrar, motivado por su necesidad de tomar algo caliente, cuando vio salir de ella al barbero y el cura, amigos de D. Quijote, que ya conocimos cuando la quema de los libros. El caso es que, como es natural, se interesaron por dónde y cómo estaba nuestro caballero, mientras Sancho intentaba no dar demasiada información, hasta que le amenazaron con creer que él había matado y robado a su señor. Como no podía ser de otro modo, Sancho les explicó lo que querían saber y quedó el cura encargado de pasar la carta del librito al papel, como había encargado D. Quijote.
Sin embargo, el librito no aparecía y Sancho se desesperaba, no tanto por la carta, que la sabía casi por completo, como por el encargo que su amo hiciera para que su sobrina entregara monturas a su criado. Tranquilizaron a Sancho y el hombre empezó a hacer memoria de lo que la carta decía:
por Dios, señor licenciado, que los diablos lleven la cosa que de la carta se me acuerda, aunque en el principio decía: Alla y sobajada señora. No dirá, dijo el barbero, sobajada, sino sobrehumana, o soberana señora. Así es, dijo Sancho: luego, si mal no me acuerdo, proseguía, el llagado y falto de sueño, y el ferido besa a vuestra merced las manos, ingrata y muy desconocida hermosa; y no sé que decía de salud y de enfermedad que le enviaba, y por aquí iba escurriendo, hasta que acababa en: Vuestro hasta la muerte, el caballero de la Triste Figura.
Dedujeron, por las palabras de Sancho, hasta qué punto se había contagiado de los delirios de su señor, y no queriendo él entrar en la venta por sus miedos, aprovecharon barbero y cura para diseñar una estratagema que sin duda convencería a Don Quijote y serviría para hacerle regresar...
dijo al barbero que lo que había pensado era: que él se vestiría en hábito de doncella andante, y que él procurase ponerse lo mejor que pudiese como escudero, y que así irían adonde Don Quijote estaba, fingiendo ser ella una doncella afligida y menesterosa, y le pediría un don, el cual él no podría dejársele de otorgar como valeroso caballero andante y que el don que le pensaba pedir era que se viniese con ella, donde ella le llevase, a desfacelle un agravio que un mal caballero le tenía hecho, y que le suplicaba ansimesmo que no la mandase quitar su antifaz, ni la demandase cosa de su facienda hasta que la hubise hecho derecho de aquel mal caballero; y que creyese sin duda que Don Quijote vendría en todo cuanto le pidiese por este término, y que desta manera le sacarían de allí y le llevarían a su lugar, donde procurarían ver si tenía algún remedio su estraña locura.
¡Seguimos!
Donde se prosigue las finezas que de enamorado hizo Don Quijote en Sierra Morena
Y volviendo a contar lo que hizo el de la triste figura después que se vio solo, dice la historia que así como Don Quijote acabó de dar las tumbas, o vueltas de medio abajo desnudo, y de medio arriba vestido, y que vio que Sancho se había ido sin querer aguardar a ver más sandeces, se subió sobre una punta de una alta peña, y allí tornó a pensar lo que otras muchas veces había pensado, sin haberse jamás resuelto en ello, y era que cuál sería mejor y le estaría más a cuento, imitar a Roldan en las locuras desaforadas que hizo, o a Amadís en las melancólicas.
En estas reflexiones se dio cuenta de que su dama Dulcinea jamás le había dado motivo - como Angélica a Roldán- para volverse loco por haberle engañado, mientras que el motivo de que Amadís se retirase a unas peñas fue la prohibición de su amada Oriana de volver a verla hasta que ella le llamase... Pensó Don Quijote que, ausencia por ausencia, obligada o no, bien podía él también llorar y rezar por la de su amada Dulcinea, por lo que así se entretenía paseándose por el pradecillo, escribiendo y grabando por las cortezas de los árboles y por la menuda arena muchos versos, todos acomodados a su tristeza, y algunos en alabanza de Dulcinea. Versos como:
Hirióle amor con su azote,
No con su blanda correa,
Y en tocándole el cogote,
Aquí lloró Don Quijote
Ausencias de Dulcinea del Toboso.
Pasó así tres días, los que tardó Sancho en volver, lamentándose y con hierbas como único sustento. Pero veamos mientras tanto qué fue de Sancho:
En su camino hacia el Toboso, pasó por la venta donde había sido manteado, y pensando estaba si vencer su miedo y arriesgarse a entrar, motivado por su necesidad de tomar algo caliente, cuando vio salir de ella al barbero y el cura, amigos de D. Quijote, que ya conocimos cuando la quema de los libros. El caso es que, como es natural, se interesaron por dónde y cómo estaba nuestro caballero, mientras Sancho intentaba no dar demasiada información, hasta que le amenazaron con creer que él había matado y robado a su señor. Como no podía ser de otro modo, Sancho les explicó lo que querían saber y quedó el cura encargado de pasar la carta del librito al papel, como había encargado D. Quijote.
Sin embargo, el librito no aparecía y Sancho se desesperaba, no tanto por la carta, que la sabía casi por completo, como por el encargo que su amo hiciera para que su sobrina entregara monturas a su criado. Tranquilizaron a Sancho y el hombre empezó a hacer memoria de lo que la carta decía:
por Dios, señor licenciado, que los diablos lleven la cosa que de la carta se me acuerda, aunque en el principio decía: Alla y sobajada señora. No dirá, dijo el barbero, sobajada, sino sobrehumana, o soberana señora. Así es, dijo Sancho: luego, si mal no me acuerdo, proseguía, el llagado y falto de sueño, y el ferido besa a vuestra merced las manos, ingrata y muy desconocida hermosa; y no sé que decía de salud y de enfermedad que le enviaba, y por aquí iba escurriendo, hasta que acababa en: Vuestro hasta la muerte, el caballero de la Triste Figura.
Dedujeron, por las palabras de Sancho, hasta qué punto se había contagiado de los delirios de su señor, y no queriendo él entrar en la venta por sus miedos, aprovecharon barbero y cura para diseñar una estratagema que sin duda convencería a Don Quijote y serviría para hacerle regresar...
dijo al barbero que lo que había pensado era: que él se vestiría en hábito de doncella andante, y que él procurase ponerse lo mejor que pudiese como escudero, y que así irían adonde Don Quijote estaba, fingiendo ser ella una doncella afligida y menesterosa, y le pediría un don, el cual él no podría dejársele de otorgar como valeroso caballero andante y que el don que le pensaba pedir era que se viniese con ella, donde ella le llevase, a desfacelle un agravio que un mal caballero le tenía hecho, y que le suplicaba ansimesmo que no la mandase quitar su antifaz, ni la demandase cosa de su facienda hasta que la hubise hecho derecho de aquel mal caballero; y que creyese sin duda que Don Quijote vendría en todo cuanto le pidiese por este término, y que desta manera le sacarían de allí y le llevarían a su lugar, donde procurarían ver si tenía algún remedio su estraña locura.
