Como profesora y lectora te muestro el #Díade..., #autores, #libros, #refranes, #videos... Si puedo resolver tus dudas, comenta sin miedo. ¡Responderé!
Son muchas las ocasiones en que desoímos los consejos sin
atender a quienes, por cariño y experiencia, pretenden evitarnos
alguna circunstancia que, en su opinión, será desagradable.
Pero
son otras tantas las que decimos: "¡tú qué sabrás!", pensando tal vez que
las vivencias humanas son distintas según quién las sufre o es a otros a quienes les pasa eso.
En
cierto sentido, es cierto. Solo al vivirlas en carne propia
descubrimos realmente qué sucede y qué se siente, y aunque molesta mucho
escuchar el "ya te lo avisé", pocas veces experimentamos en piel ajena,
desoyendo -los jóvenes principalmente- consejos que sus familiares mayores -por
similitud de carácter y forma de ser- conocen lo suficiente como para
saber que, a pesar de épocas y condiciones, el resultado será el mismo
que ellos atravesaron en su momento.
Y es
que, aunque las ciencias avancen que es una barbaridad , las
personas y la naturaleza humana estamos lejos de ser tan diferentes.
Entre
otras muchas, valgan como muestras el "Confieso que he vivido" de
Neruda, o el "Vivir para contarla" de García Márquez.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Sirva la sentencia de hoy para introducirnos en clase al estudio de
las perífrasis verbales (haber de...,
tener que..., empezando a...), que tantos matices nuevos añaden a la ya
rica variedad expresiva de la lengua española.
He dudado, pero no puedo dejar de hacer este pequeño homenaje a "mi doble" en la pantalla, y digo esto porque me han confundido con ella a lo largo de mi vida hasta llegar a llamarme "Pepa" mis compañeros de trabajo cuando emitían la famosa serie. La última vez, en un parquímetro en Atocha, no hará ni un año.
De algún modo (teníamos la misma edad) me he sentido ligada a ella más allá de mi admiración por su trabajo y trayectoria personal.
Que el viaje te sea leve, Verónica. Descansa en paz.
Me hizo mucha gracia cuando oí la versión actual de esta sentencia que decía
: "más vale callar y parecer tonto, que hablar y demostrarlo" y es que, como bien dice este otro: "En boca cerrada no entran moscas"
Como se
trata de un refrán sobradamente conocido, poco hay que comentar: Aunque
"la ignorancia es atrevida", quien conoce sus limitaciones y sabe
mantenerse callado cuando la ocasión lo requiere, dejando hablar a los
que saben, demuestra una gran sabiduría y "saber estar".
Y
aunque el sentido del ridículo está en uno mismo y no debe ser este
miedo el que nos mueva a callar, si es interesante saber hasta qué punto
se aprende callando y sabiendo escuchar.
Hay a
quien el afán de protagonismo le pierde ¿Verdad?
Un espacio, un relleno, un titular: Otra mujer ha muerto a manos del marido del amante, del vecino... un número más, líneas en un rotativo; políticos, que prometen más que dan
Y antes ... ¿No será que tengo yo la culpa? Sí me quiere .. lo sé... yo sé que sufre y conmigo se puede desahogar ¿Qué puedo hacer, que no se hunda? Tengo yo tan poco que dar... ¡ si soy tan sólo una “maruja”!.
“- Baja la voz, que los niños no te oigan” “- Cierra la ventana, o los vecinos lo sabrán” Quiero ocultar al mundo mi vergüenza mis heridas nadie las podrá sanar ¿Cómo dejar solos a los niños? Y si me voy... ¿cómo los podré alimentar? por ellos dejé yo mi trabajo para entrar en esta urna de cristal
¿Cómo mostrarles mi fracaso? ¿ y los demás, qué pensarán? ¿dónde me esconderé, si me busca? ¿quién, si se presenta, va a ayudar? Y calla, y llora, y se reserva, y aguanta así, un día y otro más llamando a la muerte protectora –Ven... cuanto antes... ven, ya.
¿Os imagináis la
escena? Los chicos vuelven del colegio y la mamá en los fogones...
El olor que se desprende de la cocina no puede ser más apetitoso y
el diálogo, salvo que se encuentren ya con la mesa puesta,
inevitable:
- Mamá ¡qué bien huele!
La madre sonríe y responde: - Mejor sabrá.
- ¿Cuánto falta para
comer?
- Un poquito solo, id
poniendo la mesa.
Y si la cosa se retrasa,
los chicos, impacientes: - Mamá, tengo hambre
La respuesta ya la
conocíamos: - Hambre que espera hartura, no es hambre ninguna.
Y es que lasganas de comer de los que esperan
saciarse (hartura= acabar hartos, llenos de comida) no es hambre: los
que saben de hambre son los que han pasado días sin comer, buscando
restos que llevarse a la boca con los que engañar un estómago que ruge
pidiendo ser llenado.
.*.*.*.*.*.
Tened
presente el hambre: recordad su pasado
turbio de capataces que
pagaban en plomo.
Aquel jornal al precio de
la sangre cobrado,
con yugos en el alma, con
golpes en el lomo.