¡Seguimos!
Refrán comentado hoy: " A rajatabla"
Como decía ayer, por seguir el orden, sigo incluyendo los refranes "nuevos" en mi espacio original.
Por si queréis leerlo: http://blog.mariannavarro.net/refranes/a_rajatabla.html
Gracias por vuestro interés.
Por si queréis leerlo: http://blog.mariannavarro.net/refranes/a_rajatabla.html
Gracias por vuestro interés.
jueves, 23 de agosto de 2012
Sobre la falta de refranes comentados estos últimos días
No, no es que no haya habido refranes. Se trata simplemente de que aquí quiero seguir un orden y últimamente se me han pedido explicaciones de algunas frases hechas que he ido colgando en el sitio que era habitual http://blog.mariannavarro.net
Para evitar repeticiones y para llevar una mejor distribución, no los he puesto aquí; pero tenéis razón: eso no quita el detalle de avisaros para que los podáis ver si así lo considerais conveniente.
Pues bien, los que se han explicado estos días son:
"Irse de picos pardos"
"Una verdad de cajón"
"Cuando se tercie"
Mis disculpas, y muchas gracias por vuestro interés.
Para evitar repeticiones y para llevar una mejor distribución, no los he puesto aquí; pero tenéis razón: eso no quita el detalle de avisaros para que los podáis ver si así lo considerais conveniente.
Pues bien, los que se han explicado estos días son:
"Irse de picos pardos"
"Una verdad de cajón"
"Cuando se tercie"
Mis disculpas, y muchas gracias por vuestro interés.
Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 25
Que trata de
las extrañas cosas que en Sierra Morena sucedieron al valiente caballero
de la Mancha, y de la imitacion que hizo a la penitencia de Beltenebros
Don Quijote se despidió del cabrero y montándose en Rocinante, indicó a Sancho que le siguiese. Mientras se adentraban por la Sierra, iba Sancho ardiendo en deseos de hablar, pero no se atrevía por la prohibición que su amo le había hecho, cansado ya de su palabrería y las continuas interrupciones que le impedían centrarse debidamente en sus pensamientos.
Aguantó Sancho lo que pudo; pero viendo que su amo nada decía, comenzó a hablar pidiéndole que le permitiera regresar a su casa porque querer vuestra merced que vaya con él por estas soledades de día y de noche, y que no le hable cuando me diere gusto, es enterrarme en vida.
Tanto insistió en su desahogo, que... Ya te entiendo, Sancho, respondió Don Quijote, tú mueres porque te alce el entredicho que te tengo puesto en la lengua. Dale por alzado, y di lo que quisieres, con condición que no ha de durar este alzamiento más de en cuanto anduviéremos por estas sierras.
En fin, Sancho, viéndose libre de la prohibición, le hizo saber de nuevo sus recelos y dudas ante la necesidad de meterse en tantas aventuras que tan malas consecuencias tenían para ellos (ya que siempre acababan dejándoles maltrechos), y así le pedía que evitara meterse en la que el loco Cardenio les había narrado.
Pero ya conocemos a nuestro caballero: era inflexible en su decisión cuando se trataba de acudir a la ayuda de damas de tan alta condición como, en esta ocasión, lo era la reina Madasima.
De mis viñas vengo, no sé nada, no soy amigo de saber vidas ajenas; que el que compra y miente, en su bolsa lo siente; cuanto más que desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano. Mas que lo fuesen, ¿qué me va a mí? Y muchos piensan que hay tocinos, y no hay estacas; ¿mas quién puede poner puertas al campo? Cuanto más que de Dios dijeron..., se desahogó Sancho con esta serie aparentemente inconexa de refranes.
Su amo le escuchó atento, pero de nada sirvieron sus consejos... Don Quijote había decidido imitar los duelos de Roldán, aunque fuera solo en parte, y llorar por su amada Dulcinea aunque (como bien le indicó Sancho) no tuviera motivos para ello. No obstante, le mandaría con él una carta, y penaría hasta que recibiese contestación ya que el toque está en desatinar sin ocasión, y dar a entender a mi dama, que si en seco hago esto, qué hiciera en mojado; cuanto más que harta ocasión tengo en la larga ausencia que he hecho de la siempre señora mía Dulcinea del Toboso, que como ya oíste decir a aquel pastor de marras Ambrosio, quien está ausente todos los males tiene y teme.
Preparándose al efecto, pregunta a Sancho por el yelmo de Mambrino. Éste, harto, le hace ver la locura que es creer que una bacía de barbero sea otra cosa, a lo que Don Quijote, que siempre tiene respuesta para cada ocasión, contesta: y así eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mi el yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa: y fue para providencia del sabio que es de mi parte, hacer que parezca bacía a todos, lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino, a causa que siendo él de tanta estima, todo el mundo me perseguiría por quitármele; pero como ven que no es más de un bacin de un barbero, no se curan de procuralle
Quería Don Quijote quedarse desnudo, liberar a Rocinante, y quedar allí llorando su desventura mientras Sancho partía a llevar su carta a Dulcinea... Recordemos que Sancho se había quedado sin su pollino, por lo que su espíritu práctico se impuso de nuevo: y en verdad, señor caballero de la Triste Figura, que si es que mi partida y su locura de vuestra merced van de veras, que sea bien tornar a ensillar a Rocinante para que supla la falta del rucio, porque será ahorrar tiempo a mi ida y vuelta, que si la hago a pie no sé cuando llegaré ni cuando volveré, porque en resolución soy mal caminante.
Digo, Sancho, respondió Don Quijote, que sea como tú quisieres, que no me parece mal tu designio, y digo que de aquí a tres días te partirás, porque quiero que en este tiempo veas lo que por ella hago y digo, para que se lo digas. Pues ¿qué más tengo que ver, dijo Sancho, que lo que he visto? Bien estás en el cuento, respondió Don Quijote: ahora me falta rasgar las vestiduras, esparcir las armas, y darme de calabazadas por estas peñas, con otras cosas de este jaez que te han de admirar.
Temiendo Sancho el estado en que quedaría su señor con tantas locuras que pretendía hacer, intentó convencerle: Y más le ruego, que haga cuenta que son ya pasados los tres días que me ha dado de término para ver las locuras que hace, que ya las doy por vistas y por pasadas en cosa juzgada, y diré maravillas a mi señora, y escriba la carta y despácheme luego, porque tengo gran deseo de volver a sacar a vuestra merced deste purgatorio donde le dejo.
Anduvieron así dando vueltas a cómo escribir la carta y hacérsela llegar, cuando D. Quijote se da cuenta de que no sabe leer. Nombra a sus padres y es entonces cuando obtenemos su más exacta descripción:
Ta, ta, dijo Sancho. Qué ¿la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo? Esa es, dijo Don Quijote, y es la que merece ser señora de todo el universo. Bien la conozco, dijo Sancho, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. Vive el dador, que es moza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o andar, que la tuviere por señora. ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! .