El
hambre paseaba sus vacas exprimidas,
sus mujeres resecas, sus
devoradas ubres,
sus ávidas quijadas, sus
miserables vidas
frente a los comedores y
los cuerpos salubres. (...)
Vemos las #figurasliterarias tradicionales y su #clasificación para que nos digáis cuáles de ellas queréis que expliquemos en los siguientes vídeos. #RecursosLiterarios.
Por hacer una concesión al 12 de Octubre, día de la Hispanidad y de la
virgen del Pilar, su patrona, he buscado refranes que hablasen del día y, como
suele pasar con refranes referentes a santos y vírgenes, sólo he hallado dos,
ambos con relación al tiempo:
El ya
mencionado arriba y "Lluvia por la Pilarica, muy rica".
Como
no necesitan de explicación, se me ocurrió buscar el porqué de la mención al
pilar[1]
y el darle a la Virgen
ese nombre y me ha sorprendido el extenso y completo artículo que os invito a
leer: "Virgen del Pilar"[2]
un trabajo completo y ameno, bien elaborado, que hace un recorrido histórico
alrededor de dicha talla y el monumento.
La leyenda
sobre sus orígenes se remonta al año 40, cuando, de acuerdo a la tradición
cristiana, el 2 de enero la
Virgen María se apareció a Santiago el Mayor en
Caesaraugusta. María llegó a Zaragoza «en carne mortal» —antes de su asunción—
y como testimonio de su visita habría dejado una columna de jaspe conocida
popularmente como «el Pilar». Se cuenta que Santiago y los siete primeros
convertidos de la ciudad edificaron una primitiva capilla de adobe en la vera
del Ebro.[1] Este testimonio es recogido por un manuscrito de 1297 de los
Moralia, sive Expositio in Job, de Gregorio Magno, que se custodia en el
Archivo del Pilar. La devoción mariana comenzó en los albores del siglo XIII
cuando comienzan las primeras peregrinaciones a Santa María la Mayor.
Sobre la
iglesia mozárabe preexistente, se erige el templo románico del Pilar poco
después de la conquista de Zaragoza por Alfonso I el Batallador (1118) que fue
culminado en el siglo XIII.[2] En esta época se documenta en el templo una
capilla primitiva para alojar el Pilar, según transmite Diego de Espés en
1240.[3] Para 1293 el templo se encontraba en tan mal estado que el obispo Hugo
de Mataplana promovió la restauración del templo y su conversión en la
colegiata gótico-mudéjar de Santa María la Mayor con recursos de una bula de Bonifacio VIII
que por vez primera menciona la advocación «del Pilar».[4] Actualmente el único
vestigio conservado del templo románico del Pilar es el tímpano de la iglesia,
que ha sido colocado en la fachada sur de la basílica barroca
[1]Pilar:1. m. Especie de pilastra, sin proporción fija entre su grueso y altura,
que se pone aislada en los edificios, o sirve para sostener otra fábrica o
armazón cualquiera. 2. m. Hito o mojón que se pone para
señalar los caminos. 3. m. Persona que sirve de amparo. 4. m. Cosa que sostiene o en que se apoya algo.
¿Alguien no ha oído o dicho en alguna ocasión
una expresión similar a: "Mírale, le hacen los ojos chiribitas"?
Y es que ante una emoción, los ojos se
humedecen por reacción natural. Entonces reflejan la luz y brillan como
chispeando (sí, como cuando lleve en pequeñas dosis o iluminándose con
chispas).
Como de costumbre, buscamos la ayuda de nuestro amigo el Diccionario de
la RAE, y vemos:
chiribita .- En su significado
4.f.pl. coloq.
Partículas que, vagando en el interior de los ojos, ofuscan la vista.
1.locs. verbs.
Ver, por efecto de un golpe y por breve tiempo, multitud de chispas
movibles delante de los ojos.
2.locs. verbs.
Expresar en la mirada la ilusión de que algo deseado va a suceder
pronto.
Vemos en la definición que si el motivo es el
enfado usamos el echar chispas, como rescoldos en una hoguera,
mientras que si es motivado por una ilusión o alegría, es entonces
cuando le hacen los ojos chiribitas y se iluminan como minúsculos fuegos
artificiales.
La PARONOMASIA Es una figura retórica fonética, o figura de dicción, que se basa en la semejanza de palabras por su sonido aunque con significado diferente.
Cuando se ha pasado mala noche y no se ha podido dormir [como hoy con la "dana" (tormenta)], se dice que se ha pasado una noche toledana.
¿Sabéis que este dicho popular tiene su origen en un hecho histórico cierto, como atestiguan crónicas toledanas de los siglos XVI y XVII, como Historia o Descripción de la Imperial Ciudad de Toledo (1554) de Pedro de Alcocer? El hecho ocurrió en Toledo en el año 797, siendo emir de Córdoba Al-Hakam I (nieto de Abderraman I).
Los nobles muladíes —ciudadanos andalusíes de origen visigodo o hispanorromano conversos al Islam— que habitaban mayoritariamente Toledo, decidieron rebelarse contra Córdoba y reconocer como autoridad a otro noble local.