Se la describe como una campesina zafia y tosca, pero aún así, obtiene más el beneplácito de Sancho que si de una dama de alta alcurnia se tratase, aunque insista D. Quijote: y para concluir con todo, yo me imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, y píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad, y ni la llega Elena, ni la alcanza Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mujeres de las edades pretéricas, griega, bárbara o latina; y diga cada uno lo que quisiera, que si por esto fuere reprendido de los ignorantes, no seré castigado de los rigurosos.
Se
trata, como vemos, de la primera vez en que nuestro protagonista
confiesa sus invenciones y reconoce sus locuras, pero el reconocerlo, no
es en modo alguno obstáculo para no mantenerse en ellas...Don Quijote se despidió del cabrero y montándose en Rocinante, indicó a Sancho que le siguiese. Mientras se adentraban por la Sierra, iba Sancho ardiendo en deseos de hablar, pero no se atrevía por la prohibición que su amo le había hecho, cansado ya de su palabrería y las continuas interrupciones que le impedían centrarse debidamente en sus pensamientos.
Aguantó Sancho lo que pudo; pero viendo que su amo nada decía, comenzó a hablar pidiéndole que le permitiera regresar a su casa porque querer vuestra merced que vaya con él por estas soledades de día y de noche, y que no le hable cuando me diere gusto, es enterrarme en vida.
Tanto insistió en su desahogo, que... Ya te entiendo, Sancho, respondió Don Quijote, tú mueres porque te alce el entredicho que te tengo puesto en la lengua. Dale por alzado, y di lo que quisieres, con condición que no ha de durar este alzamiento más de en cuanto anduviéremos por estas sierras.
En fin, Sancho, viéndose libre de la prohibición, le hizo saber de nuevo sus recelos y dudas ante la necesidad de meterse en tantas aventuras que tan malas consecuencias tenían para ellos (ya que siempre acababan dejándoles maltrechos), y así le pedía que evitara meterse en la que el loco Cardenio les había narrado.
Pero ya conocemos a nuestro caballero: era inflexible en su decisión cuando se trataba de acudir a la ayuda de damas de tan alta condición como, en esta ocasión, lo era la reina Madasima.
De mis viñas vengo, no sé nada, no soy amigo de saber vidas ajenas; que el que compra y miente, en su bolsa lo siente; cuanto más que desnudo nací, desnudo me hallo, ni pierdo ni gano. Mas que lo fuesen, ¿qué me va a mí? Y muchos piensan que hay tocinos, y no hay estacas; ¿mas quién puede poner puertas al campo? Cuanto más que de Dios dijeron..., se desahogó Sancho con esta serie aparentemente inconexa de refranes.
Su amo le escuchó atento, pero de nada sirvieron sus consejos... Don Quijote había decidido imitar los duelos de Roldán, aunque fuera solo en parte, y llorar por su amada Dulcinea aunque (como bien le indicó Sancho) no tuviera motivos para ello. No obstante, le mandaría con él una carta, y penaría hasta que recibiese contestación ya que el toque está en desatinar sin ocasión, y dar a entender a mi dama, que si en seco hago esto, qué hiciera en mojado; cuanto más que harta ocasión tengo en la larga ausencia que he hecho de la siempre señora mía Dulcinea del Toboso, que como ya oíste decir a aquel pastor de marras Ambrosio, quien está ausente todos los males tiene y teme.
Preparándose al efecto, pregunta a Sancho por el yelmo de Mambrino. Éste, harto, le hace ver la locura que es creer que una bacía de barbero sea otra cosa, a lo que Don Quijote, que siempre tiene respuesta para cada ocasión, contesta: y así eso que a ti te parece bacía de barbero, me parece a mi el yelmo de Mambrino, y a otro le parecerá otra cosa: y fue para providencia del sabio que es de mi parte, hacer que parezca bacía a todos, lo que real y verdaderamente es yelmo de Mambrino, a causa que siendo él de tanta estima, todo el mundo me perseguiría por quitármele; pero como ven que no es más de un bacin de un barbero, no se curan de procuralle
Quería Don Quijote quedarse desnudo, liberar a Rocinante, y quedar allí llorando su desventura mientras Sancho partía a llevar su carta a Dulcinea... Recordemos que Sancho se había quedado sin su pollino, por lo que su espíritu práctico se impuso de nuevo: y en verdad, señor caballero de la Triste Figura, que si es que mi partida y su locura de vuestra merced van de veras, que sea bien tornar a ensillar a Rocinante para que supla la falta del rucio, porque será ahorrar tiempo a mi ida y vuelta, que si la hago a pie no sé cuando llegaré ni cuando volveré, porque en resolución soy mal caminante.
Digo, Sancho, respondió Don Quijote, que sea como tú quisieres, que no me parece mal tu designio, y digo que de aquí a tres días te partirás, porque quiero que en este tiempo veas lo que por ella hago y digo, para que se lo digas. Pues ¿qué más tengo que ver, dijo Sancho, que lo que he visto? Bien estás en el cuento, respondió Don Quijote: ahora me falta rasgar las vestiduras, esparcir las armas, y darme de calabazadas por estas peñas, con otras cosas de este jaez que te han de admirar.
Temiendo Sancho el estado en que quedaría su señor con tantas locuras que pretendía hacer, intentó convencerle: Y más le ruego, que haga cuenta que son ya pasados los tres días que me ha dado de término para ver las locuras que hace, que ya las doy por vistas y por pasadas en cosa juzgada, y diré maravillas a mi señora, y escriba la carta y despácheme luego, porque tengo gran deseo de volver a sacar a vuestra merced deste purgatorio donde le dejo.
Anduvieron así dando vueltas a cómo escribir la carta y hacérsela llegar, cuando D. Quijote se da cuenta de que no sabe leer. Nombra a sus padres y es entonces cuando obtenemos su más exacta descripción:
Ta, ta, dijo Sancho. Qué ¿la hija de Lorenzo Corchuelo es la señora Dulcinea del Toboso, llamada por otro nombre Aldonza Lorenzo? Esa es, dijo Don Quijote, y es la que merece ser señora de todo el universo. Bien la conozco, dijo Sancho, y sé decir que tira tan bien una barra como el más forzudo zagal de todo el pueblo. Vive el dador, que es moza de chapa, hecha y derecha, y de pelo en pecho, y que puede sacar la barba del lodo a cualquier caballero andante o andar, que la tuviere por señora. ¡Oh hideputa, qué rejo que tiene, y qué voz! .
Se la describe como una campesina zafia y tosca, pero aún así, obtiene más el beneplácito de Sancho que si de una dama de alta alcurnia se tratase, aunque insista D. Quijote: y para concluir con todo, yo me imagino que todo lo que digo es así, sin que sobre ni falte nada, y píntola en mi imaginación como la deseo, así en la belleza como en la principalidad, y ni la llega Elena, ni la alcanza Lucrecia, ni otra alguna de las famosas mujeres de las edades pretéricas, griega, bárbara o latina; y diga cada uno lo que quisiera, que si por esto fuere reprendido de los ignorantes, no seré castigado de los rigurosos.