Al-Hakam I decidió acabar con esa «rebeldía» enviando un nuevo gobernador a Toledo, llamado Amrus. El nuevo gobernador debía hacerles creer que gobernaría con independencia de Córdoba y ganarse su confianza.
Amrus lo fue consiguiendo hasta que con la excusa de la llegada del príncipe heredero al trono de Córdoba, Abderramán II, Amrús invitó a toda la nobleza a su residencia en el nuevo Alcázar en Toledo, construído con un gran foso, para agasajar con una cena la visita del heredero. Los nobles, confiados, se pusieron sus mejores galas y allí se presentaron. La guardia personal del príncipe esperaba tras una puerta por donde iban entrando, uno a uno, los nobles de Toledo. Tras la puerta les esperaba un foso, cavado para tal propósito, donde eran arrojados tras ser degollados.
Unas crónicas hablan de entre 700 a 5000 personas muertas hasta que alguien gritó, avisando. Los que todavía no habían entrado pudieron escapar, pero Al-Hakam I consiguió sus objetivos y Toledo se calmó durante muchos años.
Todos sabemos qué es una capa (trozo amplio de tejido que
apoyada sobre los hombros y atada o abrochada al cuello, servía de protección o
abrigo) pero tal vez sería bueno recordar qué definición nos hace la RAE de "sayo"[1]
ya que el vocablo ha quedado reducido al ámbito de los trajes populares.
La
diferencia esencial está, en mi opinión, en la utilidad de la prenda: las dos
visten, pero una cubre, protege del exterior ocultando a la vista el interior,
mientras que la otra es vestido, adorna, y está hecha para mostrarse, para ser
lucida...
Utilidad
de la capa, además de adornar, era la posibilidad de enmascararse con ella,
tapándose la cabeza, para pasar desapercibido.
Por tanto, el refrán de hoy nos muestra la
capacidad de alguien de olvidarse de restricciones y de la opinión de los demás
para mostrarse tal cual es y actuar con plena libertad: Quien hace de su
capa un sayo, pues, hace lo que quiere, como este Marqués de Bradomín:
Quería olvidar unos amores
desgraciados, y pensé recorrer el mundo en romántica peregrinación. ¡Aún
suspiro al recordarlo! Aquella mujer tiene en la historia de mi vida un
recuerdo galante, cruel y glorioso, como lo tienen en la historia de los
pueblos Thais la de Grecia, y Ninon la de Francia, esas dos cortesanas menos
bellas que su destino. ¡Acaso el único destino que merece ser envidiado! Yo
hubiérale tenido igual, y quizá más grande, de haber nacido mujer: Entonces
lograría lo que jamás pude lograr. A las mujeres para ser felices les basta con
no tener escrúpulos, y probablemente no los hubiera tenido esta quimérica
Marquesa de Bradomín. “Sonata de Estío”.
Valle Inclán.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
[1]sayo.
(Del lat. sagum, voz de or. celta). 1. m. Prenda de vestir
holgada y sin botones que cubría el cuerpo hasta la rodilla. 2. m. coloq. vestido
(‖ prenda o conjunto de prendas con que se cubre el cuerpo).
Estaba
disfrutando con mis alumnos del famoso juego coreado con el "Antón
Pirulero"(1), mientras repasábamos
vocabulario al elegir los oficios y cada vez que alguien debía "pagar
prenda".
Recordando nuestros dichos populares, observamos que son varias las
frases que hablan de prendas y por eso de algunas de ellas hablaremos en esta
ocasión.
Comenzamos, como tantas otras veces, buscando la definición de
"prenda" que además de vestido y calzado, es cada uno de los componentes
del ajuar y mobiliario de una casa y las virtudes que una persona posee.
Y entonces entendemos mejor el sentido de expresiones como:
"Pagar una prenda ".- Dejar algo en
señal, con la obligación de que se ha de rescatar, por lo que es lo
mismo que "dejar en prenda ".
Tratándose de juegos como el que comentamos, el rescate de la prenda
(anillo, chaqueta, zapato, lazo, un libro, etc...) pasa por tareas a
cual más ingeniosa, dependiendo de la imaginación de quien 'dirige' el
juego (en clase podría ser: recitar poesía, hacer un trabalenguas,
cerrar los ojos y describir cómo va vestido alguien, etc...).
"No le duelen prendas".- Cuando una
persona responde con sus actos ante los demás, como fiel cumplidor de
sus obligaciones.
Con el mismo sentido positivo tenemos "es
persona de muchas prendas" (con muchas virtudes), por lo que
es lógico considerar como un piropo el andalucismo "prenda" como
adjetivo calificativo: "¡Venga, prenda, dímelo!"
"No soltar prenda ".- Cuando alguien
se mantiene firme en ocultar lo que sabe al ser interrogado .
Y, cómo no, la referencia obligada a nuestro refranero: "Al
buen jugador, no le duelen prendas" o "el
buen pagador no necesita prendas".
Lo que sí resulta curioso es que se atribuya el origen del término
"prenda" al latín 'pignora' , en un complicado cuadro evolutivo,
cuando se utiliza "pignorar" como "empeñar", pero también como sinónimo
de "sisar" o "trampear".
En la mímica o el lenguaje de los gestos, hay uno que aprendemos desde niños y repetimos sin darnos cuenta: el codazo.
Se trata de un golpe suave con el codo que se da disimuladamente a alguien cercano y de confianza para comunicarse sin palabras.
El gesto hace que quien lo recibe mire inmediatamente a quien se lo ha dado, por lo que suele ir acompañado de otro gesto para completar el mensaje, y así, un codazo y un gesto con los ojos en alguna dirección, indica que debe mirar hacia allí porque hay algo digno de ser visto.
Varios codazos seguidos implican algo importante, y podemos recibir un codazo y un gesto de desagrado cuando acabamos de decir algo impropio; cuando acabas de interrumpir a alguien que está hablando, etc...
Por eso, quien habla hasta por los codos suele ser la persona que habla y habla sin parar, lo que ya es bastante irritante, pero es que, encima, pide la atención y propina codazos a diestro y siniestro (ya explicaremos también esta expresión) cuando alguien pretende interrumpirlo.
Ya hemos visto en nuestro refranero distintas expresiones aconsejando prudencia en el hablar:
"Bien sabe el que no sabe, si sabe callar",
"lo bueno, si breve, dos veces bueno",
"en boca cerrada no entran moscas",
"quien mucho habla, mucho yerra",
"el hombre es dueño de lo que calla...", etc.
Por tanto, no es de extrañar la contundencia del dicho que nos ocupa: salvo raras excepciones (en los graciosos monólogos del programa televisivo "El Club de la Comedia", por ejemplo), el afán de protagonismo acaba aburriendo a todos.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Diálogo, monólogo, circunloquio, perorata, discurso, soflama, mitin, conferencia... son palabras que se refieren con diversos matices al acto de hablar. Juguemos en clase con éstas y otras expresiones que vayan apareciendo.
Ya resulta difícil para los que vivimos en la capital y hasta en muchos
pueblos recordar el canto del gallo, despertador infalible que anunciaba
la llegada de un nuevo día.
Así, cuando una persona reconocida por su carácter abierto y alegre (aunque no necesariamente tenga que ser cantarina), se muestra distinta a
como acostumbra, e incluso cabizbaja y triste, este refrán se utiliza
para indicar que es síntoma de que algo le sucede y se debe prestar atención. Es cosa muy frecuente en los adolescentes y los padres deberán estar atentos.
Y es que, como dice también el refranero: "Quien canta, su mal espanta",
pero ninguna gana hay de cantar cuando el espíritu está apesadumbrado o
mohíno*.
.*.*.*.*.*.*.*.*.*.*.
Este refrán me trae a la memoria la letra de una canción popularizada por María Ostiz, "Niña rianxeira", tomada de nuestro rico folklore, esta vez gallego, que dice:
"No
creas que porque canto tengo el corazón alegre,
yo soy
como el pajarillo, que si no canta se muere"
(A propósito, ¿vemos el uso correcto de SI NO, SINO?)
Hay que remontarse a los comienzos del siglo XII para encontrar los primeros antecedentes de la Santa Hermandad, en Asturias, donde se crearon unos cuadrilleros (llamados así porque iban en grupo, en cuadrillas) para guardar el orden en los espacios libres de campos y montes a donde no llegaba la justicia de la ciudad y la nobleza, que fue adquiriendo cada vez mayor fuerza hasta llegar a constuirse en tribunal. Entonces el uniforme era blanco con una cruz roja en el pecho.
Fueron los Reyes Católicos los que crearon la Santa Hermandad Nueva, cuya existencia de 1476 a 1498, marcó el comienzo del Ejército Real que en los años siguientes asombró en los campos de Europa.
Su indumentaria cambió y eran conocidos por los "mangas verdes" por el color de sus camisas cuyas mangas asomaban bajo el chaleco de piel.
La eficacia de estos guardianes del orden se fue deteriorando hasta el punto de que casi nunca llegaban a tiempo, por lo que se extendió el uso de la expresión y aún en la actualidad se emplea para indicar que una ayuda llega tarde, cuando ya el problema está solucionado .
Aunque a veces se diga lo contrario, por ejemplo, en "más vale tarde que nunca", no se trata de la misma urgente necesidad, ni siquiera de parecida situación, ya que en éste último lo que se indica es que la espera vale la pena si se consigue lo que deseamos. De ahí que esté igualmente extendido el uso de "más vale llegar tarde, que no llegar" referido, por ejemplo, a la necesidad de moderar la velocidad en la conducción.
.*.*.*.*.*.*.*.
De temas populares y hechos relacionados con la Santa Hermandad trata "La familia de Alvareda" novela costumbrista de Fernán Caballero.
" A la chita callando, hay quien se va aprovechando"
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
Normalmente se escuchaba "chito" o "chitón" (documentado desde el 1601) cuando alguien hacía callar a los demás, por lo que no es difícil considerar como origen de esta expresión el chistar, de la onomatopeya o sonido "chis" que se hace en esos casos.