¡Seguimos!
miércoles, 22 de agosto de 2012
Leyendo el Quijote. 1ª parte. Capítulo 24. Cardenio cuenta su desventura.
Capítulo vigésimocuarto
Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena
Dejamos a nuestro caballero en amena charla con el astroso Caballero de la Sierra de modo que nos habremos de enterar del motivo por el que decidió vivir así ya que juro, añadió Don Quijote, por la orden de caballería que recibí, aunque indigno y pecador, y por la profesión de caballero andante, si en esto, señor, me complacéis, de serviros con las veras a que me obliga el ser quien soy ora remediando vuestra desgracia, si tiene remedio, ora ayudándoos a llorarla, como os lo he prometido.
Pidió primero de comer el hombre (a quien nombra Cervantes con distintos apelativos a cual más curioso), y después de acompañarle a un lugar más cómodo, rogando que no le interrumpieran, contó que se llamaba Cardenio, era andaluz, y había tenido la mala ventura de enamorarse de Luscinda desde que eran niños, consiguiendo la desaprobación del padre. LLegó a pedirla por esposa, pero su padre le envió a atender la petición de un grande de España, que le solicitaba como compañero de su hijo.
No se podía denegar la solicitud y allí conoció a Fernando, segundo hijo de duque, del que se hizo amigo y confidente, y que, para su mala suerte, vino a enamorarse también de Luscinda... Seguía Cardenio su historia cuando al nombrar al Amadís de Gaula, Don Quijote no puede evitar interrumpirle para comentar sus excelencias, por lo que -como ya le había avisado- queda la historia en suspenso ya que Cardenio empieza a desvariar ante los comentarios de Don Quijote y alzó un guijarro que halló junto a sí, y dio con él en los pechos tal golpe a Don Quijote, que le hizo caer de espaldas. Sancho Panza, que de tal modo vio parar a su señor, arremetió al loco con el puño cerrado, y el Roto le recibió de tal suerte, que con una puñada dio con él a sus pies, y luego se subió sobre él y le brumó las costillas muy a su sabor. El cabrero, que le quiso defender, corrió el mismo peligro, y después que los tuvo a todos rendidos y molidos, los dejó y se fue con gentil sosiego a emboscarse en la montaña.
No queda la cosa ahí, pues hasta pelean Sancho y el cabrero, pero el interés de Don Quijote está en terminar de escuchar la historia, por lo que deciden ir a buscarle.
¡Seguimos!
Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena
Dejamos a nuestro caballero en amena charla con el astroso Caballero de la Sierra de modo que nos habremos de enterar del motivo por el que decidió vivir así ya que juro, añadió Don Quijote, por la orden de caballería que recibí, aunque indigno y pecador, y por la profesión de caballero andante, si en esto, señor, me complacéis, de serviros con las veras a que me obliga el ser quien soy ora remediando vuestra desgracia, si tiene remedio, ora ayudándoos a llorarla, como os lo he prometido.
Pidió primero de comer el hombre (a quien nombra Cervantes con distintos apelativos a cual más curioso), y después de acompañarle a un lugar más cómodo, rogando que no le interrumpieran, contó que se llamaba Cardenio, era andaluz, y había tenido la mala ventura de enamorarse de Luscinda desde que eran niños, consiguiendo la desaprobación del padre. LLegó a pedirla por esposa, pero su padre le envió a atender la petición de un grande de España, que le solicitaba como compañero de su hijo.
No se podía denegar la solicitud y allí conoció a Fernando, segundo hijo de duque, del que se hizo amigo y confidente, y que, para su mala suerte, vino a enamorarse también de Luscinda... Seguía Cardenio su historia cuando al nombrar al Amadís de Gaula, Don Quijote no puede evitar interrumpirle para comentar sus excelencias, por lo que -como ya le había avisado- queda la historia en suspenso ya que Cardenio empieza a desvariar ante los comentarios de Don Quijote y alzó un guijarro que halló junto a sí, y dio con él en los pechos tal golpe a Don Quijote, que le hizo caer de espaldas. Sancho Panza, que de tal modo vio parar a su señor, arremetió al loco con el puño cerrado, y el Roto le recibió de tal suerte, que con una puñada dio con él a sus pies, y luego se subió sobre él y le brumó las costillas muy a su sabor. El cabrero, que le quiso defender, corrió el mismo peligro, y después que los tuvo a todos rendidos y molidos, los dejó y se fue con gentil sosiego a emboscarse en la montaña.
No queda la cosa ahí, pues hasta pelean Sancho y el cabrero, pero el interés de Don Quijote está en terminar de escuchar la historia, por lo que deciden ir a buscarle.
¡Seguimos!
martes, 21 de agosto de 2012
Leyendo el "Quijote". Capítulo 23.- Una de cal y otra de arena
Capítulo vigésimotercero
De lo que sucedió al famoso Don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más famosas aventuras que en esta verdadera historia se cuentan
Mal les fue a nuestros protagonistas en su aventura con los galeotes y les dejamos (una vez más) malparados y tristes ante el mal pago recibido a cambio de su generosa intención de ayudar.
Por una vez -milagro parece- nuestro caballero está dispuesto a seguir los consejos de Sancho por miedo a que la Santa Hermandad le persiga por la liberación de presos, aclarando que jamás en vida ni en muerte has de decir a nadie que yo me retiré y aparté deste peligro de miedo, sino por complacer a tus ruegos; que si otra cosa dijeres, mentirás en ello
Nada le importan al escudero esas justificaciones, y contento con la decisión de su amo, se internan en Sierra Morena, dando la triste casualidad de que en aquellos parajes había buscado también escondite el ya conocido Ginés de Pasamonte, que, viéndoles dormidos, decide robar a Sancho su asno.
Inútil es decir la impresión que Sancho se llevó al ver que faltaba su asno: ¡Oh hijo de mis entrañas, nacido en mi misma casa, brinco de mis hijos, regalo de mi mujer, envidia de mis vecinos, alivio de mis cargas, y finalmente, sustentador de la mitad de mi persona, porque con ventiséis maravedís que ganaba cada día mediaba yo mi despensa! . Tristes quejas que despertaron a Don Quijote, el cual intentó consolar a su escudero como mejor supo le rogó que tuviese paciencia, prometiéndole de darle una cédula de cambio para que le diesen tres en su casa, de cinco que había dejado en ella.
Fue suficiente para calmar a Sancho, que se preocupó luego de llenar su estómago con lo que llevaba en la alforjas del pollino, que ahora transportaba él.
En eso estaba cuando vio que su amo quería levantar con la lanza algo tirado en el suelo y que resultó ser un cojin y una maleta podridos por el tiempo. Ayudó a su amo y abrieron la misma para verificar su contenido que eran cuatro camisas de delgada holanda, y otras cosas de lienzo no menos curiosas que limpias, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos de oro, y así como los vio dijo: Bendito sea todo el cielo que nos ha deparado una aventura que sea de provecho. Y buscando más, halló un librillo de memoria ricamente guarnecido. que leyeron detenidamente, pero sólo pudieron saber que eran escritos de algún amante despechado.