Sin embargo, para descubrir aspectos inesperados no hay como profundizar un poco . Y es curioso que, cuando hace poco hablábamos del juego de los tejos, aparezca un nuevo juego muy parecido: el de la tanga.
Para practicar el juego, se necesitaban tres útiles, dos de ellos iguales, las "tangas" y un soporte de madera de unos 7 u 8 cm. de largo por 2 cm de ancho aproximadamente, la chita, donde se ponían las monedas que se jugaban.
Las "tangas", eran dos piedras planas, redondas, normalmente de pizarra de 12 a 15 cm. de diámetro y de 2 ó 2,5 cm. de ancho. En épocas más actuales, las "tangas" o "Tanguillas", se hicieron de hierro. y los jugadores, situados a unos 10 metros de distancia (según lo pactado) tenían que tirar las tangas con el objeto de derribar la "chita" con todas las monedas que tenía encima depositadas. Ganaba las monedas aquel cuya tanga hubiese quedado más cerca de la chita.
Aunque sabemos que servía como "chita" también una taba de carnero puesta en pie de manera que pudiera sostener las monedas y ser derribada con los tejos.
Tratándose de un juego con dinero, no siempre era consentido por los padres como juego de niños, por lo que los adolescentes solían jugarlo en silencio para que no se enterasen los mayores, y de "jugar a la chita, callando" vendría esta expresión.
Por otra parte, entrando en materia de lengua, sabemos que el gerundio, en su uso desplazado (cuando no funciona como verbo) , puede complementar a un sustantivo concertando con él en género y número, por lo que no es raro encontrar expresiones que usan "a la chita, callanda", es decir, a la chita silenciosa o muda, para solicitar atención.
AÑO: 1765. Anónimo.
Esto supuesto, ya empiezo y salga conforme salga, que haciendo lo que yo pueda suplirán todas mis faltas. Cuenta, mosquetero, con escucharla.
A ver si ahora consigo que os caiga en gracia. ¡Ay, morenitos míos, mis queriditos, mis puliditos mosqueteritos, chita; callanda! .-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
¡Oigan, oigan, que empiezo! ¡Chita y callanda! AÑO: 1778. Anónimo. "La gitanilla afortunada".
Concluimos, en fin, que una vez más es una tradición popular la que pone entre nuestros modismos el sentido de esta expresión: con sigilo y sin que nadie se entere, hay quien puede aprovecharse de los demás para su propia ganancia. ¡Fíate tú de las mosquitas muertas!
Ejercicio propuesto : Nos fijamos en el uso de las formas no personales del verbo. Igual que encontramos "callandito" o "callanda"¿cuántos gerundios en uso desplazado conocemos o podemos construir?
Tenemos aquí un ejemplo de "dos por uno", como en las ofertas de los supermercados: las expresiones que atribuyen "dos caras" a una persona y el modismo "¡mal rayo le parta!".
Ya vimos en "cada moneda tiene dos caras" un sentido de "bueno y malo", "la cara y la cruz" que presenta tantas veces la vida.
Pero, aunque parecido, no tiene el mismo sentido aquí, ya que un hombre de dos caras es un hipócrita, alguien que muestra una expresión agradable cuando por detrás piensa otra cosa o tal vez hasta esté haciendo daño.
Por otro lado, la expresión ¡mal rayo le parta!, muestra de indignación (bastante generalizada, por ejemplo en Andalucía) por la que se le desea a una persona lo peor después de haberse portado mal con quien lo dice.
Y es que en periodo de tormenta y cuando los rayos y truenos pueblan la atmósfera, era bastante habitual para quien le pillara en despoblado, el morir "partido por un rayo", dado que la electricidad atraviesa el cuerpo, como partiéndolo en dos.
Normalmente estas expresiones, así como "maldita sea su estampa", "mala puñalá le den", etc., no contienen verdaderamente el deseo de que se produzca lo que en ellas se dice, sino que tienen la misma categoría de insulto o desahogo que puedan tener en la época, por ejemplo: "¡ lleven los diablos!", "Pardiez", "hi de puta", mientras que ahora utilizamos a veces expresiones tan malsonantes que prefiero no reflejar aquí, aun cuando de tanto usarse hayan perdido su sentido original junto a otras más suaves como "degraciado", "mala persona", etc.
Tenemos un ejemplo de esta expresión en el inmortal "Don Juan Tenorio" de Zorrilla, cuando conocemos al protagonista y en el inicio, cansado del jaleo que hay en la posada donde se ha puesto a escribir, dice:
¡Cuán gritan esos malditos! Pero, ¡mal rayo me parta si en concluyendo la carta no pagan caros sus gritos!
Es de muchos conocido que, en un reparto, "por barba" o "a escote" sirve para indicar uno por persona; por lo que se suele decir "tocamos a tanto por barba" o "pagamos a escote".
Pero también hay que señalar que aquí lo que se reparte no son mujeres dedicadas al oficio de la carnicería, sino que las "carniceras" en cuestión eran unas unidades de peso para carne y pescado en la corona de Aragón. Las llamadaslibras carniceraseran aproximadamente 36 onzas, y dado que una onza son 38,35 gramos, es fácil deducir que 1.380,6 gramos de carne o pescado eran bastante comida.