Contento estaba Sancho con el dinero hallado y Don Quijote intrigado sobre quién podía ser el dueño de lo que encontraron, pero como nada se podía hacer, siguieron su camino.
No tardó mucho en surgir una aparición: iba saltando un hombre de risco en risco y de mata en mata con extraña ligereza: figurósele que iba desnudo, la barba negra y espesa, los cabellos muchos y rebultados, los pies descalzos y las piernas sin cosa ninguna; los muslos cubrían unos calzones, al parecer de terciopelo leonado; mas tan hechos pedazos que por muchas partes se le descubrían las carnes. y aunque no le pudieron seguir, en ningún momento le cupo duda a nuestro caballero de que ese personaje debía ser quien tan tristes palabras había escrito, por lo que se propuso buscarle, aconsejando a Sancho que fueran por distintos caminos, a lo que, naturalmente, el escudero se negó, confesando su miedo sin ningún apuro, así como la poca necesidad de encontrarle, ya que si efectivamente era el dueño del dinero, deberían devolvérselo.
Era más la rectitud de nuestro protagonista que la de su criado, por lo que no tuvo más remedio que seguir a su amo, hallando no muy lejos los restos de una cabalgadura y a un pastor que cuidaba sus cabras.
Indagando sobre si conocía a quien buscaban, le contó la historia de un joven que voluntariamente se había condenado a vivir solo por aquellos riscos, sin que hubieran llegado a saber claramente el motivo de tal penitencia que se había impuesto. Habían llegado a hablar con él y ...Por esto conjeturamos que la locura le venía a tiempos, y que alguno que se llamaba Fernando le debía de haber hecho una mala obra tan pesada, cuanto lo mostraba el término a que le había conducido. Todo lo cual se ha confirmado después acá con las veces, que han sido muchas, que él a salido al camino, unas a pedir a los pastores le den de lo que llevan para comer, y otras a quitárselo por fuerza, porque cuando está con el accidente de la locura, aunque los pastores se lo ofrezcan de buen grado no lo admite, sino que lo toma a puñadas, y cuando está en su seso lo pide por amor de Dios, cortés y comedidamente; y rinde por ello muchas gracias, y no con falta de lágrimas: y en verdad os digo, señores, prosiguió el cabrero, que ayer determinamos yo y otros cuatros zagales, los dos criados y los dos amigos míos, de buscalle hasta tanto que le hallemos, y después de hallado, ya por fuerza, ya por grado, le hemos de llevar a la villa de Almodóvar, que está de aquí a ocho leguas, y le curaremos, si es que su mal tiene cura, o sabremos quién es, cuando esté en su seso, y si tiene parientes a quien dar noticia de su desgracia.
Hubo suerte, y fue a su encuentro el intrigante personaje, a quien Don Quijote abrazó como a alguien conocido y con el que se pusieron a dialogar...
Pero esto lo conoceremos en el capítulo siguiente.
¡Seguimos!
De lo que sucedió al famoso Don Quijote en Sierra Morena, que fue una de las más famosas aventuras que en esta verdadera historia se cuentan
Mal les fue a nuestros protagonistas en su aventura con los galeotes y les dejamos (una vez más) malparados y tristes ante el mal pago recibido a cambio de su generosa intención de ayudar.
Por una vez -milagro parece- nuestro caballero está dispuesto a seguir los consejos de Sancho por miedo a que la Santa Hermandad le persiga por la liberación de presos, aclarando que jamás en vida ni en muerte has de decir a nadie que yo me retiré y aparté deste peligro de miedo, sino por complacer a tus ruegos; que si otra cosa dijeres, mentirás en ello
Nada le importan al escudero esas justificaciones, y contento con la decisión de su amo, se internan en Sierra Morena, dando la triste casualidad de que en aquellos parajes había buscado también escondite el ya conocido Ginés de Pasamonte, que, viéndoles dormidos, decide robar a Sancho su asno.
Inútil es decir la impresión que Sancho se llevó al ver que faltaba su asno: ¡Oh hijo de mis entrañas, nacido en mi misma casa, brinco de mis hijos, regalo de mi mujer, envidia de mis vecinos, alivio de mis cargas, y finalmente, sustentador de la mitad de mi persona, porque con ventiséis maravedís que ganaba cada día mediaba yo mi despensa! . Tristes quejas que despertaron a Don Quijote, el cual intentó consolar a su escudero como mejor supo le rogó que tuviese paciencia, prometiéndole de darle una cédula de cambio para que le diesen tres en su casa, de cinco que había dejado en ella.
Fue suficiente para calmar a Sancho, que se preocupó luego de llenar su estómago con lo que llevaba en la alforjas del pollino, que ahora transportaba él.
En eso estaba cuando vio que su amo quería levantar con la lanza algo tirado en el suelo y que resultó ser un cojin y una maleta podridos por el tiempo. Ayudó a su amo y abrieron la misma para verificar su contenido que eran cuatro camisas de delgada holanda, y otras cosas de lienzo no menos curiosas que limpias, y en un pañizuelo halló un buen montoncillo de escudos de oro, y así como los vio dijo: Bendito sea todo el cielo que nos ha deparado una aventura que sea de provecho. Y buscando más, halló un librillo de memoria ricamente guarnecido. que leyeron detenidamente, pero sólo pudieron saber que eran escritos de algún amante despechado.
Contento estaba Sancho con el dinero hallado y Don Quijote intrigado sobre quién podía ser el dueño de lo que encontraron, pero como nada se podía hacer, siguieron su camino.
No tardó mucho en surgir una aparición: iba saltando un hombre de risco en risco y de mata en mata con extraña ligereza: figurósele que iba desnudo, la barba negra y espesa, los cabellos muchos y rebultados, los pies descalzos y las piernas sin cosa ninguna; los muslos cubrían unos calzones, al parecer de terciopelo leonado; mas tan hechos pedazos que por muchas partes se le descubrían las carnes. y aunque no le pudieron seguir, en ningún momento le cupo duda a nuestro caballero de que ese personaje debía ser quien tan tristes palabras había escrito, por lo que se propuso buscarle, aconsejando a Sancho que fueran por distintos caminos, a lo que, naturalmente, el escudero se negó, confesando su miedo sin ningún apuro, así como la poca necesidad de encontrarle, ya que si efectivamente era el dueño del dinero, deberían devolvérselo.
Era más la rectitud de nuestro protagonista que la de su criado, por lo que no tuvo más remedio que seguir a su amo, hallando no muy lejos los restos de una cabalgadura y a un pastor que cuidaba sus cabras.
Indagando sobre si conocía a quien buscaban, le contó la historia de un joven que voluntariamente se había condenado a vivir solo por aquellos riscos, sin que hubieran llegado a saber claramente el motivo de tal penitencia que se había impuesto. Habían llegado a hablar con él y ...Por esto conjeturamos que la locura le venía a tiempos, y que alguno que se llamaba Fernando le debía de haber hecho una mala obra tan pesada, cuanto lo mostraba el término a que le había conducido. Todo lo cual se ha confirmado después acá con las veces, que han sido muchas, que él a salido al camino, unas a pedir a los pastores le den de lo que llevan para comer, y otras a quitárselo por fuerza, porque cuando está con el accidente de la locura, aunque los pastores se lo ofrezcan de buen grado no lo admite, sino que lo toma a puñadas, y cuando está en su seso lo pide por amor de Dios, cortés y comedidamente; y rinde por ello muchas gracias, y no con falta de lágrimas: y en verdad os digo, señores, prosiguió el cabrero, que ayer determinamos yo y otros cuatros zagales, los dos criados y los dos amigos míos, de buscalle hasta tanto que le hallemos, y después de hallado, ya por fuerza, ya por grado, le hemos de llevar a la villa de Almodóvar, que está de aquí a ocho leguas, y le curaremos, si es que su mal tiene cura, o sabremos quién es, cuando esté en su seso, y si tiene parientes a quien dar noticia de su desgracia.
Hubo suerte, y fue a su encuentro el intrigante personaje, a quien Don Quijote abrazó como a alguien conocido y con el que se pusieron a dialogar...
Pero esto lo conoceremos en el capítulo siguiente.
¡Seguimos!
lunes, 20 de agosto de 2012
Leyendo el "Quijote". 1ª parte. Capítulo 22. Los galeotes.
Capítulo vigésimosegundo
De la libertad que dio Don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir
De nuevo Cervantes, como para "curarse en salud", nos recuerda que estamos leyendo una gravísima, altisonante, mínima, dulce e imaginada historia producto de la creatividad de Cide Hamete Ben-Engeli.
Cuenta esta vez que nuestros dos protagonistas, después de haber departido ampliamente sobre lo que pensaban conseguir en el futuro, van al encuentro de (o sería mejor decir "les viene") una nueva aventura al observar la comitiva formada por hasta doce hombres a pie ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro por los cuellos, y todos con esposas a las manos. Venían asimismo con ellos dos hombres de a caballo y dos de a pie;.
Se le ocurre a Sancho comentar que serían sin duda galeotes, "gente que por sus delitos va condenada a servir al rey en las galeras de por fuerza", como él mismo explica.
Es oír la palabra "de por fuerza" y despertarse en Don Quijote el ardor caballeresco por el que debía ayudarles a pesar de que su escudero le recuerda que es la misma justicia del rey la que les condena por sus malas acciones.
No es eso obstáculo para Don Quijote: se trata de gente maltratada y él tiene que defenderles, así que se acerca a la comitiva y comienza a hablar con los guardianes, que le permiten preguntar a los condenados el motivo por el que se ven así.
Van respondiendo metafóricamente que han llegado a esa situación uno por enamorado, otro por cantor, el de más allá por pobre, el cuarto por alcahuete... repasando estas historias estaba cuando llega a uno que está mucho más aherrojado porque traía una cadena al pie tan grande que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas a la garganta, la una en la cadena, y la otra de las que llaman guarda amigo, o pie de amigo, de la cual descendían dos hierros que llegaban a la cintura, en los cuales se asían dos esposas, donde llevaba las manos cerradas con un grueso candado, de manera que ni con las manos podía llegar a la boca, ni podía bajar la cabeza a llegar a las manos.. Interrogado por el motivo, dice llamarse Ginés de Pasamonte, y ser el autor del libro de su vida que espera poder continuar escribiendo mientras esté preso (recordemos que asi fue como escribió Cervantes este libro). En fin, resumiendo puesto que lo podéis leer tranquilamente, ya llevaba Don Quijote el "ardor guerrero" y las ganas de socorrerles, por lo que bastó el oir lo que escuchó para pedir a sus guardianes que los liberasen.
Se armó una terrible batahola y lograron liberarse los galeotes, a los que Don Quijote pidió, como solía hacer, que visitaran a Dulcinea y le contasen su hazaña. No podían ellos hacer eso y con paciencia al principio se lo intentaron explicar, pero no es nuestro caballero, como sabemos, muy dado a que le contradigan, así que vuelve a armarse pendencia, de la que resulta una lluvia de piedras contra caballero y escudero. No se pudo escudar tan bien Don Quijote, que no le acertasen no sé cuantos guijarros en el cuerpo con tanta fuerza, que dieron con él en el suelo; y apenas hubo caído cuando fue sobre él el estudiante, y le quitó la bacía de la cabeza, y dióle con ella tres o cuatro golpes en las espaldas, y otros tantos en la tierra, con que la hizo casi pedazos. Quitáronle una ropilla que traía sobre las armas, y las medias calzas le querían quitar si las grevas no lo estorbaran. A Sancho le quitaron el gabán, dejándole en pelota, repartiendo entre sí los demás despojos de la batalla, se fueron cada uno por su parte con más cuidado de escaparse de la Hermandad que temían, que de cargarse de la cadena e ir a presentarse ante la señora Dulcinea del Toboso.
Y así dejamos una vez más a nuestros protagonistas descompuestos y mohínos, recibiendo mal por bien de aquellos a quienes tan generosamente habían querido ayudar.
¡Seguimos!
De la libertad que dio Don Quijote a muchos desdichados que mal de su grado los llevaban donde no quisieran ir
De nuevo Cervantes, como para "curarse en salud", nos recuerda que estamos leyendo una gravísima, altisonante, mínima, dulce e imaginada historia producto de la creatividad de Cide Hamete Ben-Engeli.
Cuenta esta vez que nuestros dos protagonistas, después de haber departido ampliamente sobre lo que pensaban conseguir en el futuro, van al encuentro de (o sería mejor decir "les viene") una nueva aventura al observar la comitiva formada por hasta doce hombres a pie ensartados como cuentas en una gran cadena de hierro por los cuellos, y todos con esposas a las manos. Venían asimismo con ellos dos hombres de a caballo y dos de a pie;.
Se le ocurre a Sancho comentar que serían sin duda galeotes, "gente que por sus delitos va condenada a servir al rey en las galeras de por fuerza", como él mismo explica.
Es oír la palabra "de por fuerza" y despertarse en Don Quijote el ardor caballeresco por el que debía ayudarles a pesar de que su escudero le recuerda que es la misma justicia del rey la que les condena por sus malas acciones.
No es eso obstáculo para Don Quijote: se trata de gente maltratada y él tiene que defenderles, así que se acerca a la comitiva y comienza a hablar con los guardianes, que le permiten preguntar a los condenados el motivo por el que se ven así.