Pues bien, nos cuenta Romualdo Nogués en "Cuentos, dichos, anécdotas y modismos aragoneses que da a la estampa un soldado viejo natural de Borja" (1881) que en el rico monasterio de Veruela, próximo a Tarazona (Zaragoza), los monjes consumían tres carniceras en su dieta cotidiana. Queriendo el abad limitar el número de enfermedades por semejante exceso, los monjes protestaron y en el "regateo" subsiguiente concluyeron: "a carnicera por barba, y caiga quien caiga".
Es decir, kilo y cuarto de comida para cada uno sin importar las consecuencias... lo que no estaba nada mal.
De ahí pasó a utilizarse como frase hecha para llamar glotones a los comensales en un banquete.
Con el fin de unificar esfuerzos, he decidido cerrar mi blog refranenmano y trasladarlo aquí en consideración a quienes sí lo seguís. Gracias por ello.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.
En la tradición popular, se llaman "moscones" a los hombres
que molestan a la mujer con su cortejo. El
hecho de que se use el femenino en este refrán ha dado lugar a pensar que se refiere a
las mujeres taimadas que conquistan y embaucan al "pobrecito" que se
enamora de ellas para utilizarle a su antojo.
Pues
bien, centrándonos en el dicho, debemos recurrir a la entomología
(ciencia que estudia a los insectos) para comprender de dónde viene:
Es
costumbre en algunas especies, para asegurar su supervivencia, hacer
creer al supuesto atacante que están muertos o que son absolutamente
inofensivos permaneciendo totalmente inmóviles, de modo que pueden
atacarle cuando éste se confía.
Por
tanto, en este refrán el imperativo suele aplicarse con sentido irónico
como aviso contra las personas traicioneras - no importa el sexo - que
mediante halagos y palabras dulces esconden una perversa intención aparentando ser lo que no son. Se muestran como gente de confianza, sin peligro alguno, y nos defraudan cuando menos se espera.
Es en la corte y en círculos de poder donde más suelen darse este tipo de personajillos; pero también al ciudadano "de a pie" le rondan esos insectos, personajes dignos de lástima que, sin respeto a la palabra y a la confianza puesta en ellos, traicionan para conseguir su propio interés. No obstante, también es verdad que los hay que se ven obligados a serlo para poder mantenerse.
Siguiendo con nuestra
costumbre de aconsejaros lecturas de interés relacionadas con el tema,
menciono en esta ocasión "Boquitas pintadas" de Manuel Puig con
un
interesante comentario que relaciona los tangos que son interludio
entre las escenas, con su contenido.
Fijaos en que al final del vídeo (aunque lo tenéis en subtítulos), se
lee el poema y hay unas palabras subrayadas: son recursos literarios que
se os propone comentar... Naturalmente, podemos hacerlo con el poema
entero. De vosotros depende.
De lo que le
sucedió a don Quijote con unos
cabreros
Fue recogido de los cabreros con buen
ánimo, y,
habiendo Sancho lo mejor que pudo acomodado a
Rocinante y a su jumento, se fue tras el olor que
despedían de sí ciertos tasajos de cabra
que hirviendo al fuego en un caldero estaban;
y aunque él quisiera en aquel mesmo punto ver si
estaban en sazón de trasladarlos del caldero al
estómago, lo dejó de hacer, porque los
cabreros los quitaron del fuego y, tendiendo por el
suelo unas pieles de ovejas, aderezaron con mucha
priesa su rústica mesa y convidaron a los dos,
con muestras de muy buena voluntad, con lo que
tenían. Sentáronse a la redonda de las
pieles seis dellos, que eran los que en la majada
había, habiendo primero con groseras ceremonias
rogado a don Quijote que se sentase sobre un dornajo
que vuelto del revés le pusieron. Sentóse
don Quijote, y quedábase Sancho en pie para
servirle la copa, que era hecha de cuerno.
Viéndole en pie su amo, le dijo:
—Porque veas, Sancho, el bien que
en sí encierra la andante caballería y
cuán a pique
están los que en cualquiera ministerio della se
ejercitan de venir brevemente a ser honrados y
estimados del mundo, quiero que aquí a mi lado y
en compañía desta buena gente te sientes, y
que seas una mesma cosa conmigo, que soy tu amo y
natural señor; que comas en mi plato y bebas por
donde yo bebiere, porque
de la caballería andante se puede decir lo mesmo
que del amor se dice:
que todas las cosas iguala.
—¡Gran merced!
—dijo Sancho—; pero sé decir a
vuestra merced que como yo tuviese bien de comer, tan
bien
y mejor me lo comería en pie y a mis solas
como sentado a par de un emperador. Y aun, si va a
decir verdad, mucho mejor me sabe lo que como en mi
rincón sin melindres ni respetos, aunque sea pan
y cebolla, que los gallipavos de otras mesas
donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco,
limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me
viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la
libertad traen consigo. Ansí que, señor
mío, estas honras que vuestra merced quiere
darme por ser ministro y adherente de la
caballería andante, como lo
soy siendo escudero de vuestra merced,
conviértalas en otras cosas que me sean de
más cómodo y provecho; que
estas, aunque las doy por bien recebidas, las
renuncio para desde aquí al fin del mundo.