Van respondiendo metafóricamente que han llegado a esa situación uno por enamorado, otro por cantor, el de más allá por pobre, el cuarto por alcahuete... repasando estas historias estaba cuando llega a uno que está mucho más aherrojado porque traía una cadena al pie tan grande que se la liaba por todo el cuerpo, y dos argollas a la garganta, la una en la cadena, y la otra de las que llaman guarda amigo, o pie de amigo, de la cual descendían dos hierros que llegaban a la cintura, en los cuales se asían dos esposas, donde llevaba las manos cerradas con un grueso candado, de manera que ni con las manos podía llegar a la boca, ni podía bajar la cabeza a llegar a las manos.. Interrogado por el motivo, dice llamarse Ginés de Pasamonte, y ser el autor del libro de su vida que espera poder continuar escribiendo mientras esté preso (recordemos que asi fue como escribió Cervantes este libro). En fin, resumiendo puesto que lo podéis leer tranquilamente, ya llevaba Don Quijote el "ardor guerrero" y las ganas de socorrerles, por lo que bastó el oir lo que escuchó para pedir a sus guardianes que los liberasen.
Se armó una terrible batahola y lograron liberarse los galeotes, a los que Don Quijote pidió, como solía hacer, que visitaran a Dulcinea y le contasen su hazaña. No podían ellos hacer eso y con paciencia al principio se lo intentaron explicar, pero no es nuestro caballero, como sabemos, muy dado a que le contradigan, así que vuelve a armarse pendencia, de la que resulta una lluvia de piedras contra caballero y escudero. No se pudo escudar tan bien Don Quijote, que no le acertasen no sé cuantos guijarros en el cuerpo con tanta fuerza, que dieron con él en el suelo; y apenas hubo caído cuando fue sobre él el estudiante, y le quitó la bacía de la cabeza, y dióle con ella tres o cuatro golpes en las espaldas, y otros tantos en la tierra, con que la hizo casi pedazos. Quitáronle una ropilla que traía sobre las armas, y las medias calzas le querían quitar si las grevas no lo estorbaran. A Sancho le quitaron el gabán, dejándole en pelota, repartiendo entre sí los demás despojos de la batalla, se fueron cada uno por su parte con más cuidado de escaparse de la Hermandad que temían, que de cargarse de la cadena e ir a presentarse ante la señora Dulcinea del Toboso.
Y así dejamos una vez más a nuestros protagonistas descompuestos y mohínos, recibiendo mal por bien de aquellos a quienes tan generosamente habían querido ayudar.
¡Seguimos!
Refranes comentados, en portugués: "Tomar por el pito del sereno"
"Tome o apito sereno"
. *. *. *. *. *. *. *. *. *. *.
Vestida com casaco cinza e chapéu e uniforme aspecto militar, a figura serena apareceu para trás em 1765, em Madrid como um acendedor responsável pela manutenção de iluminação pública à noite. É para 1797, quando ele foi acusado de segurança pública e funções diferentes acendedor e sereno.
Armar o pique (1), lanterna e porta-chaves dos portais das ruas sob sua custódia, o policial desapareceu velada pela tranquilidade do bairro à noite, sabia e era conhecido por todos os vizinhos, que primeiro ajudou não só em caso de chaves esquecidas ou extraviado, mas tão confiante e alerta em caso de problemas (roubo, incêndio ou emergência).
O sereno deve seu nome ao fato de que ele estava cantando a hora (horas meia, e trimestre) eo tempo era: "O 5 e chovendo" ... "6 e sereno" ... Este é o canto mais freqüente, (pouco desejo de cantar e se mover em torno dessas ruas seria se o tempo foi inclemente) veio a tornar-se o nome de sua profissão. (Saiba mais sobre o ofício)
Bem, o vigia da noite foi chamado e ele respondeu batendo alertado de uma emergência ou um apito alto quanto um árbitro em campo. Mas havia muito gostava de assobiar no final não significam perigo e não foram atendidos.
Assim, esta decisão significa agora negligenciado, subvalorizado, ignorado algo ou alguém.
. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -.
(1) - Pike:. 1. m. Palo armado com uma espiga de ferro, usado para defesa e ataque.
-. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -.
Muitas amostras desses personagens em todos esses esboços, operetas ou romances que recriam a antiga Madri (Galdos Carlos ou Arniches). Assessoria último livro: "À noite, nas costas" de Manuel Ferrand. Prêmio Planeta 1968.
Um guarda e um sereno, forçado a ficar acordado à noite, compartilhar experiências nessas longas horas.
. *. *. *. *. *. *. *. *. *. *.
Vestida com casaco cinza e chapéu e uniforme aspecto militar, a figura serena apareceu para trás em 1765, em Madrid como um acendedor responsável pela manutenção de iluminação pública à noite. É para 1797, quando ele foi acusado de segurança pública e funções diferentes acendedor e sereno.
Armar o pique (1), lanterna e porta-chaves dos portais das ruas sob sua custódia, o policial desapareceu velada pela tranquilidade do bairro à noite, sabia e era conhecido por todos os vizinhos, que primeiro ajudou não só em caso de chaves esquecidas ou extraviado, mas tão confiante e alerta em caso de problemas (roubo, incêndio ou emergência).
O sereno deve seu nome ao fato de que ele estava cantando a hora (horas meia, e trimestre) eo tempo era: "O 5 e chovendo" ... "6 e sereno" ... Este é o canto mais freqüente, (pouco desejo de cantar e se mover em torno dessas ruas seria se o tempo foi inclemente) veio a tornar-se o nome de sua profissão. (Saiba mais sobre o ofício)
Bem, o vigia da noite foi chamado e ele respondeu batendo alertado de uma emergência ou um apito alto quanto um árbitro em campo. Mas havia muito gostava de assobiar no final não significam perigo e não foram atendidos.
Assim, esta decisão significa agora negligenciado, subvalorizado, ignorado algo ou alguém.
. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -.
(1) - Pike:. 1. m. Palo armado com uma espiga de ferro, usado para defesa e ataque.
-. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -.
Muitas amostras desses personagens em todos esses esboços, operetas ou romances que recriam a antiga Madri (Galdos Carlos ou Arniches). Assessoria último livro: "À noite, nas costas" de Manuel Ferrand. Prêmio Planeta 1968.
Um guarda e um sereno, forçado a ficar acordado à noite, compartilhar experiências nessas longas horas.
Labels:
a explicação,
adágios,
apito,
ELE,
espanhol,
idiomas,
Inglês.,
interpretação,
língua,
Literatura,
os alunos,
Português,
professores,
provérbios,
provérbios comentou,
sereno
Refranes comentados, traducción al inglés: "Take the serene whistle"
"Take the serene whistle"
. *. *. *. *. *. *. *. *. *. *.Dressed in gray coat and hat and then uniformed military aspect, the serene figure appeared back in 1765 in Madrid as a lamplighter responsible for maintaining street lighting at night. It is toward 1797 when he was charged with public safety and functions differ lamplighter and serene.