—Con todo eso, te has de sentar,
porque a quien se humilla, Dios le ensalza.
Y asiéndole por el brazo, le
forzó a que junto dél
se sentase.
No entendían los cabreros aquella
jerigonza de escuderos y de caballeros andantes, y no
hacían otra cosa que comer y callar y mirar
a sus huéspedes, que con mucho donaire y gana
embaulaban tasajo como el puño. Acabado
el servicio de carne, tendieron sobre las zaleas gran
cantidad de bellotas avellanadas, y
juntamente pusieron un medio queso, más duro que
si fuera hecho de argamasa. No estaba, en esto,
ocioso el cuerno, porque
andaba a la redonda tan a menudo, ya lleno, ya
vacío, como arcaduz de noria, que con
facilidad vació un zaque de dos
que estaban de manifiesto. Después que don
Quijote hubo bien satisfecho su estómago,
tomó un puño de bellotas en la manoy, mirándolas atentamente, soltó la voz a
semejantes razones:
—Dichosa edad y siglos dichosos
aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de
dorados, y no
porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de
hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella
venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los
que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de
tuyo y mío. Eran en
aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le
era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar
otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las
robustas encinas, que liberalmente les estaban
convidando con su dulce y sazonado fruto. Las claras
fuentes y corrientes ríos, en
magnífica abundancia, sabrosas y transparentes
aguas les ofrecían. En las quiebras de las
peñas y en lo hueco de los árboles formaban
su república las solícitas y discretas abejas,
ofreciendo a cualquiera mano, sin interés alguno,
la fértil cosecha de su dulcísimo trabajo.
Los valientes alcornoques despedían de sí, sin otro artificio que el de
su cortesía, sus anchas y livianas cortezas, con
que se comenzaron a cubrir las casas, sobre
rústicas estacas sustentadas, no más que para
defensa de las inclemencias del cielo. Todo era paz
entonces, todo amistad, todo concordia: aún no se
había atrevido la pesada reja del corvo arado a
abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra
primera madre; que ella
sin ser forzada ofrecía, por todas las partes de
su fértil y espacioso seno, lo que pudiese hartar,
sustentar y deleitar a los hijos que entonces la
poseían. Entonces sí que andaban las simples
y hermosas zagalejas de valle
en valle y de otero en otero, en trenza
y en cabello, sin
más vestidos de aquellos que eran menester para
cubrir honestamente lo que la honestidad quiere y ha
querido siempre que se cubra, y no eran sus adornos de
los que ahora se usan, a quien la púrpura de Tiro y
la por tantos modos martirizada seda encarecen,
sino de algunas hojas verdes de lampazos,
y yedra entretejidas, con lo que quizá iban tan
pomposas y compuestas como van agora nuestras
cortesanas con las raras y peregrinas invenciones que
la curiosidad ociosa les ha mostrado. Entonces
se decoraban los concetos amorosos del alma simple y
sencillamente, del mesmo
modo y manera que ella los concebía, sin buscar
artificioso rodeo de palabras para encarecerlos. No
había
la fraude, el
engaño ni la malicia mezcládose
con la verdad y llaneza. La justicia se estaba en sus
proprios términos, sin que la osasen turbar ni
ofender los del favor y los del interese, que tanto
ahora la menoscaban, turban y persiguen. La ley del
encaje aún
no se había sentado
en el entendimiento del juez, porque entonces no
había qué juzgar ni quién fuese juzgado.
Las doncellas y la honestidad andaban, como tengo
dicho, por dondequiera, sola y señera,
sin temor que la ajena desenvoltura y lascivo intento
le
menoscabasen, y su
perdición nacía
de su gusto y propria voluntad. Y agora, en estos
nuestros detestables siglos, no está segura
ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto
como el de Creta43; porque
allí, por los resquicios o por el aire, con el
celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa
pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al
traste. Para cuya
seguridad, andando más los tiempos y creciendo
más la malicia, se instituyó la orden de los
caballeros andantes, para defender las doncellas,
amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a
los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos
cabreros, a quien agradezco el gasaje
y buen acogimiento que hacéis a mí y a mi
escudero. Que aunque por ley natural están
todos los que viven obligados a favorecer a los
caballeros andantes, todavía, por saber
que sin saber vosotros esta obligación me
acogistes y regalastes, es razón que, con la
voluntad a mí posible, os agradezca la
vuestra.
Toda esta larga arenga (que se pudiera muy bien
escusar) dijo nuestro caballero, porque las bellotas
que le dieron le trujeron a la memoria la edad
dorada, y antojósele hacer aquel inútil
razonamiento a los cabreros, que, sin respondelle
palabra, embobados y suspensos, le estuvieron
escuchando. Sancho asimesmo callaba y comía
bellotas, y visitaba muy a menudo el segundo zaque,
que, porque se enfriase el vino, le
tenían colgado de un alcornoque.
Más tardó en hablar don
Quijote que en acabarse la cena, al fin de la cual
uno de los cabreros dijo:
—Para que con más veras
pueda vuestra merced decir, señor caballero
andante, que le agasajamos con prompta y buena
voluntad, queremos darle solaz y contento con hacer
que cante un compañero nuestro que no
tardará mucho en estar aquí; el cual es un
zagal muy entendido y muy enamorado, y que, sobre
todo, sabe
leer y escrebir y es músico de un rabel,
que no hay más que desear.
Apenas había el cabrero acabado de
decir esto, cuando llegó a sus oídos el son
del rabel, y de allí a poco llegó el que le
tañía, que era un mozo de hasta veinte y
dos años, de muy
buena gracia.
Preguntáronle sus compañeros si había
cenado, y, respondiendo que sí, el que
había hecho los ofrecimientos le dijo:
—De esa manera, Antonio, bien
podrás hacernos placer de cantar un poco, porque
vea este señor huésped que tenemos que
también por los montes y selvas hay quien sepa
de música. Hémosle dicho tus buenas
habilidades y deseamos que las muestres y nos saques
verdaderos; y,
así, te ruego por tu vida que te sientes y
cantes el romance de tus amores, que te compuso el
beneficiado tu tío, que en
el pueblo ha parecido muy bien.
—Que me place
—respondió el mozo.
Y sin hacerse más de rogar se
sentó en el tronco de una desmochada encina, y,
templando su rabel, de allí a poco, con muy
buena gracia, comenzó a cantar, diciendo desta
manera:
ANTONIO
—Yo sé, Olalla, que me adoras,
puesto que no me lo has dicho
ni aun con los ojos siquiera,
mudas lenguas de amoríos.
Porque sé que eres sabida,
en que me quieres me afirmo,
que nunca fue desdichado
amor que fue conocido.
Bien es verdad que tal vez,
Olalla, me has dado indicio
que tienes de bronce el alma
y el blanco pecho de risco.
Mas allá entre tus reproches
y honestísimos desvíos,
tal vez la esperanza muestra
la orilla de su vestido.
Abalánzase al señuelo
mi fe, que nunca ha podido
ni menguar por no llamado
ni crecer por escogido.
Si el amor es cortesía,
de la que tienes colijo
que el fin de mis esperanzas
ha de ser cual imagino.
Y si son servicios parte
de hacer un pecho benigno,
algunos de los que he hecho
fortalecen mi partido.
Porque si has mirado en ello,
más de una vez habrás visto
que me he vestido en los lunes
lo que me honraba el domingo.
Como el amor y la gala
andan un mesmo camino,
en todo tiempo a tus ojos
quise mostrarme polido. Dejo el bailar por tu causa,
ni las músicas te pinto
que has escuchado a deshoras
y al canto del gallo primo.
No cuento las alabanzas
que de tu belleza he dicho,
que, aunque verdaderas, hacen
ser yo de algunas malquisto.
Teresa del Berrocal,
yo alabándote, me dijo:
«Tal piensa que adora a un ángel
y viene a adorar a un jimio,
merced a los muchos dijes
y a los cabellos postizos,
y a hipócritas hermosuras,
que engañan al Amor mismo».
Desmentíla y enojóse;
volvió por ella su primo,
desafióme, y ya sabes
lo que yo hice y él hizo.
No te quiero yo a montón,
ni te pretendo y te sirvo
por lo de barraganía
que más bueno es mi designio.
Coyundas tiene la Iglesia
que son lazadas de sirgo;
pon tú el cuello en la gamella:
verás como pongo el mío.
Donde no, desde aquí juro
por el santo más bendito
de no salir destas sierras
sino para capuchino.
Con esto dio el cabrero fin a su canto; y aunque don
Quijote le rogó que algo más cantase, no lo
consintió Sancho Panza, porque estaba más
para dormir que para oír canciones, y,
ansí, dijo a su amo:
—Bien puede vuestra merced
acomodarse desde luego adonde ha de posar esta noche,
que el trabajo que estos buenos hombres tienen todo
el día no permite que pasen las noches cantando.
—Ya te entiendo, Sancho —le
respondió don Quijote—, que bien se me
trasluce que las visitas del zaque piden más
recompensa de sueño que de música.
—A todos nos sabe bien, bendito
sea Dios —respondió Sancho.
—No lo niego —replicó
don Quijote—, pero acomódate tú donde
quisieres, que los de mi profesión mejor parecen
velando que durmiendo. Pero, con todo esto,
sería bien, Sancho, que me vuelvas a curar esta
oreja, que me va doliendo más de lo que es
menester.
Hizo Sancho lo que se le mandaba, y,
viendo uno de los cabreros la herida, le dijo que no
tuviese pena, que él pondría remedio con
que fácilmente se sanase. Y tomando algunas
hojas de romero, de mucho que por allí
había, las mascó y las mezcló con un
poco de sal, y,
aplicándoselas a la oreja, se la vendó muy
bien, asegurándole que no había menester
otra medicina, y así fue la verdad.
Nota:
¿Qué os parece el poema?
Podéis ver las expresiones y palabras comentadas en la página del Instituto Cervantes :