Arming the pike (1), flashlight and key ring of the portals of the streets in their custody, the law enforcement officer disappeared veiled by the tranquility of the neighborhood at night, knew and was known by all the neighbors, that first helped not only in case of forgotten or misplaced keys, but as confident and alert in case of trouble (fire, theft or emergency).
The serene owes its name to the fact that he was singing the hour (o'clock, half and quarter) and the time was: "The 5 and raining" ... "6 and serene" ... This being the most frequent chant, (little desire to sing and move around those streets would be if the weather was inclement) came to become the name of their profession. (Learn more about the craft)
Well, the night watchman was called and he responded by slapping alerted of an emergency or a loud whistle blows as a referee on the field. But there was so much liked to whistle in the end failed to signify danger and were not heeded.
Hence, this ruling now means neglected, undervalued, ignored something or someone.
. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -.(1). - Pike: 1. m. Palo armed with an iron spike, used for defense and offense.-. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -.
Many samples of these characters in all those sketches, operettas or novels that recreate the old Madrid (Carlos Galdos or Arniches). Advising latest book: "In the evening on the back" of Manuel Ferrand. Planet Award 1968.
A guard and a serene, forced to stay awake at night, share experiences in those long hours.
. *. *. *. *. *. *. *. *. *. *.Dressed in gray coat and hat and then uniformed military aspect, the serene figure appeared back in 1765 in Madrid as a lamplighter responsible for maintaining street lighting at night. It is toward 1797 when he was charged with public safety and functions differ lamplighter and serene.
Arming the pike (1), flashlight and key ring of the portals of the streets in their custody, the law enforcement officer disappeared veiled by the tranquility of the neighborhood at night, knew and was known by all the neighbors, that first helped not only in case of forgotten or misplaced keys, but as confident and alert in case of trouble (fire, theft or emergency).
The serene owes its name to the fact that he was singing the hour (o'clock, half and quarter) and the time was: "The 5 and raining" ... "6 and serene" ... This being the most frequent chant, (little desire to sing and move around those streets would be if the weather was inclement) came to become the name of their profession. (Learn more about the craft)
Well, the night watchman was called and he responded by slapping alerted of an emergency or a loud whistle blows as a referee on the field. But there was so much liked to whistle in the end failed to signify danger and were not heeded.
Hence, this ruling now means neglected, undervalued, ignored something or someone.
. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -.(1). - Pike: 1. m. Palo armed with an iron spike, used for defense and offense.-. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -. -.
Many samples of these characters in all those sketches, operettas or novels that recreate the old Madrid (Carlos Galdos or Arniches). Advising latest book: "In the evening on the back" of Manuel Ferrand. Planet Award 1968.
A guard and a serene, forced to stay awake at night, share experiences in those long hours.
Labels:
adages,
ELE,
English.,
Erasmus,
explanation,
idioms,
interpretation,
language,
literature,
Portuguese,
professors,
proverbs commented,
sayings,
serene,
Spanish,
students,
whistle
22.- "Tomar por el pito del sereno"
"Tomar
por el pito del sereno"
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Ataviado
con gorra y guardapolvo gris y luego uniformado con aspecto más militar,
la figura del sereno apareció allá por el 1765 en Madrid como farolero
encargado de mantener la iluminación nocturna en las calles. Es hacia el
1797 cuando se le encarga de la seguridad pública y se diferencian las
funciones de farolero y sereno.
Armado del chuzo (1), linterna y el manojo
de llaves de los portales de las calles bajo su custodia, este
desaparecido agente de la autoridad velaba por la tranquilidad del
barrio durante la noche; conocía y era conocido de todos los vecinos, a
los que auxiliaba no sólo en caso de olvido o extravío de las llaves,
sino como confidente y alarma en casos de apuro (incendios, robos o
urgencias) .
El sereno debe su nombre al hecho de que iba cantando la hora, (en
punto, las medias y los cuartos) y el tiempo que hacía: "Las 5 y
lloviendo"... "las 6 y sereno"... Al
ser éste el canto más frecuente, (pocas ganas de cantar y de moverse por
esas calles tendría si el tiempo era inclemente) vino a convertirse en
el nombre de los de su profesión. (Ver
más sobre el oficio)
Pues bien, al sereno se le llamaba con palmadas y éste respondía o
alertaba de alguna emergencia a golpes sonoros de pito, como un árbitro
en el campo deportivo. Pero los había que tanto les gustaba pitar que al
final dejó de significar peligro y no se les hacía caso.
De ahí que ahora esta sentencia signifique despreciar, infravalorar,
hacer caso omiso de algo o alguien.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
(1).- chuzo:
1.
m.
Palo armado con un pincho de hierro, que se usa para defenderse y
ofender.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Son muchas las muestras de estos personajes en todos
aquellos sainetes, zarzuelas o novelas que recreen el Madrid castizo (Galdós
o Carlos Arniches). Aconsejando un libro más actual: "Con la noche a
cuestas" de Manuel Ferrand. Premio Planeta 1968.
Un guarda y un sereno, obligados
a mantenerse despiertos en la noche, comparten vivencias en esas largas
horas.
Labels:
adagios,
ELE,
española,
estudiantes,
explicacion,
frases hechas,
inglés.,
interpretacion,
Lengua,
Literatura,
pito,
portugués,
profesores,
refranero,
refranes comentados,
sereno
viernes, 17 de agosto de 2012
21- "Quien siembra vientos, recoge tempestades"
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Relacionado
con el ya visto en "De abuelos a nietos" :
"De
aquellos polvos vienen estos lodos" , este refrán nos invita, como muchos otros, a reflexionar sobre la consecuencia de nuestros actos.
"El tiempo da y quita razones y pone a cada uno en su lugar" y "al que
al cielo escupe, en la cara le cae". Son todas estas máximas acerca del comportamiento del ser humano y valiosos consejos a la hora de pensar antes de actuar, pues todo lo que hacemos tiene consecuencias en nuestra propia vida y nuestro entorno.
Vaya esta sentencia dirigida a nuestros políticos y en particular al
derroche del que hacen y han hecho gala en sus sueldos, pensiones y gastos generales... Cuando escribí este comentario, fue
ante la desfachatez de la inclusión de traductores de lenguas autónomas
en nuestro Senado, conociendo todos que el castellano es la lengua oficial.
Decía entonces: Congratulándome por los nuevos puestos de trabajo, no puedo por menos
que lamentarme de semejante insulto a todos los que estamos sufriendo
las consecuencias de la crisis económica. Y concluía:
"Nos toman por
el pito del sereno"
Ya puestos, explicaremos también más adelante el sentido de este dicho que sirve de conclusión; pero el hecho destacable es que tema ha cobrado, por desgracia, una tremenda actualidad.
Labels:
adagios,
ELE,
española,
estudiantes,
explicacion,
frases hechas,
interpretacion,
Lengua,
Literatura,
lodos,
polvos,
profesores,
recoge,
refranero,
refranes comentados,
siembra,
tempestades,
vientos
Suscribirse a:
Entradas (Atom)